sábado, 14 de mayo de 2011

Ángeles Mora, poemas del sentimiento y de la experiencia



En mi blog en catalán Térbol Atzur estoy recopilando una especie de inventario de mujeres poetas en lengua catalana. Si ya es difícil acceder a la producción poética, en general, a pesar de los tiempos en los cuales vivimos todavía está más oculta la escritura femenina que la masculina, cosa fácil de comprobar visitando librerías y bibliotecas.  


En este blog he escrito también en más de una ocasión sobre autores y, sobre todo, autoras poco conocidas.


Hoy, después de uno de mis esfuerzos autodidactas de búsqueda por internet, he tropezado con esta gran autora andaluza.



Ángeles Mora nació en Rute (Córdoba), en 1952. Desde comienzos de los 80 vive en Granada, en cuya Universidad cursó su Licenciatura en Filología Hispánica. Siendo estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras, en 1982, publicó su primer libro de poemas. Es miembro fundador y actual Presidenta de la Asociación de Mujer y Literatura "Verso libre", que tiene como principal tarea dar a conocer la obra de mujeres escritoras. Recientemente ha sido nombrada miembro numerario de la Academia de Buenas Letras de Granada. En el año 89 obtuvo el "Premio Rafael Alberti" de poesía por su libro La Guerra de los treinta años y en el 2000 el "Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla" por Contradicciones, pájaros.

Se pueden encontrar más poemas de esta interesante autora en la magnífica web A media voz.



Buenas noches, tristeza

La vida siempre acaba mal.
Siempre promete más de lo que da
y no devuelve
                         nunca el furor,
el entusiasmo que pusimos
al apostar por ella.
Es como si cobrase en oro fino
la calderilla que te ofrece
y sus deudas pendientes
-hoy por hoy-
pueden llenar mi corazón de plomo.

No sé por qué agradezco todavía
el beso frío de la calle
esta noche de invierno,
mientras que me reclaman,
parpadeando,
sus ojos como luces de algún puerto.
Por qué espero el calor que se fue tantas veces,
el deseo
por encima de todas las heridas.

Pero acaso me calma una tibia tristeza
que ya no me apetece combatir.

Todo sucede lejos o se apaga
como los pasos que no doy.

La vida siempre acaba mal.
Y bien mirado:
¿puede terminar bien lo que termina?

De "Pensando que el camino iba derecho" 1982


Las hojas muertas

Igual que me sostiene
la tibia sensación de estar cayendo
por la ladera dulce del otoño
de mi vida, y acaricio
despacio –como vuelan las hojas-
mi cuerpo que ya lleva
el olor de la tarde,
así cae este poema
en el papel dorado de tu carne
y así –voluptuosa-
su letra breve te acompaña.

De "Contradicciones, pájaros" 2000

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