viernes, 30 de julio de 2010

Del 'pan y toros' a la cocina mediterránea y los mundiales de fútbol


Nunca he ido a los toros y siempre he sido contraria a ellos pero hubiese preferido que las corridas muriesen por inanición y no como lo han hecho,  por decreto aunque se haya tratado de un decreto conseguido de forma democrática. En este caso hubiese preferido un referèndum, por ejemplo. El caso es que el tema ha levantado todo tipo de polvaredas, el momento político ya esta bastante caliente por lo que hace referencia a las relaciones entre Catalunya y el estado español y esa cuestión ha calentado más el horno. Algún canal de televisión y algún periódico razonable han explicado las cosas como han sido, pero da miedo sintonizar según qué emisoras visuales y sonoras de esas que lanzan anatemas apocalípticos sobre la ruptura de la unidad hispánica y la perversión catalana. 

Más allá de temas nacionales, que los hay, nos guste o no, hay que admitir que hemos cambiado con los años en la sensibilidad en el trato con los animales, e incluso con las personas, y que no acabamos de encontrar el equilibrio. Molesta el espectáculo, con su parafernalia tradicional, ligada de forma injusta a una España rancia. Matar animales en secreto, con fines alimenticios o incluso deportivos, como en el caso de la caza, nos parece normal, sin embargo. Lo mismo digo respecto a como criamos hoy gallinas, pollos y cerdos para producir excedentes alimenticios. Me angustia contemplar cómo los animales domésticos se convierten en juguetes, caprichos para nuestros niños, que hoy son pocos y mimados.

El tema de las corridas despierta grandes visceralidades y exageraciones por todas partes. Mi abuelo, muy catalán, iba bastante a los toros, como mucha gente de su época. También había una gran afición al boxeo en sus tiempos, otra actividad hoy mal vista. Hubo toreros catalanes y los hay todavía, aunque pocos. Sólo quedaba una plaza en activo en Catalunya que llenaba en contadas ocasiones. Cuesta poco acabar con algo que está acabado, los políticos han quedado, como decimos en català, bé amb poc gasto. Cuanto menos se mata, más malo parece, decía Gable muy sabiamente en su última película. Para decir cosas así de forma creíble hay que ser decadente, sabio y viejo, aunque hoy la palabra viejo parece un insulto.

No me gustan las prohibiciones que inciden en mi vida privada, lo he dicho en ocasiones con relación a temas como el del tabaco, contra el cual se han levantado estas últimas décadas cruzadas médicas a todo trapo. Nunca he sido fumadora por la sencilla razón de que no me gustó fumar, aunque lo probé de joven, sin éxito, cuando era una moda social progre y intentar moderar el consumo del tabaco en lugares cerrados hacía que te miraran como a una facha. Hoy hay una preocupación por la salud que se me antoja exagerada, egoísta, absurda. Parece que te mueres por tu culpa y no entiendo eso de que se ha reducido la mortalidad. Acaso se sabe de alguien inmortal? Se alarga la vida, pero también los geriátricos están llenos de longevos en lamentable estado, por mucho que la tele nos muestre siempre abuelas saludables haciendo gimnasia o bailando la conga.

Envejeces y sorprenden los cambios en las costumbres y en las tendencias, lo malo pasa a ser bueno y al revés. Me sorprende que se diese libertad de voto en ese tema y no en el del aborto, un tema a favor del cual estuve siempre y que ahora me gusta matizar, sobre todo cuando estamos con una natalidad a la baja, ya que creo que se ha frivolizado de forma excesiva.

Vivimos tiempos inquietantes, o eres catalanista o españolista y ser catalanista sin ser independentista del todo  puede provocar fricciones con amigos y conocidos. O eres socialista o del partido popular. En nuestro caso catalán, socialista o convergente. Debes definirte, tema que siempre me ha producido repelús porque soy muy tolerante, dudo bastante y me doy cuenta, con los años, de que todo es absolutamente relativo.

En general, la clase política nos mueve como títeres y, lo que es peor, nos gusta y lo aceptamos, incapaces de reacciones razonadas. La propaganda machacona acaba por crear dogmas, las repeticiones hacen una verdad, como escribió Huxley aunque, por suerte, como decía mi madre, en todas partes hay de todo.

Ilustro el tema con un tema de Ramon Casas, que pintó muchas escenas taurinas en una época muy distinta de la nuestra. La Generalitat compró hace poco este cuadro por la suma de 400.000 euros. No estoy en contra de tener el cuadro en el museo, muestra una realidad de la época y hay que situarlo en su contexto. Estoy en contra de los gastos excesivos cuando hay otras prioridades, la verdad.

domingo, 4 de julio de 2010

Divagaciones líricas

Diversos són els homes i diverses les parles,
i han convingut molts noms a un sol amor.


La vella i fràgil plata esdevé tarda
parada en la claror damunt els camps.
La terra, amb paranys de mil fines orelles,
ha captivat els ocells de les cançons de l’aire.


Sí, comprèn-la i fes-la teva, també,
des de les oliveres,
l’alta i senzilla veritat de la presa veu del vent:
«Diverses són les parles i diversos els homes,
i convindran molts noms a un sol amor.»


Salvador Espriu



Una frase famosa y repetida hasta la saciedad de Golpes Bajos, (deberíamos pagar un canon cada vez que la utilitzamos), dúo de vida breve pero intensa, afirmaba que eran malos tiempos para la lírica. Yo diría, en cambio, que son buenos tiempos para la lírica los nuestros, ya que la política, su ética y su estética nos están dando muchos disgustos. De un panorama excitante, el de la transición, en el cual todo parecía posible, hemos pasado a una época de mal rollo generalizado, corruptelas de todo tipo y desconfianza total hacia casi todo.

Procuro no tocar temas políticos ni religiosos en mis blogs, aunque a veces resulta inevitable opinar. Mis paseos por blogs cercanos o lejanos me hacen tropezar con proclamas encendidas de todo tipo y con afirmaciones diversas sobre historia, derechos, deberes y el resto, que no aguantan ningún análisis un poco serio. ¿A quién le importa la historia seria? A casi nadie, porque la historia sólo tiene interés cuando sirve para justificar y fundamentar nuestras creencias más viscerales y en el pasado siempre encontramos aquello que nos interesa, de la misma manera que una misma frase puede ilustrar convicciones divergentes, como aquel famoso venceréis pero no convenceréis de Unamuno, o aquella otra que hacía afirmar a un vecino demasiado curioso que nada humano le era ajeno. Las naciones no son nada más que convenciones abstractas y políticas, las lenguas nacionales (e incluso los mal llamados dialectos), cuando quieren representar algo más abstracto que la posibilidad de comunicarnos y entendernos, se vuelven un arma peligrosa. De las religiones, mejor no hablar.

La transición se pactó como se pudo, la gente joven no entiende cómo se hizo tan mal. Sin embargo durante algún tiempo nos pareció que se hacía bastante bien y mirando hacia atrás con ira o sin ella, el país o la suma de naciones donde nos movemos no podemos dejar de admitir que, pese a todo, hemos mejorado. Sin embargo el estado multinacional hispánico se convirtió en un rompecabezas extraño y poco cohesionado. La escuela, tan reivindicada, no recogió el reto de hacernos sentir a todos parte de una totalidad, el centralismo jacobino continuo disfrutando de buena salud y los fantasmas del pasado, aunque dormidos, no acabaron nunca de descansar en paz.

Leo por ahí escritos de ideología diversa en periódicos y blogs que no puedo tomarme en serio porque me pondría de mal humor. Sé que, posiblemente, con las personas concretas que los han escrito sería capaz de entenderme y que una cosa son las ideas encendida y la otra la vida cotidiana y las relaciones humanas. Mis padres sabía qué frágil era la paz y como se llegaba fácilmente al desastre, no sólo en un contexto nacional, sinó en contextos más familiares, el propio pueblo, el propio barrio. También sabían que una cosa es lo que se dice y la otra lo que se hace, la guerra y la postguerra mostraron la humanidad de los buenos y la perversión de los oportunistas y chaqueteros de forma descarnada. Aunque después, los libros de historia, ya se redactan según conviene al vencedor o al discurso de moda.

Por eso creo que es una buena época para la lírica, que mira hacia el interior de las personas y presciende, en cierta manera, de la épica patriótica del color que sea. Es en el mundo interior en el cual, todavía, podemos encontrar lo que nos une por encima de todo, el alma humana, en definitiva, universal y más o menos igual en todas partes.