Amante
Es igual que reír dentro de una campana:
sin el aire, ni oírte, ni saber a qué hueles.
Con gesto vas gastando la noche de tu cuerpo
y yo te transparento: soy tú para la vida.
No se acaban tus ojos; son los otros los ciegos.
No te juntan a mí, nadie sabe que es tuya
esta mortal ausencia que se duerme en mi boca,
cuando clama la voz en desiertos de llanto.
Brotan tiernos laureles en las frentes ajenas,
y el amor se consuela prodigando su alma.
Todo es luz y desmayo donde nacen los hijos,
y la tierra es de flor y en la flor hay un cielo.
Solamente tú y yo (una mujer al fondo
de ese cristal sin brillo que es campana caliente),
vamos considerando que la vida..., la vida
puede ser el amor, cuando el amor embriaga;
es sin duda sufrir, cuando se está dichosa;
es, segura, la luz, porque tenemos ojos.
Pero ¿reír, cantar, estremecernos libres
de desear y ser mucho más que la vida...?
No. Ya lo sé. Todo es algo que supe
y por ello, por ti, permanezco en el Mundo.
Carmen Conde
Gracias a Google, que hoy la recuerda, he recordado yo también a Carmen Conde. Nació el 15 de agosto de 1907, murió en enero de 1996 y, durante años, mi propia ignorancia, fomentada por los discursos oficiales y la poca informació de la época hizo que supiese poca cosa de ella. Cuando estudié magisterio, a finales de los sesenta, nos la mencionaban a menudo, a causa de sus publicaciones destinadas a los niños y niñas y al sector educativo.
Asi que me quedé con una imagen de señora seria, casi de otros tiempos, que, en cierto modo, monopolizaba el sector de la literatura infantil en castellano y que llegaría a ser la primera académica en esa rancia institución hispánica de referencia. Una especie de patum, como decimos en catalán de aquellas figuras de renombre que quizás no merecen del todo el reconocimiento adquirido. La ignorancIa es muy atrevida, la ignorancia ligada a la juventud es peor, aunque más inocente y sujeta a influencias diversas y al deseo de novedades.
Asi que me quedé con una imagen de señora seria, casi de otros tiempos, que, en cierto modo, monopolizaba el sector de la literatura infantil en castellano y que llegaría a ser la primera académica en esa rancia institución hispánica de referencia. Una especie de patum, como decimos en catalán de aquellas figuras de renombre que quizás no merecen del todo el reconocimiento adquirido. La ignorancIa es muy atrevida, la ignorancia ligada a la juventud es peor, aunque más inocente y sujeta a influencias diversas y al deseo de novedades.
Resulta que Conde fue una mujer moderna, republicana, activa, arriesgada, innovadora, poeta y muchas cosas más. De Cartagena, por cierto, una ciudad intensa y hermosa a la cual, aquellos que todavía no la conocíamos, creíamos una especie de segundona sin interés, más allá de qué muchos chicos destinados a Marina, en el servicio militar, pasaban allí un período de tiempo más largo que el resto.
Había escuchado en ocasiones, como tanta gente, aquello de en Cartagena, mar sin pescado, montes sin leña... y niños maleducados. Pero Cartagena és una ciudad con una historia apasionante, paisajes extrarodinarios, una belleza aparentemente discreta pero inolvidable y oscuridades atractivas poco divulgadas, como todo aquello de las luchas cantonalistas. Una ciudad de primera división en muchos sentidos, vaya. Con pescado en el mar, leña en los montes, mujeres intelectuales y brillantes y niños como todos los demás.
Había escuchado en ocasiones, como tanta gente, aquello de en Cartagena, mar sin pescado, montes sin leña... y niños maleducados. Pero Cartagena és una ciudad con una historia apasionante, paisajes extrarodinarios, una belleza aparentemente discreta pero inolvidable y oscuridades atractivas poco divulgadas, como todo aquello de las luchas cantonalistas. Una ciudad de primera división en muchos sentidos, vaya. Con pescado en el mar, leña en los montes, mujeres intelectuales y brillantes y niños como todos los demás.
Carmen Conde sobrevivió con habilidad y suerte a la Guerra Civil y consiguió reconocimiento intelectual después del desastre, algo que no se perdona con facilidad. Los mártires nos parecen heroicos y reivindicables -su recuerdo es también más manipulable y engañoso- pero sobrevivir con dignidad es algo inmenso, difícil, espinoso. Conde tuvo un gran amor lésbico pero no abandonó del todo a su marido, el relativamente olvidado, más allá de Murcia, Antonio Oliver, otro gran poeta y muchas cosas más, posiblemente inquieto por la relación de su esposa con Amanda Junquera. La pareja tuvo sólo una hija, que nació muerta, eso les afectó intensamente a los dos.
Conde sería un gran mito en el mundo anglosajón y se hubiesen hecho grandes películas y series sobre ella y sus amigos, amigas y conocidos. Merece una atención más profunda todo ese contexto truncado de los años treinta pero también hay que reivindicar la resistencia cultural de la postguerra y el tardofranquismo, un contexto mucho más rico en propuestas y publicaciones de lo que se quiere creer pues también se canta en los tiempos sombríos, como escribió Brecht.
Conde se relacionó con un montón de gente interesante, mítica, libre y esperanzada. Con todas esas Sin sombrero, reivindicadas hace poco. Su novio, después su marido, insistía en qué no fuese con Maruja Mallo, por ejemplo. Existen algunas biografías de Conde, la más extensa y documentada la de José Luis Ferris. La publicó en 2007, con motivo del centenario del nacimiento de Carmen Conde. Ferris, escritor, poeta y ensayista ha escrito otras dos biografías de peso, las de Miguel Hernández y Maruja Mallo.
Conde se relacionó con un montón de gente interesante, mítica, libre y esperanzada. Con todas esas Sin sombrero, reivindicadas hace poco. Su novio, después su marido, insistía en qué no fuese con Maruja Mallo, por ejemplo. Existen algunas biografías de Conde, la más extensa y documentada la de José Luis Ferris. La publicó en 2007, con motivo del centenario del nacimiento de Carmen Conde. Ferris, escritor, poeta y ensayista ha escrito otras dos biografías de peso, las de Miguel Hernández y Maruja Mallo.
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