cual oigo el rumor del viento,
el murmurar de la fuente
o el balido del cordero.
Como los pájaros, ellas,
tan pronto asoma en los cielos
el primer rayo del alba,
le saludan con sus ecos.
Y en sus notas, que van repitiéndose
por los llanos y los cerros,
hay algo de candoroso,
de apacible y de halagüeño.
Si por siempre enmudecieran,
¡qué tristeza en el aire y el cielo!,
¡qué silencio en las iglesias!,
¡qué extrañeza entre los muertos!
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Eu ben sei destos secretos
que se esconden nas entrañas,
que rebolen sempre inquietos
baixo mil formas estrañas.
que se esconden nas entrañas,
que rebolen sempre inquietos
baixo mil formas estrañas.
Eu ben sei destes tormentos
que consomen e devoran,
dos que fan xemer os ventos,
dos que morden cando choran.
..........................................
I anque ora sorrindo canto,
anque ora canto con brío,
tanto chorei, chorei tanto
como as auguiñas dun río.
Tiven en pasados días,
fondas penas e pesares,
e chorei bágoas tan frías
como as auguiñas dos mares.
Tiven tan fondos amores
e tan fondas amarguras,
que era fonte de dolores
nacida entre penas duras.
El dia 24 de febrero se conmemoraron 175 años del nacimiento de Rosalía de Castro, un personaje que ha formado parte de mis mitos juveniles y de mi memoria sentimental por muchas razones. La época de Rosalía es misteriosa y apasionante, miserable y esperanzadora. Las lenguas regionales resucitan de su letargo, en Catalunya gracias al movimiento de la Renaixença (Víctor Balaguer invitó a Rosalía a los Jocs Florals y tradujo algunos poemas de la autora al catalán) y muchas cosas, aparentemente, parecen cambiar en una buena dirección. Sin embargo la historia tiene altos y bajos y las miserias del siglo XX no tendrían que envidiar nada a las anteriores, más bien al contrario.
En mi libro de lectura escolar, una de aquellas enciclopedias autárquicas, hoy entrañables, había algún poema de Rosalía. Recuerdo, especialmente, ese de las campanas, que copio en el encabezamiento de este artículo. Las campanas no han enmudecido del todo pero casi. No tienen el peso específico de otros tiempos, en algunos pueblos incluso las silencian por la noche para no molestar a los dormilones. En mi barrio barcelonés uno de los campanarios, el más importante, tiene el sistema estropeado y el reloj parado desde hace tiempo.
Cuando, en el bachillerato de antes, empecé a estudiar literatura recuerdo que un comentario biográfico sobre Rosalía me intrigaba, al mencionar su vida familiar se añadía una especie de coletilla, más o menos creo que decía quizás no alcanzaron la felicidad, haciendo referencia a la pareja formada por ella y Murguía. Me extrañaba ya que yo consideraba que, por las imágenes que se conservaban, era una mujer hermosa, seguramente admirada, que se había casado enamorada, con un intelectual y había conseguido, en aquella época, realizarse más o menos con algo creativo. Las cosas, sin embargo, no son tan sencillas. Rosalía tuvo momentos muy tristes y muchos problemas.
El relativo éxito de Rosalía en su época fue un arma de doble filo. Todavía no están claras las razones por las cuales abandona en algún momento la lengua gallega y dice que no volverá a escribir en gallego. Si escribir en España era llorar, como decía Larra, para una mujer el llanto resultaba mucho más dramático. Además de eso, no es fácil pertenecer a culturas minoritarias sin estado propio, lo sé por experiencia.
Se te exigen cosas exageradas, quienes más defienden la pureza incondicional a esa cultura son los primeros en traicionarla por cosas tan vulgares como el dinero, en muchas ocasiones. Se exige también devoción incondicional al servicio de la causa, una causa en la cual, como en todas, convergen muchos intereses y divergencias intelectuales y políticas. También se quiere creer que si escribes bien en gallego -o catalán- no puedes -o no debes- hacerlo en castellano. O en inglés. Sin embargo todo eso son tópicos y en el mundo intelectual hay ejemplos muy diferentes de escritores.
Se te exigen cosas exageradas, quienes más defienden la pureza incondicional a esa cultura son los primeros en traicionarla por cosas tan vulgares como el dinero, en muchas ocasiones. Se exige también devoción incondicional al servicio de la causa, una causa en la cual, como en todas, convergen muchos intereses y divergencias intelectuales y políticas. También se quiere creer que si escribes bien en gallego -o catalán- no puedes -o no debes- hacerlo en castellano. O en inglés. Sin embargo todo eso son tópicos y en el mundo intelectual hay ejemplos muy diferentes de escritores.
En el tema lingüístico y cultural se mezclan muchos tópicos, prejuicios, ignorancias y resentimientos. Las lenguas y las formas dialectales, la frontera entre una cosa y otra tampoco es nada clara, deberían servir para comunicarse plácidamente, en el fondo son creaciones culturales, las lenguas románicas no son más que latín mal hablado y seguramente el latín también fue el resto de algo anterior, convenientemente elaborado por los poderes culturales de la época del imperio. Sobre qué es o no es la cultura, habría mucho que comentar, existen miles de definiciones de esa palabra, tan manipulada y tergiversada.
Volviendo a Rosalía, con el tiempo me ha continuado fascinando. Encuentro igualmente buenos sus poemas en gallego y los que escribió, por el motivo que fuese, en castellano. Hace años, más de los que quisiera, estuve en su casa de Padrón y pocas visitas a lugares parecidos, relacionados con escritores, me han producido tanta emoción como aquella visión del pozo familiar y de la casita, hoy museo. Todo es subjetivo, claro. Se dice que su abandono tardío del gallego vino de unas demoledoras críticas a su persona por haber ella misma criticado ciertas costumbres de su tierra, algo bárbaras, seguramente con mucha razón.
Las imágenes de Rosalía, que llegaron incluso a los billetes de quinientas pesetas de hace años, nos la muestran siempre con esa profunda tristeza o melancolía interior, muy gallega, si se me permite recurrir a un tópico territorial. Pero es que gran parte del paisaje de Galicia parece vivir en esa mirada distante y lluviosa, poética y resignada. Su obra no es muy extensa y, por lo tanto, resulta asequible en su totalidad. Merece relecturas periódicas. Su musicalidad ha motivado que algunos cantantes se atrevieran con sus letras. 175 años son muchos. O pocos, según se mire. Pocos vivió también Rosalía que murió antes de los cincuenta, una edad que hace años me parecía avanzada y hoy me parece de plenitud, casi juvenil.
En todo caso, merece la pena aprovechar ese aniversario o cualquier otro para recuperar su obra y disfrutar de sus poemas, sobre todo en algún día de lluvia o de niebla, aunque sea de niebla mediterránea.
4 comentarios:
Doble regalo; Rosalía, querida y fundamental, y la voz de Amancio.
Llego a tu blog de la mano de Ramón Eastriver, me dejó la dirección en el comentario que dejó en el mío.
Bonito homenaje el que le haces a Rosalía, me encanta.
Seguro que volveré en más ocasiones.
Bicos
Gracias, Eastriver!!!
Gracias, Dilaida y bienvenida al blog!!!
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