martes, 23 de diciembre de 2008

Apuntes navideños algo nostálgicos


Escuché hace unos días por radio a las Hermanas Serrano en la actualidad, recordando sus éxitos de los cincuenta y tuve un ataque de nostalgia. Tuvieron una carrera breve, pero grabaron el primer disco de música ligera en catalán de después de la guerra y yo tarareaba de pequeña su Mandolino de Texas y aquello de ola, ola, ola, ola, no vengas sola, ola, ola, ola, ven con mi amor... Me vino a la cabeza todo un mundo infantil imitando artistas ante un espejo, celebrando fiestas con familiares que ya no existen, recitando poesías subida a una silla.

Las Navidades nos traen esa melancolía especial, añoranza, autocompasión, ternura. A pesar de las muchas tonterías que hacemos durante esos días, (compras excesivas, regalos absurdos, felicitaciones vacías de contenido), no nos podemos escapar del ambiente, muy pronto, en nuestra vida, ligado a recuerdos familiares, a personas que nos han dejado, a fiestas del pasado y a belenes con olor a musgo.

Cuando era joven y estudiaba, una vigilia de Navidad, quedamos en casa de un amigo con un grupo de mi edad. Lo pasamos muy bien y después, al salir, fuimos a pie hasta el metro, pasando por delante de la catedral de Barcelona. En aquella época la feria de Navidad duraba hasta Nochebuena, hacía poco que habían desmontado los tenderetes y el suelo estaba lleno de cartones, suciedad, ramitas polvorientas. En la Rambla había borrachos, prostitutas decadentes y grupos de personas ruidosas. Era un año en el cual empezó a ponerse de moda un vaso con un cordoncito encerado que imitaba el ruido de una gallina y mucha gente iba haciendo ese ruido por la calle. Tuve como una revelación de madurez, había un mundo marginal detrás de la paz navideña, me deprimió la visión de aquella otra Navidad absurda y trágica. Pau Riba tiene dos canciones sobre Navidad desmitificadoras, que hablar de eso, de la otra verdad de la Nochebuena y del día después, cuando ya se han matado los gallos, en la mañana de San Esteban, día, en Catalunya, de hacer canelones con los restos del cocido.


Hay una película inmensa sobre la Navidad real, Plácido, de Berlanga, con un Cassen en estado de gracia. Se ironiza sobre la solidaridad de entonces, con aquellos pobres viejecitos invitados a la mesa de los ricos. Hoy hemos variado la solidaridad adaptándola a los nuevos tiempos, pero sigue siendo bastante folklórica. Hace años se decía que en el futuro no haría falta caridad, ni compasión, ni limosnas, pero parece que no nos escapamos de maratones ni colectas, en estos días. A pesar de todo, de los papanoels de plástico colgados de los balcones, de las lucecitas histéricas y de toda la parafernalia, hay algo mágico que resurge en esos días: los niños, los Reyes Magos, los lazos familiares. Después, lentamente, los días iran alargando sus horas de sol y volveremos a la sagrada vida cotidiana, a la santa rutina que, con los años, me parece mucho más agradable que las fiestas extraordinarias.

martes, 9 de diciembre de 2008

Reflexiones barcelonesas de camino hacia la Rambla



Me gustaría poder montar un blog con anécdotas, paisajes, historias y fotos de Barcelona, aunque ya existen algunos de muy buenos sobre el tema. También Madrid, ciudad que me encanta y donde siempre me he sentido muy bien, tiene blogs estupendos, yo diría que más ambiciosos que los de Barcelona, pero, qué sería de nosotros sin esa rivalidad ancestral?

La verdad es que me cuesta la especialización, tengo más tendencia a la variedad de colmado de barrio o de bazar chino, de todo un poco. Ahora estoy intentando mantener un blog com mujeres poetas,
en català, y me representa un esfuerzo importante.


Admito que soy barcelonesa vieja, que mis paseos se limitan a eso que se ha llamado, 'la vuelta de la Moños, personaje típico de la ciudad anterior a mi nacimiento. Esa vuelta comprende ir desde el Paralelo a la Rambla, sobre todo, por las viejas calles del Raval, hoy llenas de recién llegados de todo el mundo. Ahora tengo metro, pero continuo, si puedo, haciendo este trayecto a pie. En el Raval se desarrolló una buena parte de la vida de una parte de mi familia, aún me parece escuchar a mi madre contándome cosas de su infancia, de una casa importante, Ca l'Erasme, de industriales pioneros, donde havia servido su abuela y donde había trabajado su bisabuelo. De camino a la Rambla, con amigas o sola, siempre me pesaba en la báscula de El Regulador, la Joiería-relojería Bagués, que era gratuita. En esa báscula vi como aumentaba mi peso al ritmo de cinco quilos cada diez años, cosa que antes se consideraba razonable y hoy parece una vulgaridad. Ahora están convirtiendo esa joyería en un hotel, ay. No sé qué será de la báscula. Los joyeros barceloneses formaron una clase algo aristocrática, en la novela Mariona Rebull la familia de la chica, de joyeros, no ve con buenos ojos su unión al fabricante Rius. Muchos intelectuales catalanes venían de familias de joyeros o relojeros.


Mariona Rebull se hizo en cine allá por los años cuarenta, fue una digna versión para la época, protagonizada por Blanca de Silos, gran actriz que vivió muchos años, aunque se retiró joven y que ha tenido la desgracia de pasar a la posteridad por haber sido la protagonista de Raza, con guión del mismísimo Franco. De Mariona Rebull se hizo una serie en blanco y negro, por la tele, protagonizada por Jesús Puente y María José Alfonso y en épocas más recientes La saga de los Rius, en color, un poco lenta, pero bien ambientada e interpretada. A mi es que Maribel Martín me gustaba mucho hiciera lo que hiciera, lástima que ahora no se deje ver.

Mariona Rebull la escribió Ignacio Agustí, que había sido una promesa de la poesía catalana de antes de la guerra, pero que se unió al bando franquista y se pasó al castellano. A pesar de que por ese motivo hay quien le tiene manía, la historia de los Rius es todavía un interesante fresco sobre la Barcelona de la época, sobre todo en sus dos primeras partes. El pobre viudo Rius que encuentra a su esposa en el palco del Liceo, en compañía del seductor Villar, el día de la bomba, que ya es desgracia, lo pasa muy mal, aunque en la segunda parte tiene un pequeño lío con Lula, que en la peli antigua era Sara Montiel, joven y espléndida, pero no se decide a tirar canas al aire y vuelve al trabajo, como ha de ser y como eran los catalanes tópicos y típicos de aquella època gloriosa y convulsa.


Blanca de Silos hizo muchas películas, se casó con un noble polaco y murió muy mayor, en el 2002, sin que se hablase demasiado de ella. En una de sus películas, En un rincón de España, salían como extras muchos niños polacos acogidos en Barcelona. Estos niños fueron en muchas ocasiones robados a sus familias a causa de su aspecto ario, por los alemanes, y entregados a familias alemanas. Después de la guerra algunos regresaron con sus padres biológicos o fueron acogidos en algun lugar, en Barcelona residieron durante unos años algunos de ellos, y parece que guardan muy buen recuerdo de España. Hace pocos días se ha vuelto a reunir en mi ciudad un buen grupo y se ha hablado bastante del tema. Por casualidad coincidió este hecho con mi lectura del libro Marcas de nacimiento, de Nacy Huston, cuya historia está basada en uno de esos casos dramáticos.


Las guerras son horribles y generan todo tipo de injusticias y tragedias. La paz es frágil y hay que protegerla como sea, nunca estamos del todo vacunados contra la barbarie o la sinrazón. Lástima que siempre hay guerras en un sitio u otro, parece que moriré sin haber conseguido contemplar aquella vieja utopía de la paz mundial. Bien, la esperanza es lo último que se pierde, dicen.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Misterios inexplicables, verdades ocultas

Me gusta el nombre que he puesto al blog, me recuerda el de un libro de Pere Calders, 'Cròniques de la Veritat Oculta'. Calders es un gran autor de narraciones breves, el mejor hasta hoy, según mi opinión, en catalán. Creo que existen algunas traducciones al castellano de sus cuentos.


Sin embargo su espíritu literario me ha jugado algunas malas pasadas. He citado alguna vez un cuento suyo, el de un jinete que regresa a su casa de noche, y al releerlo, después de algunos años, me he dado cuenta de que lo he citado mal, de que, prácticamente, he inventado otro cuento. La memoria es traidora y hay que tener cuidado con lo que se afirma de forma poco documentada. Los políticos de hoy suelen citar mal frases literarias, poemas. En eso tendrían que aprender de personajes como Fraga, a quien tantos defectos podemos encontrar, pero que era un lince en sus citaciones diversas, cosa que le hacía ameno, a pesar del fondo de la cuestión.



Una vez escribí una narracion en la que salía un loro catalán. Más adelante me di cuenta, también, de que era casi un plagio de otra de Calders, que habla de un catalán que encuentra un loro que habla ese idioma, por las américas. La verdad es que plagié de forma inconsciente, por eso ahora tengo más benevolencia con los plagiadores, quizá no siempre lo hacen de forma intencionada.



Hace años, por la tele, emitieron una breve historia que creo que protagonizaba Carlos Estrada, gran y guapo autor, creo que ya fallecido. Un creador, no recuerdo si escritor o músico, al imaginar sus obras se encontraba con que un extraño personaje 'leía' sus ideas y las plagiaba antes que él las diese a conocer. La historia era sumamente inquietante, aunque quizá tampoco, por lo que he contado de la memoria, fuese exactamente como la cuento ahora. No sé quién era el autor del guión, por cierto.



Verdades ocultas, misterios de la memoria, facultad del alma hoy algo despreciada, por desgracia, de forma injusta. Tanto que se la llego a llamar 'inteligencia de los torpes'. La memoria es necesaria para todo, perder la memoria es un drama y sin memoria no se puede hacer nada. Respecto a los plagios inconscientes, quizá tengamos una especie de alma colectiva que nos juega esas malas pasadas.