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miércoles, 15 de agosto de 2018

CARMEN CONDE PERMANECE EN EL MUNDO


Resultat d'imatges de carmen conde ferris

Amante

Es igual que reír dentro de una campana:
sin el aire, ni oírte, ni saber a qué hueles.
Con gesto vas gastando la noche de tu cuerpo
y yo te transparento: soy tú para la vida.

No se acaban tus ojos; son los otros los ciegos.
No te juntan a mí, nadie sabe que es tuya
esta mortal ausencia que se duerme en mi boca,
cuando clama la voz en desiertos de llanto.

Brotan tiernos laureles en las frentes ajenas,
y el amor se consuela prodigando su alma.
Todo es luz y desmayo donde nacen los hijos,
y la tierra es de flor y en la flor hay un cielo.

Solamente tú y yo (una mujer al fondo
de ese cristal sin brillo que es campana caliente),
vamos considerando que la vida..., la vida
puede ser el amor, cuando el amor embriaga;
es sin duda sufrir, cuando se está dichosa;
es, segura, la luz, porque tenemos ojos.

Pero ¿reír, cantar, estremecernos libres
de desear y ser mucho más que la vida...?
No. Ya lo sé. Todo es algo que supe
y por ello, por ti, permanezco en el Mundo.


Carmen Conde


Gracias a Google,  que hoy la recuerda, he recordado yo también a Carmen Conde. Nació el 15 de agosto de 1907, murió en enero de 1996 y, durante años, mi propia ignorancia, fomentada por los discursos oficiales y la poca informació de la época hizo que supiese poca cosa de ella. Cuando estudié magisterio, a finales de los sesenta, nos la mencionaban a menudo, a causa de sus publicaciones destinadas a los niños y niñas y al sector educativo. 

Asi que me quedé con una imagen de señora seria, casi de otros tiempos, que, en cierto modo, monopolizaba el sector de la literatura infantil en castellano y que llegaría a ser la primera académica en esa rancia institución hispánica de referencia. Una especie de patum, como decimos en catalán de aquellas figuras de renombre que quizás no merecen del todo el reconocimiento adquirido. La ignorancIa es muy atrevida, la ignorancia ligada a la juventud es peor, aunque más inocente y sujeta a influencias diversas  y al deseo de novedades.

Resultat d'imatges de carmen conde libros infantiles

Resulta que Conde fue una mujer moderna, republicana, activa, arriesgada, innovadora, poeta y muchas cosas más. De Cartagena, por cierto, una ciudad intensa y hermosa a la cual, aquellos que todavía no la conocíamos, creíamos una especie de segundona sin interés, más allá de qué muchos chicos destinados a Marina, en el servicio militar, pasaban allí un período de tiempo más largo que el resto. 

Había escuchado en ocasiones, como tanta gente, aquello de en Cartagena, mar sin pescado, montes sin leña... y niños maleducados. Pero Cartagena és una ciudad con una historia apasionante, paisajes extrarodinarios, una belleza aparentemente discreta pero inolvidable  y oscuridades atractivas poco divulgadas, como todo aquello de las luchas cantonalistas. Una ciudad de primera división en muchos sentidos, vaya. Con pescado en el mar, leña en los montes, mujeres intelectuales  y brillantes y niños como todos los demás.

Resultat d'imatges de carmen conde ferris

Carmen Conde sobrevivió con habilidad y suerte a la Guerra Civil y consiguió reconocimiento intelectual después del desastre, algo que no se perdona con facilidad. Los mártires nos parecen heroicos y reivindicables -su recuerdo es también más manipulable y engañoso- pero sobrevivir con dignidad es algo inmenso, difícil, espinoso. Conde tuvo un gran amor lésbico pero no abandonó del todo a su marido, el relativamente olvidado, más allá de Murcia, Antonio Oliver, otro gran poeta y muchas cosas más, posiblemente inquieto  por la relación de su esposa con Amanda Junquera. La pareja tuvo sólo una hija, que nació muerta, eso les afectó intensamente a los dos.

Resultat d'imatges de antonio oliver poemas
Conde sería un gran mito en el mundo anglosajón y se hubiesen hecho grandes películas y series sobre ella y sus amigos, amigas y conocidos. Merece una atención más profunda todo ese contexto truncado de los años treinta pero también hay que reivindicar la resistencia cultural de la postguerra y el tardofranquismo, un contexto mucho más rico en propuestas y publicaciones de lo que se quiere creer pues también se canta en los tiempos sombríos, como escribió Brecht.

Conde se relacionó con un montón de gente interesante, mítica, libre y esperanzada. Con todas esas Sin sombrero, reivindicadas hace poco. Su novio, después su marido, insistía en qué no fuese con Maruja Mallo, por ejemplo. Existen algunas biografías de Conde, la más extensa y documentada la de José Luis Ferris. La publicó en 2007, con motivo del centenario del nacimiento de Carmen Conde. Ferris, escritor, poeta y ensayista ha escrito otras dos biografías de peso, las de Miguel Hernández y Maruja Mallo.



viernes, 18 de enero de 2013

ESCRITORES, BIOGRAFÍAS Y CASUALIDADES LITERARIAS







El pescador

Este hombre que aquí levanto es un hombre de arena.
Todo en él transita; sólo la mar se queda.
Yo sé que ante su alma se inclina la marea;
Que el viento pone un halo de azul en su cabeza.
Su mirada es lejana. ¡Cuánto horizonte lleva!
Y en sus manos hay algas, peces, soles, estrellas.
¡Cómo manda este hombre en su brava frontera!
Los pies, los pies desnudos son el grado que ostenta.


Antonio Oliver Belmás ('Andrés Caballero')

Los Reyes Magos me obsequiaron con un calendario que relaciona cada día del año con un autor literario. Admito que un gran nombre de autores de los que se evocan en este bonito calendario no me suenan o me suenan poco. Hoy, por ejemplo, evoca el nacimiento de Alan Alexander Milne (1882-1956), autor inglés, conocido sobre todo por sus libros infantiles y por su personaje estrella Winnie-the-Pooh. 

Google, en cambio, recuerda hoy los 146 años del nacimiento de Rubén Darío (1867-1916). Ya he escrito en diferentes ocasiones sobre ese autor inmenso, a veces medio olvidado pero que siempre vuelven a recuperar los poetas jóvenes y curiosos y los intelectuales desacomplejados. No ha sido hasta ahora un autor muy conocido fuera del ámbito hispánico, tiene pocas y malas traducciones pero hay que admitir que no debe ser fácil traducirlo con cierta excelencia.

Hace un tiempo hablábamos con mi hermano sobre Rubén Darío, de su estancia en Barcelona. Sagarra lo conoció y escribe sobre él en sus magníficas Memorias aunque el poeta era ya entonces una sombra enferma, dominada por aquel alcoholismo excesivo e inexplicable que acabó con él. Quizás determinadas genialidades comportan esa tendencia hacia la autodestrucción y la aceleración vital.

Unos días después de aquella conversación, un domingo, encontré por casualidad en las paradas de lance de Sant Antoni, en perfecto estado aunque sin sobrecubierta, la biografía del poeta escrita por Antonio Oliver Belmás (1906-1968), otro intelectual  algo olvidado más allá de su Cartagena natal. Oliver empleó a menudo el pseudónimo de Andrés Caballero en su poesía y fue el esposo de Carmen Conde.

Esta biografía fue Premio Aedos en 1960. Oliver Belmás fue un integrante de la generación del 27, sobrevivió a la guerra con dificultades y prácticamente estuvo en la clandestinidad y el exilio interior hasta 1946. La biografía está escrita en un estilo que ahora nos puede parecer retórico pero muy de aquella época, leerla me retorna a la radio de mi infancia y a aquellos locutores que, según mi familia, hablaban muy bien. Hoy, a fuerza de banalizarlo todo y de buscar la imposible naturalidad se ha caído en el otro extremo, el de la baratija verbal.

El libro me costó cinco euros y me sabe mal haberlo comprado tan barato. Sorprende comprobar todo lo que puede encontrarse hoy en esos mercadillos, a precios tirados. Se vacían pisos y hay un exceso de todo, los libros molestan y pesan. Al abrir el volumen me encontré con unos ex-libris, estampados en diferentes hojas del volumen, resulta que había pertenecido a Manuel Tarín Iglesias, cosa que le daba un valor añadido. Tarín fue todo un personaje, nació y vivió en mi barrio, el asesinato de su padre cuando era adolescente, por parte de eso que llamaron incontrolados le hizo tomar partido hacia opciones de derechas, cosa que comportó que durante la guerra fuese encarcelado, torturado y condenado a muerte, con otros amigos falangistas, en el castillo de Montjuïc. Salvó la piel porque era muy jovencito, por pelos, vaya. 

Tarín conservó siempre sus ideas y tuvo cargos muy importantes, fue director de Radio Barcelona, consiguió que se empezasen a recuperar programas en catalán y gente como Agustí Pons, que lo tuvieron como jefe en algunos periódicos admiten que era una muy buena persona, que ayudó a muchos jóvenes de la época que tuvieron problemas políticos y que pertenecían a opciones absolutamente distintas de la suya. Cuando todo el mundo empezó a cambiar de chaqueta y a transicionarse Tarín continuó como siempre, con sus propias ideas, cosa que hizo que le miraran bastante mal. 

Quizá no fue un gran escritor pero intentó la narrativa con una novela, Pena de vida, que sucede en mi barrio y que podría inscribirse en la temática de eso que se llamó la reconciliación nacional. Lo mejor de la novela es un largo prólogo en el cual describe el Pueblo Seco de su infancia y de su juventud, que siempre recordó, un paisaje perdido de la ciudad, reflejado con gran ternura en ese prólogo amable y largo. La estrategia seguida con esas personas incómodas, en nuestro presente, es no hablar de ellas, hacer como si no hubiesen existido, incluso los que les deben muchos favores actuan a menudo así. Hoy los de derechas han de ser malos y los de izquierda buenos, antes era al revés, por decreto. La compleja realidad no responde a esos maniqueismos y nos inquieta.

Dicen aquello de los seis grados de separación entre todas las cosas y quizás sea así. De Sagarra a Rubén Darío, de Rubén Darío a Oliver Belmás, de Oliver Belmás a Tarín Iglesias, de Tarín Iglesias a mi, pasando por Agustí Pons, admirado escritor y periodista que, por cierto, ha publicado recientemente una biografía de Salvador Espriu que tengo muchas ganas de leer.  Y de todos ellos a mi hermano a quién regalé este libro, regalo que, por cierto, tuvo mucho éxito y le hizo mucha ilusión, aunque su precio fuese modesto. Su precio, no su valor, no hay que confundir.