lunes, 3 de octubre de 2011

80 años después: Clara Campoamor y el voto femenino



La victoria total, completa, aplastante de un bando sobre el otro, cargará al vencedor con la responsabilidad de todos los errores cometidos y proporcionará al vencido la base de la futura propaganda, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. (Clara Campoamor, "La revolución española vista por una republicana", Ediciones Espuela de Plata, 2005, p. 179)




Se cumplen hoy ochenta años de la aprobación del voto femenino,en el marco de la segunda república. No fue fácil conseguirlo. Se enfrontaron dialécticamente Victoria Kent y Clara Campoamor. La primera, como la mayoría de la izquierda, no era partidaria de aprobar la ley. Se creía que la iglesia tenía una gran influencia en las mujeres y que la balanza electoral se inclinaría con más facilidad a  la derecha. Incluso una parte de la derecha liberal temía lo mismo, deber la posible elección a las beatas.


Al final se concedió el voto a las mujeres y en las elecciones de 1933 ganó la derecha cosa que sirvió para justificar las reticencias anteriores. Se obviaron muchas otras cosas, la llamada a l'abstención de los anarquistas, la decepción popular causada por las expectativas que se habían puesto en la república y que no se podían satisfacer en tan poco tiempo y en un contexto tan complicado. En 1936, con el mismo voto femenino, ganó el frente popular.


Después ya sabemos qué pasó. La república y sus avanzadas leyes se tuvieron que mover en un contexto de grandes luchas partidistas, en un país con zonas muy atrasadas, caciquismo y grandes bolsas de analfabetismo y pobreza, con unas masas obreras divididas, con exigencias nacionalistas urgentes en algunos territorios, con radicalismos de izquierda no democráticos que querían iniciar una revolución al estilo soviético. Las derechas se unieron y radicalizaron todavía más y pasó lo peor de lo peor, como todos sabemos. El cobarde pacto de no intervención nos castigó, como nos castigó la estrategia política internacional al acabar la segunda guerra mundial, cuando los países europeos recuperaron, más o menos, sus democracias. Y tuvimos que aguantar durante muchos años una dictadura pintoresca, oportunista, camaleónica y cruel. Todavía no se ha recuperado la legalidad republicana aunque sí más o menos una democracia que puede ser imperfecta, pero que comparada con el pasado ofrece muchas más posibilidades al ciudadano y una libertad bastante razonable.


El debate entre Campoamor y Kent hizo las delicias de los señores políticos de todos los colores, que se guaseaban abiertamente de las damas que intentaban cambiar la situación de las mujeres españolas. Clara Campoamor sufrió incluso en el exilio el desprecio de ciertos políticos también exiliados, que la culpaban de no sé sabe qué. Añoraba España e intentó regresar a finales de los años cuarenta, tenia amigos en el interior y se hicieron muchas gestiones pero un factor jugó en su contra: había pertenecido a una logia masónica!!! Murió en Suiza en 1972.


Kent vivió más años y regresó a España en 1977, para volver a marchar después a los Estados Unidos. Murió diez años más tarde. En aquella época de la transición sentíamos mucha curiosidad por aquellos supervivientes de la época republicana. La entrevistó Soler Serrano en el programa A fondo y recuerdo que me pareció una señora antigua, prepotente y carca. Seguía con sus ideas de siempre sobre el voto femenino e incluso afirmaba que la mujer que quería dedicarse a una profesión o a la política no debía tener hijos, cosas así. Yo entonces era más joven y más radical y me cayó muy mal, ahora la situo en su contexto y valoro su labor. Los exiliados que regresaban a menudo no entendían la España con la que se encontraban, no era fácil.


Clara Campoamor fue una olvidada durante años, quizá porque pertenecía a una izquierda moderada y no tenía el glamour de mujeres como la Pasionaria. En estos últimos años se ha recuperado su legado, sus publicaciones, televisión le dedicó un excelente programa de Mujeres en la Historia y en este mismo año en qué estamos, con motivo del 8 de marzo, se realizó una miniserie en dos capítulos, dirigida por Laura Mañá, sobre su vida y su obra, bastante digna y bien interpretada aunque para mi gusto le faltaba algo de pasión.


Tengo devoción por Campoamor pero todas aquelles mujeres de la época que se atrevieron a romper moldes, en medio de las bromitas crueles de los señores políticos y ante la incomprensión de gran parte de la sociedad, me producen una gran admiración. La alegría del voto femenino nos duró poco. Hay actualmente muchos países donde las mujeres no votan todavía y otros en los cuales no vota nadie. Y países en los cuales se vota lo que manda quién manda. 

Todo se puede mejorar pero a menudo las protestas justificadas que en estos días proliferan no ofrecen, a mi entender, unos objectivos coherentes ni un programa de reformas posible y ordenado. Que yo sepa. Me inquietan los que dicen que hay que cambiar el sistema y no me aclaran cómo ni con que otro sistema lo van a sustituir.

4 comentarios:

Lluís Bosch dijo...

Es impresionante constatar el coste que ha tenido cada pequeña (o gran) conquista social. Lo díficil que es construir para avanzar y lo fácil que resulta destruir en un instante. No lo digo sólo por la guerra con que el fascismo se cargó los progresos de la República, sinó porqué hoy mismo vemos como con la absurda excusa de los "mercados" es tan sencillo retroceder.

Eastriver dijo...

Tienes razón, le faltaba pasión a la serie. También la tienees cuando dices que a la gente hay que juzgarla en su contexto: a mí también me hubiera parecido borde y carca la Kent por lo que dices, pero cada uno es hijo de su tiempo. Y todos sabemos que el tiempo de estas mujeres era infinitamente más borde y más carca que ellas.

Del tema del voto yo extraigo una conclusión: las cosas, si son justas, hay que hacerlas aunque parezca que en lo inmediato generarán más inconvenientes que ventajas. No es así, y en el fondo da lo mismo. Lo justo es justo, y cuando se plantea, es decir, si está sobre la mesa, quiere decir que ya ha llegado su momento.

Júlia dijo...

Cierto, Lluís. Los progresos de la república estan bastanta mitificados y fueron por desgracias más cualitativos que cuantitativos,pasa hoy todavía en países de Asia, de Hiospanoamérica, la buena voluntad de algunos gobernantes e incluso de su intelectualidad no puede con todos los problemas. Retroceder es fácil, efectivamente, y hay que cuidar lo que se tiene aunque no nos guste del todo, es mi opinión ya que soy muy pacifista y no me gusta la violencia de ningún signo. Construir cuesta mucho y quemar, muy poco. Quemar físicamente pero también metafóricamente.

Por eso me inquieta ver como se llama a la protesta sin tener objectivos coherentes y posibles. A veces, con buenas intenciones, se consigue justo lo contrario. Hay que ser muy hàbil para nadar en este mundo a todos los niveles, sin hacer daño y sin que nos lo hagan, a nivel individual, pero también colectivo.

Es fácil infravalorar al enemigo, Freud mismo no se dio cuenta de los peligros del nazismo y de las fuerzas que lo posibilitaron, incluso dijo algo así como 'ahora queman libros pero en la edad media quemaban personas'. Pues resultó que también quemaban personas, más que en la edad media y él aún tuvo un poco de suerte y pudo morir en el exilio.

Lo mismo en muchos otros casos, como en el nuestro. A toro pasado todo se explica pero antes nadie lo ve.

Júlia dijo...

Eastriver, es así pero resulta tremendamente difícil meterse en la mentalidad de la gente del pasado, casi siempre juzgamos desde el presente, por eso decía Croce que la historia siempre es historia contemporánea. Y por eso resulta absurdo justificar cualquier cosa en base al pasado remoto o cercano. Nosotros mismos cambiamos y nos preguntamos ¿cómo pude pensar así, creer tal cosa?