miércoles, 11 de junio de 2008

Ciao, Dino Risi!



Cuando era jovencita, los chicos y chicas más mayores que yo presumían de ir a ver películas supuestamente atrevidas. Una de las que marcó época fue La escapada, Il sorpasso, al ritmo de la música de la cual movimos el esqueleto adolescente, durante muchas tardes de domingo de las de entonces, en aquellos guateques habituales entre amigos.

Yo vi por primera vez la peli de mayor, en la filmoteca. La encontré inmensa. Unos años después Risi tuvo mucho éxito con otra película, Profumo di donna, de la cual se hizo, al cabo del tiempo, un remake americano bastante digno, pero que no nos hizo olvidar el original italiano, con un Gassmann genial, como siempre.

El director de aquellas dos películas y de muchas más,
Dino Risi, ha muerto recientemente, el 7 de junio y me parece que no se ha hablado excesivamente de él, mucha gente joven casi lo desconoce. A pesar de que estuvo en activo hasta hace pocos años un repaso a su filmografía nos muestra lo mucho que no hemos podido ver del director. Llega poco cine francés, poco cine italiano, y lo mismo se puede decir de la música popular. Parece que hemos pasado directamente al inglés, como ironizó una vez Riba, en una discusión con Unamuno sobre el idioma catalán.

De vez en cuando llega alguna cosa y si la promoción es buena, si da tiempo a funcionar el boca-oreja, tiene éxito. La comedia italiana tiene hoy herederos interesantes y muchos de los jóvenes de antes todavía trabajan. Lo mismo, sin embargo, pasa con muchas películas españolas, catalanas. Algunas ni tan sólo llegan a las salas convencionales, como, por ejemplo, una versión de principios de los noventa de la novela
Solitud dirigida por Romà Guardiet, por poner el primer ejemplo que me viene a la cabeza. O, en castellano, casos como Vida y color o Ochocientas balas, buenas historias que pasaron brevemente por los cines sin darles tiempo a nada.

Tenemos la tele, pero parece que se complacen en los refritos de siempre, con tantos anuncios en medio que ya no sabes qué estás mirando, a pesar de algunos esfuerzos en BTV y en la dos, pocas veces se recuperan películas como las de Risi y si se hace suele ser en horario surrealista.

Mientras creo que a La Escapada, con su musiquita del
guardacomedondolo no le ha pasado el arroz, algunos éxitos de antaño, como Un hombre y una mujer, dabadabadà, que emitieron hace poco por la tele, por cierto, el tiempo los ha situado en la nada. En mi época joven se valoraban mucho las escenas eróticas, ahora dan risa, y recuerdo que en la oficina donde trabajaba en aquella época se discutió bastante sobre si en la escena de cama entre Trintignant i Aimée habían puesto alguna sábana entre el hombre y la mujer implicados.
-Sí, sí, pero algo deben notar –decía una compañera conservadora, muy enfadada a causa del atrevimiento cinéfilo que ya amanecía en nuestra reprimida sociedad, y que anunciaba la caída irreparable de las buenas costumbres antiguas.





Por cierto, ayer por la tarde planchaba con afición contemplando por enésima vez el poema pedagógico protagonizado por
Sidney Poitier consiguiendo educar a una pandilla de mal educados. A mi, en la escuela, esas metodologías didácticas que a los actores, cuando hacen de profes, les van tan bien, no me han funcionado jamás. Pero claro yo no tengo la planta de ese señor ni su mirada penetrante y algo maliciosa. Poitier es ya un abuelito de buen ver, de ochenta años, por cierto, con unas cuantas hijas guapísimas, algunas de las cuales dedicadas también al cine. El género de profesores sobresalientes y incomprendidos siempre ha sido un género de éxito. Poitier fue el primer galán negro importante, cuando a alguien de mis tiempos le preguntaban si se casaría con un negro, solía contestar:
-Hombre, si fuese Sidney Poitier...

Y es que el color no es tan importante, hay cuestiones estéticas de más peso, la verdad. Aunque me gustó contemplar Poitier en su época de esplendor, me habría gustado más planchar al ritmo del twist de La escapada, me habría salido mejor la actividad de plancha doméstica. No me la van a pasar, en homenaje al director desaparecido? Por favor, si alguien tiene influencia...

domingo, 1 de junio de 2008

Sin tele y sin sentido común


Una servidora de ustedes se hace mayor y ya no se sorprende de casi nada. Però una de las tonterías que todavía me provocan cierta inquietud es cuando me endiñan como noticia bomba cualquier cosa intranscendente y estúpida. Las noticias de los noticiarios están llenas de cosas absolutamente prescindibles, mientras que los hechos serios y las situaciones dramáticas de verdad, mezcladas con el resto, parecen calderilla. Eso sí, de vez en cuando no nos escapamos de ver algun cuerpo mutilado, manchas de sangre –es preocupante esa afición a enfocar las manchas de sangre cuando no hay nada más- y operaciones de cirugía con unas cuantas tripas o pulmones en primer plano.

Hoy leo esta perla sobre unos niños que, en Estrasburgo, han participado en la excitante experiencia de vivir unos cuantos días sin tele ni consolas, pero consolados por los muchos juegos y talleres que la comunidad que los acoge ha organizado.

Han sido 10 días sin televisión, ordenador ni consola de juegos. Diez días de abstinencia tecnológica que han convertido a los 254 alumnos de un colegio de primaria de Estrasburgo (al este de Francia) en auténticos héroes de la pantalla. Paradojas de la sociedad mediática, la hazaña de estos niños de entre 6 y 11 años, sometidos voluntariamente a esta experiencia inédita en Europa, no ha parado de salir en los informativos de todas las cadenas de televisión...


Me temo que alguien no pase la experiencia, algo elaborada, al papel convencional, y que de aquí una temporada no nos vengan orientaciones curriculares con un anexo sobre la conveniencia de repetir la cosa por nuestras latitudes. En la escuela, con la escuela, y, se supone, para la escuela y para los niños se puede hacer de todo, toda clase de ensayos, como en la cocina de El Bulli. La paradoja es que los niños salen en la tele porque no ven la tele, vaya, que cosas.

Pues resulta que hay muchos niños, muchos más que en Estrasburgo, que pasan sin tele y casi sin probar bocado, currando mucho más que los adultos en edad laboral del mundo que va sobrado de proteínas, o sobreviviendo como pueden. Que en el barrio de los franceses bien alimentados la cosa haya tenido eco, en la tele local de la ciudad, por ejemplo, pase, que todos somos humanos y hemos tenido niños pequeños. El resto, un producto de esta sociedad cómoda, que cuando no sale agua del grifo, tanto del literal como de los grifos simbólicos, ya no sabe para donde tirar ni a qué santo encomendarse. Ya me lo decían mis padres, cuando no quería tragarme las papillas:’De qué pan hacéis mendrugos, demasiado hartos!’. Al fin y al cabo, la filosofía es la misma que la de la isla de los famosos o la masía de principios de siglo, programas televisivos de concienciación anticonsumista. Por favor, que a los poderes culturales y educativos no se les ocurra inventar experiencias raras y dejarme sin ordenador un mes y medio!!!