jueves, 14 de abril de 2016

LA CASA DE LAS CHIVAS, PASIÓN Y MISTICISMO EN TIEMPOS DE GUERRA




Ayer la segunda cadena recuperó La casa de las chivas. Era una obra con elementos fuertes, la guerra, que se veía por primera vez de forma algo razonable, casi en directo y sin juicios preconcebidos de valor sobre los bandos enfrentados. Salom fue un autor brillante y eficaz, de éxito y posibilista, con oficio. Puede que hoy no se valore a fondo su aportación al teatro, el tiempo no pasa en vano y hemos cambiado mucho.

De esta obra se realizaron, en toda España, más de siete mil representaciones. La película también tuvo su qué, la dirigió Klimovsky, un director más bien especializado en cosas de terror. La narración tiene la habilidad de centrarse en las personas más que en la guerra, una serie de tristes personajes que coinciden en esa casa de pueblo requisada y ocupada. El tema central, a juzgar por el desenlace, es la redención, un tema presente en otras obras de Salom y en muchas de la época, hoy poco habitual aunque autores como Tolstoy en Resurrección también hicieron de esa redención el tema central.

Se dice en el final de la versión en cine que se inspiró en un hecho real, puede ser. Hoy esta de moda cierto anticlericalismo que contribuye a hacernos muy lejanos los curas antiguos, las conversiones, los arrepentimientos, pero lo cierto es que después de la guerra civil hubo mucho de eso a todos los niveles. Hoy sólo parecen tener interés los malos curas, los pederastas, aunque de pederastas hay muchos más en las casas particulares. Por eso, según se cuenta y se puede leer en algunas crónicas, los matacuras de otros tiempos tenían preferencia por los curas buenos, ya que hacía más daño a la ideología radical que los otros, claro. En un libro de Sartre los comunistas de un campo de concentración se ponen en marcha cuando se dan cuenta de que ellos, los curas católicos prisioneros, están empezando a organizar redes de ayuda y resistencia.

Los grandes desastres incomprensibles favorecen la esperanza en algo bueno y lejano, la interpretación de qué si ganó Franco fue a causa de la voluntad de Dios parece actualmente una estupidez pero hubo gente que estaba en las antípodas ideológicas del catolicismo y se convirtió, cosa que explica la especie de histeria colectiva que acompañó durante un tiempo las manifestaciones religiosas de todo tipo, así como el incremento de vocaciones que el exceso de mártires, causado por la sinrazón de ciertos estamentos del otro lado, había propiciado. Las cosas no son sencillas, el comportamiento humano a menudo es errático, surrealista.




La casa de las chivas se estrenó en Barcelona, en el Moratín, en 1968. Allí la vi entonces y me gustó, contó con un cuadro actoral de categoría con Carlos Ballesteros, con su pelo blanco a lo Jeff Chandler en el papel principal, aunque es una obra bastante coral. Estaba acompañado por Telere Pávez, Amparo Baró, Estanis Gonzàlez y otros. En el cine Juan, ese objeto del deseo íntegro y casto, fue Simón Andreu, un actor siempre eficaz, guapísimo en su juventud y en su madurez, todavía de vez en cuando le dan papeles de lucimiento en alguna producción. Las mujeres fueron Charo Soriano y Maria Kosti, también se contó con Ricardo Merino y Pedro Mari Sánchez en el papel del muchacho joven y enamorado que cede a las presiones sexuales del momento. Hoy nos puede parecer algo inocente ese papel, claro. La castidad ya no es lo que era.

Ricardo Merino, un actor eficaz que hizo de todo, murió relativamente joven. Tampoco está entre nosotros Ballesteros, que hizo una carrera larga y productiva, brillante. Y, claro, también es otro de los ausentes Estanis González, que en mi infancia hacia cosas por la radio y fue muy popular con un divertimento radiofónico del mediodía, compartido con una locutora que se llamaba Esperanza, recuerdo que lo patrocinaba La Mallorquina. Estanis González estuvo muy presente en los inicios televisivos, recuerdo un concurso muy interesante que presentaba, Ayer noticia, hoy dinero. Las preguntas iban en torno a lo sucedido en un año determinado. También fue el inquietante pero inocente buhonero de Los bulbos, una historia de terror que estaba muy bien y con la cual ya empezó a darme miedo Tina Sainz. Como tantos otros fue uno de los grandes del doblaje, una actividad que ha contribuido durante años a la digna supervivencia del sector.

Charo Soriano y Terele Pávez fueron, en cine y teatro, las protagonistas de carácter. Son dos de esas actrices de rompe y rasga que se comen todas las escenas, todavía hoy, magníficas en cualquier papel, por breve que sea. En el teatro la joven Trini fue Amparo Baró y en el cine, María Kosty, felizmente en activo. La obra se llevo a la televisión en dos ocasiones. En  la segunda, ya en los años ochenta, había perdido la fuerza inicial y la televisión también había cambiado. En el teatro se representó a menudo con diferentes protagonistas, entre los cuales, Valladares. Muchos de nuestros actores y actrices serían en otro país conocidísimos, condecorados, oscarizados. Aquí su paso por pantallas y escenarios se olvida pronto, todo lo más se recuerda a media docena. 

Pedro Mari Sánchez, que se inicio en teatro, cine y televisión de niño, ha hecho una carrera brillante, larga y extraordinaria, pero  me temo que es también hoy poco conocido, en general, aunque, quién sabe, a veces un papel preciso en el momento adecuado tiene extraños efectos. Ahora ya se encuentra en su madurez pero en determinada época me recordaba a Marlon Brando, en Barcelona lo vi en un breve paso por el Teatro Condal hace años, muchos, en 1994, en el Calígula de Camus, al lado de un algo histriónico Luis Merlo, aunque en esa obra y con ese personaje parece inevitable cierto histrionismo. Sánchez le robaba todas las escenas. Hoy las obras duran poco en los escenarios, muchos teatros han desaparecido, todo ha cambiado, las televisiones no apuestan por el teatro sinó por esas series interminables que, al menos, dan trabajo algo estable a tanta gente de categoría. Y muchas obras no llegan a Barcelona, por todos esos motivos y muchos más, o lo hacen de forma breve y efímera.

La casa de las chivas, con todas sus limitaciones relacionadas con la época y la moral vigente, es para mi hoy todo un clásico. La película matizo algunos excesos dramáticos que en el teatro, sin embargo, funcionaban muy bien. No estamos en una buena época para arrepentimientos ni redenciones aunque no iría mal algo de eso aunque hoy los pecados sexuales son lo de menos, la verdad. Los pecados sexuales de las damas ligeras de cascos ofrecieron mucho material para la ficción, hace pocos días pasaron también Malvaloca, Maribel y la extraña familia, todas ellas en el contexto de adaptaciones teatrales llevadas al cine pero es curioso que los tres títulos jueguen con eso de la redención de las pecadoras aunque desde diferentes puntos de vista. 

La mujer arrepentida y redimida, pero eso sí, guapísima y con buen corazón en el fondo, forma parte de ciertas fantasías masculinas, me temo. Lo mismo que forma parte de esas fantasías la mujer sacrificada y fiel que perdona todas las calaveradas, otro clásico. Pero eso ya sería material para psicólogos y psiquiatras. En el fondo aquella canción de querer dos mujeres a la vez y no estar loco es la expresión musical popular de todas esas fantasías eróticas.

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