domingo, 12 de abril de 2009

Sobre tradiciones religiosas y de las otras

Leo en algún periódico que hay escuelas, en concreto el periódico habla de una del centro de Barcelona con mucha y diversa immigración, que están substituyendo la terminología vacacional y reconvirtiendo las vacaciones de Semana Santa en vacaciones de primavera, por ejemplo. Después he visto que en la prensa virtual, que admite comentarios de lectores, había opiniones para todos los gustos sobre el tema, des de clamores algo racistas sobre 'lo nuestro' hasta manifestaciones absolutamente iconoclastas.


Vivimos en un mundo que cambia deprisa y nos debatimos entre la nostalgia de nuestra infancia, la necesidad de una cierta trascendencia, la constatación de la irracionalidad de las religiones y muchas cosas más. En las zonas más urbanas de Catalunya, hace muchos años, cuando soplaban vientos de renovación en la iglesia católica, vientos que fueron leves brisas, existió un afán de coherencia, que, con la ayuda del empacho de religión que nos había servido la postguerra, hizo que se eliminaran muchas procesiones y actos parecidos, que hoy se recuperan en un contexto más folklórico, más aún si generan dinero turístico, claro. En los pueblos y en otras partes de España la cosa quizá no tuvo un rompimiento tan manifiesto.


Lo que se ha vivido 'desde siempre' parece bonito e ilusiona ver que nuestros descendientes lo admiten y lo conservan. Nuestros descendientes optan a veces por romper con todo pero también por conservar y revivir lo que vivieron, uno mismo pasa por etapas vitales diversas. Lo que ocuerre es que la mentalidad cambia y ciertas manifestaciones religiosas, o celebraciones con animales de por medio, hoy nos parecen obsoletas y nos producen inquietud, nos hemos vuelto más sensibles. En el fondo quizá todo sea relativo, cada día matan miles de animales en los mataderos industriales, pero no los vemos y nos zampamos los filetes sin demasiada mala conciencia, claro.


No sé qué se debe hacer. Hay quien continua bautizando a sus hijos, celebrando comuniones en la iglesia, sin ser creyente, por tradición, y la cosa no le produce ningún problema. Hay quien clama por una cierta coherencia. Por suerte ya me he jubilado, pero en estos últimos años, en la escuela, he visto celebrar cosas surrealistas, viejas cuaresmas con siete patas colgadas en el parvulario, sin que se hable de nada más que de irle cortando las patitas hasta vacaciones, o comerse la mona el último día de clase, antes del día de ramos, por ejemplo.


Todavía no es la pública una escuela laica, ya que se puede dar religión en su recinto, cosa que complica horarios y coherencias. Creo que la religión debería salir de la escuela, sobre todo de la primaria, pero que en secundaria y otros niveles se debe hablar de cultura religiosa, porque toda nuestra historia esta ligada a la religión y sus poderes fácticos. Pero también creo que hace falta un debate serio sobre lo que se debe hacer o no en una escuela de hoy, con niños pequeños, intentar buscar el equilibrio entre el folklore, la tradición y la necesidad de conservarla y la consolidación de un laicismo serio, la verdad. Pero no es fácil. Y me parece poco serio ese cajón de sastre actual, en el que cada escuela hace lo que le parece y cuando le parece con estos temas que se han ido convirtiendo en conflictivos. La cuestión no es sólo religiosa, afecta a cosas como la fiesta taurina, por ejemplo. Sin embargo hay cosas graves de nuestro tiempo que parecen no generar inquietud, como el deporte competitivo o la locura futbolística, religión laica también. Quizá es que somos contradictorios e incoherentes por naturaleza y hay que vivir con ello. Y, nos guste más o menos, todo cambia y nosotros nos iremos y no volveremos más.

9 comentarios:

Andrés García Escrivano dijo...

Completamente de acuerdo. Somos fruto de una historia y una cultura en las que la religión ha jugado un papel fundamental del que no podemos desprendernos y que aporta conocimientos esenciales para entender lo que somos, seamos creyentes o no.

__ dijo...

Es un momento complicado para debatir cambios en las costumbres religiosas. Si fuera creyente, aseguraría que el diablo ha conseguido el trono de San Pedro, lo cual desvirtúa enormemente el escenario para decidir cambios.

Yo me crié con los vientos de renovación en la iglesia católica ¿y qué queda de eso?

En fin, que la vida avanza y los cambios son necesarios y las costumbres sobrevivirán cuando sean necesarias.

Besos, Ignacio

Júlia dijo...

Efectivamente, Andrés, no nos podemos desprender de la cultura católica, son muchos siglos, otra cosa es el adoctrinamiento y la mezquindad de los poderes católicos del presente.

Júlia dijo...

Ignacio, me parece que ya lleva años en ese trono, el diablo. De aquellos vientos de renovación que tantas esperanzas despertaron creo que no queda prácticamente nada. Aunque tampoco el mundo laico y la democracia han sido lo que esperábamos, claro, la realidad nunca responde a nuestros sueños.

Otra cosa es que podamos desprendernos de toda nuestra cultura consciente o inconsciente, ligada al mundo católico, en todo caso hace falta conocer para poder juzgar y decidir.

PepCastelló dijo...

Suscribo cuanto dices, Júlia.
Yo dejé de “ir a misa” antes de que se notase esa tenue brisa renovadora que señalas. Desde entonces me he considerado no creyente. Pero de unos años acá investigo tan a fondo como puedo el fenómeno religioso en su doble dimensión personal y social.
En mi opinión, nuestra civilización occidental está pagando ahora el mal uso que en su día hizo del sentimiento religioso. La irracionalidad religiosa ha sido sustituida por un nihilismo autodestructivo tan irracional como aquella o más. Si antes adorábamos los viejos ídolos de la tradición religiosa, ahora adoramos los nuevos ídolos del capitalismo. No hemos ganado nada con ese cambio sino que hemos perdido. «Donde antes hubo los curas ahora está el televisor; vamos de mal en peor». El pueblo nutre su mente con basura emocional. La “dimensión espiritual de la persona”, esa conjunción de pensamiento y vivencias que nos lleva a sentirnos parte del cosmos y miembros de la gran familia humana está desatendida. La escuela, esa gran institución humanizadora, es víctima del sistema; los planes de estudio son claramente utilitaristas.
Afortunadamente, el modo de vida que nos ha llevado a esa situación de catástrofe permanente está fracasando, con lo cual cabe la posibilidad de que una nueva forma de pensamiento colectivo más humano vuelva a aflorar. O tal vez no, ¿quién lo sabe? A mi edad, todo parece posible, aunque nada se espera.
Gracias por haber referenciado “La hora del Grillo” en tu blog CARACTERES OCULTOS.
Mi cordial saludo.

Júlia dijo...

Pep, cuando te vas haciendo mayor te das cuenta de que siempre intentan adoctrinarnos. Actualmente se está reivindicado, sobre todo en Barcelona, por ejemplo, la, (para mi), antipática figura de Ferrer y Guardia, fusilado de forma injusta, lo admito, pero un gran 'adoctrinador'.

Pau Vila, el gran geógrafo, nada sospechoso de 'conservadurismo' huyo espantado de la Escuela Moderna al ver que eran más dogmáticos de los curas.

Nuestro anticlericalismo iconoclasta es hijo directo del dogmatismo religiosos, desprendernos de todo eso cuesta, ha costado y costará. Entender que una cosa es la cultura y nuestra herencia y otra nuestras íntimas convicciones parece difícil.

Somos un país que ha pasado unos siglos XIX i XX muy complicados, con malos gobernantes, pobreza, guerra y dictadura, por no incidir ahora en temas como la todavía no resuelta diversidad hispánica. Todavía no hemos conseguido 'sentarnos' a hablar con serenidad de todo ello.

En fin, hay que preservar la esperanza, sinó, no queda nada.

Anónimo dijo...

De acuerdo con el fondo del tema, los niños crecen sin conocimiento, no solo de religion sino de lo han representado las religiones en la historia, no pueden por lo tanto intepretar la pintura, la musica, la historia.
Yo tengo dos nietas que no estan bautizadas y prefiero que asi sea viendo la "catequesis" que reciben alguas de sus compañeras. Pura magia, al menos el dia que se hagan preguntas transcendentes, que hasta el mas ateo se las hace algun dia, podrán investigar si lo que llaman religion es o no similar al cristianismo y si tienen suerte buscar por ellas mismas su camino.

Gabriel Jaraba dijo...

Pep Castelló es clarividente en el tema. Constatemos una evidencia: allá donde la religión cristiana ha sido expulsada de la escena no ha sido sustituída por un laicismo ilustrado progresista sino por un nihilismo bárbaro, que se manifiesta en forma de tontería en el occidente próspero y rapiña en los países ex comunistas. La cosa no es como Ratzinger cree, sino peor, pues del Vaticano (y de los vaticanillos protestantes) no surge nada inspirador ni verdaderamente moralizante sino gestos patéticos. Y eso concierne, y mucho, a los no creyentes. Ojalá todo fueran dicotomías como creyentes reaccionarios y ateos o laicos progresistas. Europa está en plena cosecha de nihilismo, versión chorra o versión bárbara. A la que, por cierto, ha contribuído, y de qué modo, el integrismo religioso.

Júlia dijo...

Pues sí, Pep i Gabriel, nada profundo ha substituïdo la religión dominante, creo que estamos en una época en la cual la reflexión seria brilla por su ausencia. Todo es folklore, y nada parece tener relación con nada. Somos católicos culturales, nos guste o no, pero es que aunque no nos guste parece que no somos capaces de construir un laicismo serio y culto.