sábado, 12 de abril de 2014

EL CLUB DE LOS POETAS RICOS Y EL MUNDO REAL




Los muertos pocas veces libertad
alcanzáis a tener, pero la noche
que regresáis es vuestra,
vuestra completamente.


(Conversación, fragmento)


Ayer volví a ver por televisión el programa de la serie Imprescindibles dedicado a Gil de Biedma. La televisión ha sido siempre muy criticada de forma global cuando la realidad muestra una gran diversidad entre la cual se pueden encontrar, incluso hoy, cosas excelentes. Además las nuevas tecnologías nos permiten mirar esos buenos programas por internet, cuando nos parece y nos es posible. El libro y la lectura convencional, en cambio, están todavía sacralizados, así, en general, un absurdo.

Gil de Biedma todavía dará mucho que hablar, me imagino que quedan un montón de cosas suyas por publicar. No soy una incondicional de su poesía y su mundo, ese mundo tan burgués, de una intelectualidad que vivía muy bien mientras en mi casa y en muchas otras se pasaban grandes estrecheces, me produce bastante repelús y lo veo tan lejos de mi como si fuese extraterrestre. También me molesta la mitificación de los personajes en base a su vida íntima, a su final trágico y prematuro. Un poco como la tuberculosis en el siglo XIX el SIDA y las drogas han contribuído a hacer de muchos personajes una especie de héroes a causa de sus muertes poco convencionales, después de una vida consumida de forma rápida y brillante. Gil de Biedma tampoco murió tan joven, aunque hoy sesenta años parecen la flor de la vida. Si muchos mitos hubiesen llegado a viejecitos no habrían producido tanto merchandising, como es el caso de James Dean o de Marilyn Monroe. 

Además de famosos e intelectuales murieron en aquellos primeros años del SIDA muchos chicos humildes, amantes ocasionales de gente conocida, chaperos lumpen, pequeños delincuentes adictos a la droga, olvidados hoy, que no eran poetas ni actores ni cantantes de rock. Durante un tiempo la Rambla de Catalunya de Barcelona ofrecía unas nocturnidades llenas de adolescentes que parecían -quizás lo eran- salidos de los barrios retratados en las películas de De la Loma, buscando trabajo sexual. Bueno, hoy también la noche urbana está llena de chicas y chicos muy jóvenes y pobres, de todo el mundo, todo se ha globalizado.

La homosexualidad, el tema del sexo en general, se ha normalizado bastante, considerando de donde venimos, claro, de la represión más rancia y absurda alrededor de ese tema. Sin embargo... He comentado en un blog literario en catalán el último libro de John Irving, titulado en castellano Personas como yo. El protagonista es una persona bisexual, que se relaciona con gente muy variada, un intelectual, un escritor que evoca la época de la epidemia de muertes por SIDA, descritas con gran crudeza y detalle en muchos casos. El libro está lleno de referencias literarias, entre las cuales las de personajes de Shakespeare, como Ariel y Calibán, mitos que también utilizó Gil de Biedma en algunos poemas. Si el autor no fuese tan anglosajón -aunque el protagonista acabe paseando por Madrid buscando a su padre- hubiese podido incluir el personaje del poeta en esa larga historia sobre identidades múltiples.

Ayer, mirando el programa sobre Gil de Biedma, me sorprendió ver desfilar entre los testimonios tanta gente que ya está muerta: Castellet, Ana María Moix... Todo un mundo brillante, de una intelectualidad bastante elitista, de esa izquierda divina y discotequera que pobló unos años en los cuales todo era minoritario y que va desapareciendo con la masificación de la cultura y los cambios sociales. A la universidad iban cuatro gatos y Gil de Biedma ya era de los ricos entre los ricos, en aquel lugar. En la enciclopedia virtual lo etiquetan, en la versión catalana, como poeta catalán en castellano y en la castellana, como poeta español. Que mal llevamos y hemos llevado eso de la identidad y la lengua y la catalanidad no ortodoxa, aquí y allá. Todo tiene tendencia a etiquetarse y clasificarse, como el sexo. Creo que se acepta más una homosexualidad confesada y militante que una bisexualidad errática y diversa, de la misma manera que no se quiere entender que alguien se exprese por escrito y hablando, en dos o más lenguas, de forma distendida, normalizada y correcta. Hay que ser disglósico a la fuerza para hacer eso. El mundo del sexo todavía anda lleno de tópicos y medias verdades y me temo que así será siempre porque pertenece a lo más íntimo de las personas, a esa intimidad que a veces nos asusta por sus zonas oscuras.

No puedo evitar sonreir cuando lo clasifican como marxista o de izquierdas. A él y a tantos otros. Muchos problemas de la historia reciente han  derivado del hecho de que los líderes de izquierdas provenían de la burguesía o de clases  privilegiadas y en el mismo partido la convivencia entre el obrero real y el señorito con mala conciencia no acabó de funcionar. Algunos políticos de izquierda no habían trabajado nunca (aún quedan algunos), lo que se dice trabajar de forma vulgar, ocho, diez horas al día, un jornal necesario para la subsistencia, convencional y que poco tiempo deja para la poesía. Incluso los que provenían de las clases humildes se desclasaban para mejorar. Maruja Torres manifestaba hace un tiempo que ahora era una señora de l'Eixample, y lo decía con orgullo y no con la nostalgia de haber perdido los orígenes. La conocida rivalidad entre Sartre y Camus estuvo presidida por el orgullo de Camus de haber sido pobre, sin embargo ya no lo era, aunque tenía más razones y conocimientos que Sartre para hablar sobre los obreros y la gente con necesidades evidentes. Juan Marsé, que fue uno de los humildes en contacto con todos esos personajes, retrató todo ese mundo barcelonés polarizado entre unos pocos ricachos y muchos pobres en sus libros, el mejor, para mi gusto personal, Últimas tardes con Teresa. Marsé es un gran ejemplo de los problemas culturales encorsetados entre lo catalán y lo castellano -o español-. Hoy se arreglaría pronto de forma drástica, el libro se publicaría de forma simultánea en las dos lenguas y todos tan contentos, el caso es vender. Y eso, claro, si el autor lo permitía, que en el caso de Marsé me temo que no sería así.

Incluso algún familiar de Gil de Biedma tenía que admitir, en ese reportaje, que por más marxista e izquierdoso que se declarara era un gran burgués y vivía como un burgués más allá de sus escapadas frecuentes por ese mundo sombrío, desdichado y miserable que también fascinó tanto a Pasolini. Eso no quita mérito a sus poemas, claro. Creo que es conocido, más que nada, por ese de No volveré a ser joven, repetido hasta la saciedad por un montón de gente, cantado por muchos, entre los cuales Miguel Poveda, excelente versión. Pasa un poco con todos los poetas, tienen algunos textos que se convierten en recurrentes y emblemáticos hasta cansar. Ocurrió con Espriu y aquello de estar cansado de la tierra propia y querer alejarse hacia el norte o mantenerse fiel al servicio del pueblo y todo eso. 

El mismo Gil de Biedma consideraba que era éste su mejor poema. Yo misma conocí su obra a causa de ese poema porque en una ocasión, en una entrevista en una revista de hace años -creo que era Triunfo- destinada a demostrar que Alfonso Guerra era el gran intelectual del PSOE, éste recitaba o mencionaba el texto en cuestión. Es el peligro de la poesía, sirve para todo y a los políticos les gusta citar esas cosas para quedar bien, a veces no las citan bien porque la memoria es traidora, o las sacan de contexto. Los políticos de antes, como el mismo Fraga, tenían más memoria y más recurso literarios, què hi farem

Sobre Gil de Biedma se rodó una película hace pocos años, bastante mediocre, El cónsul de Sodoma, que pareció que iba a levantar una gran polvareda, empezando por el provocador título y pasó sin pena ni gloria. Que Esperanza Aguirre sea sobrina o algo así del poeta es interesante. Muchas veces las relaciones familiares producen grandes sorpresas respecto a héroes y mitos. Todavía hay clases, como se dice vulgarmente. Recuerdo como en una charla sobre un libro que evocava, de forma muy libre, la figura de Christa Leem, a quién se quiso convertir en una especie de musa de cierta intelectualidad privilegiada, surgió eso de las clases. Como cantaba Serrat en Fiesta, después de la juerga vuelve el rico a su riqueza y el pobre a su pobreza, con pocas excepciones con suerte, como la del mismo Serrat. Aunque envejecer y morir sean las bases del argumento general, los contextos son muy diversos.  El rico vuelve siempre a su riqueza pero el pobre enriquecido no suele volver a su pobreza más que de visita puntual y a veces ni eso. Así es la vida. Y todo eso de la riqueza y la pobreza también se ha relativizado y siempre depende de con quién nos comparemos.