Muhammad ibn Abd Allah ibn Said ibn Ali ibn Ahmad al-Salmani (Loja, 15 de noviembre de 1313), más conocido como Ibn al-Jatib (لسان الدين بن الخطيب), poeta, escritor, historiador, filósofo y político andalusí describió en sus crónicas la disposición urbana de Laujar alrededor de la Alcazaba así como su reconocida artesania de la seda que, según su descripción, "resplandecía más que el oro", hoy desaparecida. También describe como existían canalizaciones de riego, acequias conservadas hasta nuestros días, que permitían a los lugareños obtener hasta tres cosechas al año, cuyo grano era almacenado en silos subterráneos.
(wikipedia)
Hace unos días me contó la madre de la pareja de mi hija que su pueblo natal, en el cual aún mantienen una casita, era Laujar de Andarax. En general, conocemos poco la geografía hispánica, incluso la catalana. A menudo me sorprenden personas que considero inquietas e interesadas en todo eso que llamamos cultura catalana preguntándome dónde está determinada población que yo considero razonablemente importante. Si eso pasa con los lugares cercanos, con todos esos pueblos tan diversos de la península el desconocimiento es más frecuente. Uno conoce su pueblo, el del vecino y los de sus parientes y poca cosa más.
Laujar de Andarax es una población de bastante importancia, en la Alpujarra de Almería. Posiblemente Granada, con la atracción inevitable de su capital de provincia, haya promocionado más su Alpujarra. Almería fue durante años una provincia considerada menor al lado de pesos pesados como Sevilla, Córdoba, Granada. Épocas de pobreza y sequía contribuyeron a fomentar, hace años, la emigración en gran parte de esta provincia y en parte de la Murcia cercana. Hoy todo ha cambiado y mejorado. Al mostrar yo mi ignorancia ante las características de ese pueblo de nombre tan poético, me comentaron:
-Pues allí nació un gran poeta, Francisco de Villaespesa.
De mis tiempos escolares, como por arte de magia, me llegó el nombre de ese escritor hoy algo olvidado de forma injusta. Villaespesa fue un autor prolífico, un gran intelectual, de mucho prestigio en su época que se codeó con la mejor y más brillante intelectualidad del modernismo. Escribió mucha poesía pero también teatro, narrativa. Hoy no es fácil encontrar reediciones de sus obras y el mundo académico lo ha dejado algo de lado.
Una profesora me comentó en una ocasión que eso de la literatura es como la bolsa, sube y baja y a veces ni siquiera se pueden explicar los motivos de esos cambios. Villaespesa murió relativamente joven según los parámetros actuales, en 1936 y se ahorró, por lo tanto, las tragedias que siguieron a aquel año aciago lo mismo que nuestro Apel·les Mestres, cosa que considero que para ellos fue una inmensa suerte. Viajo mucho, a pesar de su mala salud, por hispanoamérica y Europa. Trató con lo mejor de la época, Rubén Dario, Sawa, Zamacois, Juan Ramón Jiménez...
Se casó muy enamorado y enviudó pronto, cosa que posiblemente marcó la literatura posterior a la muerte de su esposa. Enfermó en Brasil y regresó a España, con todos sus archivos cuidadosamente empaquetados, para morir tres años después, a los cincuenta y nueve años. En todo caso, un aliciente más para visitar un pueblo con un nombre tan poético como Laujar de Andarax.
La escuela franquista fomentó la poesía de estos autores, cosa que quizá les ha perjudicado a la larga porque no comprometía a nada hablar de un pasado aparentemente no politizado y era más cómodo eso que hacer referencia a las generaciones posteriores, divididas, exiliadas, muertas. Una de las poesías que más recuerdo de Villaespesa, que venía a menudo en aquellos libros de gramática autárquicos, es esta tan deliciosa, sobre la hermana que espera al hermano mirando los caminos:
En tierra lejana
tengo yo una hermana.
Siempre en primavera
mi llegada espera
tras de la ventana.
Y a la golondrina
que en sus rejas trina
dice con dulzura:
- ¡Por aquella espina
que arrancaste a Cristo,
dime si le has visto
cruzar la llanura!
¡El ave su queja
lanza temerosa,
y en la tarde rosa,
bajo el sol se aleja!
Desde su ventana,
mi pálida hermana
pregunta al viajero
que camina triste:
- ¡Por tu amor primero,
dime si le viste
por ese sendero!
¡Pero el pasajero
su calvario sube,
y se aleja lento,
dejando una nube
de polvo en el viento!
Desde su ventana
a la luna grita
mi pálida hermana:
- ¡Por la faz bendita
del Crucificado,
dime en qué sendero
tu rayo postrero
su paso ha alumbrado!
¡La luna la vaga
llanura ilumina,
trémula declina,
y en el mar se apaga!
Acaso yo, errante,
pase vacilante
bajo tu ventana,
y sin conocerme,
mi pálida hermana,
preguntes al verme
venir tan lejano:
-Dime, peregrino:
¿has visto a mi hermano
por ese camino?
No sé si el convento de San Pascual Bailón de Laujar de Andarax, casi en ruinas desde hace tiempo, inspiró al poeta este soneto. A mi me evoca muchos conventos parecidos, hoy en mal estado a causa de la desidia de políticas culturales bastante erráticas.
CONVENTO EN RUINAS
El viejo monasterio abandonado
se pudre de vejez en la colina,
muda la torre, el coro derrumbado,
y todo el claustro amenazando ruina.
Seca la fuente, el huerto se ha secado;
en sus silencios ni un jilguero trina...
Tan sólo por las piedras del cercado
rastrera hiedra en verdecer se obstina.
Susurra el viento fúnebres querellas
por los patios ruinosos y desiertos...
Y, ajena a mundanales intereses,
parece que a la luz de las estrellas
está rezando, por los monjes muertos,
la gris Comunidad de los Cipreses.