martes, 14 de mayo de 2019

AMORES DE CINE Y EL ESPÍRITU DE DORIS DAY


Con poco tiempo de diferencia  nos han dejado dos mitos del cine, nuestro Conrado San Martín y Doris Day. Se ha hablado y escrito más sobre Doris Day que sobre nuestro galán incombustible, así es la vida y así son las modas y el consumo cultural. Los dos estuvieron a un paso de llegar al siglo de vida, todo un reto. San Martín se casó una sola vez, tuvo varios hijos y le sobrevive su esposa, sus hijos y unos cuantos nietos. Doris Day tuvo un hijo que murió relativamente joven, Terry Melcher, objecto del odio de Manson porque, parece, no lo quiso promocionar musicalmente. La idea perversa de Manson era matar a Melcher y a su pareja de entonces, Candice Bergen, però el músico y promotor musical ya no vivía allí y las victimas fueron otras, entre las cuales la pobre Sharon Tate.

Melcher se casó varias veces y le sobrevive un hijo, Ryan, que no ha trabajado en el mundo del espectáculo. Day se retiró relativamente pronto del cine, se dedicó a la protección de los animals y era muy apreciada entre sus amigos. Las fotos de su vejez nos muestran a una dama sonriente,  encantadora, bella incluso, sin esos excesos estéticos que transforman en monstruítos a las actrices. 

Con motivo de su muerte se ha caído en el tópico habitual, al evocar aquellas películas románticas con Hudson, que ejemplificaban una fantasía femenina recurrente, esa de qué el Don Juan de turno se rehabilitaba gracias al amor, cuando encontraba a la mujer de su vida. Day trabajó con muchos galanes pero las tres películas que hizo con Hudson fueron emblemáticas, hacía de ingenua pero no tanto, era una dama joven y de buen ver, que trabajaba, que tenía su profesión, vaya. Estaban llenas de humor inteligente, no tan inocente como se pretende. Hudson era un gran comediante, según me opinión era mejor haciendo reir que haciendo llorar.

Luego supimos que era gay, todavía hay quién se sorprende de que lo fuese, como si los homosexuales fuesen todos amanerados y raritos. Tuvo mala suerte con el VIH, le tocó la época mala de la enfermedad, una enfermedad que se llevó por delante a mucha gente. Day tuvo mala suerte con sus maridos, Melcher, que cedió su apellido a Terry, hijo de un matrimonio anterior, resulto ser un manirroto y un estafador y parece que el tema se destapó cuando murió. Nos gusta ver moralejas en todo, hay que ver, que mentira, aquel sueño americano y todo eso. Todo es relativo, seguro que Day y Hudson también tuvieron épocas felices, a pesar de todo. 

Se atribuye a Orson Welles aquello de que los finales felices dependen de donde terminas la película. La película o la vida, diría yo. Se puede ser feliz durante un tiempo y que empiecen a pasarnos cosas malas a nivel individual, pérdidas, enfermedades, cosas así. O, todavía peor, a nivel colectivo, guerras sobretodo pero también catástrofes naturales, accidentes. Todo es incierto. También hay quién las ha pasado canutas de pequeño y luego es feliz, más o menos, y consigue estabilidad, tranquilidad, amor. Hoy, afortunadamente, la gente se puede separar, juntar, tener hijos ilegítimos, ser gay o lesbiana y, en general, en nuestra sociedad, no pasa nada. No valoramos como deberíamos esa libertad de pensamiento, que afecta tanto a nuestra intimidad.

Quizás haya quién piense que creíamos lo que sucedía en aquellas películas, o en otras más actuales, como Pretty Woman, por ejemplo. Sabemos, como sabían mis padres y abuelos, que eran cuentos, pero los cuentos gustan, sobretodo si terminan en el momento preciso, cuando la pareja se besa y es feliz, y rica, y elegante. Incidir en aspectos personales de aquellos actores con aquel mal consuelo envidioso de qué los ricos también lloran sirve de poco. Aquellas películas continuaran teniendo su magia, aunque ahora nos parezcan algo machistas, tontas o simplonas. No todo tiene que acabar mal aunque la vida siempre acabe mal, de alguna manera, o sea, con la muerte. Viva Doris Day! Y viva Rock Hudson! Eternos y guapos para siempre, en esas historias que no eran para no dormir sinó para dormir soñando en colores.

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