miércoles, 14 de diciembre de 2011

Solidaridades navideñas incombustibles





Comenzaré por decir que asistiré a los actos que en mi barrio, con entusiasmo vecinal, se preparan para recoger dinerillo con destino a la Marató de TV3 y que he participado en alguna otra cosilla con este mismo objectivo ya que las persones somos contradictorias y no soy partidaria de aquello que dice en la duda, abstenerse; creo que vale más equivocarse actuando, si se puede. No tengo dudas sobre el buen destino de lo recaudado, hay una fundación que lo gestiona y espero que ese destino sea transparente ahora y siempre.

Dicho esto diré también que no me gustan nada de nada estas cosas, las parafernalias que suscitan, los discos solidarios, las llamadas a nuestra conciencia y nuestro bolsillo con un gran despliegue de medios, la insistencia, cada año, en una enfermedad o situación médica determinada, cosa que en este 2011 ha posibilitado que se aumente la emisión de operaciones quirúrgicas, un género televisivo recurrente, sobre todo a las horas de comer y cenar. He visto hígados y corazones y tejidos diversos estos días, suerte que yo no soy aprensiva. La traca final es ese programa larguísimo de colofón en el cual nos van diciendo como sube el termómetro de las aportaciones y sale gente muy conocida y afectados por el tema del año que explican su experiencia.

Los famosos aprovechan la ocasión para salir en la tele, cantan gratis, se promocionan un poco pero, claro, lo hacen para ser solidarios, una palabra que de tanto usarse ya no dice nada y parece casi de chiste. En tiempos franquistas esas cosas estaban muy mal vistas. Había muchas necesidades y también en Navidad se celebraban campañas benéficas, como la de Radio Nacional, con los señores Dalmau y Viñas, todo un éxito de audiencia. Una vez, con la escuela, fuimos a llevar al programa algún dinerito recogido solidariamente, fue toda una fiesta ir a la radio y recité un poema, Mi vaquerillo, que también es una muestra de caridad mal entendida y no de justicia, un señor rico se da cuenta de lo mal que vive el pastor que le cuida las vacas, de la edad de su hijo, y le sube el sueldo. Lo copio al final, para nostálgicos.

Las maratones y otras iniciativas parecidas son, en el fondo, la caridad mal entendida de entonces puesta al día y publicitada a todo trapo. Comprendo que el sector médico, hoy más recortado que ayer, y la investigación que se relaciona con él,  consigan con estas iniciativas un buen pellizco que nos va, dicen, a beneficiar a todos, ya que podemos ser víctimas en cualquier momento de enfermedades diversas o situaciones dramáticas que requieren intervenciones caras y investigaciones profundas. Pero no me gusta el sistema, no me gusta el ambiente que se genera, esa falsa solidaridad navideña, tan folklórica. Esos entusiasmos caritativos de temporada.

Los temas se suceden año tras año. El primer año de la Marató, ya van diecinueve, creo que la dedicaron a la Síndrome de Down, era una novedad y pensaba que seria una cosa puntual. Pero la cosa funcionó y ahora cada año tenemos una enfermedad o un tema sanitario distinto, desgraciadamente hay cuerda para rato. Yo preferiría, en todo caso, que algún año el tema no fuese tan interior sinó más universal, muchos niños mueren por el mundo de cosas que aquí curamos con un simple antibiótico. 


No sé si algún día el mundo será un solo país, esa patria universal que tan lejana parece y dejaremos de mirar-nos el melic (el ombligo), como decimos en catalán. Hoy incluso decir que te sientes ciudadano del mundo parece una vulgaridad, los orgullos patrios, minoritarios o mayoritarios, están en alza y la diferencia se valora mucho más que lo que nos une, esa pertenencia a la especie humana que hace que todas la guerras sean civiles.

También a nivel mediático universal surgen a menudo esas grandes iniciativas,  promocionadas a lo Hollywood. Cantantes famosos a nivel mundial celebran de vez en cuando conciertos a beneficio de algo, como las damas del ropero de antaño y encima son alabados por ello, cuando algunos de esos grandes nombres si dedicasen una mínima parte de sus ganancias a la verdadera solidaridad acabarían rápidamente con muchas miserias. Claro que si eres pobre o tienes necesidades te da igual de dónde viene la ayuda y no puedes permitirte el lujo de ser crítico, como lo estoy siendo yo ahora con ese tipo de cosas.

Incluso Rapahel y Ana Torroja cantarán en catalán para ese disco anual que nos vamos a encontrar hasta en la escudella de Navidad. Nadie famoso o conocido puede negarse a participar en tal evento de forma explícita, correría el peligro de ser tachado de egoísta, de traidor o de cosas peores aunque en su vida privada, de forma discreta, y, cómo dice el evangelio que ha de ser, sin que la mano derecha sepa lo que hace la izquierda, sea sinceramente solidario y generoso de forma constante y no puntual o navideña.


Prácticamente no existen críticas hacia el tema, en todo caso han sido sutiles, moderadas, se necesita dinero y hay que sacarlo de dónde sea para investigar y todo eso. En un país serio, verdaderamente democrático, quizá podríamos hacerlo de otra forma, más organizada y menos sensiblera, con impuestos bien gestionados, se suponía que la justicia superaría esa caridad de baratillo. La palabra caridad ha sido siempre muy mal utilizada cuando es una palabra inmensa, esa virtud teologal que quiere decir también amor generoso, compañera de la fe y la esperanza. Pero ha acabado por tener tintes limosneros, què hi farem. 

En esos discos deberían participar personas con afición profunda a recaudar de verdad, pecadores conocidos: Camps, Roldán Millet, Urdangarín y tantos otros, quizá muchos de ellos todavía ocultos y secretos. Sería toda una forma de redimirse de un pecado capital como la avaricia, tan grave. Deberían llamar a esos teléfonos solidarios arrepentidos, hacer una especie de confesión pública y colaborar con el tema anual entregando una parte de todo lo recaudado, solidaria y navideñamente para poder ser públicamente perdonados.






MI VAQUERILLO (Gabriel y Galán)


He dormido esta noche en el monte
con el niño que cuida mis vacas.
En el valle tendió para ambos
el rapaz su raquítica manta
¡y se quiso quitar-¡pobrecito!-
su blusilla y hacerme almohada!
Una noche solemne de junio,
una noche de junio muy clara…
Los valles dormían,
los búhos cantaban,
sonaba un cencerro,
rumiaban las vacas…
y una luna de luz amorosa,
presidiendo la atmósfera diáfana,
inundaba los cielos tranquilos
de dulzuras sedantes y cálidas.
¡Qué noches, qué noches!
¡Qué horas, qué auras!
¡Para hacerse de acero los cuerpos!
¡Para hacerse de oro las almas!
Pero el niño ¡qué solo vivía!
¡Me daba una lástima
recordar que en los campos desiertos
tan solo pasaba
las noches de junio
rutilantes, medrosas, calladas,
y las húmedas noches de octubre,
cuando el aire menea las ramas,
y las noches del turbio febrero,
tan negras, tan bravas,
con lobos y cárabos,
con vientos y aguas!…
¡Recordar que dormido pudieran
pisarlo las vacas,
morderle en los labios
horrendas tarántulas,
matarlo los lobos,
comerlo las águilas!…
¡Vaquerito mío!
¡Cuán amargo era el pan que te daba!
Yo tenía un hijito pequeño
-hijo de mi alma,
que jamás te dejé si tu madre
sobre ti no tendía sus alas!-
y si un hombre duro
le vendiera las cosas tan caras!…
Pero ¿qué van a hablar mis amores,
si el niñito que cuida mis vacas
también tiene padres
con tiernas entrañas?
He pasado con él esta noche,
y en las horas de más honda calma
me habló la conciencia
muy duras palabras…
Y le dije que sí, que era horrible…,
que llorándolo el alma ya estaba.
El niño dormía
cara al cielo con plácida calma;
la luz de la luna
puro beso de madre le daba,
y el beso del padre
se lo puso mi boca en su cara.
Y le dije con voz de cariño
cuando vi clarear la mañana:
-¡Despierta, mi mozo,
que ya viene el alba
y hay que hacer una lumbre muy grande
y un almuerzo muy rico… ¡Levanta!
Tú te quedas luego
guardando las vacas,
y a la noche te vas y las dejas…
¡San Antonio bendito las guarda!…
Y a tu madre a la noche le dices
que vaya a mi casa,
porque ya eres grande
y te quiero aumentar la soldada…

3 comentarios:

Eastriver dijo...

Signaria totes les teves paraules, fins i tot la conyeta del final (potser millor dir especialment la conyeta del final). J o sempre he malfiat d'aquests actes solidaris, sempre he malfiat de les senyores d'abrics de pell que quedaven per anar al rastrillo SOS i aquestes coses, em resultaven fastigoses. Les maratons actuals són una mica el mateix: per sortir per la tele, per mantenir la popularitat.

Però, sin embargo, aish, sin embargo jo també penso que millor un duro per a la investigació que no pas la investigació sense aquest duro. No sé, tot plegat és contradictori, però les ajudes són senzillament necessàries, i més si són per a investigar, cosa sempre necessària i sempre massa justa de quartos (per amoblar a tot luxe l'embaixada a un país sudassiàtic sí que en tenen de quartos...).

Sento haver de corregir un detallet: la primera marató va ser fa vint anys i va ser sobre la leucèmia, amb el tenor Josep Carreras i la seva fundació com a màxim beneficiari.

I deesprés un afegit: recordo quan feien les maratons d'anena 3 o telecinco que arroplegaven quatre quartos comparades amb les de tv3 i amb una audiència cinc vegades més gran. Queda malament presumir-ne però recordo que això em feia pensar molt.

Gràcies pel vídeo ,no havia sentit totes les cançons i he descobert que la Malú en català queda força bé, i un grup que es diu Teràpia de shock que no els coneixia, i un que es descalça... no està malament tot plegat.

Ah, jo segurament faré també la meva aportació econòmica, tot i que no hi cregui. Som contradictoris els humans, però tan de bo totes les contradiccions fossin així. Petons

Júlia dijo...

Eastriver, és el que dic, tot plegat fa una mica d'angúnia però hi ha coses pitjors.

Francesc Puigcarbó dijo...

Totalment d'acord, i et diré més, algún jutge decent hauria d'aturar un programa obscé com aquest de tv3. No es feina dels ciutadans solucionar aquestes mancances i menys ara que precisament el Govern dels millors retalla sanitat a tort i a dret, el programa de la Marató sembla un sarcasme.