martes, 11 de septiembre de 2012

EL SKYLAB: FAMILIAS MÁS O MENOS FELICES Y BASTANTE PARECIDAS






Hacía ya tiempo que quería ir a ver El Skylab aun sabiendo que no vería nada del otro mundo. Ha sido ésta una película que ha caído bien a mucha gente como cae bien Julie Delpy, una historia amable de familia extensa que se encuentra con motivo del cumpleaños de la abuela. Los italianos son muy buenos con ese tipo de cosas y, según Delpy ha comentado en alguna entrevista, en la comedia italiana se inspiró, aunque también en su propia biografía. Es, en teoría, un canto a la nostalgia, con sus musiquillas de la época, sus historias de iniciación al sexo y todo eso.

Hace pocos días vi también El amigo de mi hermana. Es una de esas películas americanas que podría ser perfectamente, con algún retoque, europea. Conflictos personales, amor, lesbiana con ganas de ser madre, buen rollo final. Parece que el mundo en crisis siempre tiende a volver hacia la familia, extensa o nuclear, convencional o moderna. Muchos finales complicados se suavizan teniendo un bebé, como pasaba en Todo sobre mi madre o en Solas. Ese Skylab no estaría lejos de Cuéntame si en nuestro caso no se hubiesen recreado en alargar la serie hasta límites excesivos, como suele pasar en televisión.

En la película de Delpy asistimos a la familia del pasado, un pasado de finales de los setenta, contemplado desde un prisma familiar y amable, las familias somos así, discutimos, peleamos, nos decimos de todo, nos agredimos, pero, bueno, al fin y al cabo somos familia y todo vuelve a su cauce cuando toca. Incluso se puede comprender la presencia en el contexto de un tío chiflado, militar sádico, adicto al sexo y potencial violador que está como una chota y que debería permanecer encerrado en un centro de salud mental. Después de las sonrisas, si pensamos un poco, vienen las inquietudes. Sobre todo cuando se evoca la Francia colonial, el militarismo. Se olvida a menudo que lo de Vietnam empezó con los franceses y también se olvida la guerra de Argelia o que el mayo del 68 fue un teatrillo que se salió de madre, iniciado por unos estudiantes elitistas que querían conservar sus privilegios.

Aquí, como tenemos baja la autoestima y, además, sabemos que las familias también pueden acabar matándose de forma brutal, ya que, al fin y al cabo, la guerra civil no está tan lejos, quizá no seríamos capaces de admitir de forma tan condescendiente esos pasados coloniales. Francia tuvo también su guerra civil interior entre colaboracionistas, que eran muchos, y el resto, que eran pocos y, algunos de ellos españoles exiliados. Sin embargo las lecturas amables cuentan las cosas como conviene. Como nos contaron la Reconquista, la Guerra con Napoleón o, en Catalunya, la de Secesión. Las verdades siempre son muy complicadas. Los progres de la película se mueven entre tópicos, los fachas, también. 

Creía que iba a ver una película distraída, para no complicarme la vida, y el fondo oculto de ese Skylab que, por suerte y casualidad, acaba cayendo en Australia, no me ha resultado tan inocente. Incluso me han resultado algo inquietantes esas abuelitas, antiguas musas de la movida francesa de la Nouvelle Vague, Bernardette Lafont y Emmanuelle Riva, la de Hiroshima, mon amour, encantadoras, inofensivas, una de las cuales recuerda con nostalgia, ay, la bonita casa que tenía en Saigón, de la misma manera que el tío chiflado recuerda como podía violar y matar impunemente en sus buenos tiempos y añora aquel trabajo tan creativo como yo añoro de vez en cuando mi aula escolar.

Claro que siempre están las nuevas generaciones, la mayoría de niños y jóvenes parecen también algo tontitos, la moda masculina juvenil de la época, con pelucones, patillas y pantalones de pata de elefante ya se prestaba a esa apariencia. La protagonista, sin embargo, es ciertamente encantadora, aunque comprobemos que se ha convertido con el paso del tiempo en una pesada y algo repelente mamá actual, dispuesta a remover Roma con Santiago para poder jugar a las cartas de familias con sus peques, en el tren. La familia, siempre la familia. Por cierto, el personaje del tío español clama al cielo y exige una protesta en la embajada, ni en las peores películas de Alfredo Landa eran tan lamentables nuestros galanes. Si a eso le añadimos el acento grotesco que le han puesto en la versión original... 










4 comentarios:

Eastriver dijo...

Siempre me han gustado las pelis de familias, no lo he podido evitar. Se podría pensar que mitifico lo que no tengo, y no es cierto, que mi familia aunque pequeña es bastante normal. Lo que ocurre es que la familia efectivamente tiene ese componente animal de protección, de manada, que si no lo racionalizas mucho es sencillamente un lugar donde te sientes seguro. Luego peleas, discutes, en fin, pasa en las mejores casas, pero en cuestiones familiares casi todos hacemos un esfuerzo para lograr la perfección, que no es otra cosa que la tranquilidad.

Mi afición por las pelis de familias me viene de Con ocho basta, jaja, fijo.

Júlia dijo...

Pues si es así pasarás un buen rato con esta, Eastriver, aunque la he criticado tiene su 'cosa'. Precisamente, no sólo en cine, sino también en narrativa, me ha sorprendido a menudo lo parecidas que son las familias, por distintas que sean, incluso las separadas en el tiempo y el espacio.

ricard dijo...

A mí me gustó bastante. Pero tienes razón con lo del tio español. Un saludo y enhorabuena por el blog, que acabo de descubrir mientras saqueaba material gráfico para ilustrar mi propio post sobre la película.

Júlia dijo...

Ricard, admito que tiene su encanto. Gracias por el comentario.