Cuando era joven tenía ganas de ver todo el mundo, creía que me quedaría pequeño, pero en aquella época era muy difícil alejarse demasiado. Con el tiempo moderé mis ansias viajeras. Hace años, muchos, cuando se viajaba poco o nada, al pueblo de los abuelos o a algún santuario cercano, y la gente empezaba a poder ir por esos mundos en coche propio comprado a plazos, recuerdo que más de un adulto pensaba que primero se debía conocer bien Catalunya, después, España, y más adelante, si se podía, el extranjero, empezando por Francia.
Hoy la mentalidad ha cambiado y muchas personas prefieren ir lejos, de entrada; piensan que ya llegará el momento de quedarse más cerca cuando envejezcan. Los jóvenes pueden moverse con facilidad por el mundo, estudiar en lugares distintos, hacer amigos en todas partes. No sé por qué, pero hacía tiempo que tenía ganas de conocer Segovia, quizá porque la imagen de esa ciudad había quedado ligada a aquellos libros antiguos ilustrados con bellezas de España, que nos mostraban el Acueducto y el Alcázar.
He ido al fin, unos días a Segovia pasando por Calatayud, la de la Dolores, mítico personaje que dio a conocer un catalán, Feliu i Codina, quien, al escuchar el cantar de un ciego sobre una historia, parece que real, escribió una obra de teatro que más adelante el gran Tomás Bretón, que quería conseguir un género operístico hispànico, convirtió en ópera. De la Dolores se han hecho muchas películas. Y parodias en broma, también. La Dolores aragonesa no ha conseguido tanta fama como la Carmen andaluza, nacida según el francés Merimé por el país vasco, cosas de la multiculturalidad.
Hoy el mundo se ha hecho pequeño. Mis padres, de mayores, hicieron también algún viajecito organizado, como tanta gente. Mi mamá se encontró en una ocasión a la madre de una amiga mía y tuvieron el siguiente diálogo:
-¿Qué tal el verano?
-Muy bien -dijo mi madre- hemos estado en Segovia...
-Uy -replicó la otra señora-, nosotros hemos estado en Tailandia!!!!
Hoy se viaja mucho y se fotografía demasiado. Todo parece igual pero todo, también, es muy distinto. Las ciudades reales de hoy son las de los barrios nuevos, las de las universidades y los supermercados. Sin embargo en sus cascos antiguos, con todo el peso de las tiendas de souvenirs y de los turistas habituales, se percibe también el alma del pasado, algo inexplicable que nos hace a todos muy parecidos vistos en perspectiva. Buscamos la diferencia, la singularidad, y acabamos por tropezar con ese razonable parecido que nos transforma en personajes de postal antigua, a lo largo del tiempo.
5 comentarios:
Los barrios nuevos de las ciudades son iguales en todas, no hay una diferencia clara ni personalidad en ellos, sólo son almacenes de gente.
Salud.
Entro en su mundo y me encuentro con unos cuantos blog que usted regenta,y por cierto,todos muy buenos.He dudado a la hora de comentarle y darle las gracias por sus visitas,pero al fin me he quedado aquí porque recientemente estuve en Segovia.Es una ciudad preciosa y llena de referencias literarias para mí.La casa de Antonio Machado.El libro que le dedicó Ramón Gómez de la Serna.Cela también pasó por allí y lo reflejó en su Moros,judíos y cristianos.Pasee por la Alameda caprichosa que se contonéa con el río Eresma y ví la tumba de San Juan de la Cruz.Me tumbé en la hierba donde veía el suntuoso castillo del Alcázar.Sacié mi sed en los numerosos parques de la ciudad en donde el agua canta sobre las fuentes de piedra y me tomé una cervecita en los pilares del Acueducto,para estabilizar mi equilibrio pueril de un mundo contemporáneo que se me antoja feo,sin sustancia.Y también pasee por las calles donde se rodó esa película maravillosa de Carlos Saura,La prima Angélica,y...
Bueno,que ha sido todo un placer viajar por sus blogs,sí señora,todo un mundo muy cercano.
Besos y un fuerte abrazo.
Enrique, quizá es así, pero también puede ser que sea nuestra percepción del presente la que nos los uniformiza, cuando se vive en un barrio vivo, aunque sea relativamente 'moderno' vemos las diferencias. Quizá en la Edad Media viesen igual todas las iglesias románicas, quién sabe.
Buenos días, Francisco,
Gracias por su comentario,tenía desde niña una especie de fijación con eso de ir a Segovia, aunque no soy muy viajera, misterios del inconsciente.
Magnífica ciudad, he de decir que a todos los lugares les encuentro encanto, la verdad. Felicidades por su blog.
Tengo la sospecha, Júlia, que su mamá disfrutó más en su viaje a Segovia... que la "lanzada" que se fue -o la llevaron- a Thailandia.
JC
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