En las últimas décadas han proliferado los excesos informativos sobre meteorología. A menudo se insiste de forma contundente en el hecho de que en verano hace mucho calor y en invierno, mucho frío, aunque también se amenaza con los cambios climáticos y se asegura alegremente que a veces hace menos calor o menos frío del que debiera. En muchas ocasiones, en invierno, nos hablan tanto del frío que casi tememos salir a la calle, ya bajamos a ella encogidos y excesivamente abrigados, los excesos de calefacción, lo mismo que esas estúpidas refrigeraciones veraniegas, falsean nuestra percepción y son un peligro para la salud que en algún momento habrá que denunciar y controlar.
Sin embargo, una vez en la calle, comprobamos que nada es lo que temíamos. Hace frío, pero si nos abrigamos de forma conveniente incluso resulta agradable pasear. Lo mismo en verano, si pasas por lugares sombreados, frescos y te tomas con calma los paseos los temores se manifiestan a menudo exagerados. La percepción de lo que pasa tiene a menudo más relación con lo que nos dicen que con lo que nos ocurre en realidad.
Con el tema de la crisis creo que sucede algo parecido. A todas horas y en todo momento se habla de ello. No negaré sus efectos no deseados: recortes, paro. Sin embargo el paro hispánico lleva años sin resolverse, ayudado por ese trabajo en negro al cual parece que nos hemos adaptado. Hay apocalípticos que aseguran que estamos en la peor época vivida, no sé por quién. Yo recuerdo épocas mucho peores, lejanas y cercanas. También he escuchado premoniciones acerca de posibles conflictos mundiales. Ya existen muchos conflictos, en el mundo, a los cuales también nos hemos acostumbrado, porque no nos tocan de cerca ni de forma directa. Claro que la vida y la historia son una especie de lotería y nunca se sabe qué te puede ocurrir. Generalmente, si leemos libros serios sobre el pasado, comprobamos como a menudo suele ocurrir lo que no se esperaba, casi siempre por motivos no previstos.
Mi barrio, entre Montjuïc y el Paralelo, ha tenido siempre fama de conflictivo. Hay barrios igualmente o mucho más conflictivos pero cualquier cosa que ocurre en esa pequeña geografía familiar se magnifica mucho más que si ocurre en otros barrios. Sucede un crimen en la parte alta, en Sant Gervasi, en Sarrià, y los vecinos se apresuran en afirmar que es un hecho puntual, que son barrios finos, etcétera. Olot es una hermosa ciudad en la cual, por desgracia, han ocurrido algunos hechos criminales lamentables y mediáticos, el último, los asesinatos de ancianos en una residencia, perpetrados por un señor del país que parecía normalísimo. Sus vecinos también han insistido en qué allí nunca pasan estas cosas y que se trata de hechos aislados que deben olvidarse.
Sin embargo cualquier cosa que sucede en mi barrio encuentra pronto lamentos muy diferentes: el barrio se está degradando, cada día hay más gente de fuera, va a pasar algo gordo... Hace poco en un barrio de la ciudad que muchos bienpensantes pequeño burgueses consideran marginal un gitano conflictivo mató a un emigrante negro, después de una discusión. Las peleas con resultado de muerte se dan de vez en cuando, por desgracia, incluso en el interior de familias aparentemente convencionales. Los medios de comunicación fueron allí en seguida, a sucar-hi pa, insistiendo en temas de racismo, problemas de convivencia y el resto. Incluso salió un compatriota de la víctima insistiendo en qué era un hecho puntual, una desgracia, que no era un enfrentamiento de bandas ni de etnias, pero creo que mucha gente no quiso creerlo. Claro, además, con la crisis, decía una periodista en televisión, la gente está más nerviosa y son más fáciles las peleas...
La percepción de los mismos hechos según dónde suceden o quién los protagoniza, pero sobre todo, según cómo, cuando y cuanto se informa, es muy importante. Hablar tanto de la crisis ha llegado a afirmaciones surrealistas que relacionan con ella cualquier suceso de actualidad. Violencia doméstica: la crisis la ha incrementado. Cines a medio llenar (cuando hace tiempo que la gente va poco al cine): culpa de la crisis. Pocos esquiadores en la montaña, incluso poca nieve en diciembre, (cuando, de hecho, en mis tiempos jóvenes nevaba de forma abundante a partir de enero): culpa de la crisis. Poca natalidad: culpa de la crisis (cuando la natalidad lleva muchos años de capa caída y en épocas difíciles y autárquicas se incrementó muchísimo a pesar de todo). Tenemos tema para rato cuando una gran parte del mundo ya querría llorar con nuestras lágrimas, a menudo de cocodrilo.
Salgo cualquier noche por ahí y me encuentro bares, restaurantes, teatros, a rebosar. Quizá la gente no viaje a Praga o Nueva York, pero sale mucho. Recuerdo que en mi infancia y juventud ir al bar era algo poc aceptado y mal visto por la gente honrada y modesta, como mis padres, lo mismo que ir al restaurante, al cual se iba, y no siempre, sólo con motivo de alguna boda. En Navidad se afirmó que la gente regresaba a la escudella i carn d'olla por culpa de la crisis. Bueno, puede ser que también nos hayamos hartado de langostas a precio de oro, esas que nos comíamos en la época boyante de los ochenta, cuando pasamos de pobres a menos pobres y nos creímos ricos y pagábamos marisco a precio de oro en las fiestas navideñas. Ya se que la gente de los bancos es muy mala y que el capitalismo neoliberal es una amenaza y el resto, pero creo que realmente hemos vivido de forma muy alegre y poco previsora, una gran mayoría de ciudadanos, durante una buena temporada. Podría hacer una larga lista de pequeñas y grandes corruptelas cotidianas aceptadas y fomentadas por mucha gente protestona. Pero los malos siempre son una especie de abstracción lejana contra la cual todavía no veo como se puede luchar de forma pacífica y efectiva, la verdad.
Voy a cursos de dibujo y pintura y una de mis profesoras, una artista excelente, insiste mucho en qué para aprender a dibujar bien hay que intentar reproducir lo que vemos y no lo que pensamos que vemos. Creo que es una fórmula aplicable a muchos aspectos de la vida. Una vez sepamos mirar y dibujar o escribir lo que vemos podemos recrear la realidad, claro, pero desde el conocimiento serio y objetivo. Esa fórmula de decir lo que ven y no lo que creen que ven deberían aplicársela muchos políticos pero también periodistas y tertulianos habituales, tertulianos que quizá podrían dejar sus sillones de debate a gente anónima en paro, ya que muchos de ellos tienen una especie de pluriempleo en radios y televisiones que produce cierta inquietud. Una cosa es que de vez en cuando salga un experto o supuesto experto a aclarar conceptos y la otra esas reuniones desenfadadas llenas de verborrea pedante o simpática, protagonizadas por totólogos, o sea, caballeros y damas que saben de todo y opinan de todo. Y en estos tiempos, como no, de la crisis...
Quizá vale la pena salir a la calle y comprobar que el mundo sigue funcionando, que a pesar de los pesares vivimos en paz, aunque la paz siempre es frágil, y que incluso llevamos en el bolso cuatro o cinco euros para tomar un cafelito.
4 comentarios:
¿Cinco euros para un cafelito? Aviat, aviat...
Tens tota la raó. M'agrada el que et diu la teva profe de dibuix, que és una cosa paralel.la a la que comentava la Sílvia Pérez Cruz, la cantant, en una vídeo que vaig veure la setmana passada en el bloc d'algú: ella diu que per emocionar no s'ha de pensar. Equival una mica al que diu la teva professora: l'acte de creació és un acte no intel.lectual. La intel.lectualització ve després...
Poblesec, noia? Deu ni do, barri amb mala fama, no de xungu sinó d'artistes, bohemis, mariners, de mar i muntanya... és a dir, barri viu, vital, artistic i bohemi. Sempre m'ha encantat aquest barri perrquè és prou tranquil i alhora té aquesta cosa montmartriana de la mala fama no de lladres sinó d'artistes, que és molt pitjor. Llegeix Las bailarinas muertas, novel.la excel-lent sobre el Paral.lel.
Seguiré el teu consell i buscaré el llibre que dius, Eastriver.
La comparació entre les informacions de la crisi i la meteorologia està molt ben trobada. En el primer cas, però, hi ha una intenció molt més perversa que en el segon, tal com ho descriu la Naomi Klein a "La doctrina del shock": es tracta de deixar la població terroritzada perquè accepti qualsevol mesura dràstica sense gosar protestar. Jo diria que això és el que ens estan fent.
I pel què fa al dibuix, fa uns anys també vaig seguir un crurs de dibuix basat justament en la idea de dibuixar sense pensar, anant directament de la vista a la mà sense passar pel raonament. Els resultats són impressionants. Qualsevol acte de creació ha de fer aquest pont, des de l'emoció a l'expressió. És llavors quan ens comuniquem amb la resta dels humans-
Lluís, és clar que pot passar com amb allò del pagès i el llop, que de tant insistir-nos en la por a la crisi ja hi posem pell morta i quan arribi de veritat ens sorprengui.
Sobre això del dibuix aquesta metodologia segueix autors molt llegits com Betty Edwards, realment els resultats, com dius, són sorprenents, com també quan, per exemple, fas la còpia d'un dibuix posat de l'inrevés i surt més semblant que si te'l mires del dret.
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