La ciudadanía pacífica y poco beligerante, algo conservadora quizá, ya que a cierta edad una acaba entendiendo la necesidad de conservar alguna cosa, lo pasamos muy mal con los estirabots, sandeces graciosas e inoportunas con que nos obsequia cada día algún político, ex-político o aspirante a político, además de ciertos sectores periodísticos que buscan audiencia incondicional.
Me supo muy mal la referencia de Mas al imperfecto castellano hablado en Andalucía o Galicia, todavía me sentó peor lo de los bares llenos de ciudadanos del sur, vía señor Durán. Sin embargo ambos me parecen políticos respetables, considerando el panorama. Respetable no quiere decir que comulgue con sus ideas, al menos no siempre. También me molesta que después se quiera maquillar lo dicho con todo tipo de explicaciones. Una cosa es poner sobre la mesa, de forma seria, el tema de la inmersión o el del clientelismo subvencionado y otra meterse con el ciudadano de a pie con el recurso de tópicos que ya deberían formar parte del pasado.
Un político que durante la transición gozó de gran respeto incondicional fue el señor Peces-Barba, pero va y se me descuelga con una barrija-barreja pseudohistórica acerca de naciones, portugales, cataluñas, comprar y vender, quedarse o no quedarse, bombardear o no bombardear. En fin, para qué ahondar en las heridas, en youtube y en todas partes se pueden ver y escuchar esas desafortunadas bromitas que hicieron levantarse en pleno a la abogacía catalana, plantando a don Gregorio, en un acto de cierta dignidad corporativa. Y que han generado un rosario de protestas encendidas por muchas partes y más bromita poca-solta por otras.
La historia frívola y oportunista sirve para todo y cerca de casa he escuchado también muchas cosas raras históricamente comprobadas, de sentido contrario, en boca de personas diversas. Sin embargo no es lo mismo un comentario en un bar, aunque sea en un bar catalán, que una conferencia seria realizada por un señor de tal calibre. Lo del hijo homosexual, negro y catalán no tuvo tanta importancia porque las idioteces expresadas en lugares de poca categoría y cultura ausente vale más olvidarlas. Sin embargo, lo del señor padre de la Constitución, es muchísimo peor.
Incluso el Conde Duque de Olivares, un caballero muy odiado por casi todo el mundo, fue evocado en el discurso gracioso. Personalmente siempre he reivindicado el estudio en profundidad de su figura, antipática desde su misma época y no sólo en Catalunya. Quevedo, que también escribió tonterías sobre los catalanes, era el bueno y el Conde-Duque, el malo de la película, en aquella obra emblemática de teatro, El caballero de las espuelas de oro, de Casona.
El Conde-Duque fue un hombre de su tiempo con poco carisma y en su época hay que situarlo y estudiarlo, una época de formación de estados agresivos, con una Francia a punto de comérsenos a todos. Resucitarlo fuera de contexto me parece una muestra más de un mal nacional y nacionalista, la gran ignorancia sobre la historia real, las pocas ganas de profundizar en nada, la gandulitis ante el esfuerzo mental que precisa el estudio serio de la historia, de la nuestra y de la de los otros. La frivolización de todo, incluída la vida social y política.
Seguro que el señor Peces-Barba tenía temas más interesantes de qué hablar, pero es habitual en época de crisis buscar enemigos o intentar hacerlos para tener razones que distraigan al personal del mundo real. Cuando yo, de jovencita, decía tonterías, mi madre replicaba: parece mentira que seas maestra. Sólo se me ocurre decir a ese señor algo parecido: parece mentira que usted sea abogado y que acabase la carrera con tan buenas notas.
Siempre se ha hablado de la posibilidad, creo que remota, de formar una federación ibérica que incluyera Portugal. La unión peninsular fue el sueño truncado de muchos monarcas, como Felipe II, otro personaje a recuperar, reivindicar y situar en su contexto, quién, por cierto, murió con una cruz montserratina en las manos. Estaría bien, incluso en ese caso se podría plantear rehacer el tema con una federación real, pero eso, como tantas cosas, es hoy un sueño cada vez más lejano. El independentismo sube, según dicen las encuestas, a pesar de sus malos líderes, de sus divisiones internas, de sus planteamientos algo etéreos y que no entran demasiado en el cómo. Cosas como ese tipo de discursitos, como es natural, van echando gasolina al fuego mientras en la vida de verdad preocupan aspectos más terrenales, como el paro, las hipotecas, los recortes imprescindibles o no, pero siempre mal explicados. Seguro que en los tiempos del Conde-Duque también preocupaba más el hambre que la mitología patriótica, me temo.
Sin embargo, visto y oído todo eso, creo que urge plantear qué y cómo se estudia la historia en las escuelas de nuestro tiempo. Cuando yo iba a la Normal, a finales de los sesenta, se hablaba en la Unesco de editar manuales escolares de historia, europeos, más objectivos. Hemos llegado al euro, sin embargo llegar a aparcar nuestros mitos patrios del signo que sea para estudiar el pasado de forma algo más universalista me temo que todavía es una especie de espejismo, un sueño.
La que va a caer ahora con ese tema me recuerda el título de una película -mala- que interpretó Serrat y no puedo evitar hacer una bromita tonta: La larga agonía de Peces fuera del agua. Fuera del agua del sentido común.
Sin embargo, visto y oído todo eso, creo que urge plantear qué y cómo se estudia la historia en las escuelas de nuestro tiempo. Cuando yo iba a la Normal, a finales de los sesenta, se hablaba en la Unesco de editar manuales escolares de historia, europeos, más objectivos. Hemos llegado al euro, sin embargo llegar a aparcar nuestros mitos patrios del signo que sea para estudiar el pasado de forma algo más universalista me temo que todavía es una especie de espejismo, un sueño.
La que va a caer ahora con ese tema me recuerda el título de una película -mala- que interpretó Serrat y no puedo evitar hacer una bromita tonta: La larga agonía de Peces fuera del agua. Fuera del agua del sentido común.