lunes, 22 de junio de 2009

Aquellos actores, aquel teatro...



Me entero algo tarde de la muerte de Fernando Delgado, actor inmenso de quién, en mi adolescencia, anduve algo enamorada. No entiendo la afición de los señores a disimular sus calvas cuando hay y ha habido calvas tan atractivas. Calvas casi siempre colocadas, por cierto, sobre cerebros privilegiados. De Fernando Delgado, además de su calva, enamoraba su voz y su dicción.

No puedo dejar de añorar aquellos Estudios 1, muchos irrecuperables. Doce hombres sin piedad, sin embargo, se ha vuelto a editar y se puede encontrar incluso en bibliotecas públicas. Hace algún tiempo jugábamos con mi hermano, otro nostàlgico, a recordar quiénes eran aquellos doce hombres, actores inmensos, algunos de ellos todavía entre nosotros.

Delgado fue también director, hombre polifacético, trabajador incansable. Lo vimos en papeles buenos y no tan buenos, pero él, como tantos actores y actrices de su época, dignificaban cualquier guión. Impresiona ver la lista de obras que llegaron a montarse como decimos en catalán 'amb una sabata i una espardenya', o sea, con medios de lo más baratos, sencillos y rudimentarios. Qué tiempos aquellos... Bueno, reconozco que yo también era más joven y eso también pesa. De todas maneras creo que si me ofreciesen algún programa de teatro tan bueno de vez en cuando no sentiría tanta añoranza televisiva.

sábado, 6 de junio de 2009

Mucho más que un paisaje






Cuando era joven, de haber tenido la ocasión, probablemente hubiese querido ver mundo. Recuerdo que en unos cuentos de hadas de la época los personajes iban siempre caminando por 'el anchurosos mundo' o siguiendo el largo curso de un río hasta el mar, y yo envidiaba sus posibilidades imaginarias. Con el tiempo me he dado cuenta de la vana pretensión de conocer ningún lugar en profundidad, ni tan sólo aquel que nos acoge. Además, el turismo frívolo y masivo de estos últimos años me produce un cierto repelús, no puedo evitarlo. Esas cámaras de fotos que parecen substituir la mirada, esos grupos escuchando explicaciones que admitimos, pero que cuando se refieren a lugares conocidos nos provocan, como mínimo, hilaridad... Todo va convirtiéndose en una especie de parque temático, como esa exposición sobre Tutankamón en la cual todo es falso y que tanto éxito ha tenido y tendrá.


Sin embargo, y como los humanos -y las humanas- somos contradictorios e incoherentes, acabo de hacer un viajecito a Córcega, isla mediterránea de contrastes y con unas características muy especiales. Córcega es una muestra más de la dificultat de definir esa abstracción que llamamos identidad. Con cultura prehistórica interesante y poco conocida, cristianizada y romanizada, pisana, genovesa, vendida a Francia por Génova, con lengua propia que es una variante del italiano, honrando por todas partes a su héroe independentista
Paoli, pero magnificando también la figura de Napoleón Bonaparte, corso botifler donde los haya... Compleja es la historia y complejas sus explicaciones...


Córcega tiene paisajes montañosos extraordinarios y playas muy bonitas. Las distancias son cortas, pero difíciles, y los desplazamientos hay que contarlos en tiempo y no en quilómetros, como nos contó un amable señor que, por casualidad, se tropezó con nosotros en el bello pueblo de Vivario (uno de esos extraños milagros que suceden en la vida) y nos hizo un resumen histórico y social muy interesante sobre la isla, explicándonos que su familia era de origen griego y había llegado a Córcega a principios del siglo XVII. Al tocar el tema patrio se definió como nacionalista cultural, partidario de conservar patrimonio y lengua propia, pero poco amigo de reivindicaciones violentas; así me considero yo misma, si es que me considero alguna cosa.


Córcega ha vivido épocas muy distintas. En mi mitología literaria está ligada a obras como Colomba, de Merimée, que con nuestra Carmen se pasó de folklórico pero que en Colomba dibuja un fresco muy real de la situación social de la época, con descripciones magníficas de paisajes y gente. Córcega ya no recurre de forma habitual a la vendetta, nombre que ha quedado para la navaja típica que se vende a los turistas, aunque existe una cierta preocupación
por el tema.

Francia ha sabido fagocitar su diversidad con más habilidad que España, en apariencia, porque aquí el franquismo ha contribuído al desprestigio de la españolidad bien entendida. Córcega tiene el estauto más autonómico del país vecino, y sus reinvindicaciones han contribuído a despertar otras de más tímidas, en regiones francesas con lengua y cultura propias. Aunque eso de la cultura es también un término ambiguo y manipulable, que cuenta con miles de definiciones.


Francia cuenta desde hace mucho con una eficaz escuela pública para enraizar en sus habitantes un patriotismo democrático. Aquí no teníamos ni escuelas, cosa que quizá contribuyó también al débil adoctrinamiento sobre el tema. Se dice que Francia envió a la primera guerra mundial muchos jóvenes de las regiones respondonas, para después levantar esos temibles monumentos a los hijos de la patria muertos en el cumplimiento del deber; de hecho, en Córcega, esa guerra acabó con la flor y nata de su juventud.


La lengua corsa se escucha de forma limitada en los medios de comunicación, en este sentido nuestro catalán tiene una presencia mucho mayor e importante, a pesar de todas las dificultades. Pero está muy presente en la música popular, tanto en la más tradicional como en la moderna. Los viajes son mucho más que una colección de paisajes y monumentos y, lo admito, contribuyen a hacernos reflexionar sobre nostros mismos y sobre nuestras circunstancias.