martes, 24 de enero de 2012

San Ginés de la Jara, un histórico monasterio en estado ruinoso




¡Ay tristeza de ruina y abandono.
San Ginés de la Jara, humilde olvido.
Sombra eres y recuerdo vago, hundido
en la memoria pobre que perdono.

  Me duele la conciencia y culpas entono
de ver que sólo muerte tú has vivido,
gloria nada, apogeo escaso y huido
clamor. ¡Avaro fue para ti el crono!

  Otrora enjalbegados, son tus muros
sudario de apagada cal apenas.
Postrados arcos de trazados puros.

  ¿A quién podré contar tantas ajenas
suertes y azares que golpearon duros?
De injurias se hallan tus memorias llenas.



He tomado prestada la fotografía, así como el poema, del blog de un poeta murciano que responde al nombre de Santdo. 

Estoy estos días por el Mar Menor, lugar que conocía poco y mal, sólo de paso, y dónde no había vuelto desde hacía más de treinta años. Me está sorprendiendo lo desconocida que es para mi la tierra murciana, a pesar de conocer a muchos catalanes del presente que tienen padres o abuelos de estas tierras, procedentes de aquellas migraciones de finales de los años veinte o de los cincuenta. También mi marido tenía abuela murciana y su madre había sido bautizada cerca de Lorca, concretamente en Altobordo, aunque su padre era de Campo López. Estos antecedentes familiares han propiciado una excursión por el interior de Murcia, muy interesante. Por no hablar de la capital murciana, una bellísima y tranquila ciudad que posee la poesía y la magia de los lugares que todavía no han vendido su alma al diablo del turismo masivo. También de pequeña tuve yo en Barcelona una vecina entrañable de Lorca, la señora Damiana, que pasaba muchos ratos en casa, charlando con mi madre y venía al cine del barrio con nosotros, en aquella época en la cual las casas de pisos eran una especie de comunidades casi familiares.

De vuelta al hotel pasamos siempre por delante de este impresionante monasterio. No lo conocía, lo admito. Sorprende ver su deterioro actual, en un lugar con turismo cercano, ya que podría incluso resultar un atractivo importante para los visitantes y una fuente de ingresos, bien gestionado. Claro que no haría falta caer en el extremo, por ejemplo, de Sant Benet de Bages, con hologramas ridículos, promociones turísticas con contenido gastronómico y un montaje más circense que histórico o cultural, pero puestos a escoger quizá prefiero el exceso que la ruina. Aunque la frivolización también es una manera de derruir.

En internet he encontrado mucha información sobre ese monasterio del cual hace, como quien dice, cuatro días, han desaparecido elementos muy importantes, como la caja del órgano. Fotografías de los años setenta lo muestran todavía en bastante buen estado. Fue un gran monasterio hasta que llegó la desamortización, que se hizo mal y de forma injusta y que provocó el deterioro de tantos espacios religiosos. Sin embargo estos últimos años en los cuales hemos sido algo menos pobres han propiciado la recuperación y restauración de lugares parecidos. 

Hay una historia muy surrealista sobre el monasterio, relacionada con el ayuntamiento de Cartagena, del cual depende, que parece que pactó con una empresa privada su restauración a cambio de permitir una operación turística excesiva, con campos de golf y no sé cuantas casas y hoteles a su alrededor. Con la crisis del cemento todo se ha parado y el ayuntamiento, que ahora parece que prioriza el tema de los espacios romanos de Cartagena, dice que no tiene un euro para arreglar nada, de momento. 

El monasterio fue declarado bien de interés cultural a principio de los noventa, pero eso sirvió de poco. Está incluído en una lista que yo desconocía sobre espacios patrimoniales en peligro. No es ningún consuelo pero  compruebo que en esta lista hay pocos espacios situados en Catalunya, aunque si nos ponemos a analizar el cómo se han recuperado algunos a veces también dan ganas de llorar. El monasterio de San Ginés de la Jara sorprende más todavía a causa de su cercanía a poblaciones turísticas, cosa que no sucede con otros espacios olvidados situados en lugares más remotos y poco accesibles. 

En otros tiempos los bancos y cajas empleaban bastantes fondos en actividades culturales y así se recuperaron iglesias, palacetes y otros bienes patrimoniales. Hoy, como se sabe y todo el mundo repite hasta la saciedad, hay crisis, una crisis que sirve para justificarlo y explicarlo todo, la crisis es, como se dice en catalán, haciendo referencia a un personaje de una obra de Pitarra, un aprendiz al cual se le echa la culpa de todas las desgracias, el manxaire. Ahora no hay fondos, pero este monasterio impresionante hace años que se va deteriorando y tal como lo he visto estos días quién sabe cómo acabará.

Los humanos tenemos una gran tendencia a destruir o dejar que se destruyan las cosas. Después, si hace falta, todo se puede reconstruir, recuperar, es una manera como otra de gastar dinero. Por el camino se pierde autenticidad, posibilidades, historia, patrimonio, poesía. Qué mas da. Yo, que había visto la Sagrada Familia barcelonesa casi abandonada y había subido por su escalera de caracol, en mi adolescencia, con una amiga, solas las dos, contemplo con cierta ironía las largas colas de visitantes que han convertido aquel barrio en un espacio temático. Lo mismo me contaba una amiga de mi edad, la tercera, sobre la Alhambra de su niñez, de la cual entraba y salía para jugar, con total libertad y que para visitar, actualmente, requiere reserva previa con gran antelación, cosa que no te salva de la inmersión en la impresionante masa turística que practica eso que se llama consumo cultural. También había visto en estado ruinoso Sant Pere de Roda, hoy es otro centro de atracción turística. Así es el mundo y así somos los humanos, seguidores de modas y tendencias que convierten nuestra herencia en un pesado equipaje del cual parece ser que si queremos conservar y mejorar una parte debemos renunciar al resto.

San Ginés de la Jara es un entrañable santo legendario y local, copatrón de Cartagena, que parece ser que se confunde en la noche de los tiempos con otro Ginés, el arlesiano. Ginés fue un nombre muy popular en otros tiempos, lo mismo que su equivalente catalán, Genís. Los nombres también sufren altos y bajos, como la bolsa. 

Cada año se celebra una popular romería al Monasterio, importante en el pasado y que después se olvidó y ser recuperó. Hay muchas voces murcianas que claman por la restauración seria y profunda del monasterio pero parece que la cosa no prospera. Deberíamos dar a esas voces y a otras muchas de tantos lugares olvidados algo más de fuerza coral pero en estos tiempos tan comunicados somos unos ignorantes cultos y viajamos con más facilidad a Praga que a Albacete. Sabemos menos cosas del barrio de al lado del nuestro que de Nueva York. 

La esperanza fue lo último que quedó en la caja de Pandora y quiero tener esperanza en qué las cosas mejorarán y en qué cuando vuelva a estas tierras, que espero que sea pronto, pueda ir a hacer una visita turística a este lugar, ya recuperado. Incluso aceptaré, conformada, que me castiguen con hologramas y otras vulgaridades turísticas de nuestra época destinadas a atraer, como no, a las audiencias masivas. Quizá para ello tenga que encontrarme al lado de esos viejos muros con un campo de golf y una de esas urbanizaciones de lujo, muchas de las cuales, tal y como van los tiempos, me temo que tendrán una duración mucho menor que las piedras de ese monasterio, empeñadas en sobrevivir a su destino. Todo es historia.
                    

4 comentarios:

Lluís Bosch dijo...

Pues es realmente un sitio para visitar, y además muy justificado: mi familia materna desciende de esa zona de Cartagena, y la conozco poquísimo...
Muy oportuna la reflexión final: todo es historia, y la que estamos construyendo ahora es breve y efímera. Debemos de ser los constructores de ruina inmediatas. Todas esas urbanizaciones de lujo serán polvo y piedras en nada, y no habremos dejado apenas rastros interesantes para que los contemplen nuestros descendientes.

Júlia dijo...

Lluís, no se sabe, seguro que muchas antigüedades que hoy valoramos en su tiempo eran una cosa más e incluso había a quién no les gustaban nada. Yo tampoco conocía la zona, me gusta mucho, media Catalunya o más es de orígenes murcianos.

Vete a saber qué tipo de parques temáticos montarán nuestros descendientes...

Javier Lorente dijo...

Muchas gracias por esta entrada en tu blog. Da gusto ver que las personas sensibles, concienciadas y amantes de la cultura, la historia y el patrimonio se hacen eco y "se enamoran" de este maravilloso rincón del mediterráneo. Pertenezco a una joven asociación cultural que estamos aunando esfuerzos para intentar que se restaure y ponga en valor (Asociación de Amigos de San Ginés de la Jara y Ermitas del Monte Miral). Ojalá nos veamos más pronto que tarde en este monasterio restaurado. Un saludo.
Javier Lorente.

Júlia dijo...

Gracias, Javier, no viajo mucho y descubrí este monasterio por casualidad pero me impresionó su estado, espero que se recupere pronto gracias a la acción ciudadana y volver pronto y poder visitarlo en condiciones, un abrazo.