viernes, 9 de mayo de 2008

Aquellas guerras, aquellos héroes


Admirose un portugués
al ver que en su tierna infancia
todos los niños de Francia
supieran hablar francés.

"Arte diabólico es"
dijo torciendo el mostacho,
"que para hablar el
gabacho
un hidalgo en Portugal
llega a viejo, lo habla mal
y acá lo parla un muchacho".
Después de todo eso de los polacos (ver La Panxa del Bou) y del caudal de teorías y opiniones sobre el tema, me ha venido a la cabeza este conocido poema de Moratín, vecino, según parece, de la barcelonesa calle de Petritxol (en un pis, no sabem quin/ hi va viure Moratín). Gabacho ha sido durante mucho tiempo un término peyorativo para bautizar a los franchutes, con los cuales nos hemos movido, por lo que respecta a Catalunya, en una relación constante de amor y odio, según soplaran los vientos. Dicen que el mote tiene el origen en un río francés, Gave, y que hacía referencia a los hombres groseros y que hablaban de forma extraña. Hay también sobre la palabra teorías diferentes y usos diversos, incluso tenemos unos melocotones muy buenos de variedad gabacha. En épocas lejanos hubo en Catalunya una importante inmigración occitana, por cierto. El gran Moratín también fue, como tantas otras personas avanzadas de su época, un agabachado que acabó en el exilio.
La cosa viene a cuento porque hace unos días asistí a una charla en mi barrio, la primera de un breve ciclo sobre el castillo de Montjuïc y la Guerra del Francés. En la charla se habló bastante del castillo, de su pasado, presente e imprevisible futuro, polémico, como se sabe. Y poco de la Guerra del Francés. Me temo que, a pesar de los muchos actos programados sobre ese segundo centenario, nos vamos a quedar un poco como antes, o sea, a oscuras o en penumbra, y atados a toda una iconografía heroica y antigua con la cual mecimos nuestros sueños patrióticos escolares.

El bicentenario de la Guerra de la Independencia o del Francès, como decimos por aquí, quizá para no confundir las cosas, en este presente algo peliagudo en el cual los temas patrióticos se han complicado y diversificado, ha generado actos diversos, en Catalunya y en España en general, pero me temo que la cultura histórica colectiva no mejorará. Se han programado muchos actos locales, en poblaciones diversas, y, por lo tanto, destinados al público local y sobre la situación precisa de aquel lugar durante la guerra. También, no faltaría mas, teatralizaciones de esas que ‘me gustan tanto’. Días atrás veía por la tele las de Madrid, con eso del Dos de Mayo. En todas partes cuecen habas y en algunas, calderadas.
La historia, como tants cosas, se ha frivolizado, sirve para hacer turismo y dinero. Desde una pintura prehistórica o un excremento de dinosaurio petrificado a un campo de concentración, todo vale para el tema. De todos modos, según la época, hay cosas que venden más que otras, claro. Cuando yo iba a la escuela, la Guerra de la Independencia era, todavía, una guerra heroica y justa, en el imaginario colectivo, una guerra para echar al extranjero y en la cual el pueblo unido no fue vencido. Yo pensaba que era injusto que el sitio de Zaragoza fuese más famoso que los de Girona, ay, pobre de mí. La música del Sitio de Zaragoza era y es todavía un clásico de las varietés, tocada con acordeón. Recuerdo a una actriz muy guapa, que trabajaba el El Molino y que siempre la interpretaba, murió joven; siento no recordar su nombre, vivía en mi barrio. Todavía, durante mi infancia, en muchos chocolates, como por ejemplo los Tupinamba, salían cromos con estampas históricas, un género que sobresalió durant el XIX y que conformó nuestra idea de los hechos del pasado. Muchos pintores catalanes de la época pintaron estampas religiosas y històricas, hoy injustamente olvidadas o casi. Una tía mía, en una sala y alcoba que me hacía estremecer, de la calle de Santa Margarita, tenia un cuadro con Ramiro el Monje y su campana de cabezas cortadas a un lado, y, al otro, aquello de 'no serviré a señor que se me pueda morir', de cuando Francisco de Borja vio lo que los gusanos habían hecho con su admirada reina. Y, en el centro, un espejo inmenso que creo que escondía a un montón de espíritus familiares detrás suyo.

El cine de la época imitaba aquellas pinturas, su escenografía, conveniente a la época imperial que nos tocaba padecer. Y también los libros de texto, las entrañables enciclopedias, reproducían de forma poco afortunada, en blanco y negro, descubrimientos de América idealizados y sitios de Zaragoza con doña Agustina en pie de guerra, cromo éste, el de la señora y el cañón, que incluso pintores como Goya recrearon, malas lenguas dicen que por necesidad de sobrevivir en aquel turbio contexto del retorno del Deseado. Aurora Bautista fue Juana la Loca y Agustina de Aragón, para llegar a ser la imaginaria, pero mucho más realista, tía Tula. Era el emblema de la época, al lado de Fernando Rey, que fue Felipe el Hermoso y, si no recuerdo mal, Palafox, en su juventud.
Una lectura crítica sobre el tema, que incida en las miserias de la guerra de forma seria, de esta guerra o de las otras, civil incluída, todavía está por hacer, al menos a nivel nacional y/o nacionalista. Demasiada complejidad para nuestras necesidades de mitología. El otro día escuchaba por radio al autor de un libro actual sobre aquella guerra, reivindicaba que en todo caso ‘los buenos’ eran los franceses y también hablaba de la figura de José Bonaparte, injustamente tratado por la historiografia popular, que lo tildaba de borracho. Yo tampoco diría tanto, la verdad, porque también es simplificar la cuestión. Sobre el rey, unas coplas que parecen la letra de un rap del verano, sobre el tema, hacen referencia a su incapacidad sexual a causa de la bebida:

Cuando la reina se pone
Bon bon
La mantilla de franela
Bon bon
La dice José Pepino
Bon bon
Ese cuerpo pide guerra
Bon bon.
Pero, claro, como el rey llevaba más vino en la cabeza que en los pies no podía hacer nada con la reina, cosas del alcohol, de los caldos españoles, vaya. José Bonaparte y Amadeo de Saboya fueron dos reyes frustrados y odiados, cuando, en realidad, eran dos personas inteligentes y serias, dispuestas a modernizar el país. No fueron populares ni aceptados por este conjunto humano que llamamos pomposamente ‘el pueblo’. El siglo XIX empezó mal y acabó peor, por no hablar del XX. La diferenciación entre guerras contra el invasor extranjero y guerras civiles suele ser oportunista, espinosa, ya que al fin y al cabo todas la guerras producen conflictos civiles entre partidadios de los unos o de los otros, y llamar traidor a alguien es fácil, pero profundizar en los motivos de su traición, mucho más complicado.

En Catalunya nos ha quedado el recuerdo de la inmortal Gerona, donde Álvarez de Castro hizo resistir a la gente de grado o por fuerza, hasta límites terribles, frustado, dicen, por la facilidad con que los franceses habían logrado entrar en Barcelona, gracias a las presiones militares que en aquel momento aconsejaban facilitarles la cosa. También contamos con la imagen emblemática del Timbaler del Bruc, haciendo correr a los franceses a causa, según cuenta la leyenda, del eco de su redoble, gracias a la orografía.

La primera vegada
que al Bruc vàreu anar
molt contents i alegres
hi vàreu arribar.

Amb els canons de fusta
els llevàrem la pell.
Es varen posar a córrer
fins a Molins de Rei.
Las gaditanas se hacían tirabuzones con las bombas y Napoleón tuvo que hacer mutis por el foro. Ahora dicen que fue gracias a los ingleses, siempre nos estropean las ilusiones. Tanta sangre y heroicidad para hacer regresar a Fernando VII y para entrar en una época de inestabilitad constante, guerras locales como las carlistas, repúblicas frustrada y finalmente, de ya se sabe qué. Yo creo que con los grabados de Goya sobre los desastres habría bastante para entender lo que hace falta, que la guerra sirve a menudo para empeorar la situación, sobre todo de tanta gente que no tiene culpa de nada y recibe palos por todas partes. Pero para entender, también, que no se puede hacer volar palomitas y que despreciar armas y ejércitos es, todavía, suicida. Por desgracia, aquello de si quieres paz prepárate para la guerra, todavía funciona. Hace poco leía declaraciones de personas muy serias, en el sentido del peligro que representa convertir los ejércitos en ongs, sin tener en cuenta que, muchas veces, es necesario tomar medidas que comportan un cierto grado de violencia, para restablecer el orden, sin el cual no se puede hacer nada. Eso del diálogo está muy bien, pero si una de les dues partes va con la pistola o el trabuco en la mano es difícil, imposible, vaya.

No es extraño que toda esta época histórica, desde la Revolución Francesa en adelante tenga, para nosotros, una gran atracción. Resulta lejana, pero cercana en muchos sentidos, también. Yo, de pequeña, meditaba a menuda sobre mis antepasados y quería imaginar cuáles de ellos habrían visto la Guerra de la Independencia, con una cierta envidia generacional, ya que creía que las guerras, como tantas otras cosas, eran una especie de película que se veía pasar, santa inocencia. Hay personajes como Napoleón, magnificados e idealizados por la mitomanía especializada. En una ocasión leí una especie de comparación entre Franco y Napoleón. Al menos, escribía el comentarista, Napoleón tenía categoría intelectual, grandeza. Grandeza megalómana que llevo Europa al deastre, claro, porque con grandes ideas se hacen muchos disparates. Los dos eran bajitos, como tantos dictadores. Cuando iba a la Normal, el profesor de psicología nos hablaba en una ocasión del complejo de los hombres bajitos, como si fuese una especie de síndrome que podía derivar en tendencias dictatoriales. Pero Mussolini era más alto. De todo hay y ha habido en la viña del señor, la psicología ya no es lo que parecía y las explicaciones sencillas siempre se escapan de nuestro alcance, como agua en un cesto.

4 comentarios:

__ dijo...

En un magnífico Blog sobre Madrid que está cogiendo una envergadura tremenda, el 'amigo' Miguel nos hacía unas fotos sobre el 2 de mayo y Madrid:
http://madridfotoafoto.blogspot.com/2008/05/el-dos-de-mayo.html

Y el 'amigo' Flánagan' nos explicaba la realidad del levantamiento:

"Me gusta mucho tu blog que disfruto como fan y madrileño. Pero lo de la revuelta "espontánea" hay muchos testimonios que apuntan a que no fue de tal modo sino inducida, ya que en ese momento los gabachos eran nuestros aliados (pagando una renta para que nos ayudasen en contra de los ingleses). Me jode decir esto pero cuando Napoleón llegó por Chamartín lo primero que hizo fue abolir la inquisición, terciar al clero (pagando una pensión vitalícea a los expulsados de la iglesia) y aceptar el politeísmo. Invasión consentida por el mismo poder que luego hacía las capitulaciones en el Pardo entre copas con el conquistador gabacho. Guerreando con ejércitos compuestos en su mayoría por voluntarios contra el mejor ejército de Europa, pero como siempre manipulados por los mismos cabrones de toda la vida."

Yo comenté que me gustaba que el pueblo se levantara totalmente ajeno a la voluntad de los gobernantes que estaban a su bola, como suele ocurrir y sufrimos en la asiduamente.

En cualquier caso, creo que es un episodio oscuro de nuestra historia y que el paso del tiempo distorsiona la realidad, como muy bien nos has explicado con las diferencias entre Zaragoza y Girona.

"La historia, como tantas cosas, se ha frivolizado, sirve para hacer turismo y dinero." Me gusta mucho tu afirmación, máxime cuando nuestro alcalde busca el provecho de cualquier circunstancia. Lo que pasa es que éste es muy listo y utiliza a gente como la Fura para tenernos a todos contentos.

En un placer leerte siempre Júlia, a pesar de ser de los pocos que comenten, pero para mi es un lujo poder hacerlo.

Te agradezco mucho tu esfuerzo, Ignacio.

Júlia dijo...

Ahora me miraré el blog, Ignacio, gracias por el comentario. No te extrañe los pocos comentarios, como, de hecho, es una 'traducción' ya tengo mi pequeño público en el otro y éste tampoco lo cuido mucho, empecé porque alguien que entraba en 'La Panxa' me comentó que le gustaría entenderlo mejor. Además, aún con peligro de que me lapiden, considero que el castellano 'también' es mi lengua, la verdad, pero ahora entraría en un debate que 'no toca', histórico también, claro.

Efectivamente, la espontaneidad de la revuelta es dudosa hoy, hubo manipulación, frecuente en esos movimientos de masas que tan bonitos parecían y parecen todavía a muchos nostálgicos, como por ejemplo la Semana Trágica, o, más recientemente todo eso de Mayo del 98. Se mueve al 'pueblo' hasta extremos dramàticos però los 'movedores' se quedan en la sombra o desaparecen cuando hay peligro, es una situación que se repite con frecuencia, por desgracia, en la historia.

Es cierto que el gobierno francès, más avanzado, tomo medidas 'modernas', pero la cosa fue como fue. De todas maneras las 'modernizaciones' a la fuerza tienen muchos peligros y la reacción masiva de la gente es imprevisible, hoy también se cuestiona el dogma de la economía como motor de la historia, existe mucha irracionalidad fomentada a veces por poderes interesados. Sólo hay que observar los movimientos irracionales que genera, por ejemplo, el futbol.

No es de hoy que la historia se frivolice, Victor Hugo tiene un pasaje en que visita el escenario de Waterloo pagando dinero a un campesino que le cuenta macabras historias de soldados muertos y reflexiona sobre ese mismo tema. Con la facilitad de viajar de todo el mundo, el pastel histórico es mucho más apetitoso.

Yo misma, lo admito, siento curiosidad por saber 'donde pasó' o 'dónde vivió' alguien, soy humana, pero las barbaridades turísticas de los últimos tiempos que conservan para vender 'cultura' mientras destrozan lo que haga falta, cuando no da dinero, son escandalosas.

No sé, es que me hago vieja, supongo.

Miguel Molina dijo...

Magnífico estudio sobre aquellos días. Miraré todo lo que me cuentas de la espontaneidad o inducción del levantamiento.

Un placer haberte visto por mi blog. Da gusto leer comentarios de los que se pueden aprender.

Nos vemos

Júlia dijo...

Gracias, Miguel. La verdad es que no soy especialista en historia, sólo aficionada, però cuanto más leo y escucho más veo que todo se ha de revisar en los tiempos que corren, la historia ha servido, sobre todo, para crear conciencias nacionales oportunistas que muchas veces han llevado la gente al desastre.

Hace muchos años, cuando estudiaba magisterio, ya nos hablo un profesor del intento de la Unesco para hacer manuales de historia objetivos, con una visión más universalista. Me parece que todo debió quedar en agua de borrajas, no tan sólo a nivel hispánico se ha producido esa revisión.

Es espinoso tocar tanta mitología.