viernes, 28 de octubre de 2011

Peces fuera del agua

La ciudadanía pacífica y poco beligerante, algo conservadora quizá, ya que a cierta edad una acaba entendiendo la necesidad de conservar alguna cosa, lo pasamos muy mal con los estirabots, sandeces graciosas  e inoportunas con que nos obsequia cada día algún político, ex-político o aspirante a político, además de ciertos sectores periodísticos que buscan audiencia incondicional.

Me supo muy mal la referencia de Mas al imperfecto castellano hablado en Andalucía o Galicia, todavía me sentó peor lo de los bares llenos de ciudadanos del sur, vía señor Durán. Sin embargo ambos me parecen políticos respetables, considerando el panorama. Respetable no quiere decir que comulgue con sus ideas, al menos no siempre. También me molesta que después se quiera maquillar lo dicho con todo tipo de explicaciones. Una cosa es poner sobre la mesa, de forma seria, el tema de la inmersión o el del clientelismo subvencionado y otra meterse con el ciudadano  de a pie con el recurso de tópicos que ya deberían formar parte del pasado.

Un político que durante la transición gozó de gran respeto incondicional fue el señor Peces-Barba, pero va y se me descuelga con una barrija-barreja pseudohistórica acerca de naciones, portugales, cataluñas, comprar y vender, quedarse o no quedarse, bombardear o no bombardear. En fin, para qué ahondar en las heridas, en youtube y en todas partes se pueden ver y escuchar esas desafortunadas bromitas que hicieron levantarse en pleno a la abogacía catalana, plantando a don Gregorio, en un acto de cierta dignidad corporativa. Y que han generado un rosario de protestas encendidas por muchas partes y más bromita poca-solta por otras.

La historia frívola y oportunista sirve para todo y cerca de casa he escuchado también muchas cosas raras históricamente comprobadas, de sentido contrario, en boca de personas diversas. Sin embargo no es lo mismo un comentario en un bar, aunque sea en un bar catalán, que una conferencia seria realizada por un señor de tal calibre. Lo del hijo homosexual, negro y catalán no tuvo tanta importancia porque las idioteces expresadas en lugares de poca categoría y cultura ausente vale más olvidarlas. Sin embargo, lo del señor padre de la Constitución, es muchísimo peor.

Incluso el Conde Duque de Olivares, un caballero muy odiado por casi todo el mundo, fue evocado en el discurso gracioso. Personalmente siempre he reivindicado el estudio en profundidad de su figura, antipática desde su misma época y no sólo en Catalunya. Quevedo, que también escribió tonterías sobre los catalanes, era el bueno y el Conde-Duque, el malo de la película, en aquella obra emblemática de teatro, El caballero de las espuelas de oro, de Casona.

El Conde-Duque fue un hombre de su tiempo con poco carisma y en su época hay que situarlo y estudiarlo, una época de formación de estados agresivos, con una Francia a punto de comérsenos a todos. Resucitarlo fuera de contexto me parece una muestra más de un mal nacional y nacionalista, la gran ignorancia sobre la historia real, las pocas ganas de profundizar en nada, la gandulitis ante el esfuerzo mental que precisa el estudio serio de la historia, de la nuestra y de la de los otros. La frivolización de todo, incluída la vida social y política.

Seguro que el señor Peces-Barba tenía temas más interesantes de qué hablar, pero es habitual en época de crisis buscar enemigos o intentar hacerlos para tener razones que distraigan al personal del mundo real. Cuando yo, de jovencita, decía tonterías, mi madre replicaba: parece mentira que seas maestra. Sólo se me ocurre decir a ese señor algo parecido: parece mentira que usted sea abogado y que acabase la carrera con tan buenas notas.

Siempre se ha hablado de la posibilidad, creo que remota, de formar una federación ibérica que incluyera Portugal. La unión peninsular fue el sueño truncado de muchos monarcas, como Felipe II, otro personaje a recuperar, reivindicar y situar en su contexto, quién, por cierto, murió con una cruz montserratina en las manos. Estaría bien, incluso en ese caso se podría plantear rehacer el tema con una federación real, pero eso, como tantas cosas, es hoy un sueño cada vez más lejano. El independentismo sube, según dicen las encuestas, a pesar de sus malos líderes, de sus divisiones internas, de sus planteamientos algo etéreos y que no entran demasiado en el cómo. Cosas como ese tipo de discursitos, como es natural, van echando gasolina al fuego mientras en la vida de verdad preocupan aspectos más terrenales, como el paro, las hipotecas, los recortes imprescindibles o no, pero siempre mal explicados. Seguro que en los tiempos del Conde-Duque también preocupaba más el hambre que la mitología patriótica, me temo. 


Sin embargo, visto y oído todo eso, creo que urge plantear qué y cómo se estudia la historia en las escuelas de nuestro tiempo. Cuando yo iba a la Normal, a finales de los sesenta, se hablaba en la Unesco de editar manuales escolares de historia, europeos, más objectivos. Hemos llegado al euro, sin embargo llegar a aparcar nuestros mitos patrios del signo que sea para estudiar el pasado de forma algo más universalista me temo que todavía es una especie de espejismo, un sueño.


La que va a caer ahora con ese tema me recuerda el título de una película -mala- que interpretó Serrat y no puedo evitar hacer una bromita tonta: La larga agonía de Peces fuera del agua. Fuera del agua del sentido común.


viernes, 21 de octubre de 2011

Muerto el perro, muerta la rabia?







Creo que fue Pepe Beúnza, pionero pacifista insumiso, quién, en una entrevista, ante la pregunta de si hubiese matado a Hitler de poder hacerlo respondió que era absurdo matar a alguien que era producto de una sociedad. Creo que mucha gente de espíritu pacifista habrá pensado algo parecido ante la muerte de Gadafi, personaje que con tantos políticos se había fotografiado, por cierto, como en su época de poder hicieron Mussolini, Hitler, Stalin. Incluso Franco.

Los dictadores se mantienen en el poder gracias a un determinado entorno y a los favores externos de las grandes potencias a las cuales son, en algún momento, útiles. Y también con el apoyo de una parte del pueblo, ya sea por miedo, conformismo, adecuación interesada o temor al cambio imprevisible. Acaban siendo un símbolo y al desaparecer, normalmente de forma violenta, con la excepción del nuestro, su fin es celebrado como el final de una época. Sin embargo no siempre su desaparición significa un cambio real aunque a veces se da un cambio aparente.

Nosotros, los españoles, los catalanes, deberíamos saberlo mejor que nadie. Las alegrías del final de la segunda guerra mundial mantuvieron en el poder a nuestro dictador y su entorno, por razones de estrategia política, de intereses diversos, muchos de los cuales económicos. Se ha hablado poco de la ayuda bajo mano que el gobierno inglés daba a los franquistas mientras, de cara a la galería, los jóvenes idealistas de aquel país eran celebrados como héroes cuando venían a combatir por la libertad. 

Lo mismo les ocurrió a los territorios que cayeron en la zona de influencia comunista. Los grandes se repartieron el pastel a su gusto, como siempre. Hay películas magníficas sobre el tema, como Cenizas y diamantes, hoy poca conocida por la gente joven. Qué triste y decepcionante debe ser salir de una dictadura para caer en otra peor, después de haber luchado por la democracia, por la libertad!

En el mundo hay un gran número de conflictos terribles de los cuales no se habla o se habla muy poco. Y unos cuantos de conocidos, a menudo muy mal conocidos aunque se hable cada día de ellos, como la cuestión palestina, por ejemplo. La televisión, los periódicos, olvidan pronto noticias que antes de ayer fueron importantes, y a menudo se regodean en imagénes violentas sobre las cuales a veces nos advierten, antes de pasarlas, por si hieren nuestra sensibilidad pequeño burguesa de nuevos ricos en crisis. 

La guerra civil española llenó muchas páginas de revistas con fotografías y llamadas a la conciencia de los demócratas europeos, pero nuestra larga dictadura ya resultaba aburrida y repetitiva y no parecía tan interesante. De hecho, por ciertos países europeos había un cierto desprecio por esa España de pandereta y frailes que aguantaba todo aquello. Un viejo luchador anarquista, ya fallecido, Pons Prades, me comentó un día que la Europa desarrollada, Francia, Inglaterra, no tenían ningún interés en una España moderna, competitiva, democrática. Pensé entonces que exageraba, hoy no lo tengo tan claro. Para sentirse uno rico ha de haber pobres, para sentirse sabio hay que contar con ignorantes cercanos, nuestra autoestima se suele valorar por comparación. Hoy vamos nosotros de ricos a veranear a sitios de pobres y nos escandaliza ver como algunos immigrantes viven de forma humilde, aunque mucho menos humilde que nuestros propios padres y abuelos.

Cuando murió Franco, en la cama y de muerte natural, hubo quien lo celebró con cava, que entonces se llamaba champán. No entiendo demasiado como estamos tan orgullosos de esa recuperación democrática complicada y vergonzante, siempre he envidiado a los portugueses que, al menos, consiguieron echar al dictador aunque ya fuese viejecito. Las batallitas de aquella época, contadas a nuestros nietos, suenan incluso heroicas, casi parece que conseguimos lo imposible, cuando a nivel internacional ya estaba todo a punto para el cambio moderado, incluída la bendición del Tío Sam, pariente bien situado pero algo inquietante que hacía cuatro días había ayudado a todo lo contrario en algunos países hermanos


No sé quién dijo que no hay ninguna derrota que una página de libro de historia no pueda mejorar. Tal y como se habla hoy de la guerra civil y después de borrar del mapa monumentos y recuerdos de aquellos llargos años, incluídas las flechitas del ministerio de la vivienda, parece que incluso la guerra la ganó la izquierda. Más honesto hubiese sido contextualizar ese tipo de cosas, haciendo de ellas una lectura actual y democrática, reconvirtiéndolas en una lección de historia real, reivindicando las víctimas no reivindicadas sin olvidar las mal reivindicadas ni las olvidadas por ambas partes, por incómodas. 

Afortunadamente no caímos en nuevas violencias, al menos a nivel general, un temor habitual de muchas personas de la época de mis padres, por razones obvias. No todos los países tienen la misma suerte, a veces la inestabilidad es más cruel que la terrible situación anterior, por desgracia. Por lo que se refiere al otro tema del día, evidentemente me alegro de que ETA deje las armas y todo eso. Sin embargo la paz verdadera no es sólo ausencia de guerra ni de lucha armada. Hace falta un cambio moral, interior, social, compartido, del que me temo que estamos muy lejos. Y un detalle curioso, poco comentado, aunque hoy he escuchado en una radio catalana que alguien lo mencionaba: la proclamación del alto el fuego la han hecho en castellano, con excepción de los vítores finales patrióticos, cuando hoy se pueden poner subtítulos en cualquier informativo. Valdrá igual?


Y aún algo más, cuando se mencionan los atentados de ETA en Catalunya se suele hablar poco o nada del de Vic, todavía resulta incómodo, quizá por tratarse de un cuartel de la guardia civil, aunque allí murieron también una mujer catalana, casada con un joven guardia que también murió. El periodista Albert Om ha sido el único, que yo sepa, que ha realizado un reportaje actual y completo sobre aquella tragedia.

sábado, 15 de octubre de 2011

Aurora Bautista y el cine histórico de nuestra infancia

Hoy cumple años Aurora Bautista, gran actriz que en mi infancia fue, sobre todo, Juana la Loca en Locura de Amor y Agustina de Aragón, la gran dama del cañón zaragozano.




En aquellos años se hizo mucho cine histórico, de época, dedicado sobre todo a ensalzar los valores hispánicos y a aumentar nuestra autoestima españolista. Sin embargo muchas de aquellas películas resultan entrañables todavía, por la dignidad de su puesta en escena y por sus interpretaciones, algo sobreactuadas, como era habitual en aquel tiempo en el cual los actores eran, todavía, muy teatrales.


Aurora Bautista, lo mismo que Fernando Rey, tenía a su padre en la cárcel por republicano. Sorprende pensar en la paradoja que representa ver esos actores en aquellos papeles, sabiendo su historia familiar, pero había que ganarse la vida y no estaban los tiempos para demasiadas alegrías. 

Muchas escenografías de aquel cine reproducían cuadros históricos, -un género que fue muy popular en la segunda mitad del siglo XIX-, de grandes pintores hoy algo olvidados o poco conocidos a causa de la dictadura de la modernidad y de los altos y bajos que suelen darse en el mundo de eso que llamamos arte.


Me sorprendió incluso que en la edición reciente de un libro sobre Pere el Gran, en catalán, el autor eligiera para la cubierta una de esas imágenes, la encantadora representación de la Batalla del Coll de Panissars -o de los Panizos- donde también castigamos de o lindo a los malísimos gabachos. 

Aquellas imágenes, reproducidas en cromos, enciclopedias y escenas de cine conformaron nuestro imaginario histórico. Estas películas nos las pasaban a veces en la escuela, en aquellos años se hacía cine en todas partes. Ir al cine escolar, a la sala de actos, era una fiesta, e incluso las monjas nos permitían reir, aplaudir cuando ganaban los buenos, dar pataditas, comer caramelos, el cine era más o menos como un recreo algo especial.

Aurora Bautista hizo también teatro de calidad, incluso atrevido, trabajo en Italia e Hispanoamérica, donde se casó, y durante unos años supimos poca cosa de ella hasta verla reaparecer en papeles secundarios de lucimiento. Por desgracia, como otras grandes actrices, se habrá sometido a algunos tratamientos rejuvecenedores de esos que hacen perder el aspecto natural y reconvierten el rostro de las damas mayores en una especie de máscara poco natural. Vi por la tele hace poco a Leslie Caron y lo mismo. 


Locura de amor nos gustaba pero como en la escuela, de pequeña, eres siempre algo gamberra, nos reíamos de lo lindo imitando a la reina cuando acompaña el féretro de Felipe el Hermoso y va repitiendo: ssss, está dormido... Nos reíamos como sólo se ríe en la infancia y en la escuela, de forma libre y desacomplejada, transgresora e incondicional. Aquella escena reproducía de forma bastante aproximada el cuadro de Francisco Pradilla, otro gran pintor de temas históricos, que lo realizó con menos de treinta años.


Aurora Bautista fue también una espléndida Tía Tula, para mi gusto el papel de su vida, un papel que se adaptaba como anillo al dedo a su forma de interpretar. Me alegro mucho de que todavía celebre cumpleaños, ojalá pueda celebrar muchos más, forma parte de mi imaginario personal y sentimental, de mi propia historia íntima.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Tópicos y prejuicios vigentes y recurrentes







No entraré en el fondo de la cuestión de las declaraciones del señor Durán sobre los andaluces y los bares, evidentemente hay que revisar la política de clientelismos, peonadas y subvenciones, pero me ha molestado la referencia porque recupera un tópico antiguo, el del andaluz gandul. El señor Mas, hace poco, hablando de la enseñanza de la lengua catalana, también hizo una especie de gracieta sobre el castellano que hablan en Andalucía. 

Tratar estos temas es espinoso y peliagudo. Resucitan todos los demonios viscerales, incluído el señor Guerra. Sobre los catalanes se dicen muchas tonterías y crueldades por esos blogs de Dios, que me dan muchos disgustos, a mi, que soy catalanista moderada -creo- y federalista. Veánse los chistes que cuelgo de forma desacomplejada y tolerante. Sin embargo todo eso demuestra que aún vivimos rodeados, inmergidos, en prejuicios e ignorancias recurrentes. Al señor Mas se le podría objetar que todas las formas dialectales son importantes y que también el català que se habla en Mallorca resulta difícil de entender a los que vamos allí por primera vez. Si la capital de España se hubiese establecido en Sevilla la normativa sería diferente, lo mismo que si Valencia hubiese sido capital catalana consensuada.

Respecto a los andaluces, aunque a Catalunya ha venido gente de toda España, han sido ellos los más mal tratados por ese tipo de prejuicios, como antaño lo fueran los murcianos, aunque en los árboles genealógicos del presente catalán casi todo el mundo tiene ancestros con estos honorables orígenes. Cuando yo realizaba mis prácticas de magisterio en una escuela de Barcelona, a finales de los sesenta, recuerdo una inolvidable maestra que insistía en el tema, explicando una y otra vez que los andaluces eran muy trabajadores. Y eso que el alumnado era, mayoritariamente, de habla castellana! O sea, que entre los inmigrantes de entonces, también había 'clases y prejuicios'.

Paco Candel, tan recordado y que tanto contribuyó a hacer cambiar la percepción de aquellos inmigrantes,  ironizaba hace unos años sobre las recientes llegadas de gente de todo el mundo a nuestros pueblos y ciudades: ahora resulta que los catalanes y los castellanos nos parecemos más de lo que creíamos, decía, con ese humor algo serio que le caracterizaba. 

Sin embargo, en la immigración reciente también hay un ase dels cops, un sectors que se lleva la mayor parte de los prejuicios actuales, el moro. Hace algún tiempo, en una peluquería del barrio, unas damas se pusieron a protestar sobre la llegada de inmigrantes de Marruecos y otra señora, ya mayor, protestó de forma muy visceral, sus padres habían vivido allí algunos años, había de todo como en todas partes y durante la guerra les habían ayudado mucho gente mora, ya que se habían encontrado en verdadero peligro debido a las circunstancias.

La realidad evidente es que en todas partes hay de todo y que a la gente hay que juzgarla de forma individual. Sin embargo... Hace unos días escuchaba un programa de radio, al cual llaman espontáneos, dos chicos marroquís se quejaban de la percepción que tiene la gente de ellos y de qué en el tema de los papeles han de esperar muchos más años que los hispanoamericanos. La locutora manifestó que no conocía el tema a fondo pero entonces llamó una chica que tenía parientes hispanoamericanos y explicó que los muchachos tenían razón y que era porque existían convenios con los países latinos diferentes de los que había con Marruecos sobre este tema. Lo hizo de forma amable, sin entrar en valoraciones.

Pero entonces llamaron un par de hispanoamericanos, uno de ellos de Uruguay. Según su opinión eso tenía que ser así porque ellos tenían la misma cultura que los españoles. Del tema catalán ni siquiera hablaron. Además el uruguayo incluso sacó a relucir la guardia mora de Franco para justificar la diferencia y el hecho de haber sido, ellos, colonia española. Marruecos, una parte, también fue protectorado español y allí se desarrollaron muchas tragedias, en la época de las guerras de África, poco conocidas y estudiadas todavía, con alguna excepción como algunos libros de Lorenzo Silva. 

Con motivo de algunos jaleos que hubo hace algún tiempo en la barriada de una ciudad catalana se pudo ver a un hombre que hablaba castellano encarándose a un marroquí: tu no serás nunca como yo, que soy español, le decía.

Todas esas maneras de expresarse y proceder molestan, incluso provocan resentimientos y en épocas trágicas resultan peligrosos. Muchas actuaciones de la temida FAI deberían contar, al estudiarse, con la situación en qué se encontraron aquellos inmigrantes en su época, no para justificar nada pero sí para entender un poco según qué reacciones. 

La historia sirve para lo que se quiera, es fácilmente tergiversable. Lo mismo pienso, claro, cuando leo o escucho afirmaciones sobre eso de qué Catalunya es España por definición. O lo contrario, que no lo es, ni lo ha sido, ni lo será. Estados, países, nacionalidades, son abstracciones, construcciones culturales que pueden hacerse o deshacerse y siempre hay que mirar el presente y no justificar ideologías míticas con pasados que pueden encontrar interpretaciones divergentes.

En el fondo todo es ignorancia y la ignorancia es muy atrevida, aún más cuando la esgrimen señores con titulaciones universitarias y doctorados diversos o líderes carismáticos.

Afortunadamente, si nos dejan tranquilos, la vida cotidiana es amable y acabamos siendo amigos de cualquier recién llegado de la vecindad que se comporte de forma normal, que son la mayoría. Tampoco hay que caer en el buenismo que lleva a afirmar lo contrario, que somos buenos por naturaleza, ensalzando valores corporativos muy dudosos. 

La gente es como es y uno mismo no es siempre igual. Sin embargo deberíamos llegar a una cierta madurez que dejase a un lado tanta tontería y tanto prejuicio. Claro que afirmando los defectos de los otros reforzamos nuestro ego y creer que somos mejores que otros nos da seguridad, aún en el caso de que no hayamos hecho nada para conseguir la denominación de origen.

Sobre lenguas, dialectos y el resto, lo mismo que sobre países, todo es accidental y variable y latín mal hablado, en nuestro caso y en muchos otros. Y sobre la cultura, ay, nadie sabe qué es, existen de ella miles de definiciones que, según me han contado, más de uno ha tratado de recoger en algún libro.

lunes, 3 de octubre de 2011

80 años después: Clara Campoamor y el voto femenino



La victoria total, completa, aplastante de un bando sobre el otro, cargará al vencedor con la responsabilidad de todos los errores cometidos y proporcionará al vencido la base de la futura propaganda, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. (Clara Campoamor, "La revolución española vista por una republicana", Ediciones Espuela de Plata, 2005, p. 179)




Se cumplen hoy ochenta años de la aprobación del voto femenino,en el marco de la segunda república. No fue fácil conseguirlo. Se enfrontaron dialécticamente Victoria Kent y Clara Campoamor. La primera, como la mayoría de la izquierda, no era partidaria de aprobar la ley. Se creía que la iglesia tenía una gran influencia en las mujeres y que la balanza electoral se inclinaría con más facilidad a  la derecha. Incluso una parte de la derecha liberal temía lo mismo, deber la posible elección a las beatas.


Al final se concedió el voto a las mujeres y en las elecciones de 1933 ganó la derecha cosa que sirvió para justificar las reticencias anteriores. Se obviaron muchas otras cosas, la llamada a l'abstención de los anarquistas, la decepción popular causada por las expectativas que se habían puesto en la república y que no se podían satisfacer en tan poco tiempo y en un contexto tan complicado. En 1936, con el mismo voto femenino, ganó el frente popular.


Después ya sabemos qué pasó. La república y sus avanzadas leyes se tuvieron que mover en un contexto de grandes luchas partidistas, en un país con zonas muy atrasadas, caciquismo y grandes bolsas de analfabetismo y pobreza, con unas masas obreras divididas, con exigencias nacionalistas urgentes en algunos territorios, con radicalismos de izquierda no democráticos que querían iniciar una revolución al estilo soviético. Las derechas se unieron y radicalizaron todavía más y pasó lo peor de lo peor, como todos sabemos. El cobarde pacto de no intervención nos castigó, como nos castigó la estrategia política internacional al acabar la segunda guerra mundial, cuando los países europeos recuperaron, más o menos, sus democracias. Y tuvimos que aguantar durante muchos años una dictadura pintoresca, oportunista, camaleónica y cruel. Todavía no se ha recuperado la legalidad republicana aunque sí más o menos una democracia que puede ser imperfecta, pero que comparada con el pasado ofrece muchas más posibilidades al ciudadano y una libertad bastante razonable.


El debate entre Campoamor y Kent hizo las delicias de los señores políticos de todos los colores, que se guaseaban abiertamente de las damas que intentaban cambiar la situación de las mujeres españolas. Clara Campoamor sufrió incluso en el exilio el desprecio de ciertos políticos también exiliados, que la culpaban de no sé sabe qué. Añoraba España e intentó regresar a finales de los años cuarenta, tenia amigos en el interior y se hicieron muchas gestiones pero un factor jugó en su contra: había pertenecido a una logia masónica!!! Murió en Suiza en 1972.


Kent vivió más años y regresó a España en 1977, para volver a marchar después a los Estados Unidos. Murió diez años más tarde. En aquella época de la transición sentíamos mucha curiosidad por aquellos supervivientes de la época republicana. La entrevistó Soler Serrano en el programa A fondo y recuerdo que me pareció una señora antigua, prepotente y carca. Seguía con sus ideas de siempre sobre el voto femenino e incluso afirmaba que la mujer que quería dedicarse a una profesión o a la política no debía tener hijos, cosas así. Yo entonces era más joven y más radical y me cayó muy mal, ahora la situo en su contexto y valoro su labor. Los exiliados que regresaban a menudo no entendían la España con la que se encontraban, no era fácil.


Clara Campoamor fue una olvidada durante años, quizá porque pertenecía a una izquierda moderada y no tenía el glamour de mujeres como la Pasionaria. En estos últimos años se ha recuperado su legado, sus publicaciones, televisión le dedicó un excelente programa de Mujeres en la Historia y en este mismo año en qué estamos, con motivo del 8 de marzo, se realizó una miniserie en dos capítulos, dirigida por Laura Mañá, sobre su vida y su obra, bastante digna y bien interpretada aunque para mi gusto le faltaba algo de pasión.


Tengo devoción por Campoamor pero todas aquelles mujeres de la época que se atrevieron a romper moldes, en medio de las bromitas crueles de los señores políticos y ante la incomprensión de gran parte de la sociedad, me producen una gran admiración. La alegría del voto femenino nos duró poco. Hay actualmente muchos países donde las mujeres no votan todavía y otros en los cuales no vota nadie. Y países en los cuales se vota lo que manda quién manda. 

Todo se puede mejorar pero a menudo las protestas justificadas que en estos días proliferan no ofrecen, a mi entender, unos objectivos coherentes ni un programa de reformas posible y ordenado. Que yo sepa. Me inquietan los que dicen que hay que cambiar el sistema y no me aclaran cómo ni con que otro sistema lo van a sustituir.