miércoles, 12 de marzo de 2008

Relaciones privadas y sueños colectivos





Creo que era el cantante Pi de la Serra quien contaba como, en una ocasión, un joven airado lo esperó a la salida de un concierto para ir juntos a hacer la revolución, ya que una de las canciones de su repertorio era una llamada a la lucha. El cantante parece que desde entonces tuvo más en cuenta los contenidos políticos y poéticos de sus composiciones.

Hay cosas que quedan muy bien en teoría. En una película francesa algo aburrida, con Sergio López y Nathalie Baye, Una relación privada, la chica parece que quiere realizar una fantasía sexual que nunca se aclara y que creo que es como el contenido de la caja del chino en Belle de Jour, una tomadura de pelo para elucubrar intelectualmente en el cinefórum. El caso es que pone un anuncio en el periódico y se encuentra con nuestro catalán universal, con el cual no se sabe del todo qué hacen, hasta que se enamoran y todo se estropea. La protagonista, en una ocasión, explica a una amiga que aquella fantasía se podía realizar pero que hay otras que no, y pone un ejemplo: una puede tener la fantasía de ser violada por cuatro camioneros sudorosos, pero, en realidad, claro está, no la quiere hacer realidad, ni mucho menos.

Y es que hay cosas que quedan bien a nivel oral, pero que la gente en realidad las dice para quedar bien, hacerse el anticonvencional y alternativo, incluso para provocar al personal, pero sin ninguna intención de trasladarlas del escenario virtual al cotidiano. Una vez, Espinás, en una de sus columnas, hablaba sobre el tema, ya que un actor, creo que Imanol Arias, había manifestado que su ideal era tener una granja de cerditos. Pues, comentaba Espinàs, por qué no la tenía? Cabía pensar que no le sería tan difícil conseguir esta posibilidad ganadera, al señor Arias. Pues, porque en realidad, no quería criar cerdos. Hay cosas que podríamos hacer, decimos que las querríamos hacer, pero, que, en realidad, no las pensamos hacer de ninguna manera.


De tants cosas como manifestamos de forma más o menos entusiasta en tertulias y debates caseros, hay un lote considerable de ellas que, afortunadamente, se quedan en el etéreo mundo de las intenciones nebulosas, ya que muchas grandes ideas, cuando se han querido realizar, de grado o a la fuerza, han conducido a grandes desastres colectivos, aunque, como dijo alguien, una página de un libro de historia puede salvar la derrota más vergonzosa y la tragedia más terrible. Yo diría que uno de estos temas es la independencia catalana y su posible consecución. Se puede derramar mucha tinta sobre la caída en votos de esquerra, pero creo que uno de los motivos, en el que nadie quiere entrar, ha sido la realista moderación del votante anónimo. Mientras la cosa flotaba entre los imposibles, incluso era bonito pensar sobre ello, pero cuando ha habido una posibilidad, aún muy remota, de mover ficha, las cosas han vuelto para atrás, eso es, a los remansos socialistas y convergentes más convencionales y prudentes. Todo aquello de de volem, volem, volem, volem independència, volem, volem, volem, països catalans, era bonito y reivindicativo pero no respondía a ningún programa concreto consensuado por la mayoría, me parece. Otro tema es el comunismo, mucha gente que se autodefine como comunista convencida, en la práctica, en su vida cotidiana actua de forma bien distinta a los supuestos ideales igualitarios que predica. La autocrítica sobre el tema brilla por su ausencia, pero el hecho es que los partidos con ese ideario, incluso contando con los esfuerzos que han hecho para enfriar sus dogmas, van de capa caída, cuando, si hiciésemos caso de las proclamas individuales, habría que contar con un alud de seguidores decididos a hacer un mundo mejor, caiga quien caiga. Incluso en los primeros tiempos democráticos, el éxito de esos partidos no respondió a la previsible acogida en las urnas que parecían predecir aquellas grandes mobilizaciones pretéritas.

A pesar de que todos decimos que respetamos la opinión de los demás, al menos una gran parte de personas se expresan así, paseando por internet percibo que existe mucha pontificación por parte de los que han visto la luz y se dan cuenta de cuán equivocados estamos los demás. Somos insensibles, no tenemos criterio, dejamos que ‘españa’ nos explote, esquile y afeite, y muchas cosas más. Vale más callar, en las reuniones de amigos, pues, con alguna excepción, todos estos y estas que lo tienen tan claro te pueden mirar mal, y amistades que generaban grandes satisfacciones tertulianas en horas de ocio, se pueden agrietar a causa de un mal entendido político, que ya me explicaban en mi casa que pasaba, incluso entre parientes, en tiempos de la República. Y todos aquellos que nos quieren salvar y convertir me dan más miedo que el granizo.

Hay muchos incondicionales, convertidos y dogmáticos, todos tenemos manías, claro. El hecho es que muchas cosas que dependen, tan sólo, de ‘nosaltres, els catalans’ no veo que tampoco vayan como haría falta. Y como en religión, prefiero que no haya dios, que no tener que pensar que alguien en quien tenía tanta esperanza me las está haciendo pasar canutas, la verdad.

3 comentarios:

Shangri-la dijo...

Hola. Te invitamos a visitar nuestra publicación sobre literatura y cine. Un saludo.

celebrador dijo...

Ahora que comentas sobre esos comunistas de pacotilla, ¿recuerdas aquello de la "gauche-divine"?, que, por cierto, más que di "vine" era di "güisqui"

Júlia dijo...

Tienes razón, celebrador, 'quina colla' todos esos del Bocaccio i cia.