viernes, 17 de julio de 2020

MEDITACIONES ESTIVALES DESACOMPLEJADAS



Llevo tiempo sin entrar en este y otros blogs personales, así que pido excusas si no he contestado algunos interesantes y amables comentarios. También he encontrado sin borrar comentarios de esos raritos, en árabe o chino o con extraños mensajes misteriosos, no sé de donde salen però se reproducen y se introducen por todas partes. Los más surrealistas hacen referencia a una conspiración en la cual están un famoso señor americano muy rico y su secta, para eliminar a una gran parte de la población, gracias a ese virus, inventado  por ellos, según esas informaciones.

No hay que reirse demasiado de las conspiraciones, a veces, muy pocas, pueden ser verdad. Por ejemplo, yo no me creí, en su tiempo, que Isabel Preysler se fuese a casar con el señor Boyer pero era cierto y bien cierto. El otro día le contaba a una joven y amable peluquera que se ofreció, en estos tiempos difíciles, a cortarme el pelo, las cosas que por la radio se decían, en aquella época, sobre las habilidades amorosas de la dama, ligadas a sus orígenes filipinos, como aquello del carrete. No lo voy a repetir ahora, los jóvenes curiosos deberán consultar hemerotecas. No sé si su pareja actual, Vargas Llosa, sabrá algo sobre el tema. 

Esta tarde han cortado una película que me estaba mirando para que la alcaldesa de Barcelona me informase sobre la triste situación actual y el reconfinamiento inevitable, si no nos portamos bien, será peor. Yo es que creo que ya me porto bien y no he entendido nunca porque en la escuela había que castigar a toda la clase por las gamberradas de media docena. Y, en todo caso, incluso en la escuela, las gamberradas de las minorías eran culpa de la autoridad y de su poca eficacia.

Un cuento de Margaret Atwood cuenta como un grupo de jóvenes airados se dedica a atacar residencias de gente rica o de clase media. El personal huye antes del ataque y los ancianos y ancianas son eliminados sin piedad en nombre de una justicia que parece, incluso, razonable, ocupan sitio y gastan recursos que hacen falta a las nuevas generaciones. Una viejecita, gracias a un amigo de su edad, que se da cuenta del peligro, consigue escapar. És una fábula però sin pretensiones morales excesivas. Hace pensar. Sobretodo a los que ya estamos en esa etapa eufeísticamente llamada 'de mayores', de mayores vulnerables, edad de  riesgo, todo eso que nos dicen hoy cuando hace poco nos predicaban vejeces activas y creativas y nos incitaban al consumo de fármacos y gimnasias y carretes.

La vida pasa y la verdad asoma, ya lo dijo el poeta, y sus versos se han repetido hasta la saciedad. La noche de verano cae sobre Barcelona, un grupo de bonitas golondrinas cruza el cielo pero, según me cuenta mi hermano, del viejo solar abandonado desde hace casi cuarenta años, donde estuvo el bonito teatro Talía y donde se podrían hacer pisos asequibles, salen al anochecer ratas como conejos de grandes. El mundo es diverso y contradictorio y los virus actuales nos recuerdan que somos humanos y perecederos.