viernes, 13 de agosto de 2010

Odios y amores



He estado unos días en el Pirineo aragonés donde he podido acceder a textos que recogen la variedad lingüística de la zona, hoy, como tantas expresiones minoritarias, en peligro de desaparición a causa de los grandes cambios sociales y culturales. El tema de las lenguas es complicado, la frontera entre lengua, idioma, forma dialectal, muy frágil, sometida a intereses políticos y académicos, lo mismo que las fronteras territoriales, causadas por avatares diversos de la historia. Sin embargo, las líneas políticas interesadas acaban por influir en las personas, de forma inevitable.

Me ha llegado, a través del enlace en el facebook de un antiguo alumno, el texto de un artículo reciente y muy interesante de Suso de Toro, publicado en El País. Ignoro si el artículo sólo se ha publicado en la versión gallega de este periódico, sería una lástima.


SUSO DE TORO
EL PAÍS - 08-08-2010
La banca casi no concede créditos, pero también cuesta dar crédito a lo que hacen la mayoría de los medios de comunicación madrileños. Ni siquiera descansan los domingos, y eso que es verano: leo en una revista dominical que distribuyó la pasada semana el rotativo El Mundo una lista que confeccionaron con "los españoles más queridos y más odiados por los españoles. Qué miedo. Los tales "españoles" que declararon para la encuesta su amor a diestro y su odio a siniestro en realidad son de ese diario, pero la manipulación periodística hace que esas personas se transformen en "los españoles". ¿A que no saben quiénes son "los más odiados" de esa curiosa lista, que hace unos años nos parecería grimosa y hoy ya pasa desapercibida?

Acertaron. De la lista de diez personajes, los que figuran en la parte superior de la lista son políticos "enemigos de España": catalanes o miembros del Gobierno de Rodríguez Zapatero, empezando por el propio presidente. Los otros cinco son protagonistas o presentadores de programas basura, lo que indica que quienes votan esa lista son consumidores de esos manjares televisivos. ¿Los más amados? Los deportistas y futbolistas que no sean catalanes, y eso tiene mérito cuando una selección española repleta de catalanes acaba de ganar el Mundial.

El odio contra los "enemigos de España", los "antiespañoles", viene del franquismo, pero se siguió alimentando estos años con los asesinatos de ETA y las ambigüedades del nacionalismo vasco ante los crímenes. Cuando el terrorismo etarra aflojó porque no le quedó más remedio, la dieta se completó con "los catalanes nos roban, el Estatut rompe España, la lengua castellana se rompe, los toros se rompen..." Los insultos continuos y las campañas contra los intereses catalanes, su lengua y su identidad son el trabajo sucio y burdo, que ha ido acompañado de razonamientos y análisis de intelectuales que argumentaron lo mismo pero con más finura. La mirada y los intereses centralistas que se cerraron en banda lo han conseguido: ya estamos en una época nueva, Cataluña ha pasado de la desafección a su despegue, buena parte de la sociedad catalana ha llegado a una conclusión al fin: España no comprende a los catalanes y los rechaza; seguir formando parte del Estado español solo le acarreará desprecios y problemas.

Podemos detenernos en las incidencias, escándalos, roces entre partidos catalanes, pero perderemos de vista lo esencial, lo que corre por el fondo y es transversal al conjunto de la sociedad catalana: Cataluña se está convenciendo de que su nacionalidad nunca tendrá encaje en este Estado y de que España solo es un lastre. Mentalmente ya casi han cruzado la raya. Si lo hacen, la deriva hacia la independencia sería inevitable. En adelante nuestros conciudadanos catalanes desistirán ya de buscar un encaje nacional dentro de la Constitución, una Constitución que los propios nacionalistas catalanes ayudaron a redactar y que suscribieron como un pacto político para poder existir dentro de España. También saben que reformarla o redactar otra nueva que los reconozca nacionalmente es imposible: el nacionalismo español también lo impediría. Respecto a los vascos como nacionalidad, en cuanto ETA ponga fin a su lamentable y siniestra existencia, comprobaremos lo que piensa la mayoría de su sociedad.

El Gobierno intenta un diálogo con la Generalitat para detener esa deriva, pero los nacionalistas españoles, con la bandera tan inflamada, probablemente conseguirán que fracase en nombre de la sagrada unidad de España. Hemos visto cómo el españolismo empapa la capital del Estado y todas las instituciones, desde el Tribunal Constitucional al último guardia. La "España plural" ha sido imposible, los esfuerzos para actualizar el autogobierno catalán tendrían que haber ido acompañados de una política nueva que reflejase la pluralidad cultural y lingüística y nada ha cambiado. Una nueva idea de España. Pero España sigue siendo de Bisbal, Manolo Escobar, la de Bienvenido, mister Marshall!

Cataluña, sin Estado o con él, es una nacionalidad europea, mientras Galicia está siendo desguazada como nacionalidad desde la propia Xunta siguiendo las consignas del españolismo centralista. Si los catalanes se van, ¿qué España nos espera a nosotros? Pero vivir bajo la ideología del nacionalismo cañí también será insoportable para muchas otras personas por toda España que no tolerarán retroceder a la época de pan, fútbol y toros. Una, grande y libre de catalanes, vascos y demás ralea. Catalanes, por favor, piénsenlo dos veces, unos los odian pero otros los necesitamos. Una España sin ustedes será definitivamente insoportable.

8 comentarios:

Antonio dijo...

Me quedo con la última idea. Si ustedes se van, qué será de los demás, de los que seguimos pensando en la bondad de la diversidad, en la necesidad de entender el mundo desde la globalidad humanista, en la idea de una izquierda internacional que rompe fronteras para unir a los hombres y mujeres de la tierra. No se dejen engañar por esa chusma, pues caerán en manos de otra de corte opuesto. El ser humano es universal y desde el sur, desde Andalucía, esa vieja tierra cargada de historia y de convivencia, forjada en 32 invasiones que se quedaron y asimilaron su cultura, salvo a los que echaron los ascendentes de esa chusma a la que me he referido, sentimos, mucha gente, que el pueblo es universal y que solo en la unión y la concepción de un nuevo hombre y orden social podremos desarrollarnos en libertad y equilibrio con el entorno. Para ello hace falta la suma de todas las fuerzas, la sinergia de todos los vectores que llevan a ese desarrollo. No traicionemos al futuro de la historia…
Un saludo

Eastriver dijo...

No, yo leí el artículo. Se publicó en la edición nacional de El País y lo tengo reservado para comentarlo en mi blog, pero estas cosas siempre traen polémica y no quiero hablar sólo de Catalunya en mi blog porque son muchos los temas que me interesan, como veo que te ocurre a ti (a usted?), que tienes un blog francamente potente. Te apunto, o me apunto, o cómo se diga. Ah, decir sólo que he conocido tu blog gracias al amigo Josep Estruel.

El artículo de Suso me parece admirable. Admirable por el respeto, por la claridad, y porque desde la periferia gallega nos entiende. Sí, yo no me siento entendido (ni atendido) por España, soy también de los que han decidido marcharse (o bueno, no, marcharme no... yo no me muevo, son ellos los que en realidad no quieren acercarse... que se queden ahí, por tanto, que yo seguiré rescatando tanto como España tiene de admirable y querible, pero a nivel político, sin enfados, passi-ho bé). ¿Sabes qué es lo que más me molesta o me duele? Que encima me dejen de antiguo, de cerrado de mente, de reaccionario... El nacionalismo nó está de moda, dicen, sin enterarse que la mayoría nos queremos ir no por nacionalismo. Ni nos entienden ni quieren entendernos, y encima, si nos enfadamos, nos sueltan esas perlas. Nada, soy de los convencidos. Me han hecho independentista. Y yo no siento que esto mío tenga vuelta atrás. Aspiro a la internacionalización auténtica: pero para ir hacia ella prefiero hacer el camino sin que a quinientos quilómetros me estén corrigiendo. No es por nacionalismo: es por constatación de una realidad. Pero luego quiero mucho a España, me gusta mucho su lengua, su literatura, su arte, su cultura, su danza, su cante, sus paisajes, sus tierras. Puede resultar curioso pero para mí no lo es: también me fascina hasta la locura París y no me siento parisino. Me siento, eso sí, ciudadano del mundo. Pero quiero ser un ciudadano del mundo que no tenga que aguantar ciertos abusos centralistas.

Una abraçada y hasta pronto.

Júlia dijo...

Antonio, es que en Catalunya también hay una gran mezcla de gente, me sabe mal la situación actual, fomentada por políticos y por una manera de hacer las cosas, desde la transición, muy dedicada a cultivar parcelitas y a tirar leña al fuego. Yo soy muy poco patriota de nada, la verdad, y la historia, por desgracia, interpretable, dolorosa y manipulable.

Al menos, constatar que existen opiniones -públicas- razonables, anima.

Júlia dijo...

Eastriver, yo no sé qué soy, me molesta que me ataquen y es cierto que hay muchos interesados en 'chinchar', pero también me siento lejos de muchas ideas preconcebidas e injustas que escucho por aquí. No me gusta tener que optar por 'un bando', ya pasaron por eso nuestros padres y todo acabó muy mal.

Es esta una mala temporada, por eso estos artículos razonados y razonables, se agradecen.

Gracias por tu comentario.

Antonio dijo...

Oh! mi recién amiga Julia. Como me gusta tu respuesta final a Eastriver, mi buen amigo Ramón, hombre cargado de lógica y pura reflexión desapasionada.
Eso de: "No me gusta tener que optar por 'un bando'". No me gustan los bandos en su doble acepción. Bando es, según la RAE: "Facción, partido, parcialidad". Pero también: "Edicto o mandato solemnemente publicado de orden superior". Ninguna de las dos cosas me gusta, porque ambas condicionan mi independencia.
Creo que mi bando es el tuyo, el de Ramón y el de toda una sociedad que anda buscando su mejora y ruptura con un sistema que ha demostrado su insolvencia para llevar al hombre a su desarrollo personal. Si nos aislamos y nos sumamos a bandos artificiales y artificiosos, solo conseguirán desarticular nuestra fuerza hacia el humanismo universal y seguir manteniendo el redil donde dominan y pastorean a su antojo.
Al menso eso es lo que yo pienso.
Un abrazo

Júlia dijo...

Antonio, yo también pienso así, efectivamente, tengo cuatro blogs en catalán y algunos libros publicados, no he de demostrar nada, enseñé catalán gratis cuando poca gente lo hacía pero ahora me duele como van las cosas, sé que hay muy buena gente en todas partes, pero parece que sólo se escucha a los 'radicales'.

Antonio dijo...

Júlia, será porque los medios de comunicación están en manos de radicales... y quieren radicalizarnos.
A mí no me radicalizarán, al menos eso espero... El radicalizador que me radicalice buen radicalizador será... pero, como ya sabes, al no ser excesivamente gregario les va a costar. El radicalismo lleva a la alienación. ¿No lo ves así?
Un saludo, mestra.

Júlia dijo...

Es así, Antonio, pero nunca estamos lo bastante vacunados contra esas cosas, sólo hay que mirar la historia. Cuando empecé a trabajar en la escuela, de jovencita, conocí a un director mayor, muy culto, algo amargado por haber vivido guerra y postguerra, que todavía se horrorizaba de 'lo que pasó en Alemania' un país que había sido democrático, avanzadísimo, intelectual y que él había admirado. En nuestros tiempos y bien cerca está el tema de la antigua Yugoslavia, amigos míos habían ido por allí de cámping y era de lo más plácido, tranquilo y acogedor.

Incluso gente que vivió la guerra civil no entendía del todo como se levantaron tantos demonios. Hay muchos ejemplos en la historia, antigua y reciente.

La paz y la tranquilidad colectivas son muy fràgiles, por eso me inquieta que se juegue tanto con esas ideas radicales.