sábado, 24 de octubre de 2015

CINE, TEATRO, TELEVISIÓN, ACTORES Y EVOCACIONES


Afortunadamente El largo viaje del día hacia la noche ha venido a Barcelona después de su éxito en el Marquina madrileño. Es una obra triste y profunda, el mejor O'Neill según dicen, una obra autobiográfica, póstuma, larga en su versión original que aquí se ha reducido a la mitad aunque se ha hecho de forma respetuosa y correcta. Los actores están magníficos todos, Vicky Peña, sublime,  para mi gusto es la mejor actriz de su generación, española y catalana o española o catalana, como se prefiera, que no corren buenos tiempos para matices inclusivos. O'Neill fue un hombre difícil y atormentado al cual conocimos antes, cuando yo era jovencita, a causa de la fuga de su hija adolescente con Charlot que no por su obra literaria, producto de una vida difícil y complicada, la de ese Edmund teatral en su difícil futuro de superviviente.
Precisamente hace pocos días pasaron por la tele, en ese interesante espacio sobre el cine español, La petición, una película hoy bastante olvidada y que sin menospreciar sus méritos artísticos dio que hablar a causa de sus tórridas escenas, en especial aquella en la cual el pobre Gutiérrez Caba, joven e inquietantemente atractivo, muere accidentalmente en pleno furor erótico sin que Ana Belén se de cuenta hasta que no termina su actividad amorosa. Pilar Miró fue una persona inteligente, compleja, difícil en muchos aspectos, contradictoria en otros. 
No todo lo que hizo me gusta pero eso pasa con todo el mundo. En el breve reportaje que se emite antes de la emisión de la película se recordó su labor televisiva antes de realizar su primera película, La petición. Ah, aquella radio, aquella televisión... Nos daban a conocer obras interesantes, innovadoras, sorprende recordar lo que vimos y oímos en tiempos complicados, como todos. Una de las realizaciones de Miró en teatro televisivo fue una muy buena versión de otro O'Neill, Deseo bajo los olmos, en un lejano ya 1976. También fue su protagonista Emilio Gutiérrez Caba, por cierto.
En el Goya de Barcelona tenemos también a la gran Concha Velasco con una obra amable, Olivia y Eugenio. No es un O'Neill pero su autor es un panameño interesante, Herbert Morote. Los entendidos quizás critiquen la propuesta, el sentimentalismo del texto, pero es un tipo de teatro que cumple su función y es necesario. Mucha gente irá para ver a Velasco que ofrece un extraordinario recital interpretativo con un texto a su medida. Velasco ha hecho de todo y todo lo ha hecho bien. En una entrevista reciente recordaba, como no, a su extraordinaria Santa Teresa, dirigida por Josefina Molina, una de las pocas dadas vivas de aquella pléyade de realizadoras, Miró, Vilaret... Al Eugenio de la obra de Morote, por cierto, le pusieron así por la afición al teatro de sus padres, ya que Eugenio se llamaban Ionesco y O'Neill. 



Emilio Gutiérrez Caba, otro de los grandes actores de su generación, permaneció durante un tiempo en un cierto olvido, cosas del país, Catalunya incluida. Albaladejo y Álex de la Iglesia lo recuperaron con éxito. El tiempo reconocerá la labor de de la Iglesia y de Santiago Segura en eso de la recuperación de olvidados e incluso en haber sabido sacar matices inesperados de actores encasillados en algún aspecto concreto. Después de sufrir con O'Neill tenía ganas de pasar un buen rato y me fui a ver Mi gran noche, una buena muestra de eso de sacar del encasillamiento a la gente y conseguir que los guapos salgan feos, las listas, tontas y que los divos se autoparodien y descubran su vis cómica como ese extraordinario Raphael-Alphonso que está sublime. 
Hay quien dice que la peli es repetitiva y todo eso, pero más repetitivo es Woody Allen y le quieren hacer un museo en Barcelona que ya dijo Unamuno que a los de por aquí nos pierde la estética. A mi me gustó y pasé un buen rato con ella, es una de esas pelis que serán de culto de aquí treinta, cuarenta años, un divertimento caótico y con su carga de irónia malévola sobre la televisión cutre, hoy tan vigente como ayer y, además, con más medios tecnológicos a mano. 

Quién creo que promete y se supera y espero que no lo tengan durante un tiempo en el olvido cuando se haga mayor, como suele pasar, es Mario Casas, un actor que también hace de todo y lo hace bien cuando encuentra la ocasión. A quién también le veu futuro es a Blanca Suárez, mucho más que una chica guapa, que también. El elenco actoral de esa noche loca es extraordinario, con un ramillete de secundarios en estado de gracia que no nombraré porque me dejaría alguno o alguna.


viernes, 2 de octubre de 2015

TAL CÓMO ÉRAMOS Y LA VIDA SIGUE IGUAL


Con una aceptable promoción se recuperó este verano en los cines hispánicos esa joya que es El mundo sigue, despues de cincuenta años y mucho olvido. Sin embargo en Barcelona pasó  de puntillas en verano y en el resistente cine Maldá ha vuelto durante una semana aunque a un horario algo intempestivo, la una del mediodía.


Siempre nos quedará el vídeo, buscando por internet, claro. Puede que algún día, en la filmoteca... En otros países sería esa una cinta de culto, imprescindible, un monumento, y todos sus actores sin excepción, -de los principales sólo vive todavía Gemma Cuervo- habrían hecho una carrera llena de éxitos y óscars y habrían recibido títulos y condecoraciones. Fernando Fernán Gómez en sus monumentales memorias ironiza a fondo sobre esas grandes diferencias entre los actores de allá y los de aquí y de como incluso el éxito dura aquí poco y no asegura ningún futuro. 
Pasó  muchas penas esta película, que en sus tiempos sólo llegó a estrenarse, tarde y mal, en Bilbao. Es buen neorrealismo a la española, un género que contó con muchas dificultades para subsistir. Su guionista y director y también uno de los protagonistas es el gran Fernando Fernán Gómez, personaje del cual creo que, en general, no hemos llegado a valorar del todo nunca su inmensa genialidad poliédrica y polifacética.

Adaptó un libro de Zunzunegui y parece que ya le advirtieron que ese autor traía mala suerte. Que la pacatería del presente lo relegue al olvido por haber sido franquista me parece comprensible, por desgracia, pero que en sus tiempos de académico también fuese poco apreciado es realmente grave. En la película, al personaje que interpreta el gran Agustín González, un crítico y escritor amargado que tal vez fuese un alter ego del autor de la novela, ya le advierte su jefe que lo que escriben los que tienen el poder cultural y sus parientes y conocidos siempre es bueno. Creo que muchos periodistas culturales del presente podrían contar cosas parecidas, salvando las distancias.

La película tiene hoy un valor añadido a ese plantel de actores en estado de gracia ya que se trata de una película coral: el tiempo la ha convertido casi en un documental sociológico, paisajístico. Esa ciudad de barrios, esas escaleras sin ascensor, esos coches utilitarios que empiezan a florecer y son objecto de codicia, aunque los trepas se paseen en haigas, esos carros a tracción animal que todavía pululan por todas partes... Se salía de la miseria y se llegaba a la pobreza sostenible. Pasa en Madrid pero podría pasar en muchos lugares, reconocí personas y calles de mi Barcelona popular, en el buen cine y la buena literatura todo es universal.

La peor parte es para las mujeres, sin salida, sin perspectivas, víctimas de esas víctimas que son los hombres, brutos, groseros, abusadores. Hombres que mandan, que humillan, que beben en el bar y repasan sin disimulo a las chicas, diciendo un montón de supuestos piropos, chanzas desagradables que hoy suenan a insulto. Hombres que tocan al pasar, reprimidos, que no son buenos ni para ellos mismos, con su doble o triple moral, como ese desgraciado personaje que interpreta magistralmente Fernando Fernán Gómez. 

La salida de las mujeres es la boda, la soltería condenada, o, si se es de buen ver, ese sector profesional tan querido por la literatura y el cine, casi siempre desde una visión de fantasía masculina o de machismo sin concesiones, del que tanto se debate sin llegar a ninguna solución, la prostitución, en la cual también, como en cualquier trabajo, hay categorías, que ya oía yo decir en mi adolescencia aquello de qué para ser puta y no ganar nada vale más ser mujer honrada.
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La película tiene elementos esperpénticos, ternura familiar, la familia todavía es el soporte de los pobres en casos de escasez econòmica, costumbrismo, escenas innovadoras y geniales y se presta a muchas lecturas. Esas dos hermanas que se odian son toda una metáfora. Lina Canalejas, en el papel de una casada amargada, joven y ya con muchos niños, malcasada y sin dinero y Gemma Cuervo en el papel de una mujer con inteligencia práctica que decide mejorar su situación a costa de buscar líos con hombres de posibles. Todos los actores y actrices están muy bien pero Gemma Cuervo, Milagros Leal y Lina Canalejas están de premio gordo actoral. 

¿Cómo es posible que algún director americano no viniese a raptar a Cuervo para ofrecerle papelones en Hollywood? Está guapísima, elegante, hace una interpretación llena de matices hasta llegar a un final algo  brusco, puede que innecesario incluso, que convierte en tragedia una  historia con elementos humorísticos, casi sarcásticos. Sin embargo ese papel parece que inclusó la perjudicó, trabajó poco en cine aunque bastante en buen teatro y la gente joven del presente la conoce sobre todo por una serie de la tele de risa.

Fernán Gómez encabeza la historia con una cita de otro gran olvidado en nuestro mediocre presente, Fray Luis de GranadaVerás maltratados a los inocentes, perdonados los culpables, menospreciados los buenos, honrados y sublimados los malos; verás los pobres y humildes abatidos y poder más en los negocios el favor que la virtud. Una cita aplicable a nuestro presente y es que en el fondo nada es nuevo, mejoramos a trompicones y el dinero continua siendo el gran objectivo a conseguir, sea como sea. El mundo, sigue. Al menos las mujeres, aquí y ahora, en algo o en mucho hemos mejorado nuestra situación. Si Luis de Sarria fuese contemporáneo nuestro podría añadir, con ironía: verás ensalzadas películas malas o mediocres con actores flojitos y olvidadas otras de magistrales con actores excelentes.