domingo, 13 de noviembre de 2011

El poder y sus secuelas






No me gusta escribir sobre temas políticos, más que nada porque grandes amistades se resquebrajan a veces cuando se entra en cuestiones políticas o religiosas, por eso dicen que en la cultura anglosajona se evitan este tipo de referencies en las conversaciones convencionales.


Durante algunos años me moví por un lado en un ambiente pedagógico absolutamente sociata con el psuc a la izquierda. Y por el otro por algunas entidades culturales excursionistas absolutamente convergentes con esquerra republicana en un extremo


Confieso que soy muy poco incondicional de nadie y que, según el momento, he votado opciones diversas. El caso es que cuando ibas a un sitio escuchabas absolutas barbaridades de los otros y también al revés. Yo intentaba poner eso que llaman cara de póker en todas partes, la verdad, siempre he valorado más la buena convivencia que las discusiones enfervorecidas que no van a ninguna parte. Ni en unos sitios ni en otros debían creer que podían ofender tu ideología con sus comentarios. Evidentemente, unos y otros te identificaban con los suyos ya que estabas allí. 


Hace un tiempo una vieja amiga me confesó que había votado ciudadanos cosa que me sorprendió pero intenté no mirarla de reojo y valorar que tipo de inseguridad provocada por el alza del independentismo la había motivado a tomar aquella opción. Votamos a menudo por motivos extraños, miedos, carisma de los líderes, saber demasiados cosas de quiénes no nos caen bien, desengaños incluso amorosos... Todavía más, muchas veces la gente no es sincera, prefiere mentir a callar o a decir qué ha votado en realidad. 


Unos parientes que viven en un pueblecito francés nos comentaron una vez como todo el mundo afirmaba votar socialista cuando luego salían en el recuento muchos votos lepeneros. En las comunidades pequeñas es fácil observar estas diferencias entre lo que se dice y lo que se hace. La grandeza del voto secreto es esa intimidad necesaria para ejercer la libertad, aunque se esté equivocado, según la parte contraria. Por eso me produce repelús el sistema asambleario.


Sin embargo, por más que se intente eludir el tema, una no puede vivir al margen de esas cosas en tiempos como los actuales, a cuatro días de unas elecciones generales. Esas elecciones que antaño, cuando éramos jóvenes y tardofranquistas protestones, nos producían una inefable emoción comunitaria y que ahora nos aburren, incluso nos indignan. Y sin embargo, mucho mejor elecciones que nada. La alternativa es sólo una dictadura, sea de derechas o de izquierdas, la devoción a unos líderes, el absurdo. 


Sostengo que los males de nuestra democracia no van de arriba a abajo sinó de abajo a arriba, los grandes defectos de los políticos profesionales y sus luchas por el poder son las mismas que se pueden percibir en un claustro escolar, en una comunidad de vecinos, en un centro excursionista, en un casal de jubilados, incluso en un núcleo familiar. La corrupción a lo grande es un cristal de aumento de las pequeñas corruptelas desde abajo, facturas sin iva, enchufes a parientes y conocidos, pasar por delante de las listas si tienes un pariente médico, absentismo laboral sin motivo serio y tantas otras que parecen inocentes pero que muestran las enfermedades crónicas de una sociedad algo inquietante.


Dicen que fue Byron quien manifestó, en el epitafio a su compañero irracional, aquello tan famoso de cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro. He visto atribuída esta frase incluso a Hitler. Ha sido parafraseada y parodiada, he leído por ahí: cuanto más conozco a los hombres más me gustan las mujeres. Un gay seguro que invertiría la cita. Un filósofo y muchas más cosas, que leo a menudo en su blog, Gregorio Luri, escribió hace un tiempo: Les confieso que cuanta más gente conozco, mejor me caen los políticos, con motivo del ataque al parlamento catalán.


El tema del perro es interesante, un perro es fiel aunque lo apalees, como lo eran las mujeres maltratadas de antaño. En el fondo la etología, ciencia inexacta como todas, nos dice que el motivo de su fidelidad es la comida que le facilitamos. Ser un perro ha sido un insulto durante anys i panys. Una perra, ya ni les cuento. Un viejo romance sobre Santa Catalina manifestaba sin complejos: su padre es un perro moro, su madre una renegada. Muchas cosas que nos parecían normales hoy no lo son tanto, hemos mejorado en la percepción de la gente, al menos en teoría. Los pobres perros no tienen la culpa de nada, se mueven por instinto y si tienen sentimientos, que no lo sé, no somos capaces de comprenderlos en profundidad.


El deseo de poder es extraño. Es algo que da dolores de cabeza, puede comportar riesgos, grandes preocupaciones. Tú quédate en casa y no te metas en nada, decían los padres de otros tiempos, que habían sufrido mucho por culpa de luchas en el poder de políticos, muchos de los cuales cuando pudieron se fueron lejos y deprisa dejando al pueblo a merced de la barbarie. Ser antifranquista tenía sus riesgos pero el comentario era el mismo si manifestabas que habías aceptado un cargo anodino en la sección cultural de la parroquia. Mejor no significarse.


Yo  creo que quién ama el poder no puede evitar desearlo. Muchas cosas se llevan dentro, en ese componente genético que hemos dado en despreciar, pensando que la cultura, lo que sea eso que llaman cultura, así como la educación, igualarían las oportunidades y los deseos. Napoleón dijo que las revoluciones no se hacían por ideología, sinó por vanidad. Tenía una gran parte de razón. Aquellos que inician revoluciones de buena fe, para mejorar la vida de la comunidad, acaban por quemarse, por ser eliminados, por desengañarse y dedicarse a otra cosa. 

Para ser político profesional hace falta la natura d'anguila que pregonava Bernat Metge, ya en sus tiempos, observando la sociedad. O sea, ser escurridizo, paciente, intrigante. Las anguilas tampoco tienen la culpa de nuestra personalizaciones zoomorfas. El hecho es que he visto a mucha gente honrada abandonar el frente político, desilusionados del todo al percibir  la realidad.


Una alternativa muy atractiva para los jóvenes y para los idealistas irredentos de todas las edades ha sido y es el anarquismo. Ni estado ni patrón, autogestión. Lo que ocurre es que, como tantas cosas bonitas, es imposible realizar en plenitud esas teorías. No funciona nada si no manda alguien, puede funcionar durante un tiempo breve pero pronto surgen nuestras miserias y nuestros personalismos. Hay mucho anarquismo en los indignados, esa es su grandeza pero también su problema. Eso sucede incluso en las comunidades okupas, cuando el tiempo va generando los mismos vicios que afloran en todas partes. 


Los ex-comunistas, hoy reconvertidos en una barrija-barreja de izquierdismo alternativo y ecología algo ingenua les estan echando cables esos días, a ver si los captan. Posiblemente sea la suya la opción más cercana a toda esa ideología que no acaba de consolidar un corpus coherente y organizado. Sin embargo... ay, cuando han mandado, poco, pero de forma contundente, esa izquierda hoy casi residual ha repetido los defectos que criticaba anteriormente. 

Hay una tendencia al estalinismo en el comunismo, aunque sea eurocomunismo, comunismo con rostro humano o cualquier derivación postmoderna de aquello que hoy parece no haber existido. No es problema de la ideología sinó de las personas. También es ideología generosa el cristianismo y ya vemos qué pasó con él a lo largo del tiempo.


En España la cosa se centra hoy en un bipartidismo con pocas alternativas a un lado y al otro. En Catalunya todo es más poliédrico. O quizá no tanto. Tengo amigos y conocidos que se jactaban de no haber querido mirar el debate entre Rubalcaba y Rajoy por militancia catalanista. Miraron también la tele aquel día, claro, y la mayoría TV3, que es el canal que solemos sintonizar por defecto los de casa: Crackòvia y El convidat. Un programa de humor futbolístico bastante estripat, lo mismo que su antecedente político, Polònia, y un amable invento del periodista Albert Om, que visita a un personaje durante un fin de semana, conversando con él sin entrar en demasiadas profundidades, mostrando su vida cotidiana, su familia. Este programa fomenta un defecto-virtud muy humano, la curiosidad, el chafardeo. En esta ocasión, la del día del debate, visitaba a Reixach. 


Fútbol y fútbol pues, en el fondo. Fútbol catalán, que en todo hay clases y categorías y en el fútbol hemos concentrado nuestros deseos insatisfechos de autogobierno. Muchos desearían que Guardiola se presentase como honorable, a ver si funcionábamos como un equipo capaz de meterle goles y goles a los hispánicos y a los del resto del mundo. Afortundamente, el técnico tiene más cabeza que las masas que lo admiran de forma incondicional, aunque me temo que si el Barça iniciase una mala racha lo lapidarían sin piedad.


El único contacto con algú poder lo tuve durante tres años en los cuales fui jefe de estudios en la escuela. Habíamos formado un equipo ambicioso para renovarlo todo y caímos en los mismos defectos de los anteriores. A la directora, antigua amiga mía, se le notó demasiado el gusto por aquel poder pequeño, no acabamos rompiendo del todo nuestra amistad pero sí distanciadas. Además, fue aquella una época de crisis, al contrario que en la actualidad sobraban muchas plazas escolares y fueron cerrando escuelas, entre ellas la nuestra. El proceso de cierre y derribo generó traiciones y el sálvase quién pueda habitual. En los buenos tiempos lo mezquino queda más disimulado pero en época de dificultades las cosas empeoran. No quiero ni pensar lo que debe significar un tiempo de guerra, de denuncias de vecinos, incluso de parientes. 


Siempre me pareció que el mundo escolar actual no había encontrado un reflejo literario de cierto realismo pero hace unos días tropecé con un libro de Eugenio Fuentes, La sangre de los ángeles. Fuentes es un escritor muy interesante, se supone que escribe novela negra pero sus libros, sin crímenes, serían una muy buena novela social similar a la de los cincuenta y sesenta. Ha creado un espacio mítico, centrado en una población llamada Breda, toda una geografía recurrente donde se suceden sus historias. En la novela que menciono hay un crimen en una escuela y eso le sirve para mostrar  esas pequeñas miserias funcionariales, ese gusto extraño por el poder aunque sea pequeño y relativo, como lo es el de un director de colegio público. El autor es extremeño pero la escuela de la novela, cambiando algunos nombres y con pequeños retoques de ambientación, podría ser muy cercana, catalana, barcelonesa. 


Mandar es difícil, poca gente sabe hacerlo con dignidad, generando el respeto de los subordinados. Que buen vasallo sería si tuviese buen señor, se dice en el romance del Cid Campeador. Ese verso me viene a menudo a la memoria, a todos los niveles. Por desgracia, a menudo gusta mandar a los menos cualificados y personas que podrían hacerlo bien no quieren meterse en camisas de once varas, postura que comprendo. No creo que todos los políticos sean despreciables, incluso en partidos políticos con los cuales no comparto ninguna afinidad hay gente honrada y de buena fe. Pocas veces esos honrados ciudadanos llegan a ningún cargo relevante.

Y es que a los lugares visibles de los altos poderes de todo tipo, políticos, económicos, académicos, culturales, no suelen llegar los mejores. Llegan los espabilados, los supervivientes, aquellos que aguantan lo que sea para salir en la foto. Muchos mediocres, útiles a los poderes reales y fácticos. Posiblemente el mundo real es muy distinto del de nuestros sueños solidarios juveniles. Sin embargo, como dicen los jóvenes, con esa frase hecha recurrente y resignada, es lo que hay. Aprovecharlo es casi una obligación aunque no soy de aquellas que condene el absentismo votante, una opción como otra cualquiera. Mejor, claro, votar lo menos malo. Lo difícil es saber qué será lo menos malo o como actuará eso menos malo cuando tenga poco o mucho poder. Corrompe siempre el poder, por pequeño que sea? Es posible pero tampoco los que no tenemos poder estamos libres de pecado.

7 comentarios:

Mª Trinidad Vilchez dijo...

Muy bueno Jùlia:
Lohas hecho estupendamente bien, a mí tampoco me gusta hablar ni hacer post sobre política, aunque los he hecho, sobre todo declaraciones en los periódicos, y lo he escaneado y hablado de ello, pero, perdona me dan tanto asco, que prefiero hablar y contar mis cosas.
Pero tú querida Jùlia lo has hecho muy bien y sobre todo sensatamente y te felicito por ello.
Un abrazo, Mari trini

Lluís Bosch dijo...

No estou habituado a atículo tan extensos (y densos) en la blogosfera, en dónde todo el munfo ha tendido a la brevedad. Igual para irse preparando de cara al twiter, que se presenta como el futuro inevitable -como la muerte.
Por fortuna, mis relaciones con la derecha nacionalista han sido breves, y con ERC las he evitado porqué me parecen un personal estratosférico y delirante. Dicho de otra forma, procuro tratarme con gente afín, que significa del PSC para su izquierda. Eso ma ha servido (por supuesto) para descubrir qué son los partidos políticos, y me parece que es una de las cosas caducadas que tenemos que soportar. Aunque también pienso que no son todos iguales, por fortuna.
De esa forma, pago (con algunas dudas) una cuota a ICV, e intento votarles siempre.
Pero de todas formas, eso viene al caso para decir que todos tus posts son políticos, ya que nada de la cultura puede dejar de ser político. Que no significa afín a uno u otro partido, eso es otra cosa.
Cada post de cada bloguero -lo pretenda o no- opta por una posición, aunque hable del huerto de su balcón. Incluso la supuesta opción por mantenerse al margen (hay algunos casos) es un opción muy clara.
Creo que los partidos han querido apropiarse de la política, pero no debemos dejarles que lo consigan. Política es todo lo que hace desde que te levantas. Incluso antes: el lado de la cama que ocupas responde a algo, y es un algo político, ya que tiene que ver con el poder.

Anónimo dijo...

Yo también leí esa novela hace unos años, La sangre de los ángeles, y me gustó mucho. Es una mezcla rara entre ternura y desesperación que no se da en las letras españolas, al menos no en la narrativa, aunque sí en la poesía.

Júlia dijo...

Gracias, Mari Trini, un abrazo también.

Júlia dijo...

Lluís, yo no he sido nada fiel a ningún partido, depende del momento. Según mi subjetiva opinión: El PSC dejó de serlo cuando se 'juntó' al PSOE, que se lo ha acabado tragando, conozco muchas miserias de algunos de sus intrigantes. Iniciativa no se sabe hoy bien qué es, se nutre de muchas fidelidades pesuqueras, no me extraña, hay pocas alternativas. Esquerra ha estropeado siempre su potencial con una deriva de liderazgos absurdos y unas ganas de mandar cuando ha tenido el poder que, dadas sus posibilidades, resultan ridículas. Además no acaba de consolidar nada, siempre flirtea con quién le conviene. Los buenos líderes de CIU, que los ha tenido, fueron 'quemados' por Pujol. Bueno, los socialistas también quemaron al pobre Raventós y a algunos otros. Actualmente salvo al señor Trías, mira, tengo debilidad por él, por diversos motivos extraculturales o porque los años socialistas del ayuntamiento acabaron con un montón de corrupciones inmensas y conocidas.

Queda votar a los 'piratas' o algún otro grupo alternativo, cosa que sitve para poco.

Sin embargo, a pesar de todas las críticas feroces que se puedan hacer a todos, estoy de acuerdo en qué todo es política y creo, como he escrito, que si desde abajo mejorásemos nuestras conductas políticas y cívicas otro gallo nos cantara, sin embargo me temo que para eso hace falta cambiar mucho nuestra egoísta y mezquina mentalidad actual.

Júlia dijo...

Anónimo, no conocía este autor hasta hace poco y me estoy leyendo sus libros, de momento no me ha defraudado, sobre todo los ambientes y personajes que describe, son magistrales.

Otra cosa, en él como en otros, es el tema policíaco, el crimen y su resolución,pero hoy parece que si la novela no es 'negra'o 'histórica' tiene difícil salida.

Algo así pasa incluso en muchos libros de PD James, incluso de Stephen King.

Júlia dijo...

Lluís, precisament la blogosfera actual es muy política por defecto, se habla poco o nada del tema y, en ocasiones, es para manifestar una crítica general hacia todo o hacia un partido en concreto, de forma visceral.