He escrito en mi blog en català sobre el tema de los estudios. No sé si en el resto de España se hacen tantos estudios, estadísticas y cosas parecidas. El hecho es que una vive con cierta normalidad, en mi caso hasta ahora y desde hace treinta años, trabajando en una escuela pública que ha cambiado bastante, no siempre para mejorar, sobre todo en aspectos no materiales, y que contempla los niños y niñas de hoy con cierta ternura de abuelita en potencia. Una va de vacaciones y encuentra por todas partes veraneantes y personas comiendo en restaurantes y haciendo excursiones. Gente, por lo general, amable y educada, con alguna excepción puntual que no vale la pena tener en cuenta.
De pronto surgen los estudios. Estudios que nos advierten de que los niños de hoy son obesos, están mediocremente educados, que Cataluña está peor que nunca en educación, que España está a la cola de no sé cuantas cosas, que la crisis nos atenaza. Datos supuestamente objectivos, recogidos por estudios hechos por fundaciones privadas, muchas veces con dinero público. Además, desde una institución medica de prestigio se nos avisa del gran número de niños con depresiones y diversas enfermedades mentales. Y aún hay más, los niños se sienten solos, los padres sólo hacen que trabajar y pagar hipotecas y nuestros cachorrillos se pegan al ordenador y a la video consola, demonios de nuestro tiempo, con afición desmedida. Y nuestros adolescentes y jóvenes no tienen proyectos de trabajo, no usan condones y desperdician los fines de semanas en juergas inacabales. Para colmo de males, la immigración es una especie de bomba en potencia que ha contribuído a bajar niveles de sueldos y de educación...
Más todavía, según estudios, los catalanes somos no sé como, nos sentimos incómodos en España, donde no nos quieren ni nos pagan lo que hace falta, y una gran mayoría querría tener un estado propio. Propio de los que manden, claro. Y aún más, en el resto de España creen que se persigue el castellano de forma cruel y genocida, cosa que mucho periodismo integrista fomenta desde radios y periódicos. La vida normal y corriente nos dice, sobre muchas de todas esas cosas, todo lo contrario, que tenemos escuelas dignas, aunque se hagan muchas tonterías en ellas, tonterías fomentadas por ese tipo de estudios y por políticas de buenismo tonto, que los niños son como siempre, que las familias los quieren y protegen y hacen lo que pueden por ellos, trabajando y llevándolos al cámping durante el fin de semana. Que en Catalunya la gente habla y escribe como quiere, que en el resto de España hay un montón de gente estupenda y acogedora que no te mira de reojo a causa de ser catalana, aunque siempre es de esperar algún tópico recíproco al uso, cosa que también pasa en otras partes, ya que recuerdo una tertulia vecinal en Francia, donde tenemos parientes, en la que aguanté estoicamente un exceso de chistes sobre toreros españoles, de bastante mal gusto vistos desde mi óptica peninsular, pero que no me tomé a mal, ni mucho menos, cuando yo misma he dicho grandes tonterías sobre los franchutes en muchas ocasiones. Cuando alguien me dice cómo són los madrileños, los gallegos, los alemanes, los musulmanes, los hispanoamericanos, los del pueblo de al lado o los del barrio vecino, así, en bloque, se me ponen los pelos de punta. Aún se me ponen más de punta cuando me dicen ‘como somos’ los catalanes...
Los estudios son peligrosos cuando afirman según qué cosas con bases supuestamente serias y científicas sin tener en cuenta qué és lo que se quiere conseguir con ellos. Muchas veces no se explica la metodología seguida con precisión, por cierto. Corre por internet la historia de un padre analfabeto que pone un negocio boyante de bocadillos, gana dinero y manda el hijo a la universidad. Cuando el hijo va a vistar al padre, ya licenciado, le explica que hay una crisis, que hay que reducir gastos, y el padre baja el nivel de su producción, no hace publicidad y acaba por echar a rodar el negocio. ‘Suerte que mi hijo, que tiene estudios, me explicó que había crisis’, razona. Hace poco vi por televisión la excelente película ‘Europa, Europa’ que cuenta el caso real de Solomon Perel, un jovencito judío que sobrevivió fingiendo ser nazi, ya que prefirió vivir como pudo que morir heroicamente, cosa muy humana. Las clases que se daban a esos jóvenes alemanes, reproducidas en la película, eran supuestamente científicas, basadas en estudios ‘serios’, los judíos eran así y asá y había que eliminarlos. Los arios, raza superior sin duda, eran muy distintos, superhombres, claro, estaba plenamente demostrado. Fue un caso extremo, pero a distintos niveles las guerras basan su lógica en estudios y informaciones periodísticas interesadas. En mi juventud había estudios médicos serios y científicos que mostraban, con fotografies incluso, como la masturbación conducía a la locura y la ceguera. El caso es que tienes un vecino con el cual convives como puedes, a veces incluso muy bien, pero de pronto los estudios te lo muestran como perteneciente a algún grupo poco deseable o él te ve a ti como integrante de un grupo ideológico detestable, de una minoría étnica peligrosa, y las cosas se vam liando, liando, hasta que acabamos muy mal. Veáse la historia. Y tienes unos alumnos normalitos, en una escuela con un tanto por ciento alto de immigración, grupos donde hay de todo, con minorías excelentes incluso, y también alguna oveja negra, como ha pasado siempre, con unos padres trabajadores y, en su gran mayoría, responsables al nivel que pueden y les dejan, y de pronto empiezas a mirarlos a todos con cierta prevención: gordos, mal educados, deprimidos, inconscientes, solitarios, adictos a la vídeo consola????
De pronto surgen los estudios. Estudios que nos advierten de que los niños de hoy son obesos, están mediocremente educados, que Cataluña está peor que nunca en educación, que España está a la cola de no sé cuantas cosas, que la crisis nos atenaza. Datos supuestamente objectivos, recogidos por estudios hechos por fundaciones privadas, muchas veces con dinero público. Además, desde una institución medica de prestigio se nos avisa del gran número de niños con depresiones y diversas enfermedades mentales. Y aún hay más, los niños se sienten solos, los padres sólo hacen que trabajar y pagar hipotecas y nuestros cachorrillos se pegan al ordenador y a la video consola, demonios de nuestro tiempo, con afición desmedida. Y nuestros adolescentes y jóvenes no tienen proyectos de trabajo, no usan condones y desperdician los fines de semanas en juergas inacabales. Para colmo de males, la immigración es una especie de bomba en potencia que ha contribuído a bajar niveles de sueldos y de educación...
Más todavía, según estudios, los catalanes somos no sé como, nos sentimos incómodos en España, donde no nos quieren ni nos pagan lo que hace falta, y una gran mayoría querría tener un estado propio. Propio de los que manden, claro. Y aún más, en el resto de España creen que se persigue el castellano de forma cruel y genocida, cosa que mucho periodismo integrista fomenta desde radios y periódicos. La vida normal y corriente nos dice, sobre muchas de todas esas cosas, todo lo contrario, que tenemos escuelas dignas, aunque se hagan muchas tonterías en ellas, tonterías fomentadas por ese tipo de estudios y por políticas de buenismo tonto, que los niños son como siempre, que las familias los quieren y protegen y hacen lo que pueden por ellos, trabajando y llevándolos al cámping durante el fin de semana. Que en Catalunya la gente habla y escribe como quiere, que en el resto de España hay un montón de gente estupenda y acogedora que no te mira de reojo a causa de ser catalana, aunque siempre es de esperar algún tópico recíproco al uso, cosa que también pasa en otras partes, ya que recuerdo una tertulia vecinal en Francia, donde tenemos parientes, en la que aguanté estoicamente un exceso de chistes sobre toreros españoles, de bastante mal gusto vistos desde mi óptica peninsular, pero que no me tomé a mal, ni mucho menos, cuando yo misma he dicho grandes tonterías sobre los franchutes en muchas ocasiones. Cuando alguien me dice cómo són los madrileños, los gallegos, los alemanes, los musulmanes, los hispanoamericanos, los del pueblo de al lado o los del barrio vecino, así, en bloque, se me ponen los pelos de punta. Aún se me ponen más de punta cuando me dicen ‘como somos’ los catalanes...
Los estudios son peligrosos cuando afirman según qué cosas con bases supuestamente serias y científicas sin tener en cuenta qué és lo que se quiere conseguir con ellos. Muchas veces no se explica la metodología seguida con precisión, por cierto. Corre por internet la historia de un padre analfabeto que pone un negocio boyante de bocadillos, gana dinero y manda el hijo a la universidad. Cuando el hijo va a vistar al padre, ya licenciado, le explica que hay una crisis, que hay que reducir gastos, y el padre baja el nivel de su producción, no hace publicidad y acaba por echar a rodar el negocio. ‘Suerte que mi hijo, que tiene estudios, me explicó que había crisis’, razona. Hace poco vi por televisión la excelente película ‘Europa, Europa’ que cuenta el caso real de Solomon Perel, un jovencito judío que sobrevivió fingiendo ser nazi, ya que prefirió vivir como pudo que morir heroicamente, cosa muy humana. Las clases que se daban a esos jóvenes alemanes, reproducidas en la película, eran supuestamente científicas, basadas en estudios ‘serios’, los judíos eran así y asá y había que eliminarlos. Los arios, raza superior sin duda, eran muy distintos, superhombres, claro, estaba plenamente demostrado. Fue un caso extremo, pero a distintos niveles las guerras basan su lógica en estudios y informaciones periodísticas interesadas. En mi juventud había estudios médicos serios y científicos que mostraban, con fotografies incluso, como la masturbación conducía a la locura y la ceguera. El caso es que tienes un vecino con el cual convives como puedes, a veces incluso muy bien, pero de pronto los estudios te lo muestran como perteneciente a algún grupo poco deseable o él te ve a ti como integrante de un grupo ideológico detestable, de una minoría étnica peligrosa, y las cosas se vam liando, liando, hasta que acabamos muy mal. Veáse la historia. Y tienes unos alumnos normalitos, en una escuela con un tanto por ciento alto de immigración, grupos donde hay de todo, con minorías excelentes incluso, y también alguna oveja negra, como ha pasado siempre, con unos padres trabajadores y, en su gran mayoría, responsables al nivel que pueden y les dejan, y de pronto empiezas a mirarlos a todos con cierta prevención: gordos, mal educados, deprimidos, inconscientes, solitarios, adictos a la vídeo consola????
4 comentarios:
Sencillamente maravilloso, plas, plas, plas... de lo poco que llevo leyéndote ha sido el mejor. Enhorabuena por pensar así y ser capaz de escribirlo.
Hay veces que necesitamos que alguien limpie nuestra cabeza y nos la vacíe de toda la basura que los medios de comunicación nos van arrojando.
Hay que parar, reflexionar y decidir que todo esto que me cuentan es una bazofia y que, gracias a gente como Júlia, puedo volver a lo que yo creía que era cierto y me estaban haciendo dudar.
Un placer, Ignacio
¿Quiénes son los que encargan esos estudios, encuestas o cómo lo quieras llamar?
Yo creo que la mayoría de las encuestas esas son sólo apaños realizados por el político de turno. De lo que se trata es de manipular al personal haciéndole tragar con lo que sea, y lo malo es que el personal traga.
Es triste, pero es así.
Nos vemos
Muchas gracias, Ignacio, la verdad es que a veces cuesta opinar, hay mucho fundamentalismo por ahí. A veces, ahora que soy algo viejita, reflexiono sobre cosas que me contaban mis padres, y me asusta ver como se pasó de la paz -con todas sus limitaciones, sustos, inquietudes, e incluso injusticias, lo admito- a la guerra, para acabar peor que al principio. La tranquilidad, familiar y colectiva, es muy frágil y no se debería jugar tan alegremente con ella, pero parece que a veces hay quien está harto de tranquilidad.
Pues sí, Miguel, supongo que hay intereses políticos, profesionales, y, sobre todo, dinero, subvenciones, lugares de trabajo para conocidos y parientes... Cosas así.
Y se traga, efectivamente, ahí está el problema, porque si se tomasen en broma o con cierta prevención, la cosa no sería tan grave.
Publicar un comentario