sábado, 22 de noviembre de 2014

LA MEJOR LOTERÍA ES EL TRABAJO (SI LO HAY) Y LA ECONOMÍA (SI SE PUEDE ECONOMIZAR)



Este año el anuncio de la lotería de Navidad pretende ser emotivo, realista y casi solidario, cosa difícil dadas las circunstancias. Al menos, comparado con el del año pasado, habrá dado trabajo y algún dinerillo a actores anónimos o poco conocidos, no como el de 2013, ya es algo. La lotería es un gran engaño, una gran profesora de matemáticas que tuve en magisterio, María Rubiés, explicava que si la gente supiese matemáticas y las pocas probabilidades de ganar algo en esas cosas no participaría en ese gran engaño. Rubiés muy religiosa, militó siempre en CIU pero protestó de diversas cosas de forma pública, una de ellas aquello del rasca-rasca catalán, cosa que hizo que la condenaran casi al ostracismo. En viquipèdia, claro, nada se cuenta de todo aquello, pero el semanario El Temps publicó de forma póstuma una entrevista muy explícita sobre los problemas que tuvo con el partido. Claro que las cosas póstumas no tienen mucho peso, se obvian y se olvidan y todo pasa.

Sin embargo dudo del hecho que saber matemáticas nos evite caer en trampas de este tipo. En general deseamos vivir con ilusiones y espejismos y como dice mucha gente, a alguien le toca. Escuché al escritor Pere Calders, en una ocasión, hablando sobre la muerte y la posibilidad de escapar de ella, posibilidad imposible, valga la redundancia: si veiessis que al menys se n'ha escapat un... Pero de morirse no se ha escapado nadie, que se sepa y la lotería si que toca a alguien, aunque sea a poquitos. Y los medios de comunicación magnifican a los vencedores en lo que sea, futbol, motos o lotería, para fomentar la emulación.

El anuncio de este año es emotivo y sensiblero, muy bien hecho y muy bien interpretado, y por ello mucho más peligroso que otros anteriores. De historias de la lotería conozco más bien de malas que de buenas, hace muchos años tocó bastante dinero en un pueblecito catalán y todos sus vecinos acabaron peleados. Un repugnante infanticidio que sucedió en Granollers tuvo su detonante en el tema de la lotería. Mi abuelo no se hablaba con alguien del trabajo por no sé qué motivo relacionado con una lotería que no le vendió. Ha habido muchos casos en que alguien se ha largado con la lotería premiada, que pertenecía a un colectivo, y no lo han visto más. La mayoría de veces no toca nada o muy poco y por ello todo sigue igual el día después, el de la salud, como dice un comentario popular.

En mi casa, como en otras casas trabajadoras humildes se decía aquello de qué la mejor lotería son el trabajo y la economía. Pero hoy ni siquiera hay trabajo y por lo tanto no puede haber economía. Sin embargo, gastar un dinerillo en lotería, por si acaso, tampoco parece prudente. Yo compro algo de lotería estos días, de asociaciones diversas, sé que hacen un poco de calaix gracias a la lotería navideña, aunque sea ese un método que se prestaría a muchas valoraciones. Hay personas que te comentan que un buen puñado de dinerito te cambiaría la vida pero es que yo ya no quiero que me la cambien, la verdad.

Hace unos días por la tele catalana oficial se comentaba el repunte ocupacional de estos días y salían unas cuantas personas de edades diversas, hombres y mujeres, haciendo patéticos paquetitos y poniendo lacitos a regalos y lotes navideños. Estaban contentos con el empleo que, a tot estirar, les iba a durar un par de meses. Era como si les hubiese tocado la lotería. La lotería de la pedrea, claro. No sé qué les debían pagar, me temo que poco. ¡A lo qué hemos llegado! No sé dónde están los sindicatos ni si existen todavía y cómo se permiten esos contratos que duran días, semanitas, algun mes. Me siento como una ganadora de la lotería cuando cada mes me ingresan mi paguita de jubilada, de forma puntual y que sin ser gran cosa me permite eso tan de moda en la educación papanatas, compartir. 

Ayer, en Barcelona, encendieron las luces navideñas, más de un mes antes de Navidad, para hacerlas coincidir con una movida que se llama The Shopping Night, destinada a que te pasees por el Paseo de Gracia por la noche y compres y compres. El Portal de l'Angel se ha convertido ya en una zona carísima de la ciudad, de las antiguas tiendas de hace algunos años no queda casi nada, el recuerdo. Todo son marcas, ropa y tonterías. Las librerías resistentes se han tenido que ir a otras zonas. Me temo que el puerto de pescadores de la Barceloneta va a durar poco con la movida de barcos de lujo que se van a instalar por allí. En fin, es todo tan surrealista en ese primer cuarto de siglo que sólo deseo quedarme cómo estoy y disfrutar de la salud mientras dure pues es éste un bien efímero y temporal, como todo. Lo peor es que el masoquismo popular inocente inundará la shopping night esa de la misma manera que, en otro orden de cosas y salvando las distancias, en Sevilla más de ochenta mil personas han ido a despedir con emoción evidente a una señora latifundista y multimillonaria que no creo que haya dejado su fortuna a los pobres, precisamente.
¿Podrán hacer algo los grupos políticos alternativos que emergen, vigilados y criticados por todas partes? Bueno, esperanza que no falte. Ya tiene su mérito que personas jóvenes y diferentes quieran dedicarse a algo tan peligroso y corruptor como la política. Las luces de Navidad, a ese paso, las van a encender a finales de agosto, así podremos consumir con más tiempo, domingos y fiestas de guardar incluídas. Al menos, supongo, todo eso dará trabajo temporal e inestable a dependientes y dependientas mal pagados, me imagino, pero algo es algo dijo un calvo. En Catalunya, además, tenemos una lotería nostrada, para hacer patria y que la ganancia quede en casa, La Grossa, anunciada por un monigote feísimo e inquietante diseñado por el peor enemigo del invento, me temo. Media humanidad, me dijo alguien, vende para que la otra mitad compre. Y lo peor es que si no compramos nada todo ira todavía peor, o así lo cuentan los expertos.