lunes, 30 de agosto de 2010

Màrius Torres y su ciudad perdida



Se cumplen hoy cien años del nacimiento de Màrius Torres, poeta y médico, de vida breve, que murió de tuberculosis en un sanatorio del Montseny, el año 1942, a los trenta y dos años.  La familia de Torres, de ideas republicanas, se había exiliado, aunque una hermana pudo visitarlo unos días, después de la guerra. En el establecimiento, una versión reducida del sanatorio alpino de Mann, tuvo un buen grupo de amigos y de amigas con los que compartían lecturas, música, conversaciones...


Torres ha sido poco conocido hasta hoy. Todavía más en el resto de España ya que no existen demasiadas traducciones de sus poemas, nostálgicos pero no tristes, que los expertos definen como simbolistas, aunque a mi esas etiquetas me dicen poca cosa.  He hecho un esfuerzo para traducir, algo libremente, uno de ellos en el cual evoca su juventud en una Lérida ya mitificada por la dolorosa pérdida de la guerra y, en el caso del poeta, también de la salud.






Muy lejos de aquí


Sé de una ciudad lejos de aquí, dulce y secreta,
con años de alegría como una noche breve,
donde el sol es feliz y el viento es un poeta
y la niebla tan fiel como espíritu leve.


Oriente le dejó sangre de rosas grana,
la media luna cálida de su menguante eterno,
y más allá un silencio de cerrada persiana
acoge un río profundo que corre en el invierno.


A sus viejas callejas llega, con gran fervor,
yo no sé de qué siglos incienso y amor gris;
repican las campanas con alma y con vigor
como late en los niños un corazón feliz.


Allí, con más belleza que un parque en primavera,
campos humildes se abren, alegres al poniente,
en su reposo calmo el alma se aligera
como en medio del ancho y vasto mar paciente.


Nada puede llamarme con más ternura, ahora,
que el camino del chopo y del cañaveral.
Su recuerdo me inquieta, y mi paso se añora
cuando siento en el hombro la mano paternal.


(Versión castellana de Júlia Costa Coderch)


MOLT LLUNY D’AQUÍ


Sé una ciutat, molt lluny d’aquí, dolça i secreta,
on els anys d’alegria són breus com una nit;
on el sol és feliç, el vent és un poeta,
i la boira és fidel com el meu esperit.


L’Orient hi deixà la seva sang de roses,
la mitja lluna càlida del seu minvant etern
i, enllà d’un gran silenci de persianes closes,
un riu profund que corre per una nit d’hivern.


Als seus vells carrerons, plens de fervor, arriba
jo no sé de quins segles un gris d’amor i encens;
el so de les campanes hi té una ànima viva
i el seu batec és lliure com el del cor dels nens.


Allí, més bells encara que els parcs en primavera,
els camps humils i alegres s’obren al capaltard;
en el seu gran repòs l’ànima es fa lleugera
com enmig de la vasta paciència del mar.


Res no crida el meu cor amb més tendresa, ara,
que aquells camins fondals de xops i de canyars.
El seu record fa un ròssec de recança al meu pas;
torna a la meva espatlla la mà greu del meu pare.


12 juny 1939
Màrius TORRES, Poesies, Ed. Ariel, Sant Joan Despí, 1981

viernes, 27 de agosto de 2010

Moscas modernas


Como llevo algún tiempo escribiendo en mis blogs me doy cuenta de que repito temas,  de forma inevitable, pero no es culpa mía sinó del cambio de las estaciones que vuelven otra vez, como si diésemos vueltas en unos caballitos de feria. Recuerdo que en un cuento de Rodari unas monas creen que viajan cuando, de hecho, van montadas en una de esas atracciones y no hacen nada más que dar vueltas. En realidad, a nivel cósmico y terrestre vamos dando vueltas también.

Uno de los temas estivales recurrente es la presencia de las moscas, esos pequeños animales voladores que tanto nos fastidian. Hace años, en mi infancia, las moscas eran una presencia masiva, inevitable, constante y familiar. Estoy ahora en un pueblo, Batea, fronterizo con Aragón, y algunos vecinos bajan todavía a tomar el fresco con la tradicional pala matamoscas en la mano.

Matar y cazar moscas fue una diversión  infantil muy importante. Recuerdo haber visto pequeñas jaulas artesanales formadas por un tapón de champán cerrado con alfileres o con una patata vaciada de forma conveniente y cerrada del mismo modo, en las cuales se iban introduciendo los nuevos ejemplares. En muchas casas se utilizaban aquellas tiras de papel engomado donde las  moscas se pegaban a miles, a centenares, o unos polvos que se dejaban sobre las mesas, de color verde, que al poco tiempo mostraban montañas de cadáveres mosquiles. También había visto aplastar cabezas de mosca en un papel doblado, formando manchas como las del test de Rorschach que eran interpretadas de forma libre por los niños de entonces.

Hoy una sola mosca produce una especie de histeria exagerada. Me refiero a las moscas domésticas de medida mediana, no a otras variedades más molestas y peligrosas. Las moscas  se han relacionado con la pobreza, con la muerte, pero en realidad también fueron y son protagonistas del bienestar que representaba un buen establo con muchos animales. Vivíamos con los animales, los respetábamos y utilizábamos y hoy, a algunos, los hemos humanizado de forma papanatas, de ahí las reticencias modernas hacia las costumbres que presuponen tratarlos mal o matarlos.

Mis moscas son todavía las de Machado, esas moscas protagonistas de tardes aburridas veraniegas, largas y añoradas, evocadoras. Resultan fastidiosas, claro, al final del verano se vuelven insistentes, pesadas, molestas. Sin embargo, un verano sin moscas sería casi como un verano sin golondrinas ni vencejos. Cuanto más perritos y gatitos castrados y mimados en nuestros pisos con aire acondicionado, más problemas morales con los toros y menos con el genocidio interesado al cual sometemos a otros animales. Incluso hay gente que adquiere segundas residencias y se queja de la porquería que generan cigüeñas o golondrinas. Por no hablar de esas palomas que críamos en tiempo de pobreza en palomares urbanos y hoy han proliferado tanto que hace falta matar de forma masiva y silenciosa. El exceso protagonizado por diferentes animales hoy urbanos viene del exceso en el cual vivimos y de la mucha basura todavía comestible que generamos.

Las moscas del panal de rica miel de Samaniego que perecen a causa de sus pasiones pecaminosas son humanas y ejemplares, pero poco reales. Las moscas son muy listas y tienen muchos recursos para escapar a nuestros intentos asesinos. Cumplen con su papel en la naturaleza, un  papel poco agradable según el punto de vista humano, claro. Hoy, si nuestros niños jugasen a cazar y descabezar moscas de forma pública -no sabemos qué hacen en secreto- los llevaríamos al psicólogo.

viernes, 13 de agosto de 2010

Odios y amores



He estado unos días en el Pirineo aragonés donde he podido acceder a textos que recogen la variedad lingüística de la zona, hoy, como tantas expresiones minoritarias, en peligro de desaparición a causa de los grandes cambios sociales y culturales. El tema de las lenguas es complicado, la frontera entre lengua, idioma, forma dialectal, muy frágil, sometida a intereses políticos y académicos, lo mismo que las fronteras territoriales, causadas por avatares diversos de la historia. Sin embargo, las líneas políticas interesadas acaban por influir en las personas, de forma inevitable.

Me ha llegado, a través del enlace en el facebook de un antiguo alumno, el texto de un artículo reciente y muy interesante de Suso de Toro, publicado en El País. Ignoro si el artículo sólo se ha publicado en la versión gallega de este periódico, sería una lástima.


SUSO DE TORO
EL PAÍS - 08-08-2010
La banca casi no concede créditos, pero también cuesta dar crédito a lo que hacen la mayoría de los medios de comunicación madrileños. Ni siquiera descansan los domingos, y eso que es verano: leo en una revista dominical que distribuyó la pasada semana el rotativo El Mundo una lista que confeccionaron con "los españoles más queridos y más odiados por los españoles. Qué miedo. Los tales "españoles" que declararon para la encuesta su amor a diestro y su odio a siniestro en realidad son de ese diario, pero la manipulación periodística hace que esas personas se transformen en "los españoles". ¿A que no saben quiénes son "los más odiados" de esa curiosa lista, que hace unos años nos parecería grimosa y hoy ya pasa desapercibida?

Acertaron. De la lista de diez personajes, los que figuran en la parte superior de la lista son políticos "enemigos de España": catalanes o miembros del Gobierno de Rodríguez Zapatero, empezando por el propio presidente. Los otros cinco son protagonistas o presentadores de programas basura, lo que indica que quienes votan esa lista son consumidores de esos manjares televisivos. ¿Los más amados? Los deportistas y futbolistas que no sean catalanes, y eso tiene mérito cuando una selección española repleta de catalanes acaba de ganar el Mundial.

El odio contra los "enemigos de España", los "antiespañoles", viene del franquismo, pero se siguió alimentando estos años con los asesinatos de ETA y las ambigüedades del nacionalismo vasco ante los crímenes. Cuando el terrorismo etarra aflojó porque no le quedó más remedio, la dieta se completó con "los catalanes nos roban, el Estatut rompe España, la lengua castellana se rompe, los toros se rompen..." Los insultos continuos y las campañas contra los intereses catalanes, su lengua y su identidad son el trabajo sucio y burdo, que ha ido acompañado de razonamientos y análisis de intelectuales que argumentaron lo mismo pero con más finura. La mirada y los intereses centralistas que se cerraron en banda lo han conseguido: ya estamos en una época nueva, Cataluña ha pasado de la desafección a su despegue, buena parte de la sociedad catalana ha llegado a una conclusión al fin: España no comprende a los catalanes y los rechaza; seguir formando parte del Estado español solo le acarreará desprecios y problemas.

Podemos detenernos en las incidencias, escándalos, roces entre partidos catalanes, pero perderemos de vista lo esencial, lo que corre por el fondo y es transversal al conjunto de la sociedad catalana: Cataluña se está convenciendo de que su nacionalidad nunca tendrá encaje en este Estado y de que España solo es un lastre. Mentalmente ya casi han cruzado la raya. Si lo hacen, la deriva hacia la independencia sería inevitable. En adelante nuestros conciudadanos catalanes desistirán ya de buscar un encaje nacional dentro de la Constitución, una Constitución que los propios nacionalistas catalanes ayudaron a redactar y que suscribieron como un pacto político para poder existir dentro de España. También saben que reformarla o redactar otra nueva que los reconozca nacionalmente es imposible: el nacionalismo español también lo impediría. Respecto a los vascos como nacionalidad, en cuanto ETA ponga fin a su lamentable y siniestra existencia, comprobaremos lo que piensa la mayoría de su sociedad.

El Gobierno intenta un diálogo con la Generalitat para detener esa deriva, pero los nacionalistas españoles, con la bandera tan inflamada, probablemente conseguirán que fracase en nombre de la sagrada unidad de España. Hemos visto cómo el españolismo empapa la capital del Estado y todas las instituciones, desde el Tribunal Constitucional al último guardia. La "España plural" ha sido imposible, los esfuerzos para actualizar el autogobierno catalán tendrían que haber ido acompañados de una política nueva que reflejase la pluralidad cultural y lingüística y nada ha cambiado. Una nueva idea de España. Pero España sigue siendo de Bisbal, Manolo Escobar, la de Bienvenido, mister Marshall!

Cataluña, sin Estado o con él, es una nacionalidad europea, mientras Galicia está siendo desguazada como nacionalidad desde la propia Xunta siguiendo las consignas del españolismo centralista. Si los catalanes se van, ¿qué España nos espera a nosotros? Pero vivir bajo la ideología del nacionalismo cañí también será insoportable para muchas otras personas por toda España que no tolerarán retroceder a la época de pan, fútbol y toros. Una, grande y libre de catalanes, vascos y demás ralea. Catalanes, por favor, piénsenlo dos veces, unos los odian pero otros los necesitamos. Una España sin ustedes será definitivamente insoportable.