lunes, 9 de noviembre de 2015

LA DIFÍCIL COHERENCIA VITAL Y LAS PROTESTAS DEL PASADO


Resultat d'imatges de MARC ANDREU BARRIS

CANDIDATO DE LOS TRABAJADORES DE FERNANDO RODRÍGUEZ OCAÑA (AVANCE) (Libros de Segunda Mano - Pensamiento - Política)

He estado leyendo estos días el libro que Marc Andreu ha publicado sobre los movimientos vecinales en Barcelona durante el último franquismo y la primera transición. El libro es algo espeso ya que se trata de una tesis doctoral y no de un texto de divulgación. Es una suerte que personas jóvenes o relativamente jóvenes nos recuerden la historia de esos años, parece que resulta más fácil y de más rendimiento viajar más lejos en el tiempo, a los años treinta, la guerra civil y la primera posguerra que no intentar bucear en lo que fue el tardofranquismo y la transición hasta llegar casi al presente. Todavía hay personajes en activo poco interesados en qué se aireen sus deserciones, sus cobardías o sus estrategias trepadoras. Incluso en la historia de lugares míticos como el Paralelo se prioriza el pasado remoto por encima de su última época popular y espléndida, la de los cuarenta y cincuenta, los cines de barrio y la copla popular en la Bodega Apolo.

No me gusta idealizar nada. Los movimientos sociales de aquellos años son admirables pero también tuvieron sus miserias, sus luchas internas, sus personalismos. Se consiguieron muchas cosas, sobre todo en una breve primavera vecinal unitaria y solidaria, antes de qué el partidismo obligatorio intentase acabar con todo aquello, suerte que siempre quedan rescoldos que se pueden avivar si las circunstancias son propicias. Lo saben bien los vecinos de barrios populares que tienen cierta edad y recuerdan, por ejemplo, lo fácil que era tratar con un alcalde de extracción casi franquista, como Socias, y lo difícil que resultó tratar después con el elitista Serra, un socialista de aquellos de la época, de casa bona. 

Para muchas personas que se consideran progres protestar si mandan las supuestas derechas es una obligación y cuando mandan las izquierdas, una excepción, cuando a las izquierdas se les debiera de exigir, al menos, lo mismo que a la oposición conservadora. Pero somos como somos, humanos para lo bueno, para lo malo, para lo mezquino. Ayer mismo Julia Otero, en el programa Salvados puntualizaba sobre las supuestas bondades de los periodistas, sector profesional en el cual hay de todo, como lo hay en el campo de los médicos o de los fontaneros. Esta reflexión se podría aplicar a los políticos, hoy en horas bajas por lo que respecta a su consideración popular.

El libro de Andreu me ha evocado muchas cosas, hechos que sucedieron en mi barrio, entonces en efervescencia y dónde a veces parecía que cada persona de izquierda era de un partido distinto. Llegaron los ochenta, el desencanto, la droga en la calle, el enriquecimiento de algunos ideólogos, mi barrio pareció despoblarse, no se puede negar que hubo cierta mejora económica y eso hizo que muchos militantes populares se comprasen pisos mejores en barrios de más prestigio. Pronto se añoró un pasado reciente y se pasó de la canción de protesta a los conciertos de inocentes habaneras, la culpa no fue sólo de la clase política, nos dejamos meter muchos goles.

En el setenta y tres, antes del  desencanto, yo trabajaba en una escuela de barrio, en una población cercana a Barcelona. Una de las profesoras era toda una dama de las de antes, no tenía ni sesenta años pero yo la veía muy mayor, era una de esas personas activas, con una biografía interesantísima, había vivido la guerra siendo de familia católica y conservadora pero catalanista, de la Lliga. Su familia sufrió mucho en aquella época, siempre en peligro de ser detenidos, asesinados, un primer novio suyo murió a causa de la violencia indiscriminada contra la gente de ideología religiosa. Se casó más adelante, participaba en muchas actividades parroquiales, era muy activa y decidida, en aquel tiempo y en un pueblo se criticaba bastante el activismo femenino, hemos cambiado mucho.

Los hijos le salieron comunistas, activos como ella y ella también cambió con el tiempo. Y me acuerdo de cuando nos explicaba como algunos de esos hijos, jóvenes entonces, participaban en muchas iniciativas políticas, entonces clandestinas y peligrosas. También participaron en la campaña a favor de qué un obrero de extracción humilde llegase a ser concejal. El obrero era Fernando Rodríguez Ocaña, en la foto que cuelgo se puede identificar en seguida, más bajito y poca cosa que esos señorones del poder municipal de entonces. He encontrado la fotografía y más referencias al caso que acabó con una oportunista impugnación de su elección en el blog De Castro ero y bailar sepo, dedicado al pueblo de Porcuna, dónde él había nacido, ya que, por suerte, internet es una mina. Eran tiempos complicados, se dijo que incluso Pujol había contribuido a la campaña con alguna ayudita, lo criticaron los más radicales por hacer el juego al poder, según la opinión de los puristas y él y su familia recibieron amenazas serias de la extrema derecha.

Con el tiempo se trasladó a vivir a la población en la cual yo había trabajado y dónde me enteré de su existencia. En el blog que menciono se reproduce una entrevista con él en la cual reivindica el comunismo e insiste en qué hace falta protestar también cuando mandan los tuyos. No se benefició de sus relaciones personales y políticas para obtener cosas como un trabajo para su hijo, en paro en la época de la entrevista, en 1985. Murió en el año 2000, en febrero, no pudo ni recoger una medalla que le otorgó el ayuntamiento de Barcelona aquel mismo año.

Hoy casi nadie quiere ser comunista, el anarquismo, en cambio, tiene otro glamour, incluso se hace referencia a la ideología anarquista cuando se reprime a grupos violentos y ruidosos. Las ideologías igualitarias se suelen identificar con sus resultados perversos cuando llegan al poder, cosa muy injusta. Uno puede ser de ideas cristianas, como lo era aquella maestra de mi juventud, y no participar del oro del Vaticano para nada. Un familiar ironizaba sobre el Papa actual hace unos días, a ver si va a resultar que les ha salido un Pontífice cristiano, repetía. 

Me da risa cuando se hace referencia a personajes que vivieron a lo grande y eran, se supone, de ideología comunista, poetas de culto, cantantes sacralizados. Eso que dio en llamarse gauche divine en Barcelona, más o menos. Era aquel un comunismo estético y poco peligroso, vaya. Para todo hace falta un cierto componente ejemplarizador, ayer mismo también Otero en Salvados tiró un poco de las orejas a Monedero, el de Podemos, cuando éste se justificaba de sus pecados veniales. Tuve varios disgustos en mi juventud con eso del ejemplo, cuando supe que una comunista de mis devociones asistía al Liceo de la época, hoy el Liceo es otra cosa, envuelta en pieles caras y cosas peores, fanfarronerías y privilegios vergonzantes de personas que tuve en el pedestal político. Hoy ya no me asusto de nada porque en mi contexto cotidiano también he visto, a nivel más modesto pero igualmente preocupante, corruptelas diversas.

Toda esa gente luchadora de verdad, coherente, merecen investigación histórica, biografías serias, objetivas, porque otra constante que me inquieta es eso de intentar esconder las sombras de los mártires y de los santos, una mala práctica que los deshumaniza y que no contribuye para nada a la mejoría del tejido social y cívico. 


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