jueves, 11 de febrero de 2010

Fábulas modernas sobre insectos ancestrales



Me ha llegado por email uno de esos power points que te mandan a menudo. La mayoría son anónimos, aunque algunos llevan firma. A veces recogen viejos cuentos o chistes y los ponen al día. En ocasiones consisten en un conjunto de fotos antiguas o espectaculares, en mensajes etéreos de autoayuda, en poemas o consejos ilustrados. Siempre me pregunto, en el caso de los anónimos, de dónde han salido. Quizá alguien aburrido en su empresa, en peligro de cese, dedica sus ratos de desesperanza a la producción de esos materiales... Hay días en que me llegan tantos que no tengo tiempo de mirarlos y he de borrar los mensajes sin entretenerme, me parece que a muchos nos pasa lo mismo.

En este caso, la historia, con dibujos, recoge la vieja fábula de la cigarra y la hormiga, poniéndola al día. La hormiga, trabajadora y voluntariosa, va contemplando como por encima de ella van poniendo asesores, consejeros, delegados, diseñadores, estudiosos del mercado y lo que haga falta. Al final, creen que hay demasiado personal en la empresa y la echan. Moraleja: lo que se castiga, actualmente, es la eficacia, el trabajo bien hecho, que pone en evidencia la gran cantidad de personas mareando la perdiz y removiendo humo que hoy ostentan la fama profesional.

Cuando yo era pequeña, en la versión oficial que circulaba, la hormiga dejaba a la cigarra a la intemperie y hambrienta, a causa de su imprevisión. Más adelante se suavizo el tema, los cuentos de antes asustan, hoy. La hormiga se compadecía de la cigarra y la ayudaba y ésta recapacitaba sobre su pereza cantadora. Más adelante se puso de moda una versión más progre. La hormiga admitía la necesidad de la cigarra y hacían un intercambio al estilo de esos bancos del tiempo que hoy están de moda. En tiempos de cigarras cantautoras, las hormigas esforzadas parecían mediocres y aburguesadas, unas cobardes al servicio del capital, personificado en la reina.Todos los cuentos admiten muchas variaciones y lecturas, el mundo cambia, aunque sea dando vueltas en torno a los mismos problemas y nuestras mentalidades cambian con él.

La cigarra cantadora debería llamarse cigarro, ya que es el macho quien hace ese ruido poco armónico para atraer a la hembra, a la cual el sonido debe sonarle a música celestial o a bolero de Los Panchos. En verano, en los cigarrales, esas propiedades en el campo típicas de Toledo, el canto de esos insectos es absoluto, agobiante, y no me extraña que haya dado nombre al lugar. Es posible que cigarro  tenga el mismo origen que cigarra y que se llamase así por la forma de los primeros que se liaban. La verdad es que ni las cigarras ni las hormigas pueden elegir su destino. Quizás ni las personas. Nacemos con genes hormigueros o cigarreros o con un poco de todo. En el cuento modernizado que me han enviado la cigarra es una especie de diseñador que intenta mejorar el clima de trabajo redecorando la empresa...

Hace años vi una película que pasó algo desapercibida: Ángeles e insectos. Fue una de esas películas que me impresionó, hasta el punto que la recuerdo bastante bien, dicen que el tiempo es un buen crítico. En ella se hacía un paralelismo entre la vida de las personas y la de los insectos, fue una de las primeras en qué se dio a conocer Kristina Scott-Thomas, que hacía un papel impresionante, antes de ser la rubia amante del paciente inglés. La verdad es que los insectos resultan inquietantes, tan pequeños y frágiles y tan bien organizados. No somos tan distintos.

No hay comentarios: