lunes, 25 de diciembre de 2017

CUANDO LA RADIO ES UN ORÁCULO

Resultat d'imatges de josé ramon sánchez

Suelo dormir bien, con alguna excepción puntual. Gracias a mis pocas madrugadas de insomnio he descubierto un montón de programas interesantes de radio que no conocía. Cuando los conozco puedo recurrir, gracias a la tecnología del presente, a recuperarlos con facilidad y escucharlos mientras tecleo en el ordenador o dibujo.

La radio en horas intempestivas funciona, para mi, casi como esas biblias que se abrían al azar esperando respuestas milagrosas a nuestras inquietudes. Hace años, cuando mi madre estaba enferma, ingresada en un centro de recuperación aunque no llegó a recuperarse, solía despertarme de madrugada pensando en ella y en su soledad, de la cual no sé si ella era o no consciente. 

En aquel tiempo recuerdo que escuché a menudo un programa emblemático, que ya no se emite, Voces con swing. Me encantaba el repertorio, pero también la voz del locutor que me evocaba los años dorados de la radio, los de mi infancia. Pero lo más extraño es que en ese programa descubrí y recuperé la historia de canciones que había oído tararear a mis padres. Una de ellas era aquel corrido republicano de Guty Cárdenas, un prometedor cantante mejicano que murió joven, de forma violenta, cosas de las cuales supe a través del programa mencionado. Mi madre no recordaba a Cárdenas, recordaba que de pequeña, al volver de la escuela, en alguna esquina del actual Raval un ciego lo cantaba, acompañándose con un organillo.

Otra canción que recuperé gracias a aquel inolvidable programa, que dejó de emitirse en 2011, pero que todavía podemos encontrar por internet, fue La colegiala. Mi padre la cantaba alguna vez, bromeando, y mi madre se enfadaba porque la encontraba descarada. En el programa contaron su historia, era la versión de una canción americana, se utilitzó en una película, Abajo los hombres, y su intérprete más conocida fue la gran Carmelita Aubert, tan ligada también a la causa republicana y que se exilió en Portugal, donde la adoraban. 

Podría hacer una larga lista de los muchos programas que, cuando puedo, escucho en diferido, Radio 3 es una mina pero también otras emisoras cuentan con espacios interesantes, con titulos tan sugerentes como La vispera del infinito, Viaje al centro de la noche, Jardines en el bolsillo, Ser Historia o Sucedió una noche. No todos mis programas a recuperar se emiten de madrugada, algunos proceden de primeras horas de la tarde, horarios difíciles, vaya. En catalán acostumbro a escuchar En guardia, de historia, y Tot es comedia, un magazine sobre teatro, cine y espectáculos en general, en el cual participa de vez en cuando uno de mis mitos particulares, Emilio Gutiérrez Caba. También me gustan mucho los programas del Club Trébol, sobre músicos y orquestas catalanes, y, evidentemente, los de Albert Malla y su Cocodril Club.

El tiempo no da para escucharlo todo, claro. Ya se ve que tengo más afición al cine, la música y la literatura que no al campo de la ciencia, sobre el cual también existen espacios muy interesantes. Gracias a la radio actual he descubierto películas, libros, autores, cantantes. La televisión, es mi opinión, se ha quedado obsoleta en eso de los temas culturales, con alguna excepción, también en horarios difíciles y canales minoritarios. Pero puede que existan programas, en la radio pero también en la tele, que desconozco todavía. 

Hoy, por ejemplo, me he despertado muy pronto y el oráculo me ha puesto en contacto, al azar, con el Viaje al centro de la noche, hablaban sobre máscaras y entrevistaban a José Ramón Sánchez, que ha escrito un libro sobre Lon Chaney. Sánchez me evoca esos tiempos añorados de una televisión innovadora, con programas infantiles llenos de arte e imaginación, ahora que tanto se habla de la Constitución quizás mereceria una reedición su versión ilustrada, para niños, que se ha de buscar en bibliotecas virtuales de lance. 

Lon Chaney es también un mito, todo un personaje extraordinario, no es extraño que Sánchez, polifacético y genial en tantos campos, se haya dejado fascinar por aquel hombre de las mil caras del cual ya me contaban anécdotas de pequeña y que mereció un buen biópic en cine, interpretado pro Cagney, lo pude ver no hace mucho tiempo en esa tele que a menudo critico de forma global, quizás injusta, las iaies rondinaires nos volvemos muy criticonas y con una tendencia indiscriminada a creer que cualquier tiempo pasado fue mejor, aunque otro buen programa de radio, Cualquier tiempo pasado fue anterior, pone las cosas en su sitio.


domingo, 26 de noviembre de 2017

PALABRAS SON...

Estos días estoy leyendo muchas cosas raras sobre el nacionalismo. Muchas de esas cosas son críticas al nacionalismo catalán, claro. Para hablar de cualquier cosa primero, nos dice gente como Habermas, debemos dilucidar qué entendemos cada uno de nosotros que quieren decir las palabras. Eso no es nada fácil. Damos por hecho el significado de las palabras cuando precisamente no hay nada más impreciso que una definición. Las palabras y los conceptos no significan nada, un cuchillo puede servir para cortar el pan o para matar al vecino. 

Muchas críticas a la supuesta perversión inherente a los nacionalismos viene acompañada de una absoluta ignorancia del crítico sobre el fondo del resto de nacionalismos, los grandes y con estado propio, como el español. Hace años se decía que una lengua era un dialecto con un ejército detrás. Leer a fondo textos de divulgación, incluso los de wikipedia, sobre lo que sea, ya muestra la debilidad de nuestras creencias, hay nacionalismos y nacionalistas para todos los gustos.

Lo peor es que a veces los sesudos razonamientos provienen de personas que tienen cierto prestigio y a las cuales el valor se les supone. Soy crítica con muchos aspectos de la política catalana, sé que existen problemas diversos, a menudo más condicionados por la economía, el estatus y la historia personal de cada uno que por la realidad. Hace años cierta izquierda, una parte de la cual, catalana, hizo correr tonterías sobre el hecho de que la lengua catalana era burguesa. El concepto de burgués es otro de esos que habría que estudiar a fondo. Los críticos con el nacionalismo catalán en ningún caso pasan a un internacionalismo generoso, que elimine fronteras y acoja refugiados, lo español parece no ser susceptible de análisis en clave nacionalista.

Cuentan que Carles Riba, interpelado por Unamuno sobre el valor de la lengua catalana, en un mundo que tendía a idiomas a lo grande, como el inglés, le dijo, con ironía, que en todo caso pasaríamos directamente al inglés. Ya esta ocurriendo eso, hay gente ortodoxa con la lengua que te corrige cualquier castellanismo pero que te larga la mitad del discurso ornado con anglicismos absurdos. Los que hablamos lenguas derivadas del latín nos podríamos entender perfectamente hablando despacio, si el mundo hubiese evolucionado de otro modo los herederos del imperio romano podríamos haber pertenecido a un solo país, a un solo estado. 

Las cosas son como son y están como están. Corren malos tiempos para la tranquilidad lectora y la reflexión prudente. Te entiendes bien con la gente, aquí y allá, siempre que no saques a relucir el tema. Hoy, además de haber sacado el polvo a palabras que parecían olvidadas referentes a felonías, sediciones y traiciones, se recurre con gran facilidad a bautizar lo que sea de nazi, de franquista. 

Una cosa, sin embargo, son los discursos oficiales y las redes sociales desmadradas y otra, la realidad. La juventud se mueve arriba y abajo, una sobrina periodista, bastante catalanista, hizo amistad con una chica de Valladolid, se retrataron en las redes sociales con un grupito hispànico de procedencia variada y con un lema propio: 'aprended, Rajoy y Puigdemont'. El futuro es imprevisible, la mayoría de los que pontifican sobre nacionalismos ni tan solo se han leído la larga entrada sobre el tema de la wiki y de la viqui. 

Cuando las palabras se estropean se acaban inventando neologismos diversos, para que parezca que no hablamos de lo que hablamos, puede que pase lo mismo con eso de los nacionalismos. Aunque a veces se vuelve al origen, recuerdo cuando un ministro antiguo, ese sí franquista de pro, nos dijo que las cosas cambiaban y que a la huelga, que era entonces un conflicto laboral, la llamaríamos huelga.


jueves, 26 de octubre de 2017

TIEMPOS INCIERTOS

Tengo algunos amigos preocupados
con las cosas que ocurren. Como yo
han llegado al ocaso de la vida
a la jubilación, en buen estado,
mas todo es frágil y la vida pasa.

También yo estoy inquieta con el mundo,
llega un momento en qué deseas solo
sobrevivir al lado de la estufa
jugando con los nietos y, además,
poder creer que ellos serán felices
en un futuro sin dolor ni pena.

La realidad jamás es previsible,
hubo guerras que nadie preveía
y revueltas que no causaron víctimas.
Hoy mismo, en un montón de poblaciones
arden las casas y los niños mueren
y la gente que puede se traslada
a lugares que cree más amables.

Recuerdo miedos relativamente
cercanos. Sufrimientos de mis padres
que fueron entusiastas con los cambios
en épocas de luchas y proclamas
y que después tampoco deseaban
ruido. Parecían muy cobardes
ante mis ojos tiernos e ignorantes.

Acaso ha habido tiempos más pacíficos?
Años sin hambre, muerte ni violencia?
Existen los países inocentes?
Los héroes no tienen siempre sombras?
Son algo más, las patrias, que abstracciones?
Se merecen los dioses sacrificios?

Salgo a la calle los días silenciosos
cuando la gente olvida las consignas
y nadie aviva fuegos con palabras
y la gente es amable y solidaria.

Sin embargo contempla mi impotencia
vagabundos que duermen en la calle,
mendigos en la puerta de la iglesia
salidos de novelas de hace siglos,
prostitutas que pueden ser mis hijas
de países lejanos, niños tristes
y ancianos olvidados por la historia
que pasean sin prisa ni esperanza.

Así es el mundo, no nos engañaron,
incierto, deseable, poco sólido,
la vida es breve y la muerte llega
más tarde o más temprano. Todo cambia.

Y, sin embargo, hay momentos felices,
paz en algún domingo luminoso,
poesías hermosas en los libros,
mensajes agradables en teléfonos
modernos, esos aparatos
que nos abren ventanas infinitas
a un mundo tan extraño y temporal.

Y flores en las tumbas, estos días,
en qué dedicaremos un recuerdo
a los antepasados, a la gente
que compartió algún día, con nosotros,
ese peso de tanta incertidumbre.

Julia Costa, poemas inéditos en castellano, 2017

domingo, 3 de septiembre de 2017

NIEBLA PERSISTENTE

Resultat d'imatges de lorenzo silva la niebla y la doncella

Tengo admiración por el escritor Lorenzo Silva, aunque he de decir que me parece superior cuando no se ciñe a las convenciones de la novela policíaca. Sin embargo, creo que los libros de Bevilacqua y Chamorro, aunque irregulares, tienen su atractivo. Puede ser, también, que esté yo ya algo cansada de crímenes y novela negra. Sin embargo, tenía curiosidad por ver La niebla y la doncella, libro que recordaba vagamente. Así que anteayer me fui al cine, a ver qué tal.

Creo que, hasta ahora, Silva  no ha tenido demasiada suerte con las adaptaciones de sus libros al cine o la televisión, pasa algo así con Vázquez Montalbán y su Carvalho. Pero esta última adaptación gana todos los premios a la confusión narrativa. No es culpa de los actores, que están bastante bien, aunque el sonido es confuso y cuando hablan, a veces, no se les entiende. Y conste que tengo debilidad por Gutiérrez, desde que era un chavalín y se paseaba por Poble Nou. Aura Garrido incluso recuerda a Naomi Watts, Verònica Echegui está guapísima y misteriosa y Roberto Álamo es el gran actorazo de siempre aunque parece que el papel no le cuadra del todo.

La niebla y la doncella es un libro complejo, que daria para una miniserie. La versión en cine ha cambiado muchas cosas de la historia original pero eso tampoco es lo peor sinó que, sencillamente, la historia no se entiende,  sobre todo de la mitad hasta el final. No se entienden las motivaciones de los personajes ni casi nada. Por lo que respecta a Bevilacqua y Chamorro, me convencieron mucho más Ingrid Rubio y Roberto Enríquez, lo mismo que me quedo con el Carvalho de aquel Tatuaje antiguo, Carlos Ballesteros. Puede que sea cosa de la edad, eso de recordar lo antiguo como mejor que lo actual, lo admito.


Resultat d'imatges de la niebla y la doncella
Una chica más o menos de la edad de mis hijos se me acercó a la salida del cine, perdone, ¿puedo preguntarle algo? ¿Usted ha entendido la película? Estaba preocupada porque se había quedado in albis, vaya, La consolé dicièndole que creía que la historia tenía un problema serio de guión, de dirección, le expliqué más o menos lo que yo había entendido sobre motivaciones criminales y resolución del caso y nos reímos mucho comentando el tema. Al llegar a mi casa leí bastantes reseñas sobre la película, todas coincidían, con diferentes matices, en lo fallido de esa historia, la peor adaptación de los libros de Silva, hasta ahora.

Una lástima, porque la película tiene una fotografía inquietante, con esa niebla del titulo, bonitos bosques y escenas logradas que se quedan en intentos fallidos de asustarnos. Pero no basta con eso, claro. En general, tanto los libros como las películas  o series de televisión del  género negro juegan con nosotros y nos confunden, pocos finales me han convencido hasta ahora, algunos son absurdos y rocambolescos, muchas veces nos ofrecen pistas falsas y luego dan un giro que no se sabe a qué viene. Admito que todo es un juego, aunque en ocasiones la realidad supere la ficción y la realidad no tenga porque ser verosímil. Hace unos días miraba por la tele No se lo digas a nadie, la adaptación francesa de una novela de Harlan Coben, un genio en eso de manipular al lector con cambios de rumbo de todo tipo y al final tenía toda la sensación de qué me habían estado tomando el pelo.

La novela negra ha entrado en una especie de laberinto extraño, cuesta mucho innovar y quizás no hay que innovar sinó, tan sólo, ser algo coherente. Sin embargo, el seguimiento que tienen muchos de esos autores que han visto el filón y tienen habilidad para escribir, me hace pensar que ya está bien así, si las cosas se venden. No quiero decir nombres pero tengo amigas que me alaban muchas de esas novelas de género que a mi me han parecido un rollazo, incluso viajan a los lugares descritos en esos libros. La violencia y el erotismo explícitos necesitan incrementarse para enganchar a la gente, la escritora Isabel-Clara Simó ironizaba en una ocasión con eso de enganchar. Escuchaba hace días a un editor comentar que leyendo las primeras páginas ya sabes si el libro vale o no. Bueno, lo que se puede saber es eso de si engancha. Si vale o si es bueno es harina de otro costal aunque hoy no se tenga demasiado en cuenta eso de la calidad literaria si algo vende.

En ese contexto de producción literaria con cadáveres y misterios Silva, un profesional de la literatura como la copa de un pino, me parece muy honesto, tanto como sus protagonistas, alejados de la  corrupción y la decadencia de tanto poli amargado de la vida. Quizás en ocasiones resulte algo discursivo, el escritor de ideas se come a veces al escritor de género, pero eso puede ser, incluso, una virtud. Me convenció poco, de todas maneras, el premio Planeta, el último de la serie protagonizada por esa pareja de guardia civiles que ya deberían casarse y formar una familia, me parece. Es lo que tiene eso de repetir protagonistas, o su vida privada tiene una progresión razonable o nadie parece madurar como debiera, en un contexto realista.

Creo que bastantes películas actuales, negras o no, fallan a causa del guión, algo no funciona. O se alargan demasiado o resultan confusas. La confusión puede ser buscada, intencionada, pero creo que no es el caso. Una lástima, ese exceso de niebla argumental, la verdad. La paradoja es que Koppel, el director, es un buen guionista, este es su debut en la dirección de un largometraje y él mismo ha admitido que la cosa ha resultado bastante más compleja de lo que se esperaba.

Ayer busqué el libro de Silva para darle un repasito y comprobar los cambios realizados en el argumento, algunos de incomprensibles. Sin embargo las adaptaciones de libros al cine, a la televisión, han de ser libres y comparar una cosa y la otra no es demasiado conveniente. Un libro ha de funcionar como libro y una película, como película. 

miércoles, 16 de agosto de 2017

CALLES PELIGROSAS

Resultat d'imatges de monument general Prim


Hace años que creo, de buena fe, que no se debe dar a ninguna calle el nombre de personajes del tipo que sean. En el mismo sentido, creo que habría que evitar los monumentos con contenido político, personal o colectivo ni se debería bautizar escuelas o centros culturales, educativos o sanitarios con referencias personales. Cuando yo era pequeña escuché en muchas ocasiones a gente de la generación de mi abuelo, quejándose de los cambios constantes, a menudo absurdos, de los nombres de calles y plazas. Como era de esperar, el franquismo eliminó un montón de nombres anteriores, ya la República había hecho cambios diversos, los más pintorescos los relativos a santos y a todo aquello que fuese sospechoso de catolicismo.

Durante años, ya en democracia, se ha vivido, diría que con tranquilidad, con algunas simbologías de la dictadura, aunque la vivencia y la devoción eran muy diferentes de unos lugares a otros. Así, por ejemplo, mientras por mi ciudad se eliminaban las flechitas del Ministerio de la Vivienda en todos los bloques de pisos construidos en tiempos de  aquel Ministerio, en Toledo, en el Alcázar, o en el Valle de los Caídos, las visitas turísticas creían entrar en una especie del túnel del tiempo inquietante, nada había cambiado o había cambiado muy poco. La cosa era macabra pero no dejaba de tener su gracia, se había convertido en una curiosidad rancia e incluso producía un efecto de rebote, el rechazo a la parafernalia franquista mitificada.

Este es un tema mal resuelto, como la misma Transición, hoy tan cuestionada, sobre todo porque quedó enquistada de forma sólida, sin evolucionar como era debido. Las lecturas sobre la Guerra Civil, en algunos lugares, son confusas, para un ignorante pueden dar a entender, incluso, que casi, casi, ganaron los republicanos. Así ocurre con las explicaciones que en el presente han substituido un monumento situado en el lugar desde donde Franco y su gente dirigían aquello tan terrible de la Batalla del Ebro. Monumento que desde hace algunos años, como era de esperar, ha sido objeto de agresiones de todo tipo, pintadas, acumulacion de basura y cosas así.

Lo de las calles es otro motivo pintoresco de debate. No entiendo que en Barcelona se hayan dedicado plazas a gente como John Lennon. Otro aspecto recurrente es que los cambios suelen ir de un extremo al otro, del Marqués de Comillas a Ferrer y Guardia, por poner un ejemplo. Al Marqués de Comillas le van a quitar la estatua y nos quedaremos tranquilos de una vez. Por encima de su trabajo como empresario innovador y mecenas cultural que se hizo a sí mismo trabajando duro se potencia eso de qué era negrero. Se puede intuir que quizás Comillas fuese el único negrero de su época, si se hace caso de las proclamas incendiarias de los partidarios del derribo de un monumento feo y pintoresco, en el cual se incluye un fragmento de L'Atlàntida, de Verdaguer, claramente dedicado al malvado marqués. 

Con los Güell, herederos de la fortuna de los Comillas, la cosa se complica. Son una familia extensa y culta, en la cual se pueden encontrar tendencias y personalidades diversas. Muchas familias ricas y de clase media alta cuentan entre sus antepasados con algún negrero, puede que los descendientes incluso lo ignoren, en algunos pueblos costeros se celebran fiestas de los indianos, así, en general. Fiestas de los esclavistas, si somos tan puntillosos, esas fiestas gozan de buena salud y nadie las cuestiona. Más bien al contrario, la gente se viste de americano o de dama colonial, incluso de mulata Panchita y bebe ron y canta habaneras. 

En eso de los cambios algunos partidos son terribles,un verdadero martillo de herejes. En una ciudad importante de Catalunya han cuestionado nombres de calles dedicadas a Quevedo, a Goya, a Machado. Lo de Machado no deja de ser curioso, hace algún tiempo un conocido mío, maestro, alababa Machado en el feisbuc, como ejemplo de intelectual comprensivo con Catalunya, intenté sacarlo de su error, no sabía que el poeta, como tantos otros de su generación, también republicanos, como Alberti, a quién se había recibido en Barcelona con aclamación devota en tiempos difíciles, había manifestado cosas algo molestas con referencia a los catalanes y el catalán. Claro que Ferrer y Guardia hizo lo mismo o peor, pero es uno de los personajes que cuenta con más calles y monumentos en Catalunya. Un bel morir...

En general, todos esos prejuicios muestran el gran desconocimiento sobre historia, literatura y lo que sea que tienen esos que nos mandan, pero, claro, concentran poder y poder de difusión. En Catalunya la cosa es más complicada que en otros lugares, había catalanistas de derechas y de izquierdas, los hay todavía, y había españolistas de derechas y de izquierdas, los hay todavía, Pla, ese heterodoxo, ya lo advirtió en alguna ocasión. Para tener nombre de calle habría que ser catalanista de izquierdas desde el nacimiento a la defunción, con una vida intachable, honesta, coherente e incluso casta, cosa imposible. Por eso hay que maquillar biografías y potenciar mitificaciones. Hoy, además, surge otro problema, la potenciación de la paridad, debemos buscar nombres de señoras importantes para conseguir la igualdad callejera.

A mi me gustan los nombres de calles inocentes, que hacen referencia a plantas, animales, paisajes, incluso, como ocurre en la Zona Franca, a minerales y elementos químicos. Monumentos, hoy, no nos hacen ninguna falta, son caros, absurdos, dan dinerito a artistas de moda y supuesto prestigio a los gobernantes fashion pero para mi gusto tenemos bastante con los artistas grafiteros, excelentes, quienes, además, son capaces de reconvertir sus obras en otras, sin ese afán de supervivencia tan castrante que tienen los famosos convencionales. 

Trabajé en una escuela que durante un tiempo tuvo problemas estructurales, en una reunión un padre que trabajaba en el ayuntamiento se quejó al político de turno de lo que se habían gastado en un horrible monumento en comparación con lo que se invertía en el mantenimiento escolar y el político lo amenazó sin contemplaciones, fue muy desagradable pero me dio una idea de cómo iban las cosas. Eso, en tiempos democráticos.

En mi barrio viví, hace años, una pequeña historia absurda. Un grupo radical de jóvenes mantuvo, durante un tiempo, que debíamos que cambiar el nombre de la calle Poeta Cabanyes por la de otro Cabanyes, el creador del cuerpo de los Migueletes. En mi barrio hay muchos nombres de calle relacionados con personajes de la Guerra dels Segadors. Esos nombres, de gente, en general, poco conocida, son originales, tienen relación con Montjuïc, dónde se libró una batalla importante en la cual, sin que se sentase ningún precedente, ganamos a los españoles, aunque en un lado y el otro había gente de toda Europa metiendo bulla.

El franquismo, tanto más ignorante en muchos aspectos que esos iconoclastas actuales, no cambió esos nombres ni se enteró de las referencias. Sin embargo, a finales de los años cuarenta, año en el cual se celebró alguna efeméride relacionada con el Poeta Manuel de Cabanyes, alguien cambió el nombre de la calle y le añadió la referencia poética.

Los jóvenes airados de hace algunos años sostenían que el pobre poeta era españolista y que escribía en castellano. Manuel de Cabanyes murió muy joven, escribió en castellano porque así lo hacía todo el mundo culto en aquella época, se le ha comparado con los grandes románticos anglosajones. Uno de sus descendientes es un escritor catalán importante. En Vilanova i la Geltrú, su ciudad, se le han dedicado centros educativos y calles, está a punto de publicarse una traducción de su poesía al catalán. 

Razoné todo eso con uno de los partidarios del cambio, pero ni caso. Sin embargo, por casualidad, supe que durante la guerra civil el nombre de la calle se cambió de nuevo y se le puso el nombre de una persona muerta en combate, Agulló, de quien no he encontrado más referencias, un joven que pertenecía al POUM. Puestos a cambiar, comenté, ya pasamos directamente al luchador republicano. Pero mi interlocutor era comunista, ya sabemos cómo las gastaron los comunistas con los del POUM, la cosa se complicaba e ignoro si por ese motivo o porque el grupo defensor del Cabanyes militar ya no tenía tanta fuerza, la movilización se diluyó en la nada aunque quizás algún día vuelve a moverse el tema, quién sabe. Todo eso de las recuperaciones da mucho juego a los políticos, pueden montar festejos y ponerse medallitas.

Yo prefiero, evidentemente, tener un poeta en el barrio antes que un militar. El cuerpo de los Migueletes, además, adquirió posteriormente tan mala fama que hubo que liquidarlo. Me he dado cuenta de que a poca gente le interesa la historia real, con sus matices y sus contradicciones, venden más las historias de buenos y malos, los tópicos sin matices, vaya. Una solución dada a algunas calles de mi ciudad con nombres que hacían referencia a personajes que hoy, según esas visiones miopes, pueden ser políticamente incorrectas, ha sido dejar los nombres sin apellidos, me explico: carrer del Duc, Mirador de l'Alcalde, Passatge del Capità, Passeig del General... Cosas así, sin que se sepa quiénes eran ese Alcalde, ese Duque, ese General. 

Mirado todo con lupa deberíamos eliminar un montón de nombres, los de los violentos, los de los militares, los de los religiosos, los de los españolistas, los de los machistas, los de la gente de derechas, los de reyes y obispos, catalanes incluídos, al fin y al cabo Jaume I hizo una masacre de categoría en Mallorca con los pobres musulmanes residentes... 

Un caso lleno de contradicciones es el del general Prim, que fue esclavista y mató a un montón de negros de todas las edades en Haití, però poca gente se mete con él si no es para advertirnos de que en Madrid le hicieron la cama. Prim tiene estatuas, calles y hace poco le dedicaron telefilme que sólo narraba sus últimos momentos, por si acaso, y nos ofrecieron muestras macabras de su cuerpo momificado para poder demostrar que lo habían rematado después del atentado, cosa que no se pudo demostrar, ya que unas marcas en el cuello parece que fueron producidas por las características de su uniforme.

Los cambios y eliminación de monumentos se han hecho dando tumbos y sin criterios sòlidos, la verdad. Mi opinión de abuela es que hay que dejarlo todo como está y no perder el tiempo en tonterías. Muchas veces la precipitación homenajeadora ha propiciado situaciones chungas, a Pujol le dedicaron una estatua horrible en su pueblo y luego la tuvieron que derribar a toda prisa. Ayer miraba en una televisión local el discurso de un alcalde con motivo de las Fiestas Mayores, detrás del alcalde se veía una placa adosada a un edificio municipal en la cual se hacía referencia a la inauguración del edificio en un ya lejano 18 de julio de los setenta, por parte de alguna autoridad de la época. Me temo que la plaquita tiene los días contados si alguien percibe la incómoda referencia.

Estos días se han celebrado muchos actos en recuerdo de la Olimpiada, un hecho bastante mitificado también, por cierto. La Olimpiada barcelonesa, tan santificada en sus bodas de plata, no hubiese tenido lugar si ese lince que fue Samaranch no hubiese  estado metido en el tema. Samaranch es hoy un personaje incómodo, incomoda que se le haya dado su nombre a lugares diversos. Me temo que con el tiempo van a eliminar su apellido del espacio urbano, si mandan los puristas incorruptibles. Parecerá que la Olimpiada la conseguimos sin tejemanejes, gracias a nuestra idiosincrasia de pueblo unido jamás será vencido, de forma honesta y colectiva. 

Hace poco tiempo un purista de esos me criticó que en el Paralelo barcelonés haya una fuente, bastante modesta y poco cuidada, por cierto, dedicada a Raquel Méller, ya que esa señora fue... amiga de Alfonso XIII.  He oído muchas tonterías en los últimos años y en los anteriores, en los anteriores no me daba cuenta e incluso me hacían comulgar con ruedas de molino, la verdad. La juventud es muy frágil y crédula. 

La verdad es que esos temas tienen poca importancia, los nombres de calle acaban por sonar a calle y poca cosa más. Y los monumentos acaban siendo lugares de reposo y defecación para las palomas y las gaviotas. Sic transit...

martes, 4 de julio de 2017

PERDER EL TIEMPO PARA RECOBRARLO

Resultat d'imatges de libreria
Librería El Virrey, Lima

Ayer miraba uno de esos canales modestos en los cuales todavía hay programas sobre libros en horario asequible. Un periodista cultural de mediana edad y un librero más joven fueron preguntados por el también joven director del programa sobre si releían. Uf, contestó el joven librero, que va, no hay tiempo, debo saber qué se publica para poder recomendar libros y salen tantas cosas cada día... El periodista dijo que poco, de vez en cuando, pero que también se veía obligado a leer novedades, por motivos profesionales.

Uno y otro usaron, en referencia a la relectura, la frase perder el tiempo. Por suerte ya no es tan frecuente una frase antigua, aquella de matar el tiempo, tan horrible. Me imagino la carga que debe representar tener una profesión que obliga a leer de forma rápida, compulsiva, poco meditada y sin posibilidad de relectura. Aplicado a una cosa como la lectura, tan excesivamente valorada, tan mitificada de forma absurda, suena mal, pero ese consumo compulsivo de lo que sea es muy de nuestro tiempo y cuando hablo de nuestro tiempo incluyo el presente pero también el pasado reciente.

Una amiga mayor que yo, que, con su marido, había sido muy viajera y que hoy, por razones de edad, no viaja tanto, me dijo un día que nunca les había gustado repetir, ya que había tantas cosas para ver. No viajaban por obligación profesional, como el librero y el periodista, pero sí por una especie de obligación cultural ya que el viaje también se ha mitificado. Lo que se mitifica, si es asequible, se masifica y se frivoliza, quizás no puede ser de otro modo. Hay gente que cree que un viaje a un lugar lejano exige que veas todo lo que puedas para aprovechar el dinero y el desplazamiento pero,  en cambio, desconoce su ciudad, su barrio, su calle.

Leer o viajar por placer, por verdadero placer, creo que comporta repetir, que exige una cierta lentitud, no ambicionar llegar a todo, cosa imposible, pero sí saborear aquello que nos resulta agradable. Un libro releído, una película que se vuelve a contemplar, un lugar al cual volvemos, es siempre nuevo, diferente. También nos puede decepcionar, claro, el recuerdo es engañoso y las cosas cambian, no siempre a mejor.

En el otro extremo de esas inquietudes por la pérdida de tiempo están las personas que sólo releen clásicos, por ejemplo, o aquellos que ya no van al cine porque las películas de hoy no les gustan. Siempre se habla por experiencia propia y nuestra experiencia suele ir cargada de prejuicios y tópicos. Hoy todo es cuantitativo, se sube a las montañas corriendo y las cajitas de lápices de colores justo se estrenan. 

Hace años envidiaba a los profesionales de eso impreciso que llaman cultura, actores, periodistas, críticos teatrales, profesores de universidad. Pero todo acaba por ser repetitivo, nos guste o no y en el fondo la realidad es que una profesión o un lugar de trabajo se valora por sus rendimientos econòmicos. Ese sentimiento de rutina lo expresó muy bien aquel conocido poema de León Felipe sobre ser en la vida romero e intentar que las cosas no nos hagan perder el respeto por la realidad. Sin embargo, nunca puede ser todo nuevo y excitante y también tiene un valor poético la monotonía, la repetición, el reencuentro.

La lentitud tiene un valor y, cuando envejeces, resulta inevitable, obligatoria. Pero la publicidad, la medicina, intentan que ni tan sólo en esa etapa final seas lento. No se puede ser viejo, esa palabra, hoy, parece un insulto. Me dieron cierta pena ese librero, ese periodista, obligados a leer de todo para tener opinión y poder expresarla. Necesitamos de esos lectores compulsivos dedicados a esos trabajos porque tampoco tenemos tiempo para repasar los miles y miles de libros amontonados en las grandes librerías y escoger, así que nos dejamos influenciar por las recomendaciones de unos expertos esclavizados por su trabajo que quizás creen importante, imprescindible.

Es imposible leerlo todo, verlo todo, mirarlo todo. Esos intentos acaban por conformar un mundo algo histérico, las posibilidades de acceder a tantas cosas han perjudicado la calidad, pero es la tendencia actual, también el trabajo industrial acabó, más o menos, con el trabajo artesanal, más bien hecho pero accesible a minorías, en general. Hace años leí en un Correo de la Unesco, una revista que en mi juventud se leía bastante y hoy no sé ni si existe ya, que la educación del futuro posibilitaría los viajes de grandes masas de personas, para conocer el mundo y la gente en su salsa. 

Explicado allí y entonces parecía muy poético, casi imposible. Hoy esas masas ya existen, transitan de forma rápida por nuestras ciudades, por nuestro cielo o por nuestros mares, parecen más bien extraños rebaños humanos que ven mucho y miran poco. Sin embargo, mi opinión, me temo, tiene poca validez. Es la de una abuelita y ya se sabe que el paso del tiempo deforma las evocaciones y nos muestra el pasado bañado en esa poesía que el presente no tiene ni tendrá. Sobretodo, cuando ya no eres joven y parafraseando los manidos versos de Gil de Biedma, ves que la vida va en serio y que envejecer y morir es el destino inevitable de los que leen mucho y de los que leen poco.

jueves, 8 de junio de 2017

ORGULLO CINÉFILO HISPÁNICO

Resultat d'imatges de Orgullo cine español

Con el paso de los años, mientras algunos antiguos ídolos de mi imaginario sentimental se diluyen en la nada, aumenta mi admiración hacia otros en los que no reparé como debía. Un director de cine -y muchas cosas más- que crece con el tiempo en mi valoración personal es Mur Oti, un genio que anduvo suelto, como lo mencionaba la prensa, en concreto ABC, en el obituario que le dedicó con motivo de su muerte y en el que se contaban algunas de las muchas anécdotas singulares de su vida.

En más de una ocasión he escrito sobre este director y alguna de sus películas, en este blog o en algún otro de los míos. Anteayer por la tele pasaron Orgullo, una película que no recuerdo haber visto anteriormente, aunque la memoria, a veces, nos engaña. Me quedé maravillada con la puesta en escena, con los actores, sobre todo con las dos mujeres protagonistas, con esos rebaños inmensos, con esos exteriores tan atrevidos para la época, con esos interiores tan bien compuestos, tan evocadores.

En la presentació contaron que a causa del mal tiempo no se pudo rodar en el lago Enol, que se hizo esa parte en el lago de la Casa de Campo, y que se arreglo el decorado con unos ingeniosos cristales pintados. Orgullo es una historia típica de amores difíciles entre personas de familias enemistadas, eso de Romeo y Julieta, vaya, tan bien aprovechado y que, según cuentan, tampoco inventó Shakespeare. En Orgullo, una historia, pese a todo, con final feliz, hay muchas cosas. En ocasiones parece un western, es una historia épica que bebe en mucho cine mítico y que quizás también fue copiada de forma discreta por directores posteriores que no lo supieron reconocer.

La pareja madura eran Cándida Losada, de larga y fecunda trayectoria en teatro, cine, televisión. Y Enrique Diosdado, el padre de Ana Diosdado, un gran actor y todo un señor maduro de muy bien ver, hasta el punto de qué te preguntas si la chica no acabará enamorándose del suegro, ya que el galán joven es el más soso de todos, la verdad. Los dos jóvenes eran actores brasileños, Marisa Prado y Alberto Ruschel. Mur Oti intentó dar al conjunto cierto tono internacional. Los dos actores y todo el equipo habían triunfado hacía pocos años en Cannes con O Cangaceiro, una película brasileña de culto. Ruschel, gracias a ese éxito, hizo una larga carrera en el cine, trabajó en Argentina, en España. Murió en Rio de Janeiro a los setenta y siete años, en 1996.

Marisa Prado me pareció extraordinaria, moderna, hermosísima, una gran actriz con muchos registros, impresionante. Ni su carrera ni su vida fueron tan largas como las de Ruschel. Se casó dos veces, murió en circunstancias no aclaradas en Egipto, su segundo marido, un millonario libanés comentó que tenía depresiones. Puede que se suicidara. Tenía cincuenta y un años, hacía tiempo que no trabajaba en el cine.

Orgullo es épica pura. Sin que el guión sea demasiado original, impresiona, incluso a pesar de contemplarla en la pequeña pantalla. En un cine convencional debe impresionar todavía más. Esas cumbres, la sequía, la llegada del agua, el río, los trabajadores de las dos fincas conformando un colectivo que tiene vida propia. Secundarios extraordinarios que hemos olvidado de forma injusta. Orgullo tuvo mala suerte, a causa, en cierto modo de la política. 

A Mur Oti, en 1993, le dieron un Goya de honor. En aquellos años todavía no se decían tonterías en esas celebraciones ni se hacían bromitas estúpidas, todo era, todavía, serio y formal. Por cierto, alguien que ame el cine y domine el medio debería completar la entrada de wikipedia dedicada al director,  parece un telegrama.

Mur Oti fue muchas cosas más, poeta, guionista, novelista... Un genio, a menudo incomprendido, pero ver una de esas películas suyas imprescindibles nos deja pasmados. Durante algunos años, como él mismo comentó al recibir el premio, el silencio se extendió sobre él y sobre tantos otros. Ahora resulta que, con tantas trabas, con tanta censura, con tantas dificultades, aquel cine tiene joyas que no es fácil recuperar, a veces olvidadas o silenciadas. 

Ese programa de la segunda cadena está haciendo una labor inmensa de recuperación, cierto que entre tanto cine español hay cosas prescindibles, curiosidades pintorescas, pero incluso el mal cine antiguo, o aquel destinado a adoctrinar patriótica y políticamente, debe verse, ni que sea para criticarlo y para comprender la época y sus circunstancias, aunque hay quien quisiera condenarlo al ostracismo y a la supresión indiscriminada. 

domingo, 14 de mayo de 2017

COBARDÍAS MUSICALES Y SUPERVIVENCIAS DIVERSAS

Resultat d'imatges de EL RUIDO DEL TIEMPO


No soy lectora incondicional de Barnes aunque le reconozco el mérito narrativo. Una amiga me ha pasado su último libro, inspirado en la vida del músico Shostakóvich y en sus relaciones con el estalinismo. No soy tampoco demasiado entendida en el tema musical y se me escapan algunos tropiezos que los expertos han encontrado en el texto, relacionados con la terminología específica de ese mundo profesional. El libro no es una biografía sino una reflexión en tres tiempos sobre el personaje y sus problemas.

Algunas críticas que he leído sobre la novela inciden más en el fondo que en la forma. Parece que nos resultan más admirables los personajes valientes, coherentes, heroicos, que mueren en el intento, que no aquellos dispuestos a hacer eso que en catalán llamamos la puta i la Ramoneta. Por ahí van alguna comparaciones con otros intelectuales de su época que acabaron muy mal. Nos gustan más los mártires que los supervivientes, en general. Incluso Stalin acabó con muchos supervivientes de los campos de concentración nazis, por si acaso. Los mártires son más cómodos. Los supervivientes suelen ser contradictorios, cobardes, oportunistas. Si una hermosa muerte honra una vida, una larga vida deshonra muchas de nuestra heroicidades, ahí está la trágica figura, por ejemplo, de Petain.

Hace poco tiempo volví a ver una entrevista con el gran Buero Vallejo,  un enorme y admirable superviviente, pero que parece incomodar todavía a muchos dogmáticos, hasta el punto de que el centenario de su nacimiento pasó un poco de puntillas, en Catalunya se limitó a alguna lectura y poca cosa más. Buero se adaptó a la época que le tocó vivir, después de salvarse por los pelos de ser ejecutado. Incluso triunfó en pleno franquismo porque aquel contexto precisaba también de poder respirar por alguna parte. 

La lectura del libro de Barnes nos dice poca cosa sobre la vida del músico, por suerte hoy podemos contar con informaciones diversas, gracias a internet. Incluso podemos ilustrar nuestra lectura con su música. Resulta extraña la fijación del estalinismo con la poesía, la pintura, la música. Los artistas, los intelectuales, son una especie etérea, sobrevalorada. Todavía más hace años, cuando eran minoría. Sin embargo el estalinismo no acabó sólo con artistas e intelectuales, acabó con todo el mundo, mató más gente que el nazismo aunque parece que todavía cierta izquierda no quiera reconocerlo. Las miserias habían empezado antes, con Lenin, que a veces parece el bueno de la película, y no terminaron del todo com la muerte de Stalin aunque alguna ventana se abrió. Nada que ver con nuestro pintoresco franquismo, la verdad.

Los intelectuales europeos fueron muy serviles con el comunismo de la época, silenciaron, callaron, colaboraron, nos mintieron, se fueron de vacaciones a Rumania. Todo, dicen, decían, para no hacer el juego al franquismo. En el fondo la especie humana es así de miserable, con pocas excepciones puntuales. Nosotros, los españoles, en general, aunque es injusto generalizar, también fuimos serviles a menudo con la situación, por necesidad vital. En una novela de Sartre un personaje dice que si llegan a mandar los nazis él sobrevivirá y se hará su rinconcito, cosa que el autor desprecia y critica, él, que tan incoherente, cobarde y servil fue en muchas ocasiones y que, precisamente, durante la ocupación nazi de su país se montó su cómodo rinconcito.

Hoy cuesta pensar en esas vidas sepultadas por la losa de la política, llenas de incertidumbre, en las cuales la vida vale poco. Shostakóvich fue un superviviente preocupado, inquieto, amargado en ocasiones, ni disidente en la sombra, ni héroe, ni un esclavo del régimen. Hoy, aquí, el buen artista parece que ha de ser de izquierdas y muchos actores y actrices aprovechan cualquier acto público para hacer profesión de fe progre. Resulta casi imposible, sin la perspectiva que da el paso del tiempo, valorar las obras contemporáneas de forma desacomplejada y libre. Todos tenemos nuestras manías, puede que nos guste  un autor, un músico, una actriz, pero si éste manifiesta de forma pública ideas que no son las nuestras, lo rechazamos, ya no es tan bueno.

Los poderes de hoy, aquí, no son como los de antes, pero todavía hay clientelismo, servitudes, la libertad, en muchos casos, comporta soledad, ostracismo. Ya no son sólo los poderes políticos los que determinan la suerte del creador, del profesional, están los poderes académicos, los económicos no oficiales, cosas así. Nadie sabe qué es la cultura pero todo el mundo habla de ella y en su nombre se cometen muchas tonterías. El libro de Barnes, sin resultar redondo del todo, incide en esa reflexión sobre el arte, sobre la cultura, sobre los contextos castrantes y los miedos humanos, comprensibles. Comprensibles para los adultos, para los viejos, y aún así, no para todos. La juventud quiere héroes, los sistemas quieren mártires. El coraje, el valor, todo eso, qué bonito suena. ¿Quién no ha pensado, en su adolescencia, en la grandeza que representa morir en la lucha por una idea justa o en defensa de los oprimidos? Luego resulta que ni la idea era tan justa ni los oprimidos tan adorables. Y la lucha, ay, la lucha lleva a la muerte prematura y lo único que tenemos es esa vida breve, puede que mediocre, frágil e inexplicable pero de un valor incalculable para cada uno de nosotros.

Creo que fue Perel, un superviviente judío que en su adolescencia se hizo pasar por ario, quién, ante algunas críticas sobre su actuación en aquellos años manifestó que valía más un perro vivo que un león muerto, gran verdad. Su madre, que fue asesinada con un gran número de miembros de su familia, le insistió en que debía vivir y sobrevivir. Su vida inspiró la película 'Europa, Europa'. Perel ha sido durante años un gran defensor de la paz con el pueblo palestino y es que quien ama su vida de verdad suele respetar a fondo la del resto de la gente.

sábado, 25 de marzo de 2017

LA DAMA DEL VATICANO

Resultat d'imatges de PALOMA GOMEZ BORRERO

Me ha sabido mal la muerte de Paloma Gómez Borrero, aunque jamás la conocí personalmente. Durante mi juventud, cuando la periodista nos ofrecía informaciones entusiastas desde el Vaticano, ironizamos mucho sobre ella. El Vaticano y su entorno, el catolicismo oficial y todo eso nos parecían banalidades resistentes, a extinguir. El inefable Calviño y su renovación del medio acabó con la tarea de Gómez Borrero pero continuó trabajando en la radio y en cadenas privadas. A Calviño le sucedió Pilar Miró, sin duda ambos tuvieron aciertos pero en aquellas coladas perdimos muchas sábanas y si bien el medio se renovó y hoy quizás añoremos aquellas renovaciones también perdimos en el fuego muchas cosas que quizás recuperamos, en parte, en las cenizas, aunque ya no son las mismas, ni ellas, ni nosotros. 

La historia de la tele, de las teles, de sus canales, de sus personajes, de sus programas, merece una gran atención y una asignatura especializada en las facultades de periodismo, quizás ya exista, no lo sé. Pero lo dudo cuando percibo la gran ignorancia sobre ese tema y tantos otros de los recién licenciados en esa carrera. También pasa en otras, claro. Se cuenta lo que conviene y se oculta o silencia lo que no responde a las consignas o los dogmas del momento, què hi farem.
Resultat d'imatges de amigas y conocidas
A pesar de su especialización informativa católica creo que Paloma Gómez Borrero caía bien a la gente, incluso a los agnósticos o ateos, como yo misma. Tenía un rostro amable, de señora de clase media alta inteligente y poco beligerante, bondadosa y comprensiva. Creo que en ello pesaba la percepción de su gran cultura, de la cual no alardeaba sino que, simplemente, se le notaba. Cuando se le hacía alguna entrevista en profundidad afloraba ese poso cultural ecléctico y tolerante.

Confieso sin complejos que a veces, cuando estoy en casa, esperando que acabe de hervir el puchero, me miró el programa Amigas y conocidas. Ese programa es una curiosidad de nuestro tiempo a tener en cuenta. Puede parecer un programa de peluquería, unas cuantas damas diversas en edad, ideología, aspecto físico, debaten sobre todo tipo de temas, hablando a menudo todas a la vez e intentando que las fricciones, en ocasiones inevitables, no deriven en conflicto. Una habitual del programa era Paloma Gómez Borrero, jamás se enojaba, creo que producía en el resto una especie de efecto pacificador. Amigas y conocidas puede parecer un programa frívolo pero tiene aspectos de los cuales deberían aprender esos sesudos y tontos debates políticos con los cuales nos machacan por todas partes.

Paloma Gómez Borrero era elegante sin estridencias, toda una señora, pero también parecia cercana, esa vecina de enfrente, bien situada, a la cual no dudaríamos en pedir un favor. Parecía que tenía vida para años a pesar de su salud, fràgil en muchos aspectos, y sin embargo, de forma rápida y casi imprevista, ha desaparecido. Si hay cielo, no cabe duda de qué debe estar por allí. En el programa tambien interviene otro mito de mi juventud, Cristina Almeida. Como suele suceder en los encuentros con amigas, entre mujeres, se evitan los aspectos de la actualidad demasiado conflictivos. La presentadora tiene una gran habilidad para cambiar de tema cuando la cosa se desborda. Es un programa para pasar el rato, he leído que se inspira, como casi todo, en un programa americano de éxito. Ha habido sus más y sus menos, como la desaparición de Loles León a causa  de su excesiva y manifiesta heterodoxia. Una lástima.

Con la desaparición de esos personajes que formaron parte de nuestra infancia televisiva, de nuestra juventud protestona, de nuestra madurez decepcionada y casi, casi, de nuestra plácida vejez, muere algo de nosotros, de nosotras. Descanse en paz la admirada periodista y si en el más allá hay televisión, allí nos encontraremos.


viernes, 24 de febrero de 2017

LENGUA DOGMÁTICA Y LENGUA CAÓTICA

Resultat d'imatges de anatomia del lenguaje libro

Estoy leyendo, entre otros, este libro de Elena Álvarez Mellado. Me enteré de su existencia a través de uno de esos excelentes programas de radio de la UNED. Muchas de las cosas que cuenta y razona las sabía ya, sobre todo porque en mi juventud me tropecé en la universidad con profesoras excelentes y avanzadas a su tiempo, como Coloma Lleal. También me tropecé con todo lo contrario, dogmáticos de la perfección desde arriba, en catalán y en castellano, existen en todos los idiomas, me temo. Una profesora de catalán dogmática, que estaba embarazada, nos explicó que a su hijo le hablaría desde el primer día usando a la perfección esos terribles pronoms febles. Lo peor que puede hacer cualquier profesional es querer practicar las teorías de lo que sea con la familia.

Tener un libro de referencia va bien, de otro modo si a alguien le discutes sus dogmas por tu cuenta piensa que eres una esnob que disfruta dejando ir boutades sin más interés que llamar la atención. Hace un tiempo discutí de forma espontánea algo relativo a la lengua catalana, sin éxito, todo hay que decirlo. Busqué por internet a ver qué definiciones de lengua, de lenguaje, de idioma, encontraba por ahí. Me di cuenta de què eso de la lengua es tan abstracto y multidefinible como el arte o la cultura. Manejamos muchas palabras que damos por definidas de forma ortodoxa pero no es así. La gente que sabe mucho de lo que sea casi nunca dogmatiza. Te dicen que puede ser así pero que podría ser de otro modo, claro. En cambio, la población media con aspiraciones se mueve por convicciones que responden a consignas, en general.
Resultat d'imatges de la invención del pasado
Pasa con todo. Hace tiempo leí un libro interesante, sobre la invención del pasado histórico, de Miguel-Anxo Murado. A pesar de tanta bibliografía destinada a hacernos reflexionar sobre la relatividad de casi todo, los dogmas nos dan seguridad. Pasó esto, pasó lo otro, esta palabra es correcta, esta otra no lo es, si pecas irás al infierno y si eres bueno, irás al cielo. Parece que hay unos sabios en alguna nube lejana que son los que emiten los conocimientos canónicos. Como en todo eso, más allá de la lengua y de la historia, se mezclan la política y el poder, las patrias, celestiales o físicas, y tantas otras verdades absolutas, y como, en general, se lee poco y, todavía más, se lee mucha novela destinada a fortalecer nuestros dogmas y poco libro polémico con opiniones divergentes, así nos va.

Lo peor es que resultan más convincentes los dogmáticos que los inseguros o los escépticos, nos dan más seguridad. Sin embargo nos movemos encima de fragilidades, también en el campo científico aunque muchos científicos no lo quieran admitir. Conozco gente del campo científico que se rasga las vestiduras ante la poca fe en la ciencia de mucho pueblo llano, como si la verdad brillase por ella misma, si es que hay alguna verdad seria, que no lo sé.
Resultat d'imatges de Marfany nacionalisme

Hace poco me mandaron un libro que pedí, el que veis aquí. Me interesan los libros que cuestionan creencias diversas, creía, sin embargo, al encargarlo, que no era tan voluminoso. Mi nieta, de cuatro años, que en casa y en la escuela habla catalán pero que contempla con embeleso dibujos poco educativos en la tablet, en castellano, en español latino, que le hace mucha gracia, e incluso en inglés de consumo, lo miró y me comentó, convencida, en castellano rancio: ¡menudo libraco! Qué cosas tienen los niños, suelen decir las verdades, al menos hasta cierta edad, hasta esa edad que antes llamaban de la razón. 

Me recordó mi nieta cómo, en mis tiempos, repetíamos frases de los tebeos, en castellano, intercaladas en nuestro catalán suburbial. Algunos chicos, cuando se peleaban, recurrían a expresiones de Roberto Alcázar y Pedrín, como ¡chúpate esa mandarina! El lenguaje popular y vivo es una maravilla, muchas expresiones tienen una vida breve, responden a modas y franjas generacionales pero a veces sobreviven sin saber cómo, hace poco me di cuenta de qué en casa decimos frases que surgieron en zarzuelas, en cuplets, en obritas de teatro de antes de la guerra, ¡cuántas veces no hemos repetido aquello de qué las ciencias adelantan que es una barbaridad o qué un grupo de gente parecían los de Calatorao!

Los dogmas alcanzan a temas médicos, faltaría más. Sin ningún tipo de vergüenza nos endilgan anuncios sobre productos destinados, por ejemplo, a controlar ese colesterol amenazante. Los anuncios para la tercera edad claman al cielo. En esos anuncios se pronuncia el nombre de productos rarísimos, cómo si todo el mundo supiese qué son, también sucede con algunos productos de limpieza. La publicidad es una plaga pero también produce frases populares, todavía oigo a menudo, en catalán y castellano, que algo no ha pasado la prueba del algodón, cosas así.

Cuando yo iba a la escuela nos enseñaban un español rancio y sólido, absurdo, académico, rimbombante. Se pusieron de moda los programas de radio de 'El Zorro', aquello tan divertido del Hotel la Sola Cama y algunas profes estaban muy enojadas pues repetir aquel tipo de tonterías perjudicaba la lengua. Después llegó la tele, con sus doblajes pintorescos, todo aquello del obciso y el receso y se volvió a protestar, como no. La tele catalana empezó muy dogmática pero pronto tuvo que bajar velas y aceptar un poco de publicidad en castellano, la pela es la pela. Cuando hubo el dramático atentado de Madrid, con tantos muertos, se detuvieron todos los programas de televisión, con la excepción del futbol y la emisión de anuncios.

Cuando era joven tenía manía a los chicos que repetían frases de los anuncios para hacerse los graciosos, yo sigo, es búuuuuufalo. Hoy me encantan esas frases hechas que evocan publicidades ancestrales, nos unen en un imaginario colectivo interesante, entrañable. Es extraño como algunas cosas se olvidan pronto y otras perduran en el lenguaje, en la memoria, en las muletillas. Las grandezas del lenguaje, sea el que sea, consisten, precisamente, en las imperfecciones creadas y recreadas por el pueblo llano de forma casi espontánea. La alfabetización intensiva ha representado un gran avance pero ha acabado con mucha creatividad intuitiva y brillante.

domingo, 29 de enero de 2017

METÁFORAS CERCANAS

Resultat d'imatges de Loving

Puede verse estos días en los cines la película Loving, aunque parezca que el titulo hace referencia al amor de la pareja protagonista, Loving es el apellido familiar de una pareja normal y corriente, situada, por circunstancias que no han buscado ni deseado, en el centro de un debate que acabó por sentar jurisprudencia.

La historia es sencilla, previsible y cuenta un caso real, además. La película se beneficia de ese trabajo excelente de los actores que la protagonizan, poco conocidos hasta ahora. A la dama ya la han nominado para los óscars, según creo. Pero la historia, a mi entender, se queda corta, se centra demasiado en esa familia tan convencional, en sus problemas, en ese peso excesivo que consiste en ser héroe a la fuerza. 

Me ha faltado contexto. Aquí la policía no es excesivamente mala, ni ese juez local, tan gris, tiene malas intenciones. Quieren que se cumpla la ley, que contemplan desde un prisma de su propia lógica. Queda solamente esbozado  ese núcleo pueblerino, en el cual convivían negros, blancos, indios, en años difíciles y en el cual creció, parece que feliz, esta parejita. También se profundiza poco en esos cambios de los sesenta, de mentalidad en tantos campos, que fueron más radicales en los Estados Unidos que en ese París del sesenta y ocho que se puso las medallas. Incluso la buena gente, negra o blanca, que forma parte del círculo cercano de los protagonistas, no entiende como esa pareja ha sido tan imprudente o ingenua y se ha metido en ese lío. ¡Qué ganas de complicarse la vida!, cuántas veces hemos oído eso cuando un ataque de coherencia nos ha empujado a enfrentarnos con la mayoría.

Es habitual pensar que si no haces nada malo no te va a pasar nada malo pero la vida no es así. El policía local que los detiene incluso los disculpa, ese albañil, rudo, trabajador y bonachón, nació en el lugar equivocado, sin saber qué era bueno o qué no lo era. Des de su punto de vista, el hombre tiene sus razones, aunque parezcan surrealistas, contempladas desde nuestro presente. Nos condiciona el lugar en qué nacemos, sin elegirlo, la época, la ideología familiar, todavía más la ideología de nuestros amigos, de nuestros compañeros de estudios. Nos condicionan la política, la televisión, las consignas de los expertos, los dogmas renovados, los médicos, los maestros, los periodistas de culto. La libertad de opinión es, en realidad, un espejismo con matices.

Hace años, aunque no tantos, cuando las guerras en los Balcanes, una pareja yugoslava explicaba su experiencia por televisión, estaban muy enamorados pero sobre ellos se cernían presiones inmensas, habían crecido sin problemas bajo una misma nacionalidad y ahora familiares y amigos querían que tomasen partido. Ellos también se sentían patriotas, en cierto modo, un serbio y una croata, qué cosas. No querían renunciar a esas inquietantes señas de identidad que nos etiquetan territorialmente. Ignoro como acabó su relación, eso tiene la tele, que a menudo no sabemos el final de las historias que nos cuentan y que nos conmueven. 

Sin duda en esos casos, desde fuera, desearíamos que esas parejas se largasen a otro lugar más amable, pero las cosas no son tan sencillas. La protagonista de la película siente nostalgia de su pueblo, quiere ver crecer a sus hijos allí. El hombre, lo mismo. Los lazos familiares son un peso pesado, tienen sus virtudes pero también sus condicionantes negativos. Sin llegar a esos extremos, de momento, percibo por aquí con inquietud esa tendencia galopante a potenciar lo que nos separa y no lo que nos une, pero, por otro lado, también lo que nos une consigue que la convivencia pacífica sea una realidad admirable en ese tiempo de cambios de población y diversidades culturales cercanas. Las grandes tragedias colectivas han sido provocadas tanto por lo que separa como por lo que une o debería unirnos aunque fuese a la fuerza, claro.

Con el franquismo crecimos siendo españoles a la fuerza, sin embargo, el gobierno y la sección femenina potenciaban la regionalización folklórica. Una amiga maestra, como yo, recordaba que de pequeña, en Andalucía, aprendió alguna canción catalana, gallega, con eso de las damas educadoras del régimen y sus currículums. Me temo que ahora, nada de nada, al menos de forma generalizada. No defiendo el franquismo ni aquellas miserias, me lamento de qué se haya perdido cierto espíritu integrador que consiguió que, por ejemplo, se vendiesen bastantes fascículos de un coleccionable que se llamaba España, qué hermosa eres. Ahora se viaja a las antípodas con facilidad pero cuando la gente empezó a comer caliente y a comprarse cochecitos existía una cierta idea ligada a círculos turísticos concéntricos, primero debíamos conocer Catalunya, después, España, y más adelante, si se podía, debíamos salir al extranjero, empezando por Francia.

Durante el tardofranquismo y la transición algo se hizo, existían unos libritos encantadores, destinados a las escuelas, con leyendas, tradiciones y canciones de toda la península. Alguna editorial progre editaba libros de lectura dónde podías encontrar textos para niños en todos los idiomas hispánicos, con su traducción al castellano, por si acaso. Aquello duró menos que la primavera de Praga. Los tiempos han cambiado y a mi me parece que se han complicado cosas sencillas, las escuelas, los hospitales, lo que sea, funcionan a base de eso que llaman protocolos y que hace que cuando pasa algo se tenga a mano una cabeza de turco a quién culpar. 

La potenciación de lo qué separa se manifiesta, sobre todo, en el tema lingüístico, en el cual somos unos grandes analfabetos. Hay gente del oeste europeo que se entiende, literalmente, hablando, pero para diferenciarse a fondo unos usan el alfabeto cirílico y otros, el latino. Con la mayoría de los hablantes de las lenguas derivadas del latín nos podríamos entender perfectamente, hablando despacio y con algo de buena voluntad. Muchas de esas lenguas, sin embargo, han elaborado unificaciones destinadas a decir, desde arriba, qué está bien y qué no lo está, suprimiendo con menosprecio variedades dialectales interesantes. Los medios de comunicación han conseguido o están consiguiendo esta unificación mucho mejor que las escuelas o las leyes contundentes. 

Hace años se hablaba de la Europa de los pueblos, pero continuamos con la Europa de los estados, los estados gozan de buena salud, al menos por aquí. Sin embargo, nunca se sabe. Todo es frágil. Los Loving consiguieron que se reconociese su matrimonio pero me temo que los prejuicios extraños, ligados incluso a interpretaciones bíblicas sobre razas y diferencias, no desaparecieron nunca del todo y esas supervivencias explican, en parte, eso de Trump, quién, entre otras cosas lamentables, va a mandar construir un muro colosal, cómo son los americanos, aquí los contemplamos con cierta distancia elitista, incluso. Oigo hablar estos días de los supuestos valores europeos cuando aquí tenemos montones de muros y el continente se ha bañado en sangre por todas partes hasta hace, como quién dice, cuatro días.

Cada día entiendo menos cosas como el patriotismo. Caes dónde caes y te crees, al menos durante un tiempo, que a veces es bastante largo, lo que te enseñan y te cuentan, ya que, como escribió el poeta, la cuna del hombre la mecen con cuentos. Con cuentos en el sentido peyorativo de la palabra, claro, cuentos chinos, cuentos de Calleja.

Uno de los personajes de El camino, esa tendera rancia, de conciencia escrupulosa, se acusa cuando no sabe de qué acusarse, en el confesionario, de que si hubiese nacido en Inglaterra sería protestante, ya que el cura le confirma que de haber nacido allí posiblemente su religión fuese aquella. Parece una anécdota banal pero a mi me parece de una gran profundidad, hay quién cree que nunca hubiese sido nazi, a pesar de vivir en el nazismo, pero la historia más bien demuestra lo contrario e incluso evidencia que es relativamente habitual convertirse a la religión de los que mandan, sobre todo cuando la conversión nos procura beneficios evidentes, aunque perjudique a otros. 


domingo, 15 de enero de 2017

CANTANDO Y BAILANDO, ENTRE ESTRELLAS Y ESPERANZAS JUVENILES

Resultat d'imatges de LA LA LAND

No he podido evitar ir pronto a ver La, la, land, por curiosidad malsana y porque mucha gente me la comentará estos días. Ya iba con cierta prevención. Ryan Gosling me gusta o me gustaba, aunque depende de los papeles que le dan, a veces se pasa con los mohines y esa moda de que el chico lleve un mechón de pelo grasiento delante de los ojos me pone nerviosa, lo siento, me dan ganas de sacarme un clip del bolsillo y recogerle la greña. Hace unos días me pasó lo mismo con el protagonista de Franz, antes eran las damas quienes se complacían en eso del pelo desgreñado pero parece que las tendencias contribuyen a esos despeinados intencionados de los galanes de nuestro tiempo.

De la protagonista, Emma Stone, sabía poca cosa. Tiene a su favor el aspecto de chica corrente con grandes ojazos. Lleva unos vestidos muy bonitos y no repite ninguno, que yo recuerde. Quizás a partir de la película vivamos una primavera con un retorno a aquella moda que potenciaba los colores del parchís, no sé si se acuerdan. Stone y Gosling bailan y cantan de forma relativamente aceptable, pero no son ni Ginger Rogers ni Fred Astaire. Antes se solía doblar a los cantantes, admito que eso hacía perder veracidad al conjunto y a veces no tenía explicación, Audrey Hepburn cantaba bastante bien y tuvo un disgusto cuando la doblaron en My Fair Lady. 
Resultat d'imatges de LA LA LAND
Ya había sido injusto prescindir en la versión cinematógrafica de Julie Andrews, quién cantaba de maravilla y que había triunfado en el teatro con la obra. A Audrey Hepburn había la manía recurrente de aparejarla con viejecitos, quizás por eso cuando en Dos en la carretera la aparejaron con uno de joven, Finney, no pudo evitar iniciar un romance con él, cosa que hizo enfadar mucho a su marido de entonces, Mel Ferrer.

Volviendo a La, la, land no le negaré méritos. Buena fotografía, buena ambientación, buena música, aunque no sea West Side Story, guiños  cinematográficos diversos, homenajes a los grandes de antaño, amor fino y elegante, sin ese sexo gratuito y explícito que nos emiten incluso en los telefilmes de sobremesa. Qué bonita esa escena del cine, cuando se tocan los deditos con emoción... 

Ese romanticismo se agradece pero algo no acaba de ser redondo, es algo relativo al guión, poco consistente. Se evita un final feliz de forma algo brusca, hoy parece que los finales felices son vulgares y deben ser evitados aunque sean, incluso, absolutamente coherentes con la historia. Ese final se ha visto como un mérito, yo no lo veo así, sobre todo porque esa elipsis de cinco años, precisamente cuando las cosas empiezan a irles bien a la parejita, está  algo introducida con calzador.
Resultat d'imatges de ryan gosling la la land
Claro que el director ha sido valiente, demostrando que en eso del musical quedan un montón de cosas por inventar y reinventar. Claro que yo ya soy un poco viejecita y me cuesta entusiasmarme, tenía unas chicas al lado que flipaban con la historia y salieron muy contentas. El cine estaba lleno del todo y hoy hace ilusión entrar en una sala de cine llena y no casi vacía, como esa en la cual la pareja ve Rebelde sin causa, del sobrevalorado, a mi entender, James Dean. No puedo decir que no pasase un buen rato, aunque el metraje, considerando la poca historia que se cuenta, me pareció excesivo. Dicen que tendrá muchos premios, ya los ha tenido. Veremos qué pasa en los óscars, aunque todo eso de los premios es relativo y el tiempo dirá. Una película que odié durante años, Grease, ahora me hace incluso cierta gracia cuando la vuelvo a contemplar, por la tele. 

Creo que la pareja protagonista debía haber unido esfuerzos y alternar el jazz, en esa sala recuperada, con teatro de cabaret o algo así. El director, Damien Chazelle, es muy joven todavía, un gran amante de la música y nos puede dar muchas sorpresas. Y sobre el final, al menos el pianista tiene su local y no es el viejo perdedor decadente de la novela de Vázquez Montalbán o de la canción de Billy Joel. Parece que los pianistas de ficción sufren mucho, en general, y viven atormentados. Intuímos que la chica, más o menos, es moderadamente feliz con su bebé, pero el pianista friéndose croquetas en soledad da mucha pena, aunque sea Gosling. O precisamente por eso.

domingo, 1 de enero de 2017

INTERIORES CON FIGURAS

Resultat d'imatges de gent dormint a terra a barcelona

Fotografia de Carlos Montañés, publicada en El Periódico

Una persona de mi entorno ha pasado por París hace pocos días, de camino a Praga, para visitar a su hija, que hace allí un Erasmus. No era la primera vez que estaba en la mítica ciudad pero me cuenta, conmovida, que ha visto familias enteras, con niños muy pequeños, durmiendo en la calle. París es una ciudad en la cual, en invierno, hace un frío que pela, inimaginable para los barceloneses, acostumbrados a la benignidad de la costa mediterránea. 

Mi percepción, que puede ser errónea, me dice que la gente que duerme en la calle se ha multiplicado, al menos en Barcelona. No todos son inmigrantes, hay gente del país, mucha. Hace años que vemos personas durmiendo en los cajeros de las entidades de crédito, hombres en una gran mayoría, aunque también hay algunas mujeres y fue una mujer la víctima de aquella gamberrada mortal perpetrada por un par de chicos de bona casa, hace años. Uno de ellos ha salido hace poco por la televisión y dice que está arrepentido. No entiendo la necesidad de manifestar de forma mediática esos arrepentimientos, valdría más que se dedicase, si la conversión es real, a trabajar por los marginados todo el resto de su vida, en silencio y de forma discreta, puede que lo haga, no lo sé.

Hay grupos de gente extranjera que van de un lado a otro, bebiendo y trasladando su inquietante suciedad por plazas y cajeros. Hace algún tiempo asistí a una charla muy interesante por parte de esa admirable gente de Arrels, nos contaron que eran gente de los países del Este, tan maltratados por guerras diversas y que desde hace décades generan víctimas desarraigadas y apátridas. 

En mi barrio hay una tienda de productos cárnicos que en su exterior tenía una especie de saliente en el cual se instalaban esas personas, bebían, comían, incluso copulaban allí. Ahora han puesto una reja que hace imposible el estacionamiento, no es extraño, ya que la situación, denunciada por los vecinos, parecía no poderse arreglar de ninguna otra manera. Y, de hecho, el ayuntamiento debe ser impotente ante esos casos, esa gente no ha desaparecido, se ha  instalado en plazas cercanas donde ahora es, incluso, bastante más visible que antes.

Hace algún tiempo había sucursales de La Caixa por todas partes. Hoy hay muchas menos, también se han reducido los cajeros automáticos y algunos no funcionan o se encuentran en un estado lamentable. Cada vez lo pagamos todo más a menudo con tarjetas, en el fondo se busca eso y reducir a casi nada el número de trabajadores, pero todavía hay mucha gente que prefiere el dinero constante y sonante. 

En esas vigilias de fiesta, además, parece que las oficinas, en general, cierran, aunque sean todavía esos, días laborables. En busca de efectivo me acerqué ayer a una oficina cercana, la puerta estaba cerrada, no se podía entrar, me temo que para evitar que esos marginados nómadas se instalasen en aquel espacio. Sólo había un cajero exterior, con una cola enorme esperando.

Me dirigí a otra oficina, una de muy grande, en la cual siempre suele haber gente sacando dinero y que cuenta con unos cuantos cajeros automáticos. Había cola también allí pero me esperé. En el interior había dos personas pernoctando, una de ellas incluso se había construído una especie de biombo de cartón, el hedor era insoportable pero hay pocas cosas insoportables en este mundo. 

En uno de los cajeros no se podia ingresar dinero, otro no funcionaba con la tarjeta y otro más estaba fuera de servicio. Una mujer me comentó que venía de otro cajero, cercano a su casa, en el cual no se había atrevido a entrar ya que dentro había un móntón de gente marginal durmiendo y nadie sacando dinero y que para entrar habría hecho falta pasar por encima de los residentes espontáneos. 

El centro de Barcelona, a determinadas horas, se llena de pedigüeños que parecen salidos de las novelas de Galdós o de las narraciones de la picaresca hispánica, jorobados,gente sin piernas, sin brazos, exhibiendo sus interioridades en pleno invierno, algunos parecen de plantilla, tienen su lugar y su horario. 

También a las puertas de los supermercados se instalan a menudo personas fijas que piden limosna o gente no tan fija, más intermitente. Por suerte ahora nadie pide con niños a cuestas, hace años el ayuntamiento, no sé como, consiguió acabar con aquella imagen triste y decadente. A determinadas horas se instala esa mendicidad en lugares como las escaleras de la Catedral, hay muchas mujeres, descalzas, vestidas de negro, con un bote en la mano. 

Lo peor es que nos hemos acostumbrado a todo eso. Hace años se podían ver fotos de las playas de Canarias en las cuales los turistas se bañaban o tomaban el sol mientras que a unos metros recogían algunos cadáveres de ahogados, fugitivos de miserias y guerras que nos son desconocidas y que los medios de comunicación nos cuentan poco y mal. 

La gente tiene, tenemos, mala conciencia, y sea o no picaresca lo que mueve la mendicidad moderna, de vez en cuando damos algo a esos mendigos del presente, por si acaso. Por eso tienen éxito esas maratones benéficas, esas recogidas de alimentos tan inútiles y absurdas, ligadas a la época navideña, parece que hacemos algo aunque no se haga nada o se haga poca cosa. 

Eso de las familias, supongo que de refugiados, malviviendo en París, me ha recordado aquel antiguo chiste, creo que de Chumy Chúmez, en el cual un pobre manifestaba que tenía ganas de irse al sur para no pasar más que hambre. Y es que pasar hambre y frío debe de ser horrible. Nuestros padres y abuelos pasaron eso y más pero parecía que todo iba a mejorar, aunque lo hizo a trancas y barrancas.

Durante mi infancia, en casa, a veces alababan la Barcelona de entonces, la del porciolismo, porque no se veian mendigos. No es que no existiesen, los había y a montones, pero los ocultaban o los mantenían alejados de los centros turísticos, aunque no tan turísticos como los actuales. Y es que en todo funciona aquella de ojos que no ven, corazón que no siente. Y ante la imposibilidad de arreglar nada o casi nada preferiríamos no saber. 

Sobre eso de la gente viviendo en la calle se habla de vez en cuando, según dicen no se les puede obligar a nada, la gran mayoría no son violentos ni se meten con nadie. Nos molesta su visión, su olor, su desarraigo y nos molesta nuestra propia impotencia y la de los poderes públicos ante esas situaciones que no entendemos y que son tan graves. No entiendo que ese turismo en alza no boicotee esas ciudades escaparate de nuestro presente y que continue esa feria absurda del consumo cultural a todo gas.

No sé ve y no se quiere ver. En todo caso, no nos engañemos, esos marginales no durarían mucho en lugares como el portal de la Sagrada Família o del Museo Picasso, por ejemplo. Se toleran en los barrios tolerantes, modestos, donde la gente de a pie también los tolera e incluso los respeta, aunque le molesten. Y, de forma puntual, en los portales de algunas iglesias, incluso de la Catedral. Un antiguo cuadro nos muestra el portal de la Sagrada Familia, en construcción, dando acogida a un montón de marginados de otra época. Es un cuadro de la época joven del gran Mir, muy conocido, La catedral dels pobres.



Tot es un cuento, repetian mis mayores a veces, ante las proclamas políticas o las propagandas vanidosa sobre lo que fuese.  Tenemos suerte si contamos con seguridad, ingresos suficientes, un techo, un espacio de referencia. Sin embargo la suerte está ligada al azar, al caos, a la casualidad. No nos la hemos merecido. Tampoco nos merecemos a los que mandan, aunque una conocida frase sobre el tema nos lo repita de vez en cuando. Sé que existe mucha gente preocupada por esas cosas que trabaja en la sombra, sin hacer ruido, con constancia y dedicación, incluso aunque consiga poca cosa. 

Sin embargo parece que hay miserias que no tienen solución, aunque los pobres de hoy no sean los de ayer, al menos, no siempre. De vez en cuando los ayuntamientos hacen algo y lo publicitan, claro. Pero me  temo que esos problemas no forman parte de las grandes prioridades de la política que nos ahoga. Eso sí, los intentos actuales incluso tienen nombre en inglés, housing first. Qué mundo, Facundo. Y es que si incluso pasa en París...