jueves, 30 de abril de 2015

SOBRE EL DUDOSO DERECHO A SER MADRES Y PADRES


Escuchaba ayer por la radio la repetición de un programa sobre sexo en general, que tiene cierta audiencia, Les mil i una nits. Lo conduce la inefable Maria de la Pau Janer, poliédrico personaje casi mediático que hace años, de jovencita, ganó muchos premios literarios, se casó con un psiquiatra más mediático que ella e incluso llegó a ir en alguna lista del Partido Popular. Durante bastante tiempo fue un rostro habitual en la televisión, hoy otros personajes han desplazado ese reino efímero de la pantallita. Se metieron con ella porque era guapetona, con las mujeres se meten tanto si son feas como si son guapas, claro. Incluso la recuerdo manifestar, con cierta simpática ironía, en una entrevista de hace años que ni era tan guapa como decían ni escribía tan mal como, también, decían unos cuantos. Puede que tuviese razón aunque a mi algún libro suyo me pareció de una pesadez insoportable aunque en honor a la verdad no estaba mal escrito.

El caso es que en el programa en cuestión se hablaba de la maternidad, sobre la gente que quiere tener hijos y la que no. Sobre lo natural de querer ser madre y el derecho a no quererlo ser. Una dama que creo que ejerce de dómina expresaba su deseo de no querer tener hijos. Un ginecólogo contaba como en otra vida le gustaría ser mujer para vivir la experiencia. Lo cierto es que sobre el tema se repiten muchas tonterías, tópicos diversos, vaya. Es verdad que las mujeres tienen todavía presiones sociales más o menos evidentes sobre el tema, que el instinto todavía cuenta, incluso cuando se tiene sólo un hijo hay quién te insiste en aquello de qué uno es poco y unas cuantas banalidades más sobre eso del hijo único y sus peligros educativos. Si tienes más de tres hijos también te miran mal, eso sí, se sospecha que perteneces a alguna secta católica o que estás mal de la cabeza.

En el programa de radio había un gran ausente, ese hijo traído al mundo a la fuerza, sin pedirlo. Tampoco se entró en aspectos filosóficos serios: el valor de la vida, si vale la pena vivirla y todo eso. Se supone que hay derecho a ser padre o madre o a no serlo pero al hijo o a la hija no le dejamos decidir nada. Incluso en los debates sobre el aborto se prima la política y los intereses partidistas por encima del fondo real del tema. En general siempre prevalece el deseo de los vivos en activo por encima de esos futuros seres que vamos a buscar porque nos hace ilusión y que no podemos saber qué vida van a tener. Los protegeremos, si somos padres normalitos, mientras son pequeños, reiremos sus gracias, soportaremos sus adolescencias y si ellos también son normalitos incluso puede que nos echen una mano en la inevitable y dolorosa vejez. Una vez estás en el mundo, si no tienes mala suerte, no quieres irte. 

Pero la realidad es que hay gente con mala suerte y a nadie nos preguntaron antes de venir. Hace unos años el periodista Bassas entrevistava a Raimon. El cantante no ha tenido hijos por voluntad propia y el periodista, que creo que es creyente, entró en el peligroso tema del egoísmo antipaternal. Se supone que no querer hijos es egoísta. Un absurdo como tantos, yo creo que es mucho más egoísta tenerlos, en el fondo los tenemos porque los deseamos, deseamos realizarnos como padres o madres, otro tópico recurrente. Aceptamos las limitaciones que nos impone su presencia a causa de la ilusión que nos hace verlos crecer. Cuando sean viejos o sufran, de mayores, ya no podremos ayudarlos, seremos una carga para ellos y eso suponiendo que hayamos sido unos padres sostenibles y soportables, generosos y cariñosos, pues hay quién cuando pasa esa primera época infantil en la cual los niños hacen gracia ya no saben muy bien qué hacer con ellos.

Los creyentes en cualquier religión, las enseñanzas de la cual comporten creer en otro mundo eterno y feliz pueden tener cierta justificación sobre el tema, aunque sus hijos vengan al mundo condicionados a crecer en un entorno en el cual las doctrinas, los dogmas y las prácticas religiosas son irrenunciables, al menos durante unos cuantos años. Me cuesta entender cómo en la actualidad todavía existen religiones en el mundo occidental pero también me cuesta entender que se hagan más de dos horas de cola para que Ken Follet te firme un ejemplar de un libro que ha escrito y publicado gracias a un equipo casi empresarial de colaboradores y eso sucedió en la reciente fiesta de Sant Jordi.

En el fondo todo es biología. Sin embargo echo en falta debates profundos sobre el sentido de la vida, la necesidad o no de perpetuar la especie y cosas así. Nos creemos originales y acabamos por querer ser cómo todo el mundo, tener pareja estable, dos hijos, mejor si son niño y niña, poder comentar con nuestros contemporàneos aspectos higiènicos, deportivos, televisivos, educativos y de lo que sea. Todo es bastante irracional, emotivo y poco razonado pero es así y puede que así deba ser. Los avances en genética permiten cosas que en otros tiempos se hubiesen considerado pecados o barbaridades. Mientras el aborto se frivoliza, la eutanasia todavía es complicada e ilegal por aquí. El suicidio todavía es un tabú, a veces inexplicable. Vale la pena vivir? Pues depende de dónde caes y de con quién y de la buena o mala suerte, la verdad. En todo caso es esa una pregunta absurda, no te preguntan antes de llegar si quieres vivir y en dónde quieres hacerlo. Por eso las patrias son tan absurdas cómo las religiones, según mi opinión. Pero sus efectos perversos son temibles.

A menudo se insiste en el tema de la poca protección a la maternidad, todo parece tener causas económicas pero a menudo ha sido al revés, los repuntes natalistas han llegado en épocas duras en qué se mejoraba a trancas y barrancas. Cómo a finales de los cuarenta, cuando nací yo y en mi escalera vecinal llegaron, en el mismo año, media docena de críos. Sus padres, como los míos, habían sobrevivido a la horrible guerra civil, a las crueldades, a los bombardeos, al hambre, al tifus y a cosas peores. Les parecía, quizás, que todo iba tan sólo a mejorar? Nos trajeron a un mundo gris y dictatorial con toda la ilusión del mundo y la cosa no tiene explicación razonable, más bien parece que debía de haber sido al revés, después de tantos desastres y considerando que en Europa había habido muchos más. Pero eran jóvenes y la juventud es engañosa, como la infancia, y está bien que sea así o todo se habría terminado hace tiempo de una vez y yo no estaría escribiendo en este blog. 

miércoles, 15 de abril de 2015

NOTICIAS DESCOMPENSADAS

Operación de rescate de inmigrantes ilegales por parte de la Guardia...

Hace pocos días el accidente de los Alpes nos conmovió y generó todo ese vuelo de buitre periodístico habitual, incluso los periodistas de culto, que se las dan de serios, mojaron pan en el tema mientras criticaban a otros que hacían lo mismo, aunque de forma más burda. Se mandaron corresponsales al lugar para que no nos dijeran nada nuevo, se publicaron biografías no autorizadas de las víctimas, hoy las redes sociales son una mina, hasta que las familias exigieron discreción y educación. Como sucede siempre, el tiempo pasa y todo se olvida, a nivel general, ya que los parientes y amigos de los muertos no lo olvidan nunca.  

En el mundo se suceden las tragedias, individuales o colectivas, siempre ha sido así y tan sólo debemos al azar el hecho de qué en nuestra corta vida no nos toquen de cerca y de forma cruel. Muchos periodistas responsables han advertido sobre la situación de Corea del Norte y han insistido en qué no se podrà decir que no se sabía qué pasaba allí. Una cosa es que se sepa y otra que se pueda hacer alguna cosa. Las protestas masivas nunca han podido parar una guerra si no estaba ya en marcha algún acuerdo político a alto nivel.

No entiendo que para librar a países de determinadas dictaduras se haya acabado por generar situaciones peores que las anteriores. En algunos casos tenemos información, breve, puntual, rápida e incompleta, Nigeria, Kenya, muertos, torturados, secuestrados. Incluso el cine de denuncia nos ofrece perlas como Timbuktú.  Y están todos esos ahogados, gente de todas las edades, niños y bebés, más de cuatrocientos nos han dicho hoy perdidos en el mar al querer escapar de horrores diversos y hambrunas persistentes. Que  se suman a tantos miles. Un problema para los países receptores, sin duda. Un   problema para todo ese mundo en el cual, a pesar de las crisis, comemos cada día y vivimos con una relativa seguridad.

De todos esos muertos no se cuenta la biografía, son una masa de la cual sabemos siempre poco. A veces ni tan sólo se sabe de dónde vienen.Tampoco sabemos qué les sucede después a los supervivientes. Hay un pozo sin fondo de información desestimada, pero a veces algún periodista valiente e independiente nos cuenta alguna cosa. La mayoría de veces ni tan sólo se nos dan explicaciones geográficas, políticas, nada. Determinada izquierda sólo saca la gente a la calle cuando por el medio están los Estados Unidos, viví eso cuando  trabajaba en la escuela, en el tiempo de lo del Golfo, dibujitos de palomas y cosas peores. Costó mucho que se protestase de lo de Bosnia. No se puede protestar de todo y tampoco no sirve para nada, te dicen. Pero cuando conviene a intereses partidistas, se saca la gente a la calle, de motivos hay siempre.

Incluso la foto que cuelgo, procedente de una noticia periodística sobre esos últimos ahogados, es mentira, no corresponde a esos hechos sino a un rescate anterior. Así van las cosas, total, qué mas da? Calcular el tiempo que se dedica al futbol -a una parte del futbol, claro- y a otras necedades, en comparación con el resto de información a menudo tan mal contada que aburre a la mayoría de gente, es escandaloso. Eso sí, de vez en cuando nos advierten de qué nos ofrecerán imágenes crudas, muertos no respetados, manchas de sangre, cosas así. Pocas veces nos explican qué, cómo y por qué. Así nos va. No podemos arreglar tantas desgracias pero quizás sí exigir que nos informen bien y a fondo y boicotear tonterías televisivas diversas. Pan y circo, como siempre. Quizás precisamos de un porcentaje de circo para sobrevivir pero tampoco tanto, la verdad. Los telediarios deberían replantearse de arriba a abajo, menos mirarnos el ombligo político y que fútbol, cine y el resto se emitan en programas especializados o en canales específicos. Nuestras crisis y penalidades comparadas con otras toman una dimensión muy distinta, todo es relativo y quizás vale la pena que se nos repita eso de vez en cuando.