lunes, 25 de diciembre de 2017

CUANDO LA RADIO ES UN ORÁCULO

Resultat d'imatges de josé ramon sánchez

Suelo dormir bien, con alguna excepción puntual. Gracias a mis pocas madrugadas de insomnio he descubierto un montón de programas interesantes de radio que no conocía. Cuando los conozco puedo recurrir, gracias a la tecnología del presente, a recuperarlos con facilidad y escucharlos mientras tecleo en el ordenador o dibujo.

La radio en horas intempestivas funciona, para mi, casi como esas biblias que se abrían al azar esperando respuestas milagrosas a nuestras inquietudes. Hace años, cuando mi madre estaba enferma, ingresada en un centro de recuperación aunque no llegó a recuperarse, solía despertarme de madrugada pensando en ella y en su soledad, de la cual no sé si ella era o no consciente. 

En aquel tiempo recuerdo que escuché a menudo un programa emblemático, que ya no se emite, Voces con swing. Me encantaba el repertorio, pero también la voz del locutor que me evocaba los años dorados de la radio, los de mi infancia. Pero lo más extraño es que en ese programa descubrí y recuperé la historia de canciones que había oído tararear a mis padres. Una de ellas era aquel corrido republicano de Guty Cárdenas, un prometedor cantante mejicano que murió joven, de forma violenta, cosas de las cuales supe a través del programa mencionado. Mi madre no recordaba a Cárdenas, recordaba que de pequeña, al volver de la escuela, en alguna esquina del actual Raval un ciego lo cantaba, acompañándose con un organillo.

Otra canción que recuperé gracias a aquel inolvidable programa, que dejó de emitirse en 2011, pero que todavía podemos encontrar por internet, fue La colegiala. Mi padre la cantaba alguna vez, bromeando, y mi madre se enfadaba porque la encontraba descarada. En el programa contaron su historia, era la versión de una canción americana, se utilitzó en una película, Abajo los hombres, y su intérprete más conocida fue la gran Carmelita Aubert, tan ligada también a la causa republicana y que se exilió en Portugal, donde la adoraban. 

Podría hacer una larga lista de los muchos programas que, cuando puedo, escucho en diferido, Radio 3 es una mina pero también otras emisoras cuentan con espacios interesantes, con titulos tan sugerentes como La vispera del infinito, Viaje al centro de la noche, Jardines en el bolsillo, Ser Historia o Sucedió una noche. No todos mis programas a recuperar se emiten de madrugada, algunos proceden de primeras horas de la tarde, horarios difíciles, vaya. En catalán acostumbro a escuchar En guardia, de historia, y Tot es comedia, un magazine sobre teatro, cine y espectáculos en general, en el cual participa de vez en cuando uno de mis mitos particulares, Emilio Gutiérrez Caba. También me gustan mucho los programas del Club Trébol, sobre músicos y orquestas catalanes, y, evidentemente, los de Albert Malla y su Cocodril Club.

El tiempo no da para escucharlo todo, claro. Ya se ve que tengo más afición al cine, la música y la literatura que no al campo de la ciencia, sobre el cual también existen espacios muy interesantes. Gracias a la radio actual he descubierto películas, libros, autores, cantantes. La televisión, es mi opinión, se ha quedado obsoleta en eso de los temas culturales, con alguna excepción, también en horarios difíciles y canales minoritarios. Pero puede que existan programas, en la radio pero también en la tele, que desconozco todavía. 

Hoy, por ejemplo, me he despertado muy pronto y el oráculo me ha puesto en contacto, al azar, con el Viaje al centro de la noche, hablaban sobre máscaras y entrevistaban a José Ramón Sánchez, que ha escrito un libro sobre Lon Chaney. Sánchez me evoca esos tiempos añorados de una televisión innovadora, con programas infantiles llenos de arte e imaginación, ahora que tanto se habla de la Constitución quizás mereceria una reedición su versión ilustrada, para niños, que se ha de buscar en bibliotecas virtuales de lance. 

Lon Chaney es también un mito, todo un personaje extraordinario, no es extraño que Sánchez, polifacético y genial en tantos campos, se haya dejado fascinar por aquel hombre de las mil caras del cual ya me contaban anécdotas de pequeña y que mereció un buen biópic en cine, interpretado pro Cagney, lo pude ver no hace mucho tiempo en esa tele que a menudo critico de forma global, quizás injusta, las iaies rondinaires nos volvemos muy criticonas y con una tendencia indiscriminada a creer que cualquier tiempo pasado fue mejor, aunque otro buen programa de radio, Cualquier tiempo pasado fue anterior, pone las cosas en su sitio.


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