jueves, 5 de abril de 2012

Maria Gripe (1923-2007) y la literatura juvenil



Hoy, 5 de abril, además de ser Jueves Santo y Día del Amor Fraterno, hace cinco años que murió la escritora Maria Gripe. Su nombre de soltera era Walter. Se casó con Harald Gripe, pintor e ilustrador, que puso imágenes a muchos de los libros de la escritora.

Gripe se dedicó a la literatura infantil y juvenil. Posiblemente yo no sabría casi nada de ella de no ser porque mi hija, en su adolescencia, leyó muchos libros de esta autora. El género juvenil e infantil se presta a mucha tontería y moralina, a veces ha sido un modus vivendi para autores dedicados al género adulto y, en general, en nuestro país se le da una importancia relativa aunque tenemos autores y autoras excelentes y poco reconocidos, la verdad.

No pasa así en los países nórdicos, como esa Suecia que tan buenos escritores nos ha dado en ese campo. Algunos libros que hacían leer a mi hija en la escuela me hicieron sonrojar por su beatería laica o por su patriotismo de apaga y vámonos. Eran libros de circunstancias, escritos de encargo por aprendices de escritor, por pedagogos lletraferits o por escritores con aspiraciones, en horas bajas.

Sin embargo los de Gripe los leí yo misma con gran afición, sus narraciones juveniles tocan temas serios y adultos y podrían encontrarse en cualquier colección convencional no dedicada en especial a los adolescentes. Aquí, a muchos autores, ya les costaría incluso publicar para jóvenes según que temáticas o volúmenes excesivamente voluminosos. La rompedora Pippi Calzaslargas hubiese sido impensable de no venir de Dinamarca.

He leído también obras de otros autores juveniles extranjeros bastante buenas pero pesimistas y tristes, preocupantes. Sin embargo las de esta autora no caen en la sordidez en ningún momento. Ni en la moraleja barata ni en el buenismo de zapatilla. Tienen intriga y resultan muy adecuadas para adultos y adultas sin complejos.

Gripe recibió el Premio Andersen el año 1974. Los españoles han tenido mala suerte con ese premio, creo que sólo lo recibió Sánchez Silva a finales de los sesenta e incluso, en ese caso, compartido con un autor alemán. Se me ocurren un montón de autores y autoras, en castellano o catalán que podrían merecer el premio y no los mencionaré por no dejarme a nadie. Creo que lo que falta es, sencillamente, promoción y que esos autores no sean una especie de sucursal de los que sólo escriben para los mayores.

Yo he escrito algún libro infantil y juvenil. Sin embargo no me encontré a gusto en el género porque nuestra sociedad todavía pone una especie de trabas castrantes ligadas a las temáticas y al número de páginas, manía que los libros de Harry Potter han demostrado que era absurda.

Durante unos años hubo algunos autores y autoras relacionados con el mundo educativo que consiguieron que sus libros fuesen obligatorios en escuelas e institutos donde tenían relaciones personales o padrinos. Las editoriales también han hecho de las suyas. En una ocasión iban a coger un libro mío de lectura en una escuela pero resulta que tenían una especie de compromiso con un gran grupo editorial que imponía sus producciones. Cosas que pasan y que pasarán. Soy bastante contraria, la verdad, a esas lecturas obligatorias que más bien producen un efecto contrario al deseado y también, cada vez más, viendo lo que se promociona y lo que no, a los consejos y a las publicaciones tipo qué libros han de leer los niños. 

Una vez asistí en una gran librería especializada al diálogo para besugos de una madre mentalizada con su hija, porque la niña quería un libro que no estaba exactamente en el apartado de su edad cronológica. Resulta patética esa división en edades, cada vez más compartimentada.

Soy partidaria de la libertad y si un maestro quiere promocionar algún libro ha de ser, de entrada, un libro que le guste a él y del cual pueda hablar con entusiasmo. He visto como la obligatoriedad ha hecho entrar con muy mal pie a los jóvenes en monumentos como La Regenta, por ejemplo, cuando recuerdo que yo lo leí gracias a los comentarios favorables y a las lecturas de fragmentos de un muy buen profesor. 

Sería una lástima que cinco años después de su muerte y a causa de los condicionantes comerciales de un mundo literario en el cual hay que producir y vender sin pausa, Maria Gripe se fuese alejando de nuestras bibliotecas y de las lecturas de los jóvenes y adolescentes de hoy.


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