martes, 12 de junio de 2012

Procesiones elitistas entre momias congeladas



Los cadáveres del Everest

Hasta el dia de hoy hay cerca de 200 cadaveres en el monte everest, 150 nunca se han encontrado y los accesos a la cima están plagados de cadáveres visibles – más de 40 – que han quedado al aire en el punto exacto donde cayeron, por lo que los escaladores que suben, van sorteando cuerpos que han empezado a bautizar con nombres porque los usan como puntos de referencia en su ascensión. 


Si el riesgo que supone intentar mover a un enfermo en la zona muerta hace que sea una tarea inviable, mover un cadáver es algo que casi nadie se plantea. Cuando alguien fallece, su cuerpo queda en el mismo punto donde cayó y cuando se enfría, se congela petrificándose con el gesto y postura exacta que tenía cuando expiró. Si estaba sentado, se queda allí mismo sentado. Este fue el caso de Peter Boardman, que desapareció en 1982 intentando la complicada ruta nor-noroeste. Fue encontrado 10 años después sentado, como si estuviera durmiendo. 


Cada vez entiendo menos el mundo del deporte de élite. Cuando yo era pequeña nos contaban las hazañas de los primeros montañerosm que escalaron las grandes cumbres, como si de héroes se tratara. No sé si esos logros sirven para algo como tampoco sé si sirven para algo esas absurdas carreras de ciclismo, cada vez más exigentes. Esos mundos míticos tienen detrás muchas miserias, ha habido un gran número de ciclistas fallecidos prematuramente a causa de sus esfuerzos, de sus dopajes, de sus depresiones. Se habla poco de todo ello. Poco y mal. 

En el mundo del fútbol hemos reducido el tema a los grandes encuentros entre Barça y Madrid, el resto es como la pedrea de la lotería. Los héroes futbolísticos despiertan pasiones, pasiones fugaces, claro. Se pasea a los futbolistas vencedores como a santos milagrosos. Las frases de entrenadores carismáticos, caso de Guardiola, se venden enmarcadas cual si de sentencias divinas se tratara cuando son de lo más normalito. La gente quiere tocar a sus ídolos, verlos, los alaba y los jalea y en esos esfuerzos competitivos perdemos el tiempo y las energías.

La historia reciente y algo confusa de unos montañeros de categoría que no pudieron llegar al Everest porque socorrieron a un sherpa abandonado ha provocado que se divulgasen informaciones poco conocidas por el público normalito, que no sube mucho más allá del Turó de l'Home. He visto estos días fotografías en las cuales el camino hacia la cumbre del Everest parece la cola para visitar la Sagrada Familia, otro caso curioso de masificación aunque en éste no hay peligro. Una de ellas es la de Ralf Dujmovits, que cuelgo en el post. Ya hace tiempo que se comentó la gran cantidad de basura no reciclable que se acumula en aquellos parajes. 

Cuando yo era joven ir de excursión suponía un cierto compromiso colectivo, se debía esperar a los rezagados, ayudarlos. Siempre ha habido correcaminos y gente egoísta que no está para tonterías, claro, pero hoy el tema es más general porque mucha más gente va a todas partes, a menudo sin una gran preparación. Si te abandonan a medio camino del Tagamanent la cosa no es grave, sin embargo he constatado que aquel sentimiento solidario excursionista se encuentra en franca regresión. El tema competitivo ha llegado a nuestros castells, que no dejan de ser un deporte de riesgo, con accidentes que se minimizan o bien se ocultan. Ver subir a l'anxaneta deprisa, levantar la mano como puede y bajar rápidamente con cara de susto es un espectáculo que me desagrada. Y aún gracias que se ha generalizado el tema del casco, no sin reticencias.

Evidentemente, soy analfabeta en cuestiones de castells, de fútbol, de montañismo competitivo, de ciclismo. Admito que desprecio cuanto ignoro, al más puro estilo hispánico. La competitividad no es siempre con los otros, también con uno mismo. Hay que superarse y acabar las maratones hecho un trapo. Contamos contigo, nos decían en épocas pasadas. Hoy también cuentan con nosotros, todo eso no es nada más que una derivación del pan y circo o del pan y toros y los poderes públicos fomentan, por ejemplo, esas carreras pedestres masivas que tienen más éxito que las procesiones de Corpus de mi infancia. O las salidas de treaking, porque ahora nadie pasea ni hace excursionismo. Por no hablar de esas caminatas urbanas como el Barnatresc que al menos no son competitivas. Sin embargo no sé qué encanto puede tener salir a miles por ahí, la verdad. Entre la misantropia del solitario y el gregarismo del participativo debiera haber muchas más opciones razonables de pasarlo bien.

No entiendo todo eso ni tampoco que nos parezcan mal los sueldos exagerados de determinados profesionales pero nos parezcan bien los excesos que cobran deportistas de primera, actores, cantantes de ópera, de rock. Luego, muchos de ellos, ayudan en causas solidarias, claro. O bien organizan conciertos también solidarios. En nombre de la solidaridad, una palabra absolutamente devaluada, vale todo. En nombre de la superación personal, otro mito, también. Olvidamos a menudo que los estados más deportistas han sido los totalitarios. Con una excepción, el nuestro, que además de fascista era pintoresco, casposo y folklórico. En fin, que no entiendo nada. Esa imagen de montañeros de primera subiendo medio muertos en fila india a las grandes cumbres, sorteando cadáveres congelados que, según cuentan sirven casi de baliza, sería felliniana si no fuese cierta. Qué mundo, Facundo.

2 comentarios:

Eastriver dijo...

El principio parece un cuento, no me digas... Desconocía lo de los cadáveres a la vista, petrificados, convertidos en piedras, e ignoro cuánto hay de verdad en ello. Sí sé que el deporte ha perdido su esencia: esa esencia que lo relacionaba directamente con el intelecto, con el conocimiento, y ha quedado convertido en o frivolidad y descreimiento, o competición e inhumanidad. Yo, lo adivinarás, no sirvo ni para el turó de l'home, o sea que figúrate el Everest...

Me gustó lo de relacionarlo con los Castells y el anchaneta.

Júlia dijo...

Eastriver, nunca se puede asegurar la verdad de las informaciones pero La Vanguardia dedicó el domingo un extenso artículo al tema y parece que incluso se plantean limitar el acceso. También encontré informaciones en otros sitios de internet que me parecen bastante serios.