lunes, 8 de marzo de 2010

Reyes de antaño


El largo período franquista, con su agobiante insistencia sobre la Historia de España oficial nos produjo a muchos un importante rechazo hacia el pasado.  Sin embargo en estos últimos años me he reconciliado con figuras como la de Felipe II, gracias a las excelentes biografías de Henry Kamen y Geoffrey Parker. No hay nada mejor que recurrir a las visiones externas y más distanciadas, para intentar entender algo de la mentalidad de personajes lejanos y poder situarlos en sus circunstancias personales.


El tema de la realeza, a partir de la Revolución Francesa se ha ridiculizado bastante. Un rey, hoy, es sin duda una figura extraña a nuestra realidad del presente. Sin embargo y contra todos los pronósticos, volvimos a la monarquía por circunstancias de posibilismo político que hoy sorprenden a los jóvenes. Los reyes de antaño creían generalmente en su papel y lo asumían con bastante dignidad. Quizá hubiesen preferido ser campesinos ricos, burgueses bien situados.  Pero el destino y la voluntad de un Dios todavía omnipotente les exigían seguir su camino y cumplir con su deber.


Incluso en el instituto de mi adolescència Felipe II era tratado con cierto distante desprecio, se le identificaba con el inicio de la decadencia imperial. Se le llamaba ignorante, fanático y muchas cosas más. Sin embargo fue un rey culto, inteligente y que si tomó decisiones equivocadas no fue por capricho sinó por convencimiento. Me enternece su paso por Molins de Rei, donde la madre de su gran amigo, Lluís de Requesens, Estefanía, fue una segunda madre para él. Felipe II fue siempre un gran devoto de la Virgen de Montserrat y murió con una cruz de Montserrat en las manos, según cuentan. De Requesens, en la corte, se burlaban los otros jóvenes nobles, por su acento catalán. 


A base de crearnos un empacho de una historia sesgada y tópica hemos acabado por olvidarla. Cuando se han hecho manuales para escolares catalanes se ha caído en los mismos pecados: grandezas nacionales, héroes patrióticos, excelencias propias. Hace años, cuando estudiaba Magisterio, se había hablado en la Unesco de renovar los manuales històricos a nivel europeo, dando una visión más objetiva del conjunto histórico del continente y suprimiendo los tópicos patrióticos. En aquella época parecía que Europa iba a ser en breve mucho más que un gran supermercado y un conjunto de rutas turísticas. Me temo que todo sigue más o menos. Ni siquiera en España se ha logrado una historia conjunta objectiva, que intente comprender la diversidad lingüística, histórica, cultural, pero que también reconozca los nexos comunes. Ni en España ni en ningún otro lugar, diría yo.


Esta mañana escuchaba una charla por RNE de la UNED, sobre la Edad Media y los caballeros andantes. El conferenciante, brillante, ha mencionado a Ramon Llull y su obra sobre el tema, escrita, según él en aragonés. I también ha mencionado a un caballero valenciano, Esbert de Claramunt, convirtiéndolo en castellano. Todo, me imagino, por no decir la palabra catalán. No hago demasiado caso de cosas así, también oigo barbaridades cerca de casa, o medias verdades oportunistas, que intentan demostrar aquello que más conviene, no a nuestro aprendizaje y comprensión del pasado, sinó a la visión partidista del presente que quieren imponernos unos y otros. En cambio en otra charla de hoy, en este caso sobre teatro, en concreto acerca de la figura de Eduardo de Filipo, se ha mencionado con toda naturalidad el catalán, en referencia a las veces en qué se habían representado en Catalunya obras de este gran autor napolitano.

3 comentarios:

Francisco Ortiz dijo...

Me siento tan ajeno a los poderosos, que cuando oigo historias de reyes siempre me imagino esclavo, alguien de la plebe, alguien que habría sido feliz solo viendo campos abiertos.
Un abrazo.

Júlia dijo...

Evidentemente, Francisco, mis antepasados debía ser también de la plebe o de los siervos de la gleva... Sin embargo me fascina acercarme un poco desacomplejada a tiempos tan lejanos y a mentalidades tan distintas de las nuestras. Fueron tiempos injustos y violentos, pero también lo son los actuales para muchos.

A veces no acabamos de entender la suerte de haber vivido 'aquí y ahora', sólo con haberme ahorrado la guerra que vivieron mis padres y abuelos, haber comido cada día y no haber pasado frío ni soportado violencias diversas, me siento privilegiada 'a pesar' del franquismo y sus secuelas.

Júlia dijo...

... a Felipe II y otros reyes se les pueden achacar muchas cosas pero en ningún caso que no fuesen sinceros y que no creyesen sinceramente en su misión, eso cuesta de entender hoy y en general se les tiene por unos 'aprovechados' de forma bastante injusta.