lunes, 28 de diciembre de 2015

LA LECTURA Y OTRAS TONTERÍAS

Foto: aquí
El otro día volví a tener una charla amiga con alguien que me aseguraba que le gustaba más el cine que el teatro. Estas absurdas afirmaciones se hacen extensivas al tema de la lectura. Decir que te gusta leer es como decir que te gusta comer, se pueden leer muchas tonterías y comer basura. Estos días las propagandas que fomentan nuestro consumo navideño insisten en qué regales cultura, aunque nadie sabe exactamente qué es la cultura. 

La cultura, se supone, son cosas como cine, viajes, entradas a museos, libros, música, itinerarios históricos, cosas así. El libro se tiene por un valor indiscutible pero se pueden leer un montón de tonterías, historias ocasionales, oportunistas, mal escritas, infumables. Lo mismo se puede aplicar al cine, al teatro. Ayer escuchaba por la tele opiniones de actores y actrices sobre eso de qué el teatro es cultura. Bueno, depende del teatro, de la obra, de la puesta en escena. En el fondo, cuando se habla de defender la cultura se habla de defender determinado gremio profesional, aunque estoy de acuerdo en qué eso del IVA es un abuso.

No me gusta el cine, ni el teatro, ni leer lo que sea, aunque leo bastante y voy mucho al cine y a menudo al teatro. Me gustan algunos libros, algunas películas, algunas obras de teatro, algunas óperas, algunos conciertos, lo mismo que me gusta comer determinados alimentos, siempre que estén bien cocinados y bien presentados. Parece que eso de que te guste leer, libros sobretodo, es una virtud y hay quien lo afirma a menudo aunque también hay quién se lamenta de qué no tiene tiempo para leer todo lo que desearía cuando la realidad es que para aquello que nos gusta encontramos siempre tiempo. 

Lo mismo para eso de viajar, se viaja mucho de forma consumista y no sé que aporta a nuestra cultura personal tanto movimiento masificado. El otro día, esperando entrar en el cine, asistí a una charla sobre Dubai por parte de una dama que contaba a las amigas su viajecito, con la ayuda de fotos y creo que las amigas estaban bastante aburridas ya de la narración. Muchas cosas parece que se hagan para poderlas contar o enseñar las fotos, la verdad.

A mi, en general, no me gusta el deporte, y a menudo caigo en lo mismo que critico, asegurando que no me gusta el deporte en general. Pero eso no es cierto del todo, me gusta caminar con moderación, nadar un poquito, bailar sin cansarme, digo eso como reacción a tanto deportista competitivo como corre hoy -literalmente hablando- en todos esos certámenes atléticos que se organizan aquí y allá y que cada vez cuentan con una participación más masiva.

Estamos en una época en qué parece que todo el mundo tenga que hacerlo todo y un poco de tranquilidad no viene mal, la verdad. Cuando me jubilé un amigo me aconsejo que no me quedase en casa, delante de la tele y me explicó como tiene montado su tiempo jubilatorio, todo un puzle horario que muestra un gran horror vacui a la pérdida de tiempo. Pues, la verdad, a veces apetece mirar la tele, incluso mirar tonterías, aunque queda guay decir que no miras la tele y que todo lo que dan es malo o mediocre. A veces hay que sentarse en el sofá y dejar pasar el tiempo sin prisa, divagando. 

En el fondo tanta actividad, ya lo dijo Tolstoy, es para intentar olvidar que la vida pasa, cada vez más deprisa, leamos o no, hagamos deporte o no lo hagamos.  La necesidad de rellenar el tiempo con eso que llamamos cultura es una cosa de ricos, de nuevos ricos, todo eso del ocio aprovechado, de los cursillos sobre arte, de los paseos urbanos con contenido educativo. Leer está bien pero según qué y a menudo pocos de los libros de moda, novedades diversas de autores bien promocionados valen la pena aunque todo es relativo y  me parece bien que alguien lea tonterías, novela rosa o romántica, de crímenes diversos o lo que sea, siempre que no haga de sus gustos dogma, claro. 

martes, 15 de diciembre de 2015

DE BICHOS Y HUMANOS


Hace pocos días el presidente del Colegio de Veterinarios de Girona salió en una entrevista en La Contra de La Vanguardia, un espacio con una gran audiencia, dijo cuatro cosas razonables que fueron mal entendidas y las reacciones no se hicieron esperar. Incluso la inefable señora Rahola arremetió contra el pobre veterinario en el mismo periódico, porque afirmó no amar a los animales sinó que eso de amar lo destinaba a familiares y amigos, por ejemplo. También insistió en que tener perros en un piso era maltrato pero como eso de las mascotas se ha multiplicado en los últimos años fueron muchos los enfurecidos y muchas las enfurecidas. Afirmó ser nacionalista, cosa que por parte de ciertos sectores contribuyó a añadir a los muchos piropos que se le propinaron en los comentarios de las redes el de fascista. Y, para colmo, insinuó, casi afirmó, que la feminización de la profesión había provocado efectos de sensiblería en el sector. Además, machista, claro.
Yo he sido maestra y he escuchado muchas veces a gente del campo educativo que afirmaba amar a los niños o que los niños le gustaban. Esas declaraciones no siempre se correspondían con una buena profesionalidad para la cual hace falta cierta distancia. Por mucho que los niños nos hagan gracia no se les ama en general, todos somos humanos y sabemos que de niños, como de adultos, los hay de muy diferentes. Nadie ama más a los niños en general que a los suyos propios. Lo mismo se podría aplicar al campo de la medicina y a muchos más, lo de amar es bastante serio y el veterinario lo explicó también de forma seria aunque ha provocado extrañas reacciones por atreverse a decir algo evidente.

Cuando se habla de animales no se habla de animales sinó de mascotas o de especies en peligro de extinción ya que nadie admite, en general, amar moscas, ratas, mosquitos, arañas, langostinos, lagartos o serpientes, aunque hoy hay de todo, claro. El consumo veterinario urbano es un sector que ha crecido mucho pero tiene poco que ver con la industria ganadera. Por los cines ha pasado de puntillas una muy buena película islandesa, RAMS, en la cual se plantea el problema de una epidemia que exige acabar con todas las ovejas para intentar controlar el virus. En eso de amar a los animales existe hoy una tendencia que me parece, si la llevamos al extremo,  racismo zoológico. Nuestra relación con los animales debería ser en la actualidad objeto de debates serios pero acoge mucha tontería y discriminación encubierta según el animal sea más o menos parecido a nosotros, por ejemplo.
Para hacer bien una profesión no hace falta amar a los pacientes o a los clientes o a los alumnos. Ese amor universal es una entelequia, una abstracción. Los animales viviendo en pisos pequeños, gordos, alimentados con pienso y castrados, son maltratados sutilmente aunque creamos que no es así y los necesitemos para paliar soledades o necesidades afectivas. No soy vegetariana pero me avergüenza el modo en qué se produce carne actualmente aunque parece que hay ya cierta crítica sobre la necesidad de mejorar la producción, dando a los bichos una vida más digna. Meter el amor de por medio es peligroso, el amor a la patria incluso a la humanidad ha generado muchas barbaridades, por ejemplo. Es curioso que, por ejemplo, se haya reducido el número de pájaros enjaulados en las casas, cosa habitual en otras épocas, mientras que ha aumentado tanto el número de perros y gatos en los pisos de las ciudades. No parece raro comer cerdo ni criar ese animal de cualquier manera pero nos horroriza pensar en comer gato, perro, incluso caballo.

Hay una tendencia a no razonar sobre aquello que no nos gusta escuchar porque no responde a nuestra ideología o creencias. A veces, volviendo a la escuela, algunos padres rechazaban a determinados profesionales, maestros, psicólogos, porque no les decían lo que querían escuchar sino algo razonable que los implicaba. El señor Serdà pecó, si pecó de algó, de políticamente incorrecto, en una época en la cual se tiene la piel muy fina para según qué y en la cual eso que llamamos buenismo impide que se entre a fondo en los temas conflictivos, què hi farem. Es habitual que alguien te admita en privado, sobre lo que sea, cosas que nunca defenderá o admitirá en otros contextos colectivos, de compromiso.

Por lo que respecta a la feminización de determinadas profesiones, ha tenido y tiene efectos diversos y contradictorios y evitarlos o no entrar en ellos a fondo es habitual. Una médica me comentaba en una ocasión que desde que hay más mujeres en el sector se le ha perdido el respeto a la profesión, en parte. Yo he pensado eso en muchas ocasiones con relación a la educación, sobre todo a la primaria. En el tiempo de la reforma que tantos efectos perversos ha tenido, cuando se eliminó la EGB, una maestra mayor que yo me aconsejó pasarme a secundaria porque temía que las escuelas primarias se convertirían en l'escola de donya Ramoneta, de hecho muchos hombres maestros se pasaron de bando y el número  de maestras, que ya era alto, aumentó exponencialmente en primaria. En todo hace falta un cierto equilibrio pero todavía estamos en una época de transición respecto al papel femenino en la sociedad y nada está superado del todo ni quizás lo llegue a estar nunca. Matar a los mensajeros ha sido desde tiempos ancestrales un recurso absurdo e injusto. Es más fácil descalificar que razonar.  

viernes, 4 de diciembre de 2015

CAMPAÑA ELECTORAL A LA VISTA


Como todo el mundo sabe o debería saber, el domingo, 20 de diciembre, en plena campaña navideña, poco antes del sorteo de la lotería y con las muñecas  dirigiéndose al portal y la gente que come turrón volviendo a casa por Navidad, tendremos las elecciones duodécimas a Cortes Generales, las primeras con Felipe VI, algo imprevisible de prever en las primeras o las segundas, cuando muchos y muchas pensábamos que la monarquía, en algún momento del futuro, evolucionaría volviendo a la república perdida de forma pacífica y consensuada.







Hace años, muchos, el inicio de las campañas venía acompañado de fotografías de candidatos diversos pegando carteles o haciendo ver que pegaban carteles. Eran otros tiempos. De todas maneras algunos partidos jóvenes y alternativos mantienen la tradición. No entiendo que aún se mantenga la manía de colgar fotos de los candidatos cuando todos sabemos como son y los vemos en la tele y en internet cada día. No entiendo cómo todavía nos mandan a casa las propagandas, el uso y abuso de papel en tiempos modernos es absurdo, un gasto inútil.

Estas elecciones son bastante imprevisibles. Hay muchos indecisos, partidos relativamente nuevos con nombres que no evocan ya aquello de la izquierda o la derecha o el centro sinó con títulos de crédito algo raritos como eso de poder o no poder, esa es la cuestión. Me parece eso del poder  algo desafortunado pero ellos sabrán. Los candidatos muestran sus habilidades diversas por la tele, eso tampoco es nuevo y se ironiza mucho sobre el tema. Espero que el de la colita no me destroce más a Krahe. El otro día Rajoy comiendo empanada con Bertín Osborne incluso me hizo reir. Mucha gente catalana me ha dicho que no se lo miró, claro, parece que hice algo malo contemplando esas tonterías españolistas.


Hace años ya había programas en los cuales se pedía a los políticos que hiciesen tonterías diversas relacionadas con sus aficiones personales, recuerdo a Roca, la gran promesa del reformismo frustrado de centro, yendo en bicicleta. No sé si eso de salir a actuar con cierta informalidad es cosas de los asesores, Rajoy explicó que fue su mujer quién le aconsejó mostrar algo de intimidad humana, hizo bien, porque realmente el invento humanizó al personaje, igual que lo humanizó la criticada pero cariñosa colleja propinada a su hijito.


Si en el conjunto hispánico la cosa está complicada y la indecisión es hoy el partido ganador, en Catalunya las cosas están todavía más embolicades. La imagen que se está dando con eso de las inacables negociaciones para no-investir a Mas resulta preocupante y creo que desmoraliza incluso a los incondicionales del procés. Yo confieso pertenecer al ejército de los indecisos, dels caga-dubtes o quizás es que sólo soy escéptica, algo cínica. La política puede tener defectos, los políticos no son ni mejores ni peores que el resto, hay de todo, como de médicos, de maestros, de periodistas, de mecánicos. Pero se puede hacer de todo menos el ridículo, creo que decía Pla, que era otro cínico.
Por lo menos estamos distraídos. Para acabar de distraernos se han inventado por aquí unos días en inglés, durante los cuales se hacen descuentos que no se pueden hacer llamándolos descuentos en castellano o catalán. Una amiga me comentaba con cierta preocupación que en una coral catalana a la cual pertenece el repertorio actual es casi todo en inglés, dicen que Riba ya dijo a Unamuno, hablando del catalán y sus condicionamientos, que aquí pasaríamos directamenta al inglés. Pues eso. 

Incluso Rajoy admitió en el programa de Osborne que está estudiando inglés aunque no parece muy aplicado, al contrario de nuestro Mas, que se defiende bastante bien. La noble lengua inglesa no tiene la culpa de nuestra papanatería consumista, claro. Yo me limito a repasar las lecciones de Duolingo, ya no estoy para cursos serios ni exámenes difíciles, pero qué duda cabe de la necesidad de saber idiomas en general y inglés en particular. Bueno, de aquí un mes, espero, hablaremos del gobierno, del de aquí y del de allá. Una obra de teatro que vi hace años sobre ancianas inteligentes recluídas en una residencia de la tercera edad se llamaba Al menos no es Navidad. Pero es que ahora, incluso es Navidad... O tempora, o mores.