viernes, 24 de diciembre de 2010

domingo, 12 de diciembre de 2010

Concha Piquer (1906-1990)



Curioseando por internet, ese lugar extraño donde se encuentra 'de todo' aunque no se encuentre todo, me he enterado de que hoy, 12 de diciembre, hace veinte años de la muerte de Concha Piquer, cantante muy presente en la memoria sentimental de aquellos que, como yo, ya peinamos canas aunque sean teñidas. Mis primeros recuerdos de esa gran dama de la canción vienen de los inefables discos solicitados de Radio Miramar y la canción que más sonaba y recuerdo era ese inmenso Tatuaje. La canción, de pequeña, me evocaba las callejas sórdidas cercanas al puerto de Barcelona, un olor a café rancio y vino peleón, y un mundo pecaminoso de marineros con pasado y señoras de la vida, eufemismo que usaban en casa y que yo, entonces, no sabía a qué se refería con exactitud. Las señoras de la vida eran mujeres decadentes, gordas y pintadas que pululaban por la calle y que acompañaban a hombres borrachos y malolientes para hacer no se sabía qué exactamente, un misterio de aquellos de épocas pasadas y pacatas.

De jóvenes, con la modernidad de los sesenta, renegamos de aquella memoria sentimental, de Machín, de Piquer, incluso del Duo Dinámico yeyé de nuestra adolescencia. Hoy queda bien decir que escuchabas a los Beatles o a los Stone en versión original, de la misma manera que queremos creer que ganamos la democracia a costa de nuestro sacrificio colectivo. La leyenda siempre es más bonita que la realidad. Con el tiempo, sectores intelectuales desacomplejados reivindicaron aquella música, cantantes jóvenes la recuperaron en nuevas versiones y la copla, como el tango, pasó a ser patrimonio cultural colectivo. Concha Piquer fué mucho más que una señora que cantaba historias, es hoy un mito de la canción, muy presente en nuestro recuerdo. 

Me gustán las canciones que cuentan historias, bien rimadas y estructuradas. Así son aquellas coplas, de grandes autores, poemas narrativos, novelas. Como los tangos o como las canciones que cantaba, en catalán, Emili Vendrell, con letras de grandes poetas. Hace poco tiempo pude ver, en la segunda cadena, un programa magnífico de la serie Imprescindibles, sobre la apasionante y apasionada vida de Concha Piquer. Los programas de Imprescindibles deberían ser, valga la redundancia, imprescindibles, efectivamente: Miguel Hernández, Vicenç Vives, Gil de Biedma, Rafael Azcona...

Algunas de las canciones de Piquer me producían una profunda tristeza, sobre todo cuando hablaban de mujeres abandonadas, de amores imposibles, de muerte y tristeza. Las había optimistas, la niña de la estación acababa por casarse, se casaba  la picadita de viruela acomplejada y la solterona de la lima y el limón. Casarse era casi la única salida laboral seria para un gran nombre de señoritas. Eran canciones que al estar bien construídas y rimadas se aprendían de memoria con cierta facilidad, cosa que contribuía a crear lazos colectivos cuando, aunque fuese en broma, las entonábamos en fiestas señaladas y reuniones familiares.

La vida de Concha Piquer transcurrió de forma inteligente y apasionada por épocas difíciles, no fue una cantante franquista, com creímos com ignorancia petulante. Fue ella misma y mucho más, merece una serie de la tele bien hecha, con medios y documentación, para dar a conocer a los jóvenes cosas como su paso por Estados Unidos, o que protagonizó la primera película sonora en español. Los míticos baúles de la Piquer se han convertido en una especie de refrán popular. Ah, como admiro la habilidad de países como Francia para mitificar sus mitos o crearlos! Aquí somos algo autodestructivos, el franquismo estigmatizó toda una larga época y a los que sobrevivieron con éxito a ella! Sin embargo, por lo que oigo y escucho, la copla goza de buena salud. Afortunadamente.

A la hija de Concha Piquer, como al hijo de Emili Vendrell, les pasó una cosa parecida, siendo excelentes artistas no pudieron acabar de superar el peso inmenso de sus progenitores. Al tipo de canción que cantaba Vendrell, en catalán, le faltó una etiqueta de género. Los comparo porque Vendrell también cantaba historias y era de los pocos cantantes en catalán, anteriores a la Nova Cançó, que podíamos escuchar en los espacios de discos solicitados, al lado de Piquer y Machín. Por desgracia, hoy está muy olvidado en su propia tierra, cuando fue, también, todo un mito. En Catalunya con frecuencia soportamos un exceso de modernidad y diseño, de afición desmesurada a la novedad galopante. Lástima.

La época también cuenta. Estos días se ha hablado mucho de Lennon, de los Beatles y de su tiempo. No digo que no fuesen buenos pero estuvieron en el lugar apropiado en el momento oportuno. El éxito de Piquer fue también un éxito de labor de equipo: buenos músicos, excelentes letristas. Y una sociedad que escuchaba con devoción aquellas historias cantadas y contemplaba ilusionada las películas del cine del barrio. Hoy nos hemos convertido en una sociedad de petulantes nuevos ricos en crisis. Aquellas canciones nos dicen mucho más de nosotros mismos que cualquier manual de historia.





sábado, 4 de diciembre de 2010

Tradiciones, costumbres, dogmas y reivindicaciones



Asistí ayer a una tertulia sobre temas históricos, se hablaba del famoso libro de Hobsbawm, La invención de la tradiciónun clásico algo reiterativo, quizá porque los ejemplos que recoge quedan  lejos de nuestra propia historia. Con los años te das cuenta de que todo es mentira, como dice el tango, o que te mueves en un mundo bastante mítico de medias verdades. Necesitamos símbolos, cohesión social, lo que sea, para sobrevivir durante nuestro tiempo en este lugar tan complicado, diverso y, en ocasiones, muy desagradable. Quina sort haver viscut ara i aquí, (qué suerte haber vivido ahora y aquí), me decía un amigo en una ocasión, a pesar de qué perdió el padre en la guerra y pasó, como todos los que tenemos algunos años, tiempos difíciles. Para una mujer todavía resulta más afortunada la casualidad de ese ahora y aquí.

Tenemos tendencia a la queja, nunca estamos del todo satisfechos, aunque no pasemos hambre, ni frío, tengamos un techo y una paguita, una familia más o menos estable, amigas queridas para charlar y un ordenador, que hoy es una ventana abierta al mundo donde se puede encontrar de todo a todas horas, todos queremos más, cantaban durante mi infancia, por la radio. En general, en el mundo occidental hemos avanzado en muchas cosas que a veces nos cuesta admitir. Los lamentos sobre la educación y la conducta de los jóvenes son ancestrales, Plino y Cicerón ya se quejaban del tema. Sin embargo hemos conseguido, de forma general, unas relaciones familares muy distintas de las antiguas que hacen que gran part de la juventud, en encuestas recientes, valore la familia por encima de muchas otras cosas. También en lo moral, en algunos aspectos, al menos teóricos, hemos avanzado.

Las costumbres cambian pero a veces da miedo proponer cambios pues las mejores ideas degeneran cuando se convierten en religiones y dogmas. Pasó con el cristianismo, con el comunismo. Cuando trabajaba en la escuela tenía, al cabo de los años, cierto temor a proponer mejoras, ya que si se aceptaban quedaban enquistadas y convertidas en intocables. Pondré un ejemplo algo frívolo: en los setenta teníamos las clases llenas de niños y niñas, cuarenta y cinco alumnos por aula era una ratio habitual, incluso deseada. En la escuela llegamos a tener dos, tres líneas y en el patio a menudo había problemas con tanta gente. Propuse que los pequeños ocupasen un patio alternativo, en la entrada de la escuela. El tema topó con los privilegios conseguidos, hacíamos turnos de patio y hacerlo en dos espacios comportaba hacer más vigilancia, renunciar a horas libres a la hora de almorzar, a privilegios adquiridos. Al fin ganó la lógica y se dividió el recreo en dos espacios.

Con la bajada de natalidad el colegio se vació, llegaron a cerrarlo y convertirlo en escuela de idiomas. En los últimos tiempos, a finales de los ochenta, teníamos una sola línea, clases incluso con quince alumnos. Propuse volver a hacer los patios conjuntos, daba casi pena aquel gran espacio medio vació. Nadie recordaba que yo había propuesto, hacía muchos años, el cambio anterior. No hubo manera de cambiar nada, siempre lo hemos hecho así, hay una norma en el proyecto de centro que exige dividir los ciclos en espacios... Las razones esgrimidas eran absurdas y no conseguí una mejora que nos hubiese favorecido a todos ya que existía una norma antigua escrita que parecía intocable. La mejora se había vuelto costumbre, ley, dogma, lo de menos era la razón del cambio antiguo.

Pienso en esas cosas a menudo, como hoy, ante esa acción absurda y prepotente de los controladores. Pienso en muchas huelgas surrealistas de nuestro tiempo, huelgas de privilegiados con trabajo fijo por los siglos de los siglos, sostenidas por sindicatos burocratizados, profesionalizados y alejados de la realidad. Costó mucho conseguir ese derecho me dicen los convencidos. Sí, claro, lo consiguieron obreros mal pagados, mal tratados por los poderes estatales, que pasaban hambre y creaban sus sindicatos esforzados y vocacionales, compuestos por trabajadores en activo cuyo lugar de trabajo era absolutamente frágil. Hace pocos días vi un magnífico reportaje por televisión, de una huelga de mujeres del año 82, en una empresa catalana, reclamando igualdad de salario para igual trabajo. Los hombres mentalizados de izquierda no las apoyaron en nada, finalmente consiguieron, con gran esfuerzo, la igualdad que reclamaban.

Aquellos ideales que Pratolini reflejó en sus personajes han pasado a la historia. Quizá tampoco en su tiempo fue la cosa tan bonita y solidaria como la leemos o recordamos, todo se idealiza. Sin embargo, la huelga tiene que revisar su poder como protesta, en nuestro tiempo. Sabemos que no está al alcance de todos los españoles, todavía menos de los que no lo son aún y trabajan como pueden y donde pueden sin o con papeles. Me da algo de repelús el país de nuevos ricos en qué nos hemos convertido y en el cual, como decimos en catalán, estirem més el braç que la màniga. Han llegado tiempos de vacas flacas, no han hecho más que empezar, ya nos avisan cada día quienes no fueron capaces de guardar para el invierno, cigarras políticas que no dudaron en subvencionar fiestas y tonterías que, ay, sabían que les conseguían votos y clientelismo. Por suerte, cada día nos sale algún experto inteligente que predica, propone, profetiza, sabía lo que iba a ocurrir... No entiendo que con tanto sabio vayamos tan mal. Però, bueno, también se creía que cuando un filósofo gobernase todo funcionaría y Marco Aurelio las paso moradas.

La vida es un tango, ya lo decían mis mayores. Lo único que ha mejorado, respecto al precioso tango que incluyó en esta entrada, es que nadie va a probarse la ropa que vamos a dejar. Es mucho más cómodo e higiénico -qué manía nos ha dado por la salud, en los últimos tiempos- comprar cosas nuevas en el bazar chino de la esquina, cosidas a precio mísero en algún lugar ignorado, por obreros y obreras de verdad y quizá sin derecho a huelga. Nos importa? 







sábado, 20 de noviembre de 2010

Castellet, el realismo histórico y el idealismo intemporal




Josep Maria Castellet ha recibido el Premio Nacional de las Letras Españolas, un premio merecido por su larga, provechosa y admirable labor de crítico, editor y muchas cosas más. Castellet es hoy un sabio anciano, aunque parece que en el presente llamar a alguien anciano o viejo es un insulto cuando en otro tiempo resultaba un honor, pero fue también uno de nuestros jóvenes airados. Él y sus seguidores intelectuales sentaron cátedra, como se suele decir, y quizá también marginaron a otros sectores, durante una época brillante intelectualmente de la cual, me temo, los jóvenes airados de hoy saben poca cosa. El realismo histórico fue casi, casi, un dogma intelectual durante mucho tiempo.

Escribió, bien y mucho, sobre literatura catalana y castellana, en unos tiempos difíciles en los cuales los puentes de entendimiento entre ambas culturas parecían más transitables que en el presente. Imagino que eso hoy no sienta demasiado bien a tantos partidarios de convertir los puentes en muros impracticables e impermeables. En todo caso, maravilla pensar en el peso intelectual de Castellet y tantos otros en una época difícil, que mucha gente querría presentar como un páramo intelectual, cuando en realidad produce una sana envidia comprobar la altura cualitativa de una gran parte de lo que se hizo y editó, a pesar de todo.

Cierto que en aquellos tiempos la cultura de calidad, ligada a las universidades, era minoritaria y elitista y masificar la educación, como se hizo, abriendo las escuelas y universidades a las mayorías, comporta ciertas renuncias inevitables pero necesarias. Todo estaba por hacer, ni tan sólo sabíamos si se podría hacer algo, políticament hablando, y después de las euforias vinieron los desencantos del presente. Pero la vida, en todos sus aspectos, siempre confronta la realidad con nuestros sueños, sobre todo juveniles, en los cuáles, como en aquella proclama del mayo francés, somos capaces de exclamar convencidos: seamos realistas, exijamos lo imposible. Un poco de realismo històrico recuperado en este otoño electoral tan frustrante, quizá nos vendrá muy bien.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Berlanga y nosotros

El cine de Berlanga nos ha acompañado a lo largo de muchos años. Desaparece con él la última B de la gran tríada capitolina de nuestro cine de culto. Bardem fue el más politizado, Buñuel el más mitificado. Berlanga, sin embargo, fue el único que generó un adjetivo popular, berlanguiano.

Reconocemos con facilidad situaciones y personajes berlanguianos, aunque no siempre sepamos explicar en qué consiste esa característica hispánica y fallera, tierna y ácida, humorística y tiernamente trágica.

No todo su cine me convence del todo. Pero incluso en los títulos menores se pueden encontrar escenas geniales, de esas que quedan en el recuerdo personal y que tienen vida propia.

De todas las películas me quedaré siempre con Plácido, la historia navideña más rompedora y entrañable del panorama estacional. Cada vez que la veo me gusta más. Ese Cassen en estado de gracia también me trae muy buenos recuerdos, en medio de un mar de secundarios magníficos. Me produce siempre una nostalgia agridulce y una sonrisa desacomplejada y sincera la contemplación de ese triciclo épico convertido ya en un símbolo entrañable.

Se aprende más historia de España o de las Españas viendo esas películas que leyendo manuales escritos por expertos.


domingo, 31 de octubre de 2010

Noche de difuntos

Actualmente se han diluído mucho las costumbres antiguas sobre la noche de Difuntos que era, en realidad, la que iba del día de Todos los Santos al siguiente. Hoy se celebra más la vigilia y las calabazas de Halloween y los disfraces a la americana, desde que ET se tuvo que camuflar para huir de los científicos malvados, han conseguido un gran protagonismo, nos guste o no.

Una de las historias que me daba más miedo de pequeña era la leyenda El monte de las ánimas, recogida de forma magnífica por Bécquer. Recuerdo que antes de leerla la escuché, de pequeña, por la radio. La radio establecía una niebla de misterio a nuestro alrededor, los ruidos eran sugerentes, los silencios, temibles. Aquella voz de ultratumba llamando a la frívola Beatriz, que emanaba de la vieja Telefunken familiar, me produjo un temor horripilante en aquella época infantil.

Años más tarde, trabajando ya de maestra, recuperé la magia de la narración, en esta misma época estacional, leyéndola a un grupo de más de cincuenta alumnos de sexto de la antigua EGB. Era un curso movido y charlatán pero todos escuchaban la historia en silencio absoluto, asustados y concentrados. Casi al acabar alguien llamó a la puerta del aula y el susto fue mayúsculo. Quizás hoy me pondrían una denuncia por asustar a inocentes criaturas en crecimiento, quién sabe...

Un poema que también me evocaba extraños misterios era el de Juan Ramón Jiménez que copio:

Viento negro, luna blanca.
Noche de Todos los Santos.
Frío. Las campanas todas
de la tierra están doblando.
El cielo, duro. Y su fondo
da un azul iluminado
de abajo, al romanticismo
de los secos campanarios.
Faroles, flores, coronas
– ¡campanas que están doblando! –
...Viento largo, luna grande,
noche de Todos los Santos.
...Yo voy muerto, por la luz
agria de las calles; llamo
con todo el cuerpo a la vida;
quiero que me quieran; hablo
a todos los que me han hecho
mudo, y hablo sollozando,
roja de amor esta sangre
desdeñosa de mis labios.
¡Y quiero ser otro, y quiero
tener corazón, y brazos
infinitos, y sonrisas
inmensas, para los llantos
aquellos que dieron lágrimas
por mi culpa!
...Pero, ¿acaso
puede hablar de sus rosales
un corazón sepulcrado?
– ¡Corazón, estás bien muerto!
¡Mañana es tu aniversario! –
Sentimentalismo, frío.
La ciuded está doblando.
Luna blanca, viento negro.
Noche de Todos los Santos.

Me parecía observar un paisaje inquietante y oscuro, al leerlo, con la luna rodeada de nubes y un montón de espíritus condenados atravesando las montañas, al estilo de la Santa Compaña, una leyenda que también escuché, por primera vez, a través de la radio.

Descansen en paz todos nuestros difuntos, aunque ahora ya no les recemos con devoción y algo de aburrimiento aquellas tres partes de rosario tradicionales. Como decían mis padres, son los vivos y no los muertos los que deberían darnos miedo, miedo de verdad.

sábado, 16 de octubre de 2010

Insultos escolares especializados

Hace pocos días una escritora de origen magrebí se quejaba del insulto recibido por su hijo en la escuela, en Vic, en concreto el desagradable moro de mierda. Otra dama periodista, habitual en diversas tertulias, que tiene una hija china adoptada le contestó en otro periódico, amablemente, a su hija también le había pasado algo parecido, a causa de sus rasgos, pero reflexionaba sobre el medio escolar, en el cual cualquier diferencia sirve de insulto en momentos de ira infantil a causa de cualquier tontería. Como esos temas provocan normalmente un exceso de consideraciones filosóficas, otros escritores han pontificado -más o menos- desde otros medios sobre la gravedad del asunto o sobre aspectos diversos que tienen como telón de fondo el supuesto -o no- racismo ambiental de nuestra complicadas sociedades urbanas.

Creo que una cosa es la sociedad adulta, los políticos y su oportunismo en fomentar la confrontación o hacer volar palomitas de la paz y otra la sociedad escolar, aunque en ella se reflejen las manías vigentes. Incluso en el caso de la sociedad adulta en muchas ocasiones es distinto lo que se dice en momentos de debate tabernario y otra lo que se hace en la realidad. En épocas difíciles, como guerras o persecuciones, la gente ha vivido experiencias en las cuales ha comprobado como la ayuda, en muchas ocasiones, le ha llegado de quien menos esperaba, a causa de sus ideas o de su verborrea excesiva y grosera.

En la escuela se pasa mal a menudo, por mucho que los maestros intenten esforzadamente controlar y suavizar estas cosas. He trabajado muchos años en la escuela pública y me he dado cuenta de que a veces valía más dejar pasar el asunto sin meter ruido, aquellos que se acababan de insultar y pelear eran amigos al cabo de cinco minutos, después de haberse dicho de todo. En la escuela se ha insultado a los gordos, a los débiles, a las feas, a los afeminados, a los miopes, a quién no jugaba bien a futbol o no saltaba bien a la comba, incluso a los pobres 'empollones'. Los sufrimientos escolares, incluso en la autoritaria escuela franquista, venían más veces a causa de los compañeros y de las amigas que no de los profes perversos.

Si en una escuela hay personas de diferentes procedencias geográficas, como es habitual en la actualidad, los conflictos viscerales recurriran al insulto especializado. Tengo un pariente, muy buena persona en realidad, que disfrutaba insultando a los árbitros de fútbol según su procedencia, si eran vascos los llamaba etarras, terroristas, por ejemplo. En la escuela también me he encontrado con familias oportunistas que intentaban magnificar esos temas para sacar algún beneficio, por desgracia, en el mundo hay de todo. En general la profesión educadora hace grandes esfuerzos para paliar esas agresiones pero creo que el mundo es como es y nada se erradicará de forma absoluta. En la escuela se mueven extrañas mafias imperceptibles, los niños recurren a la violencia directa, las niñas, a menudo, al ninguneo y al maquiavelismo infantil más sofisticado. A veces cuesta percibir esas cosas, el afectado calla -nada hay más mal visto que un 'chivato'- y disimula, a menudo desea ardientemente ser aceptado por sus verdugos, precisamente. Hay quien no quiere ver esas cosas y quien, sencillamente, no se da cuenta de nada. Hace poco ha salido a la luz uno de esos temas de crueles novatadas que sólo se saben cuando producen daños excesivos.

En Francia, sobre todo en el sur, donde mucha gente tenía origen español, era bastante habitual lo de 'español de mierda'. Hemos sido 'catalanes de mierda' en muchos sitios mientras llamábamos 'charnegos' a los recién llegados de los cincuenta y los sesenta. Yo fuí una 'nariz de loro' y lo pase muy mal, como lo pasan mal los 'orejones' y los 'gordos'. He oído a un mellizo llamar a su hermano 'hijo de puta', por no hablar de 'maricón', 'maricona' y el resto. Incluso escuché hace pocos años, en una escuela multicultural, un extraño insulto, 'filipino blanco'!

Hacer de cada insulto escolar un artículo periodístico de denuncia es echar, a menudo, leña al fuego. Que ya arde bastante en estos últimos años, sólo hay que mirar la tele para ver como nos tratan -a los catalanes- en algunos canales surrealistas al máximo. Y como los políticos aprovechan el tema para barrer para su casa particular. Dejarse llevar por la ira que nos provoca el insulto injusto al colectivo, un colectivo también diverso en el cual hay de todo, es bastante absurdo aunque sea comprensible.

Otra ingenuidad es suponer que la escuela tiene la culpa de todo y lo puede solucionar todo. La escuela es producto en cada momento de la sociedad vigente, los hijos reflejan el mundo de los adultos, de sus familias, de su barrio, de la televisión. Trabajar los valores, la paz, todo eso, está muy bien, debe hacerse, pero no vacuna ni mucho menos, contra la irracionalidad verdaderamente peligrosa. Las cosas no son sencillas ni los remedios infalibles.

sábado, 9 de octubre de 2010

Sobre premios gordos y escritores controvertidos


El premio Nobel, como tantos otros premios, obedece a un extraño conjunto de circunstancias, muchas de las cuales tienen poco que ver con la estricta literatura. Sin embargo continuan rumbeando un gran prestigio y su concesión genera grandes y sabrosas discusiones sobre el tema. En especial, claro, los de literatura, sobre los cuales podemos opinar más o menos si somos lectores aficionados. O sobre los de la paz, tan controvertidos en bastantes ocasiones. Los demás nos quedan lejos si no somos del campo profesional correspondiente.

Hacía algunos años que se otorgaban premios Nobel literarios algo... pintorescos. La concesión a Vargas Llosa está despertando entusiasmos y condenas, sobre todo en Catalunya. Vargas Llosa fue prácticamente descubierto en mi ciudad, que lo acogió con entusiasmo durante un tiempo. Después nos sorprendió con su giro hacia la derecha y con su postura de firmante mayor del famoso Manifiesto por la lengua común, así como con sus críticas poco matizadas, más aún si se considera que es un hombre con antepasados catalanes y que ha vivido cerca de nosotros y conoce bien a muchas personas de la cultureta, sobre los nacionalismos.

Se hace difícil separar al escritor del hombre, en este caso y en muchos otros. Creo que fue a Ana María Matute a quien escuché en una ocasión comentar que los escritores son las personas que más decepcionan cuando se conocen. Uno puede escribir maravillas, ser un gran y generoso luchador en letra impresa y después resultar un aprovechado e incluso una mala persona en la realidad. Las izquierdas han caído a menudo en la trampa de promocionar a los suyos e intentar minimizar al resto. En cambio, las derechas liberales, que tienen un lado esnob actuan con algo más de tolerancia y fagocitan lo que sea si está  de moda. Hay quien critica a Vargas Llosa por lo que es y ha hecho pero que no lo ha leído o que no lo ha leído en profundidad. 

Empecé a leer a Vargas Llosa en sus tiempos barceloneses gracias  a un buen profesor de literatura, Tusón, que cayó en la Normal por casualidad y nos lo recomendó. La ciudad y los perros nos impresionó a todos por su fuerza extraña y torrencial. El estallido de la literatura hispanoamericana en los sesenta y setenta fue inesperado y brillante, creo que la literatura en castellano, incluso en catalán, no volvió a ser igual después de aquello. García Márquez, Carpentier, Cortázar... También entonces había debates sobre quien era o no era el mejor. Leí más libros de Vargas y todos me entusiasmaron, aunque iban también cambiando, haciéndose más convencionales y aquel estallido ya se convirtió en una repetición de esquemas, fue mal copiado y, como todo, perdió la fuerza inicial. No todo lo de Vargas Llosa me ha gustado pero se trata de un escritor muy trabajador, que tiene una obra considerable, con una serie de ensayos también muy importantes. La guerra del fin del mundo me encantó, como lo habían hecho La casa verde, Conversación en la catedral, Pantaleón y las visitadoras...

Creo que es un muy buen escritor y me parece bien que le hayan dado el premio. Un premio que es literario, no le pasa como a ese extraño Premi d'Honor que se otorga en Catalunya y que mezcla valor intelectual con postura ética, cosa que ha propiciado espinosos debates, hoy algo olvidados, sobre la concesión que nunca se le hizo a Pla, un hombre de moral cívica algo dudosa pero un gran escritor, sin duda. Cela fue también controvertido, había sido censor franquista, niño guapo del régimen... Eso por lo que respecta a los autores más conocidos por nosotros, los españoles o hispanoamericanos. Delibes, gran escritor, hombre honrado y apreciado por todos, que hubiese sido un buen Premio de Honor, quedó como eterno candidato y murió sin conseguir el premio. Incluso en Facebook se abrió un grupo dedicado a Delibes, premio Nobel póstumo, reivindicando el tema.

Separar vida y obra, cuando se trata de autores contemporáneos, es muy difícil. Seguro que había en el mundo muchos otros autores importantes que también lo merecían, incluso más, lo acepto, que Vargas, como pasa con los Óscars, com el premio Planeta y con todo. Entrar en el tema -a favor o en contra- de la postura política actual del escritor o de sus exabruptos desagradecidos hacía el tema catalán (podía haber opinado lo mismo de forma más matizada y elegante) puede ser interesante a nivel de cotilleo pero no aporta nada a la literatura. A nivel personal recuerdo muy bien cuando lo empecé a leer, en mi juventud, en una época llena de entusiasmos en la cual parecía que todo iba a mejorar y que con la democracia nada malo nos podía suceder. Las expectativas excesivas, como los escritores admirados, decepcionan, no son realistas ni humanas. Por cierto, escribió un ensayo triple y muy interesante sobre nuestro Tirant lo Blanc en una época en la cual el libro era muy poco conocido, así que eso también pesa a la hora de ser indulgentes con su presente políticamente controvertido.


martes, 28 de septiembre de 2010

Llevar los pantalones

Se ha publicado en Francia el libro del cual muestro la portada, su autora es Christine Bard, historiadora feminista, y diferentes periódicos españoles han hablado de él, a menudo en páginas poco culturales y más bien algo frívolas. La autora reflexiona sobre los problemas que en el mundo occidental provocó querer ponerse pantalones, prenda, por cierto, habitual en otras culturas, aunque fuese bajo falditas más o menos largas. En Francia, aunque en desuso, evidentemente, continua vigente una ley que prohibe su uso y en ámbitos formales todavía continua siendo la falda obligatoria, como en el caso de muchos uniformes de escuelas de prestigio.

Recuerdo los años en los cuales, gracias al turismo y al desarrollo, comenzaron a verse en nuestro país señoras -extranjeras- con esa prenda. Cierto que se habían dado casos allá por los años treinta, incluso recuerdo también que, en el campo, cuando las mujeres debía ayudar en algunas tareas se ponían pantalones viejos de forma puntual. Pero los pantalones de vestir eran algo casi pecaminoso, aunque tapaban tanto o más que las faldas.

Cuando hacía ingreso, allá por finales de los cincuenta, tuve una profesora muy joven y le preguntamos que le parecía eso de llevar pantalones. Nos hizo reflexionar sobre el tema, según su opinión estaban bien para mujeres nórdicas -empezaban a llegar las temidas suecas- que no presentaban redondeces excesivas, pero no para las mediterráneas, más llenitas. Hoy, con la moda de las mujeres-fideo eso ya no sería problema. En catalán, de esos tipos rectilíneos se comentaba: no té ni tripa ni moca.

Un cura conocido, de una zona rural catalana, en esa época, negó la comunión a dos chicas ricas del pueblo que fueron a comulgar con pantalones. La cosa tenía dos lecturas, la de la inmoralidad de la prenda y el conservadurismo del cura, pero también la valentía de ese mismo señor al atreverse con dos pijas poderosas (de derechas), la cosa le podía haber costado cara, en aquella época. Los esnobs y las gauches divines son los primeros en aceptar las excentricidades pues les gusta provocar. Además, se lo pueden permitir, tiene recursos para afrontar las condenas morales con tranquilidad. Después, cuando el pueblo llano las asume ya se convierten en una vulgaridad.

Al cabo de cuatro o cinco años todas las adolescentes que habíamos hecho gimnasia con bombachos y falda, un montaje horrible, llevábamos pantalones, siempre que fuese para ir de excursión, a patinar, al campo. Para la vida cotidiana se tardó un poco más. En muchos trabajos se exigía -y se exige todavía- la falda. En la época de Tarradellas se comentó mucho que obligaba a las damas de la Generalitat a llevar falda, sin embargo el tema no levantó demasiadas protestas.

El pantalón se impuso por su comodidad, como se había impuesto en el ámbito masculino. Abriga más que la falda, evita fajas y ligueros y medias frágiles y reduce la dependencia de la depilación obligatoria. Las señoras mayores, como mi madre, fueron reticentes a su uso, pero cuando los probaron ya no los abandonaron nunca del todo. Sin embargo la imposición de la moda pasa a menudo por encima de la comodidad como en el caso de esos talones altísimos y rompepiés, con los cuales incluso huyen del maniático las chicas guapas de las pelis de miedo. Y todavía se exige falda para según qué. O no se exige pero se supone que hay que disfrazarse en ocasiones como bodas de postín, por ejemplo, incluso con faldas largas o con lo que sea.

Tenemos cierta tendencia al disfraz y por esos se aprovechan las grandes festividades para vestirnos de forma rara, incluso con vestidos que no aprovecharemos nunca más. Es un signo de bienestar econòmico, antiguamente todo se reformaba y arreglaba e incluso se volvía la ropa del revés para alargarle la vida. Por suerte, de momento, vivimos en una sociedad que, de forma generalizada y con todas la excepciones que he comentado, no se mete mucho con esas cosas. De momento. 


Sobre la ropa vuelta del revés, recuerdo un anuncio autárquico de la radio. Era un diálogo entre amigos:
-¿Abrigo nuevo?
-No, reformado y vuelto del revés por Poveda sastre.


El sastre Poveda tenía su taller en la plaza del Peso de la Paja, inmortalizada por Terenci Moix. Desde la calle se veía a la gente coser, me encantaba. Sastres y modistas han desaparecido bastante de nuestros paisajes, muchas sastrerías han ido cerrando y sólo quedan algunas excepciones. No sé el motivo, pero en los escaparates de las sastrerías se solían poner chistes dibujados, quizá para llamar la atención. Las mujeres han cocinado, cosido, peinado, pero a la hora de la verdad los famosos han sido ellos y parece que todavía dura. Un buen traje chaqueta de señora -con falda- requería de un sastre aunque también existían algunas sastresas. Hoy todo ha cambiado, la confección en serie se ha impuesto y las grandes marcas son las que mandan.

La moda impone su frívola dictadura, no hay más que ver esos desfiles de monigotes con cara de pocos amigos y hechos un saco de huesos, andando como caballos. La anorexia no existe cuando se pasa hambre de verdad, es una enfermedad de ricos, de clases medias. Se busca la originalidad con atuendos raros, no hay más que ver la salida de los institutos, que son de todo menos cómodos. Al final se acaba formando parte de una tribu más y la originalidad se diluye en el conjunto.

Creo que el libro debe ser interesante, sin embargo no me gusta la cubierta, una modelo joven y guapa al uso, con una pose estudiada, una cubierta, creo, muy poco feminista. Al fin y al cabo los libros, la mayoría de libros, se escriben para venderse lo mejor posible.

Hace años llevar los pantalones era una frase muy gráfica y hacía referencia a la persona que mandaba, en los hogares. Se suponía, era mucho suponer, que había de ser el marido y así, incluso, lo recogían las leyes injustas de los años oscuros. Quizá quede en el idioma como frase hecha, perdido ya su sentido literal, como han quedado otras cosas. En catalán hablabos de ir mal engiponat, massa engavanyat, el gipó era el corpiño, el gavany, el gabán. La frase sobrevive a la prenda, es curioso.

La historia del vestido, de los pequeños objetos, de la vida cotidiana, a menudo es más interesante y próxima que la gran historia y dice mucho más sobre el pasado que los manuales sobre teorias sociales y batallas gloriosas.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Labordeta y la libertad

Supongo que es la edad, una ya va haciéndose mayorcita -hoy no se puede decir que eres 'vieja' porque te riñen, parece que la vejez no existe- pero me duelen las pérdidas de personas que han acompañado mi viaje sentimental por la vida. Por eso no puedo dejar de recordar a Labordeta, me acabo de enterar por el blog de un amigo de su muerte, prevista sin duda.

Lo vi hace poco por televisión cuando le dieron la cruz de Alfonso X el Sabio, muchos homenajes juntos resultan, cuando estás enfermo, una dolorosa premonición. Estaba muy emocionado y pensé que debía estar muy mal aunque su aspecto era aparentemente bueno. 

En una ocasión, hace muchos años, coincidí con él en la boda de una amigo, su marido era buen amigo de Labordeta. Todo un tiempo de cantautores que se movían mucho por la piel de toro y propiciaban un buen entendimiento entre los españoles parece irse acabando. Nos unía ese canto a la libertad, fuese en la lengua que fuese, las lenguas no son nada más que una adaptación de nuestra biología a la necesidad de expresarnos y comunicarnos. Quizá también de pelearnos, quien sabe.

Descanse en paz y si hay algo más por ahí quizá todavía le oiremos cantar algun día...



lunes, 13 de septiembre de 2010

Au revoir, Claude Chabrol!



Vivimos en una época en la cual las pizzas llegan antes que la policía (Claude Chabrol)

Me entero de la muerte de Chabrol cuando, por casualidad, hace unos días me baje al más puro estilo actual una película antigua de este director, gracias a las ventajas de las nuevas tecnologías y de la pirateria inocente. La película era L'oeil du malin, un título menor, pero tenía curiosidad porque la protagonizaba Jacques Charrier, marido de Brigitte Bardot por breve tiempo y que no ha hecho una gran carrera en el cine, aunque es y fue un buen actor, algo inquietante. La víctima del maquiavelismo de Charrier era Stephane Audran, que fue esposa de Chabrol y es madre de uno de sus  hijos, dos de ellos también actores y el mayor, además, un gran compositor. Fue una de sus películas con triángulo, un estilo muy habitual en este director y que se prestaba a un gran número de combinaciones con pocos personajes.

Chabrol tiene una producción extensa y, según mi opinión, bastante irregular. No voy a presumir de haber visto todas sus películas pero de las que he visto algunas me han gustado mucho y otras me han parecido a medio terminar o, simplement, fallidas. Hoy el cine francés nos llega con cuentagotas, por desgracia, y algunos de aquellos antiguos títulos cuestan de recuperar, resulta ya imposible verlos en un cine normal. Lo mismo pasa, en general, con todo el cine europeo, español incluído. Al menos esos autores míticos son pirateados con gran afición y siempre nos queda el recursos de la descarga casera.

Francia era para todos nosotros un espejismo de libertad pecaminosa, sexual y política. Ayer mismo emitían aquella mala, pero emblemática película que fue Emmanuelle, la primera de la serie. Viajamos para verla -aquella y otras como, por ejemplo, La caída de los dioses o La vieja memoria  o la del Último tango en París- a Ceret, a Perpinyà. Los viajes al otro lado de la frontera generaban mucho entusiasmo, por desgracia me cogieron ya en la transición y pronto todo aquello quedó en el olvido, lo verde ya no empezaba ni terminaba en los Pirineos y el destape llegó con la libertad política y la democracia algo coja de la cual disfrutamos hoy.

Francia ya no és lo que fué porque quizá tampoco era aquello que soñábamos reprimidos. Creo que hubo intentos de hacer algo parecido a lo de Perpinyà en Portugal, incluso en Andorra, donde los intentos toparon con una iglesia católica andorrana que no estaba para tales escándalos cinéfilos. Las primeras camisas mojadas sobre la piel, de símbolos eróticos patrios como Nadiuska pronto evolucionaron hacia cosas más evidentes. Hoy dan por la tele, en horario escolar, películas que en otro tiempo eran gravemente peligrosas, en aquella clasificación que el nacional catolicismo establecía. 

Chabrol era mayor pero hoy somos tan optimistas que ochenta años parecen todavía pocos para abandonar este mundo, valle de lágrimas en otro tiempo y hoy extraña feria a la cual parece que venimos a divertirnos de forma intensiva y a sobrevivir todo lo que se pueda aunque sea hechos unos zorros. Recuerdo que entramos en el cine francés a ver Emmanuelle, allá por 1974 o 1975, antes de la muerte de Franco, y se suspendió el pase porque hubo un aviso de bomba, así que tuvimos que volver más tarde. De Chabrol pudimos ver algunas películas en Barcelona, en aquella època, para poder filtrar algunos títulos se inventó aquello del arte y ensayo. Reconozco que Chabrol, incluso en sus películas más flojas, juega de maravilla con la atmósfera, con el ambiente. Por eso a veces esperas más de lo que hay, pero resulta fascinante entrar en ese mundo de sospechas y sentimientos ocultos.

Posiblemente, como Chabrol manifestó en la famosa frase que he copiado al principio, las pizzas hoy llegan antes que la policía, así es nuestro mundo. Y todavía más, el delincuente puede quedar filmado y requetefilmado sin que por eso se evite el delito. Por eso cuando en el metro de Barcelona me insisten desde los altavoces en que las cámaras vigilan y que vaya por ahí tranquila cojo fuerte el bolso, por si acaso. Así pues, también gracias a la inoperancia vanidosa que substituye la vigilancia real por la de película, el cine negro y la novela de crímenes y misterios continuarán despertando nuestro interés y aportando a lo que ya existe nuevas historias inquietantes.


martes, 7 de septiembre de 2010

Los esqueletos míticos de Carolina Coronado



CANCIÓN

Cuando la luz de la tarde
en occidente se apaga,
y la reina de las sombras
con ligero paso avanza;

En esas horas tranquilas,
inspiradoras del alma;
cuando en las alas del viento
el silencio se derrama;

Cuando la tórtola dulce
lánguido suspiro exhala
con acento lastimero
recogida entre las ramas.

A aliviar voy mis cuidados
a la orilla solitaria
de un pacífico arroyuelo,
que entre fresnos se dilata.

Y vagando pensativa
por la arboleda callada,
sueño dichas venideras,
o canto las ya pasadas.

Y comparo al manso río
mi existencia sosegada.
Él rueda blando entre flores;
ella entre ilusiones blanda.

En un blog que tengo en catalán, Tèrbol Atzur, cuyo nombre he sacado de un poema de Maria Mercè Marçal,  gran poeta desaparecida de forma prematura, voy recogiendo aportaciones de las mujeres a la poesia en catalán. Todo empezó en una ocasión en la que tuve que preparar una charla sobre literatura y me di cuenta de cómo costaba encontrar las publicaciones o las referencias a autoras, incluso actuales. En castellano ocurre lo mismo, hay cuatro, cinco nombres canónicos y un gran volumen de poetisas poco conocidas. Hace un tiempo encontré un volumen publicado de forma muy discreta que recoge aportaciones de autoras femeninas a la Renaixença mallorquina. Muchas de esas señoras empezaron escribiendo en castellano y después lo hicieron en catalán o simultanearon las dos lenguas. 

La realidad es que, a igual calidad, es mucho menos conocida la obra de las damas. Carolina Coronado es uno de esos casos que las antiguas antologías mencionaban a menudo pero que hoy es prácticamente desconocida. Coronado fue comparada a Bécquer, era una mujer bellísima, Espronceda, extremeño como ella le dedicó un poema ardiente cuando tenía ella tenía trece años y ya escribía poemas. 


Dicen que tienes trece primaveras
y eres portento de hermosura ya,

y que en tus grandes ojos reverberas


la lumbre de los astros inmortal.

Juro a tus plantas que insensato he sido
de placer en placer corriendo en pos,
cuando en el mismo valle hemos nacido,
niña gentil, para adorarnos, dos.

Torrentes brota de armonía el alma;
huyamos a los bosques a cantar.
Dénos la sombra tu inocente palma,
y reposo tu virgen soledad.

Mas ¡ay! perdona virginal capullo,
cierra tu cáliz a mi loco amor.
Que nacimos de un aura al mismo arrullo,
para ser, yo el insecto, tú la flor.


Nos ha quedado en el imaginario el estupendo retrato de Madrazo desde el cual la escritora nos contempla desde el pasado. Se casó bien, con un diplomático americano, aunque, dicen, anteriormente había tenido un amor juvenil que podría, incluso, ser imaginario. Era muy sensible, cataléptica, de joven tuvo un episodio dramático pues la consideraron muerta sin estarlo. Quizá este hecho contribuyó a que fuese reticente a enterrar a sus difuntos. Al marido, embalsamado, lo tenía en el oratorio del palacete familiar y cuentan que el servicio, haciendo gala del mejor humor negro hispánico lo apodaba el silencioso. El cadáver de una hija estaba también guardado en un armario de su casa.

Tuvo problemas mentales pero murió muy mayor, en Lisboa, el año 1911, en una posición económica harto precaria. Los extremeños la recuerdan, sin embargo, e incluso en Cornellá existe una activa asociación cultural que lleva su nombre, promovida por mujeres de origen extremeño. Fue tía de Ramón Gómez de la Serna, el cual tuvo una compañera, Carmen de Burgos, que pasó injustamente a la historia como amante del escritor cuando ella misma fue una intelectual de primera categoría con una personalidad arrolladora.

En otros país ya hubiesen hecho una serie con esas historias entre intelectuales y góticas, poéticas, románticas y situadas en un siglo convulso y complicado. La mayoría de esas escritoras decimonónicas eran damas conservadoras, burguesas, poco rebeldes, cierto, nada parecido a George Sand, que yo sepa, pero hay que pensar de qué sociedad hablamos en la cual a la Regenta de Clarín incluso le prohiben escribir poesías... a la Virgen.














AL OTOÑO



Presurosas huyeron
las horas del verano caluroso:
del álamo frondoso
las hojas se cayeron:
otra estación mi vida
cuenta en quejas inútiles perdida.


El tibio sol de octubre
la cabellera blanquecina tiende,
y sus hebras desprende
con que la tierra cubre,
ya que negros vapores
no absorban sus escasos resplandores.


Si el turbio remolino
de la copiosa lluvia espacio deja
a su rubia guedeja;
si en medio su camino
espesa niebla fría
la luz no roba que a la tierra envía;


Ora os recuerdo triste,
del verano risueñas alboradas,
ora noches templadas,
y a ti que apareciste
tres veces en la esfera,
luna, en la noche lúcida viajera.


¡Ay! ¡cómo desparecen
los más bellos encantos de la vida!
¡Cómo desprevenida,
sólo cuando perecen
el alma los conoce
para llorar su malogrado goce!


Así la primavera
pasará de mis años presurosa,
y aguardando ambiciosa
la dicha venidera,
de este bien que ora pierdo
penoso en la vejez será el recuerdo.


Volveré tristemente
los ojos hacia el tiempo desdeñado,
y como del pasado
verano el dulce ambiente,
su sol, su luna y flores,
recordaré mi juventud y amores.