sábado, 18 de enero de 2014

SAN ANTONIO ABAD, EL DEMONIO Y LAS TRADICIONES ANCESTRALES


Las tentaciones de San Antonio, obra de Bernardino Parenzano.



Archivo: Tentation de Saint Antoine.jpg
Ayer era el día de San Antonio Abad. El final de las fiestas navideñas encuentra cierto consuelo, en mi barrio, porque el barrio vecino, el de Sant Antoni, celebra estos días su Fiesta Mayor. Siempre me ha extrañado que a pesar de la popularidad de este San Antonio, el del cerdito, la mayoría de Antonios y Antonias celebrasen su santo en el día del de Padua, o de Lisboa, ya que a los portugueses devotos no les gusta que se olvide su origen. No sé si el motivo es porque el Abad se ha relacionado siempre con caballos y burros, cosa que ha generado la popular fiesta dels Tres Tombs que a pesar de la relativa importancia actual de los animales de carga goza de bastante buena salud y se celebra en muchos pueblos.

En catalán hay una frase popular que se aplica a alguien con ganes de salir mucho y de ir arriba y abajo: sembles el porquet de Sant Antoni.  Parece que el santo peregrinó mucho en compañía del famoso cerdito, que siempre se representa a su lado, agradecido al santo que había conseguido curarlo de no sé qué mal. Fue un cerdo privilegiado considerando que este animal ha sido sacrificado sin piedad para producir carne y embutidos diversos, e incluso otros productos pues siempre se ha dicho que del cerdo se aprovecha todo. Como es sabido algunas religiones tienen prohibida su carne y el tema nos llevaría por caminos ancestrales para errar por los cuales no me siento cualificada.

San Antonio, según la tradición, vivió retirado durante mucho tiempo en las montañas egipcias y tuvo muchas y muy pintorescas tentaciones, en las cuales se le aparecían demonios provocando visiones pecaminosas, entre las cuales, como no podía ser de otro modo, las de mujeres pecadoras, con poca ropa encima. Los caminos del arte han recogido a menudo eso de las  tentaciones, que da para mucho, e incluso Dalí actualizó el tema en un famoso cuadro muy reproducido. La obsesión religiosa con eso del pecado de la pureza y con el tema sexual es un clásico recurrente y sobre el cual se ha hablado mucho. Un periodista de mi edad comentaba hace tiempo que le había marcado más la represión sexual y el peso de la religión que no el tema político, en su niñez y juventud, en pleno franquismo. Creo que muchos y muchas podríamos decir lo mismo.

Los textos sobre moral de antaño e incluso algunos de ahora editados por sectores irreductibles del catolicismo patrio insisten en todo eso y se añoran tiempos en los cuales esa pureza etérea que consistía, sencillamente, en no tener relaciones sexuales de ningún tipo fuera del matrimonio, e incluso dentro de éste con moderación y siempre destinadas al tema reproductivo, era considerada un valor vigente y sólido. Como la carne era débil se consentía cierto nivel de prostitución ciudadana y se entendía que debía haber un número determinado de mujeres malas por esos mundos. Muchas cosas han cambiado pero no tanto como deberían.  Hoy todo eso hacer reír y creo que la mayoría de gente de mi edad acabó por superar aquel peso inmenso de la moralina católica. Sin embargo la gente algo mayor que yo lo vivió todavía con más intensidad y se perdieron muchas alegrías juveniles con tanta tontería. Un invento angustiosos era eso de la confesión de los pecados, personal y secreta, claro que para muchas personas debía tener un valor terapéutico, te confesabas, hacías penitencia y tus pecados eran perdonados; un volumen importante de los pecados tenían relación con el sexo ya que otras cosas, como el estraperlo, la corrupción o la crueldad con el prójimo no sé si revestían la misma gravedad.

El pobre San Antonio murió, según la tradición, con más de cien años, gracias a su austeridad y a su pureza y contención. Cuando los demonios vieron que no podían hacer caer al pobre santo en el pecado de fornicación intentaron muchos otros sistemas, más intelectuales, planteándole extraños y crípticos enigmas que han propiciado que las muchas pinturas sobre el tema contengan un gran número de símbolos y detalles diversos que debían hacer las delicias de los artistas de todas las épocas. Incluso parece ser que, desesperados, los demonios utilizaron la fuerza bruta dando una paliza al eremita incombustible. Hay en toda Europa muchas fiestas, celebraciones y costumbres relacionadas con San Antonio Abad y se decía que era éste el día más frío del año aunque no ha sido el caso actualmente, al menos en Barcelona. No sé si hoy hubiese resistido el santo a tantas tentaciones ni si existen eremitas austeros por las montañas del mundo.

La seriedad religiosa se flexibilizó en ocasiones, a nivel popular, con cierta tolerancia permitiendo irreverencias como estas divertidas coplas que se cantaban en las Alpujarras y puede ser que en otros lugares de nuestra geografía:

"San Antón mató un marrano
y no me dió las morcillas
quien le diera a San Antón
con un palo en las costillas".