miércoles, 11 de marzo de 2015

ACTORES, PELÍCULAS, ZOOLOGÍA Y VALORES MUTABLES



Los veinte años de la muerte del actor y cantante Ovidi Montllor han propiciado diversos homenajes que me han hecho meditar en eso que quiso Jardiel Poncela que escribiesen en su tumba, que si quieres alabanzas te tienes que morir. 
Ovidi Montllor fue un artista inclasificable, en la canción pareció durante años un secundario de lujo hasta que adquirió vida propia. Cuando la mediocridad cultural oficial dejó de lado la Nova Cançó también eso que llamamos pueblo prefirió cantar habaneras y bailar la conga en la fiesta mayor antes que escuchar cantantes comprometidos no mayoritarios. 

Ovidi Montllor, que era un gran actor, encontró entonces algunas oportunidades en el cine español. Se dio a conocer sobretodo con esa terrible historia que es Furtivos, con la cual también y ya era hora se reconoció el valor de la gran Lola Gaos. 

Por desgracia la película ha sufrido condenas diversas derivadas del hecho de incluir la muerte de un perro que representa un lobo. Nuestra relación con los animales se encuentra hoy en un momento polémico y raro. Nos los comemos, en general, y los asesinamos en masa en los mataderos, pero el espectáculo relacionado con animales, aunque no comporte muerte ni maltrato directo, como ha sido el caso de los circos o incluso de los zoológicos, está muy mal considerado. Estos problemas no sólo afectaron a Furtivos sino a espectáculos teatrales como algunos del grupo Tavora. Admito que nuestra sensibilidad va cambiando, a veces mejora pero los problemas éticos nos sumen en contradicciones diversas. 

Cada cosa debería situarse en su momento y en su contexto. Me preguntaba a menudo porque no se recuperaba más a menudo Furtivos y creo que esa incomodidad ante la muerte del lobo es parte del olvido en el que cayó esta película que tantos premios tuvo en su momento. Montllor consiguió nuevos papeles interesantes, pero pocos de protagonista, por desgracia. En todo caso, ninguno tuvo el peso del de ese cazador dominado por una madre terrible y situado en aquel ambiente oscuro de la España rural y profunda.

Montllor incluso fue objeto de chanzas, se ironizaba sobre la visión habitual de su trasero en cintas algo subidas de tono y con ciertas pretensiones. Catalunya lo marginó bastante durante mucho tiempo, sobretodo en aquellos mediocres años ochenta, decepcionantes y en los cuales tantas cosas se perdieron, cosas que no hemos vuelto a recuperar nunca más. 

Montllor era un cantante-actor o un actor-cantante de un gran nivel, absolutamente comparable a Brel y a otros de extranjeros con mejor suerte. Cuando enfermó le llovieron homenajes y también ha tenido algunos de póstumos pero creo que siempre se le trata de forma parcial y oportunista. Estoy leyendo las impagables memorias de Fernando Fernán Gómez en las cuáles reflexiona sobre los actores de aquí y de allá y sobre el hecho de qué aquí nunca eres famoso del todo, aunque hayas tenido premios y admiradores por algún trabajo y que, en todo caso, pocas veces se tiene la economía asegurada.

Cómo es sabido el director de Furtivos fue José Luis Borau, al cual se conoce casi tan sólo por esta película cuando realizó otras muchas de interesantes, fue un personaje polifacético, también, a mi entender, valorado de forma parcial y reduccionista. Precisament ocupó, por poco tiempo pues murió en 2012, la silla vacante de Fernán Gómez en la Real Academia. 

Muchos de los grandes actores que vimos en Furtivos, incluido su director, que también intervenía como actor, han desaparecido, con la excepción de Alicia Sánchez, una actriz inmensa y me temo que no tan reconocida como debería a pesar de su gran categoría como actriz, directora y profesora. Montllor murió de forma prematura, con poco más de cincuenta años. Muchos de los que lo olvidaron durante años se ponen hoy medallas hablando de su trayectoria y valor artístico. Así es el mundo. 

Esto no es Francia, ni en lo bueno ni en lo malo. Pues he de reconocer que en el país vecino, en el campo cultural, se suma mucho más que se resta. Hablo de España pero también de Catalunya, TV3 que nació en los ochenta dejó de lado un montón de gente y de iniciativas culturales y políticas de los años efervescentes de la transición y el tardofranquismo. Montllor se quejaba en una ocasión de qué el equipo del canal había ido a hacer un reportaje sobre la filmación de Fuego eterno y que ni a él ni a la gran Montserrat Salvador, únicos catalanes del equipo y que actuaban en papeles secundarios, no les habían dado ni los buenos días.

Sobre los animales, ¿Es peor comerse un cerdo que un perro? ¿Si a los animales les tratamos de forma humana qué haremos con los carnívoros que se comen a los herbívoros?  Eso en estado natural, claro. En estado doméstico y esclavizado, aunque sea en una cárcel de oro, los animales de compañía consumen hoy productos de supermercado. Yuval Noah Harari incluye en su interesante historia de la humanidad diferentes apartados sobre el tema de nuestra relación con los animales desde que el hombre pasó de cazador y recolector a agricultor sedentario y todo empezó a estropearse y a religionizarse.¿Podemos matar a los animales que nos perjudican cómo ratas o mosquitos pero no a otros a los cuales hemos humanizado a nuestra manera, castraciones incluidas? ¿No es eso racismo zoológico? 

Por más que intentemos mostrar respeto por esos parientes nuestros, tan diversos y complicados, caemos en el paternalismo y opinamos sobre sus derechos y deberes desde un punto de vista absolutamente condicionado a nuestro orgullo humano y a nuestras manías personales. Cuanto menos se mata, más malo parece, decía Clark Gable a Marilyn Monroe en aquella película admirable y crepuscular, The Misfits, respecto a los caballos salvajes que había cazado durante años para, ay, elaborar productos cárnicos para perros.


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