He ido a ver la película Caos Calmo. Opino que no es nada del otro mundo, pero se deja ver con agrado, sobre todo por la interpretación de Moretti. Es una película en la que pasa poca cosa, con una escena de sexo que para nada exige el guión y que resulta algo hilarante. Me ha recordado la historia, incluso, la de ese barón rampante al cual todo el mundo va a ver a su retiro arborícola. En la película, el protagonista, ante la muerte de su mujer, toma asiento ante la escuela de su hija y desde allí contempla el mundo, ‘su’ mundo, un mundo bastante burgués y escucha todo lo que le vienen a contar los distintos personajes que forman parte de ese mundo personal.
Más allá de la historia, he de decir que me gusta ver cine italiano, francés, sobre todo porque nos llega poco y a pequeñas dosis. También mucho cine español desaparece pronto de las salas, servidumbres de la programación actual. La música de la película es buena y en el epílogo, cuando al fin el protagonista abandona su retiro, suena una canción italiana, Amore transparente, de Ivano Fossati.
Fossati es un veterano de la canción italiana, poco conocido entre nosotros. Tuvo amores con otra gran señora de la canción de aquel país, Mia Martini, que puso fin a su vida de forma trágica a causa, dicen, de los altibajos en su carrera y, supongo, de tendencias depresivas personales. Cada persona es un misterio y las reacciones que puede tener ante lo que le sucede, a menudo imprevisibles.
Yo, que crecí con la canción francesa e italiana, que vi mucho de su cine, constato que los cantantes italianos de los sesenta eran popularísimos entre nosotros. De los setenta para acá la cosa cambió mucho, hay que ser casi un ‘iniciado’ para saber qué se cuece en el mundo musical francés, italiano y de donde sea, más allá de las grandes promociones discográficas habituales y convencionales. Muchos de los grandes de entonces aún continuan felizmente en activo, pero pocas noticias nos llegan de ellos.
La radio, a veces, nos ofrece programas curiosos, extraordinarios, como Voces con swing, en radio Nacional, en el que se emiten discos de aquellos antiguos, de piedra, casi irrecuperables hoy. Com ràdio, en Barcelona, ofrece un programa sobre canción francesa y otro sobre tango. Ignoro si hay alguna cosa sobre canción italiana. Incluso nuestros cantantes actuales, cantautores, grupos algo más minoritarios, son poco conocidos, en general, más allá de los de siempre. Por no hablar de cantantes y grupos buenísimos, en el ámbito de la canción más folklórica, aunque actualizada, muy populares en su comunidad y poquísimo en el resto de la península. La televisión también ha olvidado los programas musicales clásicos, juveniles. Las operaciones triunfo se nos han tragado las iniciativas.
No sé si soy pesimista. En cine, lo mismo, o me lo parece. Incluso la televisión, que en otras épocas y, sobre todo, en verano, emitía alguna película antigua poco conocida pero ‘de culto’, española o extranjera, parece no esforzarse en el tema. Además, la publicidad ha alcanzado cotas agobiantes. De vez en cuando, hay algún extraordinario sin ‘cortes’, pero es una especie de extravagancia singular. Claro que, a veces, las cosas cambian y a una moda la sucede otra. Así, que, quién sabe...
Más allá de la historia, he de decir que me gusta ver cine italiano, francés, sobre todo porque nos llega poco y a pequeñas dosis. También mucho cine español desaparece pronto de las salas, servidumbres de la programación actual. La música de la película es buena y en el epílogo, cuando al fin el protagonista abandona su retiro, suena una canción italiana, Amore transparente, de Ivano Fossati.
Fossati es un veterano de la canción italiana, poco conocido entre nosotros. Tuvo amores con otra gran señora de la canción de aquel país, Mia Martini, que puso fin a su vida de forma trágica a causa, dicen, de los altibajos en su carrera y, supongo, de tendencias depresivas personales. Cada persona es un misterio y las reacciones que puede tener ante lo que le sucede, a menudo imprevisibles.
Yo, que crecí con la canción francesa e italiana, que vi mucho de su cine, constato que los cantantes italianos de los sesenta eran popularísimos entre nosotros. De los setenta para acá la cosa cambió mucho, hay que ser casi un ‘iniciado’ para saber qué se cuece en el mundo musical francés, italiano y de donde sea, más allá de las grandes promociones discográficas habituales y convencionales. Muchos de los grandes de entonces aún continuan felizmente en activo, pero pocas noticias nos llegan de ellos.
La radio, a veces, nos ofrece programas curiosos, extraordinarios, como Voces con swing, en radio Nacional, en el que se emiten discos de aquellos antiguos, de piedra, casi irrecuperables hoy. Com ràdio, en Barcelona, ofrece un programa sobre canción francesa y otro sobre tango. Ignoro si hay alguna cosa sobre canción italiana. Incluso nuestros cantantes actuales, cantautores, grupos algo más minoritarios, son poco conocidos, en general, más allá de los de siempre. Por no hablar de cantantes y grupos buenísimos, en el ámbito de la canción más folklórica, aunque actualizada, muy populares en su comunidad y poquísimo en el resto de la península. La televisión también ha olvidado los programas musicales clásicos, juveniles. Las operaciones triunfo se nos han tragado las iniciativas.
No sé si soy pesimista. En cine, lo mismo, o me lo parece. Incluso la televisión, que en otras épocas y, sobre todo, en verano, emitía alguna película antigua poco conocida pero ‘de culto’, española o extranjera, parece no esforzarse en el tema. Además, la publicidad ha alcanzado cotas agobiantes. De vez en cuando, hay algún extraordinario sin ‘cortes’, pero es una especie de extravagancia singular. Claro que, a veces, las cosas cambian y a una moda la sucede otra. Así, que, quién sabe...
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