domingo, 27 de marzo de 2016

ELEGIR NO ES OBLIGATORIO


El último suplemento cultural de La Vanguardia incluye diferentes artículos sobre la pintura realista moderna, con motivo de una exposición del Museo Thyssen. Isabel Quintanilla, entre otras interesantes reflexiones, recuerda en uno de los artículos como los pintores realistas, siempre valorados aunque fuese de puertas para adentro y de España para fuera, tuvieron que escuchar y leer que eran franquistas. Cuando la realidad es que la culturilla franquista presumió cuando le convino de vanguardismo de puertas para afuera. O que el comunismo estatalizado era bastante figurativista a lo grande.

En el mismo periódico encuentro un artículo de Quim Monzó en el cual ironiza sobre una reciente declaración del ayuntamiento barcelonés a favor de veganismo y vegetarianismo. El invento responde a una propuesta d'ERC que ya no sabe cómo llamar la atención pero todos lo han apoyado, con la excepción de PP y Ciutadans que se han mostrado algo reticentes. Es lo que tiene la disciplina de partido, aunque un cupaire de pro disfrute con las morcillas asadas un día sí y otro también o un ciudadano de derechas odie el jamón, toca hacer el paperot.

Resulta bastante inquietante comprobar como cosas que hacen referencia a la libertad individual, que cada día valoro más, se etiquetan como de derechas o de izquierdas y etiquetan también a quiénes toman de forma abierta una opción determinada. Fumar fue de izquierdas en otros tiempos y decir que te molestaba el humo en reuniones de los sesenta, incluso en reuniones escolares de padres y madres, hacía que te mirasen de forma condenatoria. Determinadas drogas peligrosas fueron mitificadas como izquierdosas. Hoy es al revés, el ecologismo y ese culto absurdo y pesadito a la Diosa Salud han contribuido a hacer girar la tortilla.

Hay gente con una gran capacidad escurridiza y hábiles para cualquier cambio de chaqueta. Lo peor es que los conversos son los más peligrosos. A menudo lo comprobé en el mundo personal pero, sobre todo, en el laboral ya que en el campo educativo converge una fauna que se cree progre y izquierdosa. Había quién en privado me aseguraba una cosa determinada sobre cualquier tema pero en los claustros de profesores votaba la contraria, sin vergüenza y para quedar bien. Por no hablar de las manipulaciones asamblearias.

Una moda de nuestro tiempo ha hecho proliferar las visitas escolares, incluso de parvulitos, a sitios como la Fundación Miró dónde creo que se adoctrina estéticamente sin ningún tipo de límite a sus visitantes inmaduros, a los cuales no se les lleva alternativamente, por ejemplo, a contemplar exposiciones de dibujos de Juan  Ferrándiz, para que elijan. Claro que lo que te predican en la infancia tiene un valor relativo e incluso contraproducente y puede que con tanta abstracción nos salgan muchos futuros artistas clasicones que quizás tengan que ir al salón de los rechazados, quién sabe.

He tenido siempre cierta afición a la pintura y el dibujo y cuando me jubilé asistí a algunos cursos de l'Escola de la Dona, un lugar entrañable siempre en peligro de extinción. Una profesora, buena pintora además, relativamente joven y que tiene un estilo realista sin que se note mucho me comentaba como en sus tiempos de estudiante en las facultades de Bellas Artes se aprendía a dibujar y pintar de forma tradicional también pero que durante un tiempo, hoy puede que ya se vaya rectificando, salían los licenciados artísticos sin saber copiar una bicicleta del natural si no era que tenían el don de origen.

Quintanilla insiste en un aspecto actual, el exceso de contar con las fotografías como recurso y la necesidad de captar la realidad de forma directa. Sin embargo los artistas siempre buscaron ayuda técnica y me temo que no hay vuelta atrás, en general, aunque existen individualidades geniales capaces de todo. Hace años la Rambla barcelonesa solía estar llena de pintores con su caballete, la gente se detenía a su lado y a veces hacía comentarios inoportunos. Hoy ves muy pocos pero lo que sí que veo con más frecuencia son grupos de gente, estudiantes pero también adultos con pinta de jubilados de cursillo, dibujando del natural en la ciudad, en el entorno urbano, en los parques.

No hay un manual para comprobar si alguien es de derechas o de izquierdas, sobre todo porque la mayoría de gente no es de nada de forma monolítica. En mi época profesional te etiquetaban además según el periódico que comprabas, el más progre era El País y el AVUI se consideraba algo facho-convergente aunque podías justificarte con eso de qué era el único en catalán y de qué en él escribía Pedrolo, entonces uno de la media docena de independentistas intelectuales conocidos y confesos. La Vanguardia era pecado. Hace años según por dónde te movías te clasificaban como sociata o pujolista, de eso ya hace mucho.

Lo  mismo pasó con las revistas de la época. Hoy ya casi ni se venden periódicos de papel ni hay revistas como las de entonces, publicaciones como Triunfo me habían parecido excelentes pero hoy las hojeo y compruebo que eran bastante doctrinarias, alabando sin matices a Castro o al régimen comunista de Albania,  incluso a Pol-Pot. Hoy muchos amigos y amigas son devotos del diari ARA que me parece flojito aunque tiene algún colaborador de prestigio reconocido y agrupa a muchos de los que hoy remenen les cireres culturales e incluso políticas. Sin embargo no sabría decir si es exactamente de izquierda o de centro-izquierda, la verdad. Y es que en Catalunya el tema de la identidad complica todavía más las clasificaciones, cosa que incluso puede ser positiva, por los muchos matices posibles a tener en cuenta.

Cuesta defenderse del gregarismo de cualquier signo, sobre todo porque la vida social es interesante, imprescindible, y a veces has de disimular un poco para que no te miren de reojo, por ejemplo cuando no tienes ningún interés en participar en manifestaciones viscerales diversas y multitudinarias. El factor humano, afortunadamente, hace que aprecies de verdad personas que piensan de forma muy diferente de la tuya. 

Pero parece que si no eres de unos has de ser de los otros y tu filiación se ha de demostrar con signos externos que puedan ser interpretados de forma supuestamente objetiva, como antiguamente se intentó con las características de las brujas o de los herejes. Respecto al país, entiendo que exista el català emprenyat pero me cuesta comprender a gente con reacciones a la contra absurda como la de Félix de Azúa, de larga tradición, por desgracia. En el mismo periódico que menciono Joan de Sagarra le dedica uno de sus impagables escritos, irónico y ponderado pero contundente. El peligro de ir de un extremo al otro nos acecha siempre. 

Monzó asegura que le gusta la verdura pero que no quiere que le priven de una buena pierna de cabrito. A mi me gusta algo, poco, del arte pictórico llamado vanguardista y que ahora ya es del año de la pera, pero prefiero la cosa figurativa aunque no dejo de reconocer que también en ese campo hay de todo, aunque cuesta menos distinguir el grano de la paja mientras que en esas abstracciones veneradas parece que todo o casi todo vale. En esos cursos que comento hice algo de arte abstracto, me lo pasé muy bien y tengo producciones propias que me gustan bastante, aunque siempre lo consideré una especie de juego divertido. Lástima que no haya quién me las compre a buen precio.

Leo La Vanguardia cuando me apetece porque tiene buenos articulistas, aunque reconozco sus sombras y su servitud ancestral a los poderes vigentes, ya mi abuelo decía que era un periódico de los que mandaban. Me gustaría no tener que elegir nunca entre nada, ni entre derecha e izquierda, ni entre coles y morcillas, ni entre independentistas y unionistas, ni entre el ARA i El Periódico. En tiempos de paz las elecciones son casi folclóricas pero cuando las cosas van mal, y a veces parece que hay un interés extraño en qué vayan mal, los dilemas entre opciones enfrentadas pueden ser dramáticos y peligrosos y por ello hay que practicar eso de nadar y guardar la ropa, si puede ser sin perder algo de dignidad, que todo tiene un límite.

domingo, 13 de marzo de 2016

AQUELLA SUECIA MÍTICA DE NUESTRA JUVENTUD

Como en el cielo poster.png

Ayer la segunda cadena recuperó esta película del cartel, que en español se llamó Tierra de ángeles. Es del año 2004 y obtuvo una nominación al óscar. Sus actores son todavía grandes desconocidos para nosotros. Muestra la vida en un pueblecito sueco al cual llega un director de orquesta desengañado y con problemas de salud, todavía de buen ver, que de forma inconsciente contribuirá a que todo cambie  y recuperará sus propios ideales. El tema no era original, eso del personaje clave que consigue, de forma inconsciente, que un grupo de gente encuentre su camino y se replantee su vida es un clásico. Lo curioso era poder comprobar que hace poco más de diez años resultaba verosímil un pueblo que, en muchos aspectos, se veía rancio, conservador, criticón y apolillado, tanto o más que los nuestros, en el cual se permitía que a una dama la maltratase el marido de forma constante y en dónde el cura estaba atormentado por el pecado, sobre todo sexual, rechazando incluso los deseos amorosos de la parienta.

Las primeras suecas que llegaron a nuestras tierras, aquellas turistas de los sesenta y setenta, eran altas, rubias, liberales, espléndidas. Los hombres, más o menos. A veces veías turistas de aquellas tan hermosas y envidiables acompañadas por chicos hispánicos de entonces, más bajitos que los de ahora, que les llegaban al hombro, y les metían mano provocando sus risas divertidas, tot son gustos, que decimos en catalán. Suecia era la tierra de la libertad femenina, del sexo abierto y sin problemas, pero su cine reflejaba ya entonces otra realidad. El socialismo sueco parecía un ejemplo a considerar, había muchos mitos que hoy se han trasladado a cosas como la educación finlandesa. Para competir con la propaganda liberal se decía que había muchos suicidios, no sé si motivados por el frío o, según contaban, por el aburrimiento que te provocaba una vida en la cual tenías de todo.

Todo es relativo y nadie es mejor que nadie, no hay países ideales aunque no negaré que en algunos se vive mejor que en otros o eso parece. Los hombres y mujeres de la película eran normales y corrientes, más bien feúchos, ni tan sólo la chica rubia que se enamoraba del protagonista era de bandera. Las series policíacas suecas, basadas en una literatura de género que ha tenido un gran éxito, están envueltas en neblinas y son algo angustiosas. Dicen que allí también matan y maltratan niños y mujeres però siempre creí de buena fe que las suecas oprimidas tenían una protección más generosa por parte de los gobiernos. La muerte de Olof Palme significó también la muerte de muchas leyendas. Los países fríos creo que influyen en el carácter de la gente, lo mismo que los cálidos y, de ser pobre, siempre vale más, al menos, no pasar frío.

Te haces mayor de forma inevitable y ya no crees en cuentos chinos ni en cuentos suecos, sin embargo el socialismo sueco estuvo en boca de muchos políticos durante la transición, uno de los cuales el Jordi Pujol emergente. Creo que había personas con buenas intenciones en aquel contexto, aunque luego derivaran hacia el lado oscuro y pecaran, no sé si contra el sexto mandamiento pero seguro que contra casi todo el resto del decálogo.Tierra de ángeles es una película interesante pero nada del otro mundo, según mi opinión. Forma parte también del género de coros, que durante unos años ha tenido su producción especializada y ha contribuído a hacernos creer que la música, como la lectura, hace milagros, amansa las fieras y puede conseguir que seamos, más o menos, felices. Clavé ya pensaba eso mismo pero se le criticó que desviase a los obreros de sus luchas políticas haciéndolos cantar, nunca llueve al gusto de todos.