lunes, 1 de agosto de 2011

Familias felices, infelices y convencionales


Debe ser la edad, pero me cuesta encontrar en cine o teatro algo que me entusiasme, desde hace algunos años. Cuando yo era joven una persona mayor me decía que le pasaba más o menos lo mismo puesto que casi todo estaba inventado y todo era como una película que ya habías visto antes, incluso en la vida cotidiana.


Sin embargo, como el cine francés o italiano, que hace años nos llegaba de forma regular, lo mismo que su música, hoy se nos ofrece de forma casi extraordinaria y puntual, y me dejé seducir por una crítica radiofónica que alababa La prima cosa bella, fuí a ver ayer esa historia de desamores familiares y reencuentros tardíos. 

No me convenció del todo, aunque tiene buenos momentos, loables interpretaciones y no menos loables intenciones. No deja de ser un melodrama algo exagerado en algunos momentos, a la italiana, con un tema que ya hemos visto y leído en muchas ocasiones: problemas de padres o madres con sus hijos o hijas, separación, padre o madre enferman de forma irreversible, se produce reconciliación, reencuentro tardío, casi póstumo, y los hijos más o menos traumatizados pueden seguir con su vida, superando el pasado.

Escuche una vez en Barcelona a Amos Oz, que admitía escribir sobre familias y, en concreto, sobre familias infelices. La familia existe en todas las culturas, varía pero tiene unas constantes que se repiten a lo largo del tiempo. Sin embargo la infelicidad familiar no es lineal, en la mayoría de familias normalitas existen altos y bajos, como pasa con casi todo en la vida. La vida familiar nos afecta a todos, se dice que lo que vives en la infancia te marca para siempre, yo no soy tan determinista, creo que en todo hay un gran componente temperamental, genético. Como la vida pasa y nuestros padres y abuelos mueren es imposible no identificarse con cualquier historia que nos hable de ese paso del tiempo, de la imposibilidad de volver atrás, de rectificar, y, al mismo tiempo, de la necesidad de aprovechar el presente.

La familia de la película, ironizando un poco, tiene además la desgracia de ir perdiendo a sus componentes de forma algo prematura. La gran Stefania Sandrelli que todavía está estupenda, incluso ingresada en el hospital de terminales y con pelucón, es, según algún comentario que he leído sobre la película una madre anciana. 

La famosa primera frase de Ana Karenina, tan repetida y citada, dice aquello de que las familias felices se parecen y las infelices lo son cada una a su manera. Yo creo que unas y otras se parecen y no se parecen a la vez. No se es feliz o infeliz de forma constante y lineal, ni a nivel personal ni a nivel familiar. Admito que se me cayó más de una lágrima en el cine y que salí con la buena intención, me imagino que temporal, de no discutir ni enfadarme con ningún miembro de mi familia, en el futuro. 

Sin embargo, quizá sea esta buena intención un error. Las muertes cinematográficas y literarias de padres y madres alocados, problemáticos y recuperados son absolutamente envidiables, como la de la película que menciono o, por ejemplo, la del padre progre de Las invasiones bárbaras.  

4 comentarios:

Flor dijo...

Entro para saludarte y para leer tus buenisimos textos. Vengo del blogue de Francesc Puigcarbó.
Volveré!

Un abrazo desde Portugal
Flor

Lluís Bosch dijo...

Se me han ocurrido unas cuantas familias horribles en el cine. Una de hace muchos años pero inolvidable, "Providence", de Alain Resnais. También le pondría "La caída de los dioses" de Visconti, y quizás "Happiness", de Tod Solondz.
Salud (y la familia cuanto más lejos mejor).

Júlia dijo...

Gracias, Flor, te espero, un abrazo

Júlia dijo...

En cine, teatro y literatura, Lluís, hay un montón, efectivamente, Fanny i Alexander, Celebration, Padre Padrone, La Malquerida, ...

Claro que la gente normalita y más o menos feliz suele ser menos excitante.

La sabiduría popular ya decía aquello de 'parientes y trastos viejos, pocos y lejos'