martes, 24 de septiembre de 2013

DE LA INFANCIA Y SU FRAGILIDAD









Si existe una etapa frágil en nuestra vida esa es la infancia. Caemos donde caemos, por azar o genética, y nadie nos da a escoger ni familia, ni pueblo, ni barrio, ni país, ni lengua. Para todo dependemos de los adultos, queremos complacerlos y que nos amen y mimen, si es posible. Hace unos días, en mi blog en catalán, critiqué la manipulación de los niños por parte de las televisiones, con motivo de la Via Catalana. Poco después la caverna mediática criticó lo mismo, cosa que me provocó un gran repelús pues coincidir con según quién, aunque sea por casualidad, no gusta a nadie. Lo peor es que encontramos mal que alguien utilice niños y niñas en manifestaciones a favor de cosas en contra de nuestras propias creencias, por ejemplo las antiabortistas y todo eso, pero cuando la causa es la nuestra todo nos parece normal. Entiendo que, con toda la buena voluntad, los padres y madres quieran educar a sus hijos en sus principios, incluso que si no tienen donde dejarlos los lleven a esas movidas diversas a favor de lo que sea. Que luego vaya allí el locutor de turno y les pida opinión, ya me parece más inquietante. Los niños repiten como loros lo que escuchan en casa, en la escuela, en la calle. No nos engañemos, no los vamos a mentalizar ni a convertir en grandes luchadores por la justicia a base de llevarlos en procesión de la misma manera que a gran número de nosotros no nos convirtieron en católicos practicantes ni en franquistas incondicionales a fuerza de adoctrinamiento escolar. A veces más bien pasa lo contrario. Se produce un empacho y una reacción adolescente o juvenil en contra de aquello que nos impusieron, con todo el amor del mundo, no lo dudo.

Las únicas manifestaciones de niños que entiendo son las que se producen en países del tercer mundo por part de niños explotados laboralmente y que organizan ellos mismos. Esos niños son en realidad adultos precoces que si no se defienden por sí mismos no conseguirán nada. Esos son casos aparte, de mundos que queremos olvidar, donde sí existe realmente una desnutrición seria. TV3, ante los ataques de la caverna mediática ha querido justificarse sobre el uso de niños en sus reportajes, mala política es esa, se renuncia a la autocrítica, los otros dicen que es malo, pues debe ser bueno. Hoy no se puede opinar de según qué porque resulta que los fachas de verdad parece, solo parece, que opinan también así cuando les conviene. Porqué, claro, ellos también utilitzan niños y niñas en sus causas, sin ningún pudor y de forma abusiva. No sólo pasa en política, también en programas de estupideces y banalidades. Se habló mucho de restringir la publicidad dirigida a los niños pero nada de nada, los programas de dibujitos, aquí y allí, cuentan con esos anuncios de juguetes, de comida, de tonterías de toda clase, dirigidas a ese sector de población que no tienen más dinero que el de sus padres. Sólo Pippy Calzaslargas tenía dinero propio, dicen que la actriz que la interpretó ha hecho ahora películas subidas de tono. ¡Vaya con los niños rompedores!

La escuela también predica la neutralidad pero jamás ha sido neutral. El sector de los maestros ha estado durante años, después de la época oscura del franquismo, dominada por una progresía que se ha quedado en los laureles de otras épocas. Recuerdo que sacábamos también los niños a la calle cuando faltaba algún maestro, sin ningún tipo de manías. A veces, a menudo, la información sobre las necesidades escolares se hinchaba según la intención de los padres politizados de las AMPAS. Un día intenté explicar a un padre de esos que las cosas no eran como las estaba contando a la gente y me respondió que eso eran estrategias del capitalismo para hacerme ver lo que no era, algo así como aquello de doctores tiene la iglesia. En mis escuelas se trabajó la paz y se salió a la calle con motivo de la guerra del Golfo, siempre que hubiese americanos de por medio, claro. Con el tema de Yugoslavia, al final, como clamaba al cielo, también se hizo alguna cosa. El resto del mundo parece no existir, pedagógicamente hablando. Sin embargo, todo da lo mismo, la escuela tiene mucho menos peso del que se pretende que debería tener, sobre todo la primaria. 

Creo que el tema merecería un debate, eso de sacar niños a la calle y pedirles la opinión. He cambiado yo también pues llevé a mis hijos y a mis alumnos conmigo a manifestaciones diversas, hoy lo veo de otro modo. Quizás hace falta envejecer un poco para comprender que acabamos haciendo aquello que no queremos que nos hagan a nosotros, manipular. La libertad es una abstracción, un valor casi imposible de conseguir, creemos lo que nos cuentan aquellos que merecen nuestra credibilidad, al fin y al cabo, como en el tema religioso, nos movemos por fe. Con los años te das cuenta de que todos mentían, más o menos. Los unos y los otros. Al pasar de niño a adulto se suele actuar de dos maneras, o considerando los valores familiares como indiscutibles o pasándonos al otro lado por rebeldía y necesidad de autoafirmación. Al punto medio, aquel que le gustaba a Quintiliano, se llega con los años y no siempre ni todo el mundo.