Aunque el autor de esta novela sea sueco y el libro pueda clasificarse en el género negro, tan de moda actualmente, nos encontramos ante una historia atípica, tanto por su contexto como por sus protagonistas. En primer lugar, nos hemos de situar en una Suecia calurosa, cosa que contrasta con la nieve y el hielo a qué nos tienen acostumbrados los libros de otros autores de aquel país. En segundo lugar, el principal protagonista, Bäckström, es todo un antihéroe, una mezcla de Torrente y del Méndez de González Ledesma, aunque con mucha menos ética profesional que éste último. Vago, con tendencia a la ordinariez y al pensamiento políticamente incorrecto, me consta que el personaje ha resultado muy incómodo a algunos lectores habituales de ese tipo de libros de ficción. Sobre todo, a las lectoras.
Leif GW Persson (Estocolmo, 1945) es un criminólogo y escritor muy popular en su país y todavía poco traducido en España. Conoce el mundo policial en directo y por eso sus descripciones de los métodos empleados y del cuerpo policial resultan vivas y convincentes pero, en cambio, nos pueden sonar a lejanas y raritas a quiénes estamos más acostumbrados a convivir con los profesionales del orden a través de la novelística y no de la realidad pura y dura. Ese policía que resulta simpático y repulsivo a la vez se nos antoja a menudo más mediterráneo o mesetario que sueco, quizás porque nos movemos, queramos o no, entre tópicos diversos.
La novela tiene méritos evidentes pero quizás no sea lo mejor de su autor. Alargada de forma innecesaria, parte de un crimen poco explicado cuya resolución en la última parte del libro no nos acaba de convencer. Hay un exceso de personajes, de situaciones y de derivaciones colaterales de la historia que a menudo no vienen a cuento. Que dada la vagancia e inoperancia de una gran parte de ese cuerpo policial el caso se resuelva, gracias a algún elemento de la profesión más serio y responsable que el resto, ya es todo un mérito aunque inquieta lo errático de la metodología nórdica utilizada por ese equipo inclasificable.
Persson sabe de lo que escribe y quizás por eso es tan desmitificador. Tuvo él mismo problemas en su país al investigar sobre una trama de prostitución con implicados de cierta categoría. En todo caso resulta éste un libro interesante para acercarnos a otra Suecia menos fría, menos eficiente pero también, con toda probabilidad, más real y más humana que esa otra que han promocionado muchas novelas sobre crímenes y misterios en las cuales los policías son educados, atractivos, atormentados, preocupados por los problemas de la humanidad y del medio ambiente y nada machistas.
Lo mejor de todo son los pensamientos no verbalizados de ese investigador tan particular, que cumple con poco esfuerzo, no valora a los demás, bebe cerveza sin medida, ve pelis porno y trata a las damas de forma absolutamente incorrecta y grotesca. Hay en el personaje mucha crítica subliminal de ese mundo de hoy tan aséptico en apariencia, incluso de una gran parte de literatura de género que se mueve dentro de unos parámetros muy encorsetados. Nos tropezamos con grandes dosis de ironía que derivan en sarcasmo cáustico, en definitiva. La provocación está servida aunque es una lástima que la historia central, el crimen que sirve de excusa a todo lo demás, no esté un poco más elaborada y trabajada.
Júlia Costa
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Linda, como en el asesinato de Linda / Leif GW Persson / Editorial Grijalbo / 1ª edición, 2012 / Traducción de Carmen Montes Cano / 528 páginas / ISBN 9788425347955
(Reseña publicada en el blog Llegir en cas d'incendi )
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