jueves, 15 de octubre de 2009

Alturas deportivas






Cada vez entiendo menos el tema deportivo. El baile de dinero e incluso de influencia política de los grandes clubs, que son el Barcelona y el Madrid, con algunos secundarios de lujo me produce repelús. Y miedo, cuando veo a las masas recibiendo a esos jugadores vencedores en torneos como si fuesen dioses o héroes, como, evidentemente, no se recibe a nadie más. Claro que cuando pierden también se les insulta, y que su vida laboral es breve en activo, pero vaya, con sus sueldazos han de correr esos riesgos. Al fin y al cabo no es el único sector donde se cobra de forma exagerada. Marlon Brando admitía que no le gustaba su profesión pero que en ninguna otra hubiese ganado lo suficiente como para tener una isla particular.


Tengo cierta simpatía por el baloncesto, único deporte que practicábamos las chicas en mis tiempos juveniles, con uniformes que ahora resultarían verdaderos disfraces, faldita con bombachos debajo, para no enseñar demasiada chicha. Sin embargo, cuando leo noticias como ésta , el fichaje de muchachos que lo que tienen es un problema de gigantismo, me inquieto. No es la primera vez ni será la última. Creo que si se formase un equipo de enanos para jugar en cualquier deporte protestaríamos, nos parecería un tema circense, poco respeto para la dignidad humana. Pero cuando son personas en el otro extremo de la medida biológica parece que lo hemos de admitir como normal. No sé por qué no se puede jugar en distintas categorías según la altura, en básquet, como se hacía en los combates de boxeo, en los cuales se fijaban distintas especialidades.


El ciclismo es un deporte donde se han dado, en pocos años, más problemas e incluso suicidios entre sus practicantes de élite. Sin embargo, el Tour ha aumentado las dificultades y los puertos de montaña para ofrecer espectáculo. El problema es doparse sin que se note, ya que, más allá de algún caso singular, pocas personas pueden llegar a esos límites de resistencia. Comprendo que un chico joven aproveche sus cualidades, incluso su singularidad enfermiza, para ganar dinero y tener fama, es humano. Pero que a nivel social, incluso filosófico o moral, todo eso nos parezca normal, resulta bastante preocupante.

3 comentarios:

Francisco Ortiz dijo...

Contigo uno tiene que amagar la testuz, incluso cuando ama un deporte, cosa que a mí me pasa, y darte la razón. Como contigo, con nadie más me ocurre esto, ya lo sabes. Las masas en el fútbol simplemente son de pánico en ocasiones. Cuando ves a tanta gente reunida en un estadio, gritando el nombre de un jugador, te quedas, como poco, paralizado. Yo lo he vivido en campo contrario, en campo contrario he oído cantar goles marcados a mi equipo, y uno casi siente ganas de salir corriendo.
Lo del baloncesto de que hablas es algo que nunca había pensado: ¿por qué no el mismo deporte con aros más bajos y según estaturas, como en el boxeo? Es, cuando menos, inmovilismo. La verdad es que es u ndeporte que me interesa cada vez menos.
Adoraba el ciclismo cuando era un niño. Y sé que si no se ayudan con sustancias, subir un puerto durísimo, en plena canícula, requiere de una salud y una fortaleza sobrehumana que pocos tienen. Es una pena: hay algo noble en esa competición, que sea en carretera -que interrumpa el tráfico me gusta-, en espacios colindantes con los naturales lo embellece.
Bueno: soy del Barça. Desde que tengo uso de razón. Y sufro con ciertas derrotas aún. Y defiendo al deporte rey pese a todo: si lo ves con ojos limpios, hay instantes en que la plasticidad, la belleza también puedes percibirla. La pasión que lleva uno dentro, por otro lado, no entiende de razones. Aunque procuro no discutir, no enconarme ya, dejar al forofo siempre en casa.
Un abrazo.

Júlia dijo...

Gracias por tu comentario, Francisco.La verdad es que las masas asustan. No sé por qué pero en mi familia paterna eran todos del Español, incluso he establecido relaciones entre la Catalunya profunda y carlista y ser del Español, un primo mío que ahora se ha moderado solía insultar a los árbitros según su procedencia regional, tenía toda una letanía de insultos.

El baloncesto, en el cual para jugar has de ser un enfermo de gigantismo me parece aberrante. Por el ciclismo tengo también un cariño especial, recuerdo a mi padre o mi suegro contemplando los ciclistas cuando pasaban por hermosos paisajes a los que no podían acceder. Ahora bien, lo cierto es que que se han llegado a unos límites absurdos y que hay muchos ciclistas que han tenido un mal final.

Yo no soy futbolera, entiendo lo del Barça, pero me produce repelús que se identifique con el país de esta manera tan absoluta y pasional. El otro día empató, vi malas caras, caramba, no siempre va a ganar...

Anónimo dijo...

Siempre se dijo lo de que se puede cambiar de familia, de amante, de amistades, de pasión politica...

... pero jamás de equipo de fútbol; o de ídolo deportivo.

Ahí tiene usted, por cierto, y reciente, lo último de Ken Loach, todo un trosko: "Buscando a Eric".

JC
--