sábado, 1 de octubre de 2016

A DOUBLE LIFE/ DOBLE VIDA

Resultat d'imatges de adouble life

La Filmoteca del Raval programó ayer en su ciclo de clásicos A double life, una interesante película del año 1947, en una copia excelente, cosa que no siempre es así. Es extraño contemplar una historia que se rodó antes de mi nacimiento y que todavía resulta tan moderna por muchos conceptos. Doble vida se estrenó pronto en España en 1948, en 1949 ya se podía ver en programas dobles de cines de reestreno preferente. Contó con un excelente reparto, un director de categoría, Cukor, guión de Garson Kanin y Ruth Gordon banda sonora del gran Miklós Rósza. La banda sonora y el protagonista principal, Ronald Colman, se llevaron un óscar.

Creo que de jovencita debí ver está película en alguna ocasión, tengo como una sombra acerca de esa transformación del protagonista en su personaje de ficción, creo incluso recordar que pasé bastante miedo. El guión nos cuenta como un actor que se identifica en exceso con sus personajes se ve dominado por Otelo, al interpretarlo durante una larga temporada. Otelo ya es una obra que da miedo y que impresiona, ese pobre gran hombre dominado por la pasión de los celos y que cae en eso que en nuestros tiempos hemos dado en llamar violencia de género o machista y que en otras épocas se llamó crimen pasional
Resultat d'imatges de a double life
Aquí, además, el protagonista, una especie de alter ego de míster Hyde en versión actoral, proyecta sus ansias asesinas en otra persona, en una especie de víctima propiciatoria, la camarera que interpreta una joven Shelley Winters, ya en ese papel en el cual la encasillaron a menudo, el de chica fácil, vulgar y con un atractivo algo ordinario. Curiosamente muchos carteles y fotos de propaganda de la película nos muestran a Colman con Winters y no con la protagonista real, Signe Hasso, posiblemente porque Hasso es hoy una actriz casi olvidada.

Signe Hasso era una dama elegante y atractiva, sueca. Se la promocionó como una nueva Garbo, sin embargo su carrera se estancó por esas extrañas razones inexplicables que se dan en el mundo del cine. Perdió a su único hijo en un accidente de automóbil, regresó a Suecia pero luego volvió a América. Fue escritora, compositora, realizadora, trabajó en el teatro y nunca dejó de estar en activo aunque en el cine más bien se la vio poco y en papeles secundarios. Murió en el año 2002, en Los Ángeles. 

Ronald Colman era un actor del tiempo de mis padres, un actor de prestigio, ya tenía cincuenta y tantos años cuando interpretó a ese actor abducido por su personaje. Se adaptó a los nuevos tiempos y trabajó en la radio y en la televisión. Murio a los sesenta y siete años, en 1958. Todavía lo pudimos ver en uno de esos muchos cameos de actores famosos en La vuelta al mundo en ochenta días. Winters, gran actriz, murió a los ochenta y cinco años, después de una larga, diversa y exitosa carrera y de una vida bastante tumultuosa y movidita. Winters ganó dos óscars como actriz de reparto, uno de los cuales por su papel en Un retazo de azul, una interesante película en la cual ya se enfocaba el problema del racismo y las parejas mixtas. 

El tercer personaje, el hombre que provoca los celos de ese Otelo, lo interpretó Edmon O'Brien, en el papel de un periodista. Es un personaje poco trabajado en ese guión y por eso, de entrada, resulta poco creible que provoque los celos del protagonista. En la última parte de la película su papel adquiere un poco más de protagonismo. O'Brien fuen un actor prolífico, con una larga carrera, pero tuvo graves problemas de salud y pérdidas de memoria. Murió de un alzheimer largo, lamentable, violento y doloroso. 

En A double life se puede ver, casi de pasada, a algunos actores que después fueron famosos, como John Derek. La película se ha etiquetado como de cine negro pero en realidad es una película más bien de tema psicológico. Me encontré con una conocida a la salida de la sala de proyección que me comentó, satisfecha, vaya peliculón. No hay mejor definición para esa historia de actores excesivamente entregados a su trabajo, hasta el punto de enloquecer. Aunque no es esa una historia excesivamente original siempre resulta inquietante el tema.


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